– Claro. Así que sir Charles compensó a la señora Wilbraham por el robo del collar.
– No fue sir Charles, milord. Fue sir Henry. El pobre tuvo que regresar enseguida de su luna de miel y se encontró a su padre muy enfermo. El disgusto le provocó un derrame cerebral, porque se sentía responsable de lo de Deacon, y además ya sobrepasaba la setentena. Cuando dictaron sentencia, sir Henry le dijo a su padre que ya vería cómo todo se arreglaba, y pareció que sir Charles lo entendía; pero luego llegó la guerra y no lo pudo superar. Le dio otro derrame cerebral y murió. Sin embargo, sir Henry no se olvidó del caso y cuando la policía le confesó que tenían muy pocas esperanzas de encontrar el collar, él decidió darle a la señora Wilbraham el dinero, y aquello supuso un duro golpe para la familia. Sir Henry resultó herido de gravedad en el frente y volvió a casa inválido, pero jamás volvió a ser el mismo, y ahora dicen que no está demasiado bien. La repentina muerte de lady Thorpe no le hará ningún bien. Era una mujer muy agradable y muy apreciada por todos.
– ¿Tiene familia?
– Sí, milord. Tienen una hija, la señorita Hilary. Este mes cumplirá quince años. Ha vuelto a casa para pasar las vacaciones. Y le aseguro que, para ella, están siendo unas vacaciones muy tristes.
– Seguro que sí. Bueno, una historia muy interesante, Hinkins. Estaré atento por si oigo noticias de las esmeraldas de la señora Wilbraham. ¡Ah! Aquí llega mi amigo el señor Wilderspin. Espero que venga a decirme que el coche está arreglado.
Así fue. El Daimler estaba delante de la verja de la vicaría, tristemente enganchado a la parte posterior de un carro. Los dos robustos caballos que tiraban de él no parecían, a juzgar por su actitud autocomplaciente, tener demasiada buena opinión de él. En cambio, los señores Wildespin, padre e hijo, miraban el problema con más optimismo. Un arreglo en el eje delantero, que había chocado contra algún mojón escondido, haría maravillas y, si no, podían enviarle un mensaje al señor Brownlow de Fenchurch St Peter, que tenía un garaje, para que viniera y se lo llevara con su camión. El señor Brownlow era un gran experto. Aunque quizá ahora no estaba en casa. Se celebraba una boda en Fenchurch St Stephen, y es posible que lo hubieran llamado para llevar al cortejo hasta la iglesia, porque la novia vivía bastante lejos, en Digg's Drove. Sin embargo, si era necesario, se le podía pedir a la jefa de la oficina de Correos que lo llamara y lo averiguara. Era la persona indicada para hacerlo porque, aparte del de la oficina de Correos, el único teléfono del pueblo estaba en la Casa Roja, y no sería correcto ir a llamar allí con lo que estaban pasando.
Wimsey, mirando con recelo el eje delantero, pensó que quizá sería mejor recurrir a la experiencia del señor Brownlow y aseguró que él mismo iría a la oficina de Correos si el señor Wildespin era tan amable de acompañarlo hasta el pueblo. Subió al carro, detrás de los caballos grises del señor Ashton; la procesión pasó por delante de la iglesia y continuó la marcha durante casi medio kilómetro, hasta que llegaron al centro del pueblo.
La iglesia de Fenchurch St Paul, como muchas otras en aquella parte del país, estaba completamente aislada del pueblo, y la única vivienda que tenía cerca era la viraría. El pueblo estaba construido alrededor de un cruce. El camino que se desvía hacia el sur va a Fenchurch St Stephen y el del norte se cruza con la carretera de Fenchurch St Peter un poco más abajo del dique de los diez metros, mientras que el otro, que nace junto a la iglesia, va a parar al oeste a las afueras del pueblo a una zona pantanosa a través de la cual, si no le importa resbalar un poco, podría, si quisiera, llegar a la carretera del dique de los diez metros justo en Frog's Bridge. Por lo tanto, los tres Fenchurch forman un triángulo, con St Paul al norte, St Peter al sur y St Stephen al oeste. La línea de tren L.N.E.R. conecta St Peter con St Stephen cruzando el dique de los diez metros en el viaducto Dykesey camino de Leamholt.
De los tres, Fenchurch St Peter es el más grande e importante y tiene, a parte de una estación de tren, un río con dos puentes. Sin embargo, sólo cuenta con una iglesia muy discreta y sin ningún interés que fue construida en el último y peor período del arte Perpendicular [1], con una aguja de pizarra y sin campanas. Fenchurch St Stephen tiene una estación de tren, aunque casi por accidente, porque queda más o menos en medio de la línea directa entre Leamholt y St Peter. Aun así, allí está; además su iglesia posee una bonita torre del siglo XIV, una vidriera destacable, un ábside normando y un conjunto de ocho campanas. Fenchurch St Paul es el pueblo más pequeño y no tiene ni río ni tren, pero es el más antiguo. La iglesia es, de largo, la más grande y noble, y las campanas son, sin ninguna duda, las mejores. La razón es que St Paul es la ubicación original de la abadía. Al este y al sur del cancel actual, todavía pueden verse los restos de la primera iglesia normanda y unas piedras que señalan dónde estaba el antiguo claustro. La iglesia, y los terrenos de su propiedad que la rodean, se levanta sobre un pequeño montículo que está unos tres metros por encima del nivel del pueblo, una elevación que, para la zona, es considerable y que en otras épocas había bastado para salvar la abadía de las inundaciones durante los meses de invierno. En cuanto al río Wale, Fenchurch St Peter no podía presumir de él porque, ¿no era cierto que el viejo curso del río Wale pasaba junto a la iglesia de St Paul hasta que, en tiempos de Jaime I, lo cortaron en Potter's Lode y lo desviaron para que el recorrido fuera más corto y directo? Desde la torre de la iglesia de Fenchurch St Paul todavía se ve el antiguo curso del río, zigzagueando por las praderas y los campos, y también se distingue donde el dique verde de Potter's Lode reconduce el agua y pasa de ser una cinta a ser un lazo. Más allá de este triángulo de Fenchurches, el agua sigue su curso natural.
Lord Peter Wimsey, después de ver cómo desmontaban el eje delantero del coche y de decidir que el señor Brownlow y el señor Wilderspin podrían arreglarlo solos, fue a la oficina de Correos para enviar un mensaje a los amigos que lo estaban esperando en Walbeach, y luego intentó buscar algo que hacer. En el pueblo no encontró nada interesante, así que decidió ir a echar una ojeada a la iglesia. Las campanas ya habían dejado de repicar y Hezekiah se había ido a casa; sin embargo, la puerta sur estaba abierta y, al entrar, vio a la señora Venables cambiando el agua de los floreros del altar. Ella lo observó mientras él estaba entretenido admirando la exquisita ornamentación de roble de las vidrieras.
– Es precioso, ¿no le parece? -le dijo la mujer, cuando se acercó a saludarlo-. Theodore está muy orgulloso de su iglesia. Y, desde que llegamos, ha trabajado mucho para que fuera una de las más bonitas. Afortunadamente, el hombre que se encargaba de la iglesia antes era muy serio e hizo las reformas necesarias, aunque no era demasiado estricto y permitía cosas que a nosotros nos sorprendieron bastante. ¿Puede creerse que dejó que utilizaran esta preciosa capilla como horno de carbón? Nosotros, por supuesto, la limpiamos de arriba abajo. A Theodore le gustaría colocar un altar femenino aquí, pero nos tememos que a los feligreses no les gustaría demasiado la idea. Sí, es una ventana magnífica, ¿no es cierto? Es posterior a las demás, claro, pero es una suerte que todavía mantenga los cristales originales. Cuando llegaron los Zeppelin pasamos mucho miedo. Lanzaron una bomba sobre Walbeach, que está a unos treinta kilómetros, pero podría haber caído aquí perfectamente. ¿No cree que es preciosa la pantalla que separa la capilla y la iglesia? Siempre digo que parece hecha de encaje. Las tumbas pertenecen a la familia Gaudy. Vivieron aquí hasta los tiempos de la reina Isabel, pero ahora están todos muertos. Verá el nombre inscrito en la campana Treble: gaude, gaudy, domini in laude . En el ala norte había una capilla privada: la capilla del abad Thomas y ésa es su tumba. Bautizaron la campana Batty Thomas en su honor, aunque Batty es el diminutivo de abad, claro. En el siglo XIX, algún vándalo tiró la pared que había detrás del coro para colocar el órgano. Es espantoso, ¿no cree? Hace unos años cambiamos los tubos y ahora tenemos que agrandar los fuelles. Al pobre Loco le cuesta mantener las cámaras del órgano llenas de aire cuando la señorita Snnot lo toca al completo. Le llaman Loco Peake, pero no está realmente loco, sólo es que a veces no sabe lo que hace. Obviamente, el ángel del techo es nuestra obra más preciada; personalmente opino que es incluso más bonito que el de March o el del Needham Market, porque todavía conserva el colorido y la pintura originales. Lo hicimos restaurar hará unos doce años, pero no añadimos nada. Nos costó diez años convencer a los que cuidaban la iglesia de que podíamos añadirle un poco de pan de oro a los ángeles sin tener que pedir permiso a Roma, pero ahora están muy orgullosos del resultado. Esperamos, algún día, poder hacer el techo del cancel. Hay que pintar todos los arcos, todavía se ve un poco de color, y se tiene que dorar toda la ornamentación. La ventana del ala este es la bestia negra de Theodore. Ese horrible y rudimentario cristal es de 1840, creo. Theodore dice que es el peor período. El cristal de la nave ha desaparecido todo, claro, fueron los hombres de Cromwell. Gracias a Dios que dejaron parte de las ventanas de la nave. Supongo que subir hasta allí arriba les habría costado mucho trabajo. Los bancos son modernos; Theodore los encargó hace diez años. El prefería las sillas, pero a la congregación no le habría gustado porque están acostumbrados a los bancos, así que Theodore copió el modelo de un antiguo diseño que no era demasiado estrafalario. Los viejos bancos eran horribles, parecían sanitarios, y había una galería horrorosa a ambos lados que bloqueaba las ventanas del pasillo y no dejaba ver los pilares. La hicimos destruir inmediatamente. No era necesaria y los niños se dedicaban a tirar los libros de oración encima de la gente. La sillería del coro, en cambio, es otra cosa. Es la sillería original de los monjes, con misereres. ¿No le parece que las tallas son magníficas? En el santuario hay una pila, aunque no es demasiado impresionante.
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