Joseph Wambaugh - Cuervos de Hollywood
Здесь есть возможность читать онлайн «Joseph Wambaugh - Cuervos de Hollywood» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Cuervos de Hollywood
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Cuervos de Hollywood: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Cuervos de Hollywood»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Cuervos de Hollywood — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Cuervos de Hollywood», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
– Está bien, seguiré trabajando de incógnito para ti, pero voy a necesitar que me compenses de verdad.
– Sí, sí -dijo Alí-. Si está metiéndose coca con ese hombre, debes decírmelo enseguida. Entonces podré contárselo a mi abogado y quizá podamos solicitar al juez que me devuelva a mi hijo. Este país tiene leyes muy raras.
– ¿Quieres decir que es posible que yo tenga que ir a declarar o algo así? -dijo Jasmine-. No quisiera tener que hacer eso.
– Te pagaré, Jasmine. No te arrepentirás.
– ¿Traicionar a mi amiga? ¿Y quizá correr el riesgo de que su nuevo amiguito se entere? Eso tiene que valer mucho.
– Te pagaré con creces -dijo Alí-. Nicky es mi vida.
– Está bien, veré lo que puedo hacer -respondió Jasmine.
– Gracias, Jasmine, gracias -dijo Alí-. Ahora por favor ven aquí y hazme sentir como un hombre una vez más.
– No, otra vez, no -murmuró Jasmine, pero aun así se arrodilló frente a Alí, y mientras él se bajaba la cremallera, deseó que hubiese tomado Viagra.
Capítulo 12
La tarde siguiente el oficial Tony Silva tomó una fotografía excepcional en Laurel Canyon. Un productor de películas pornográficas que iba borracho al volante de un Ferrari cuando volvía de rodar todo el día en un estudio de Ventura Boulevard, en San Fernando Valley, había dado un volantazo que le hizo estrellarse directamente contra un par de árboles de eucalipto. La parte delantera del coche estaba dañada, pero el airbag nunca se activó.
El cuervo regresaba de ocuparse de otra de las constantes quejas contra los paparazzi, que esta vez procedían de un actor de segunda, uno de esos que vivían en casas alquiladas en las colinas, cuando se encontró con el accidente, del que había avisado un vecino de la zona. Sin embargo, Tony Silva no fue el primer policía en llegar. El oficial FX Mulroney ya estaba allí.
La motocicleta del LAPD estaba aparcada a pocos metros del Ferrari, cuyo motor aún estaba encendido, mientras que el conductor, que más tarde daría una tasa muy elevada de alcohol en sangre en la prueba de alcoholemia, lanzaba miradas de pánico por encima de su hombro izquierdo. El productor estaba concentrado en lo que él creía que era la carretera, pero en realidad se trataba de un espacio abierto entre los dos árboles, donde su coche había quedado encajado e inmóvil.
Con décadas de experiencia en asuntos como ése, el motorista FX Mulroney comprendió de inmediato que el hombre aún estaba intentando lidiar con las curvas de la carretera, sin duda todavía veía doble. Y para cuando Tony Silva se bajó del Ford Explorer de la CRO, FX Mulroney ya llevaba allí un buen rato y le faltaba el aire a causa de la «persecución» del Ferrari.
Más tarde, Tony Silva dijo que si hubiese tenido una videocámara su grabación podría haber sido un éxito en Internet, pero lo único que tenía era la cámara del móvil. En las fotos que tomó aparecía FX Mulroney, con su traje completo de motorista, conduciendo junto al Ferrari y gritándole al productor de películas pomo «¡Deténgase! ¡Detenga el maldito coche!», mientras éste aceleraba y miraba hacia atrás, desesperado por huir del inclemente policía que, como en un sueño -o en este caso, una pesadilla-, parecía estar persiguiéndolo… ¡a pie!
– ¡No quiero tener que dispararle! -gritaba FX Mulroney-. ¡Acérquese al arcén y apague el motor!
Luego, como siempre, FX se pasó de rosca y gritó:
– ¡Cuidado con la mujer y con el bebé! ¡Muévase a la derecha! ¡A la derecha!
Por un momento el motor de alto rendimiento alcanzó el máximo de revoluciones y las ruedas giraron abruptamente, lo que provocó que el coche subiera unos treinta centímetros por el tronco del eucalipto más grande, con las llantas humeantes y el motor rugiendo. Pero luego bajó otra vez, y tosió y escupió hasta que finalmente se fundió el motor. FX Mulroney reparó entonces en el oficial Tony Silva, pero no podía hablar. Tuvo que inclinarse hacia delante con las manos sobre las rodillas para coger aire después de tan larga «persecución». Luego se incorporó, se quitó las gafas de aviador y dijo en dirección a la cámara:
– Me alegro de que este cabrón por fin haya parado. Me estaba quedando sin gasolina.
El productor porno levantó la vista y miró al viejo motorista, que se hallaba junto a su coche. Y con los ojos a media asta, abrió la puerta y dijo:
– Lo felicito, oficial. Un par de veces creí haberlo perdido, pero he terminado atrapándolo.
A Ronnie le parecía que Bix había estado raro durante casi todo el día. Estaba inquieto, agitado, nervioso. Llevaban ya varias horas tocando puertas, encargándose de las miles de llamadas de los quejicas crónicos que tan bien conocían en la CRO. Era un trabajo tedioso para el que Bix solía tener el temperamento perfecto. Pero no hoy. No tenía la paciencia de siempre. Sus respuestas, tantas veces practicadas, no parecían tan sinceras. Cuando alguien estaba contándoles sus problemas, sobre la mayoría de los cuales no podían hacer nada, miraba su reloj. Lo cierto es que quienes llamaban eran personas solitarias que querían un poco de atención por parte de las autoridades, pero que lo único que tenían a mano eran los cuervos de Hollywood Sur.
En la última llamada que atendieron juntos, Ronnie y Bix se hallaban en la cocina de un chalé de estuco blanco de ochenta años y techos de teja española, escuchando las quejas de una inmigrante salvadoreña entrada en años cuyos hijos no iban a visitarla desde hacía tres meses. Su inglés era lo suficientemente bueno como para que llegaran a entender que el vecino de al lado le estaba haciendo la vida imposible con sus frecuentes subastas en el garaje, las cuales atraían gentuza que arrojaba basura en su propiedad y orinaba en la entrada de su casa a plena luz del día.
Cuando la mujer hizo una pausa para ir a atender el teléfono, que estaba en su habitación, Bix se sirvió un vaso de agua. En la esquina divisó un ratón atrapado en una trampa de pegamento. El ratón, que había quedado firmemente cogido por la barriga y las patas, miró hacia arriba con una mirada que era a la vez temerosa y triste, como si la criaturilla supiese que no tenía esperanza.
Ronnie oyó que Bix le decía al ratón:
– Lo siento, amigo. Te ayudaría si pudiese, pero ni siquiera puedo ayudarme a mí mismo.
Cuando la mujer salvadoreña regresó a la cocina, cogió la trampa y ahogó al roedor en un cubo de agua que guardaba en el pórtico de atrás. Luego continuó recitándoles las muchas quejas que tenía de sus vecinos.
Tras acabar aquella visita, Bix dijo:
– Volvamos a la oficina y consigamos otro coche. Creo que deberíamos separarnos y ocuparnos de todas las denuncias que podamos durante lo que queda del día. Tenemos mucho trabajo atrasado.
Ronnie estuvo de acuerdo, pero no pudo evitar preguntarse qué había querido decir realmente Bix cuando le había dicho aquello al sentenciado ratón.
En los últimos años, la calle Alvarado, de la División Rampart, se había convertido en algo parecido a una calle comercial de Tijuana. La mayoría de las tiendas y establecimientos comerciales exhibían las mercancías desparramadas sobre el pavimento, y las aceras estaban atestadas de peatones hispanoparlantes durante la mayor parte de la mañana y hasta bien avanzada la tarde. Los espectáculos, los sonidos y olores que allí había provenían del otro lado de la línea imaginaria que marca la frontera sur de Estados Unidos.
Había una farmacia muy particular en ese vecindario, a la que Alí Aziz acudía a menudo desde el n de septiembre, cuando tuvo que dejar de hacer sus, viajes a Tijuana.
Antes de la catástrofe había descubierto que valía la pena hacer un viaje cruzando la frontera internacional para conseguir todas las drogas con receta que sus bailarinas necesitaban: productos dietéticos, tranquilizantes y estimulantes. Pero tras el 11-S se hartó de que lo enviaran a la segunda zona de inspección cada vez que regresaba, y de que lo sometieran a interrogatorios y pesquisas en cuanto respondía a la pregunta acerca de su origen.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Cuervos de Hollywood»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Cuervos de Hollywood» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Cuervos de Hollywood» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.