Joseph Wambaugh - Los nuevos centuriones

Здесь есть возможность читать онлайн «Joseph Wambaugh - Los nuevos centuriones» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Los nuevos centuriones: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los nuevos centuriones»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En Los nuevos centuriones Joseph Wambaugh nos presenta los cinco años de complejo aprendizaje de tres policías de Los Ángeles durante la década de los sesenta. En este tiempo, investigan robos y persiguen a prostitutas, sofocan guerras entre bandas y apaciguan riñas familiares. Pero también descubren que, a pesar de coincidir en una base autoritaria, sus puntos de vista divergen en la necesidad de cada uno de rozar el mal y el desorden. Con un ritmo vertiginoso, en esta historia de casos urgentes y frustraciones cada semana implica nuevos peligros y nuevas rutinas, largas horas de trabajo de oficina o la violenta y repentina erupción de disturbios raciales. Tanto en el vehículo de patrulla nocturna, como en el escuadrón de suplentes, cada hombre tiene que aprender -y pronto- la esencia de las calles y la esencia de las gentes. Para escribir Los nuevos centuriones, su primera novela, Wambaugh partió de sus propias experiencias como policía de Los Ángeles. Algunos de sus antiguos compañeros se sintieron incómodos con la imagen inquietante de agentes de moral ambigua que reflejaba, pero eso no impidió que el debut literario de Wambaugh causara sensación entre la crítica y se convirtiera en un éxito de ventas. "Me lo zampé de un tirón. Es un tratado implacable del trabajo policial visto como un periplo inquietante y de moral ambigua." – JAMES ELLROY

Los nuevos centuriones — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los nuevos centuriones», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

La noche caía ahora con mayor rapidez porque el verano casi había terminado y, mientras miraba y escuchaba, una extraña pero conocida sensación le recorrió el cuerpo. Primero fue "como un temblor en el estómago y después lo notó en el pecho y notó calor en la cara; estaba lleno de ansioso anhelo, ¿o sería, podría ser, nostalgia? Era lo único que podía hacer para evitar echarse a reír en voz alta al pensar que debía ser nostalgia porque aquello era Chino a escala ampliada. Estaba viendo la misma gente haciendo las mismas cosas que hacían en Chino y pensó qué extraño era que parte de un hombre pudiera añorar el lugar de su juventud aunque lo despreciara y a qué se debería aquello y qué consecuencias tenía. Pero, por lo menos, habían sido los únicos años inocentes de su vida y estaba su madre. Supuso que debía sentir añoranza por ella y por la seguridad que ella representaba. "Todos debemos anhelarlo", pensó.

Serge observó la deslumbrante algarabía de la carretera de San Bernardino mientras Galloway conducía en dirección Sur por Soto, de regreso a Boyle Heights. Se había producido un accidente de escasa importancia en la carretera de abajo y el tráfico había quedado detenido, al parecer. Un hombre sostenía lo que parecía un pañuelo ensangrentado contra su cara y hablaba con un agente de tráfico con casco blanco que sostenía una linterna bajo el brazo y escribía en su cuaderno de notas. "Nadie quiere crecer y verse en todo esto -pensó, mirando abajo hacia los miles de faros delanteros avanzando y hacia el achatado camión remolcador que estaba apartando los restos del vehículo -. Eso debe ser lo que uno anhela: la infancia y no la gente del lugar. Estos pobres y estúpidos chicanos -pensó-. Pobres miserables."

– ¿Tienes apetito, compañero? -le preguntó Galloway.

– Cuando te parezca -dijo Serge, dejando Chino a cinco años de distancia en el lugar del pasado que le correspondía.

– No hay muchos sitios para comer en Hollenbeck -dijo Galloway-. Y los pocos que hay no son adecuados para comer.

Serge ya había sido policía el suficiente tiempo como para saber que "sitio para comer" significaba algo más que un restaurante; significaba un restaurante en el ciue sirvieran comida gratis a los policías. Seguía molestándole aceptar comidas gratis, sobre todo teniendo en cuenta la advertencia que se les había hecho en la academia en contra de las cosas gratuitas. Pero, al parecer, los sargentos eran de otra opinión tratándose de cigarrillos, comida, periódicos y café gratis.

– No me importa pagar la cena -dijo Serge.

– Pero no tendrás nada en contra de pagar a mitad de precio, ¿verdad?

– No me importa en absoluto -dijo Serge sonriendo.

– En realidad, hay un sitio donde todo es gratis. Se llama El Soberano. Nosotros lo llamamos El Sobaco. Sabes qué significa, ¿verdad?

– No -mintió Serge.

– Significa la axila. Es un tugurio verdaderamente divertido. Una cervecería que sirve comidas. Una verdadera taberna.

– Apuesto a que sirve tacos grasientos -. Serge sonrió tristemente, consciente de cómo sería aquel lugar-. Todos bebiendo y bailando, supongo, y todas las noches un individuo siente celos de su amigo y recibimos una llamada para que vayamos a interrumpir una pelea.

– Lo has descrito perfectamente -dijo Galloway-. De la comida no sé nada, sin embargo. Por lo que sé, igual son capaces de extender un buey enfermo en el suelo a la hora de comer y cada uno se corta un bistec con su propio cuchillo.

– Entonces vayamos al tugurio de a mitad de precio -dijo Serge.

– ¡Dile que repita!-le ordenó Galloway.

– ¿Cómo?

– La radio. Acabamos de recibir otra llamada.

– Maldita sea. Perdona, compañero. Tengo que acostumbrarme a escuchar esta mezcla de ruidos. -Apretó el botón rojo del micro -. Cuatro-A-Cuarenta y Tres, repita.

– Cuatro-A-Cuarenta y Tres, Cuatro-A-Cuarenta y Tres -dijo la chillona voz que había sustituido a la maestra de escuela-. Tres-tres-siete Mott Sur, vean a la mujer, sospechoso cuatro-cinco-nueve allí ahora. Clave dos.

– Cuatro-A-Cuarenta y Tres, entendido -dijo Serge.

Galloway apretó inesperadamente el acelerador y Serge se despegó del respaldo.

– Perdona -dijo Galloway sonriendo -. A veces soy impaciente, No puedo evitar salir disparado cuando se produce una llamada cuatro-cinco-nueve. Me encanta echarles el guante a estos ladrones.

A Serge le agradó ver brillar de felicidad los ojos azules de su compañero. Pensó que ojalá las emociones del trabajo no se disiparan pronto en él. Era evidente que en Galloway no había sucedido así. Era tranquilizador. Todas las cosas del mundo parecían resultar aburridas tan pronto…

Galloway se detuvo ante un semáforo rojo, miró descuidadamente a ambos lados y rugió cruzando la calle Primera mientras un automóvil rubia que llevaba dirección Oeste chirriaba y tocaba el claxon.

– Jesús -murmuró Serge en voz alta.

– Perdona -dijo Galloway tímidamente, aminorando levemente la marcha. Dos manzanas más allá atravesó un cruce parcialmente cerrado con una señal de parada y Serge cerró los ojos pero no escuchó chirrido de neumáticos.

– No hace falta que te diga que no debes conducir así, ¿verdad? -dijo Galloway -. Por lo menos, durante el período de prueba. No puedes permitirte recibir una reprimenda de los sargentos estando de prueba.

Galloway hizo un rechinante viraje a la derecha y otro a la izquierda al llegar a la manzana siguiente.

– Si obedeciera las malditas reglas de tráfico tal como nos dicen, jamás llegaríamos a tiempo para pillar a nadie. Y supongo que me perjudico yo si sufro un accidente; por lo tanto, qué demonio.

"Y yo no me perjudico, estúpido", pensó Serge, con una mano apoyada en el tablero y la otra agarrando el asiento. Jamás se había imaginado recorrer las calles llenas de tráfico a aquellas velocidades. Galloway era un conductor temerario y estúpidamente afortunado.

Serge comprendió que no podía permitirse ganarse rápidamente la reputación de aguafiestas. Los novatos tenían que ser todo oídos y debían mantener la boca cerrada, pero aquello era demasiado. Iba a pedirle a Galloway que aminorara la marcha. Tomó esta decisión en el momento en que su sudorosa mano izquierda soltaba el asiento.

– Ésta es la calle -dijo Galloway -. Es aproximadamente a media manzana -. Apagó los faros delanteros y se deslizó silenciosamente hacia el bordillo de la acera, a varias casas de distancia de la dirección que les había sido indicada. -No cierres tu portezuela -dijo Galloway, apeándose del vehículo y echando a andar por la acera, mientras Serge se desabrochaba el cinturón de seguridad.

Serge bajó y siguió a Galloway, que llevaba zapatos con suela de goma y el llavero guardado en el bolsillo de atrás. Serge comprendió ahora el motivo al advertir que sus zapatos de suela de cuero crujían ruidosamente sobre el pavimento. Se metió el tintineante llavero en el bolsillo de atrás y caminó con la mayor suavidad posible.

Se trataba de una calle residencial poco iluminada y perdió a Galloway en la oscuridad y maldijo al advertir que había olvidado la dirección que les habían indicado. Echó una pequeña carrerilla cuando Galloway, de pie en la oscuridad de una calzada para coches, le sobresaltó.

– Ya está, hace rato que se ha ido -dijo Galloway.

– ¿Tienes una descripción? -pregunto Serge observando que la puerta lateral de aquella casa de fachada estucada estaba abierta y viendo a una menuda mujer morena con un sencillo traje de algodón junto a Galloway.

– Se ha marchado hace unos diez minutos -dijo Galloway-. La señora no tiene teléfono y no encontró a ningún vecino en casa. Ha tenido que efectuar la llamada desde la droguería.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los nuevos centuriones»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los nuevos centuriones» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Joseph Wambaugh - The Choirboys
Joseph Wambaugh
Joseph Wambaugh - Finnegan's week
Joseph Wambaugh
Joseph Wambaugh - Echoes in the Darkness
Joseph Wambaugh
Joseph Wambaugh - Hollywood Hills
Joseph Wambaugh
Joseph Wambaugh - Cuervos de Hollywood
Joseph Wambaugh
Joseph Wambaugh - The Blue Knight
Joseph Wambaugh
Joseph Wambaugh - Hollywood Moon
Joseph Wambaugh
Joseph Wambaugh - Hollywood Crows
Joseph Wambaugh
Joseph Wambaugh - Hollywood Station
Joseph Wambaugh
Joseph Wambaugh - El caballero azul
Joseph Wambaugh
Отзывы о книге «Los nuevos centuriones»

Обсуждение, отзывы о книге «Los nuevos centuriones» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x