Lawrence Block - 8 millones de maneras de morir

Здесь есть возможность читать онлайн «Lawrence Block - 8 millones de maneras de morir» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

8 millones de maneras de morir: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «8 millones de maneras de morir»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Por orden médica, Matt Scudder acaba de dejar el alcohol, pero mantenerse sobrio parece más difícil que mantenerse con vida, incluso en una ciudad como Nueva York. Una mole que, como Scudder sabe muy bien, puede aplastar a cualquiera. A pesar de su juventud, Kim también lo sabía, y por so había intentado escapar. Seguro que no merecía la vida de prostituta que el destino le había concedido, y sin duda no merecía la muerte que le tocó, y que Scudder no pudo evitarle. Para redimirse, el ex policía tendrá que encontrar a quien ha convertido a la chica en papilla, y para ello, arriesgar lo que aún queda de sí mismo. Esta novela le valió a Lawrence Block el premio Edgar, y marca un hito en la vida de su gran personaje, Matthew Scudder.

8 millones de maneras de morir — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «8 millones de maneras de morir», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Ya lo he notado.

– ¿Cómo?

– Por el olor.

– Ah, sí. Yo no lo noto porque estoy aquí, pero cuando salgo y luego entro, ¡puagg! Es como una amiga que tengo que tiene gatos y que jura que no huelen, pero ese olor es capaz de dejarte K.O. Lo que ocurre es que ella está acostumbrada. ¿Ha fumado alguna vez, Matt?

– No.

– No bebe, no fuma. Eso es formidable. ¿Quiere que le traiga otro refresco?

– No, gracias.

– ¿Está seguro? Esto… ¿le molesta si me fumo un canutito?

– Como no.

– Es que como va a venir este tipo, la maría me ayuda a entonarme.

Le dije que no me molestaba. Ella sacó una bolita de plástico de un estante que había encima de la cocina y lio uno con muestras de habilidad.

– Sin duda el querrá fumar -dijo.

Lio otros dos cigarrillos. Encendió uno, volvió a colocar todo en su sitio y volvió a sentarse en el sillón plegable. Fumó el cigarrillo hasta el final. Hablaba de su vida entre bocanadas. Luego apagó la colilla y la apartó para servirse de ella más tarde. Su comportamiento no pareció cambiar. Ella debía de haber fumado desde el comienzo del día y ya debía de estar colocada cuando yo llegué. Quizá la droga no tuviera ningún efecto visible sobre ella, como esos bebedores que no dan nunca impresión de estar bebidos.

Le pregunté si Chance fumaba cuando venía a verla, lo que le hizo reír.

– No bebe ni fuma jamás. Oiga, ¿es de eso de lo que se conocen? Frecuentan el mismo bar de no alcohólicos.

Me costó un poco hacer volver la conversación al tema de Kim. ¿Si Chance no se preocupaba de Kim, creería Fran que Kim estaba viendo a alguien más?

– Él no se preocupaba por ella, de eso estoy segura. ¿Quiere que le diga algo? Yo soy la única que él ama.

Ahora el efecto de la hierba se podía sentir en su forma de hablar. Ella tenía siempre el mismo tono, pero su mente seguía el camino fantástico de las nubes de humo.

– ¿Cree que Kim tenía un amiguito?

– Yo tengo amiguitos. Kim tenía clientes. Todas las otras tienen clientes.

– Quiero decir que si Kim tenía…

– Sí, ya entiendo. Alguien que no fuera cliente y por el que quisiera romper con Chance. ¿Es eso lo que pregunta?

– Más o menos.

– Y entonces él la mató.

– ¿Chance?

– ¿Está loco? Chance no se preocupaba por ella lo bastante como para matarla. ¿Sabe cuánto tardará en sustituirla? Mierda.

– Insinúa que ese amiguito o novio la ha matado.

– Pues claro.

– Porque se encontraba en una encrucijada. Ella deja a Chance y ahí está dispuesta para empezar una vida feliz, ¿y qué es lo que él va a hacer? Tiene su mujer, su trabajo, su familia, su casa en Scarsdale…

– ¿Cómo sabe todo eso?

Ella suspiró.

– Estoy charrando por charrar, muchacho. La hierba me suelta la lengua, pero así es como lo veo. Un tipo casado se enamora de Kim, no es muy difícil enamorarse de una fulana y que ésta se enamore de ti. Así no te fundes el dinero, pero no quieres que nadie cambie tu vida. Ella le dice: Escucha, he roto mis cadenas, es hora de que entierres a tu mujer y de que partamos en una preciosa puesta de sol. Y el atardecer es algo que él ve desde su terraza en el club de golf y quiere que las cosas sigan así. Entonces, al día siguiente, psichss, ella está muerta y él de vuelta en Larchmont.

– Creía que era en Scarsdale.

– Lo mismo da.

– ¿Quién puede ser él, Fran?

– ¿El amiguito? No lo sé. Cualquiera.

– Un cliente.

– Una no se enamora de un cliente.

– ¿Dónde pudieron haberse conocido? ¿Y qué clase de individuo puede ser él?

Ella hizo un esfuerzo para pensar, se encogió de hombros y renunció. La conversación no llegó más lejos. Usé su teléfono, hablé un momento, luego escribí mi nombre y mi número de teléfono en una hoja de una libreta y lo dejé junto al aparato.

– En caso de que piense en algo -dije.

– Le llamaré si se me ocurre algo. ¿Ya se va? ¿No quiere otro refresco?

– No, gracias.

– Está bien.

Ella se acercó a mí apagando un perezoso bostezo con la palma de la mano, luego me miró a través de sus enormes pestañas y me dijo:

– Estoy muy contenta de que haya venido. Cualquier día que necesite compañía, ya sabe, me llama por teléfono. ¿Me lo promete? Podemos charlar tranquilamente.

– De acuerdo.

– Me agradaría muchísimo que lo hiciera -dijo suavemente poniéndose de puntillas para plantarme un beso terrorífico en la mejilla-, me gustaría muchísimo, Matt.

No había llegado abajo cuando rompí en una carcajada escandalosa, pensando en la facilidad, casi automática, con la que Fran había retomado sus maneras de prostituta: su calor, su sinceridad en el adiós… Ella era toda una profesional, qué duda cabe. No me extrañaba que a esos agentes financieros no les importara subir escaleras. No me extrañaba que fueran a ver sus pinitos en escena. Qué demonios, ella era una actriz, y no de las malas precisamente.

Dos manzanas más allá aún podía sentir la huella de su beso en mi mejilla.

DIECISEIS

El apartamento de Donna Campion estaba en la décima planta de un edificio de ladrillos blanco situado en la calle 17. La ventana del salón daba al oeste, y el sol hizo su efímera aparición cuando yo llegué. El cuarto estaba inundado de sol. Había plantas por todos lados, todas ellas de un verde intenso y floreciente. Las había en el suelo, en las repisas de las ventanas, colgando de las paredes, en las estanterías y encima de las mesas del salón. La luz se filtraba a través de esa cortina vegetal dibujando motivos entrelazados en el parquet del suelo.

Me senté en un sillón de mimbre y tomé un sorbo de café solo. Donna estaba tumbada en un banco de madera de metro y medio de largo. Ella me había explicado que era un viejo banco de iglesia de roble inglés, de la época jacobita o posiblemente isabelina. Estaba oscurecido por el paso de los años y admirablemente pulido por tres o cuatro siglos de beatos traseros. Un vicario en un rural pueblo de Devon decidió un día redecorar la iglesia, y es así como Donna lo consiguió en una subasta en la sala de exposiciones de la Universidad de Place.

Su rostro hacía juego con el banco, una cara larga, esbelta, con una frente despejada y una barbilla puntiaguda. Su piel era muy pálida, como si el único sol que tomara fuera aquél que se filtraba a través de las plantas. Vestía una blusa blanca con cuello alto, una falda de pliegues franela gris encima de unos leotardos negros y zapatillas de piel con las punteras levantadas.

La nariz estrecha y larga, la boca pequeña con labios finos. El pelo oscuro y largo estaba peinado hacia atrás dejando al descubierto toda la frente, mientras que por atrás la caían sobre los hombros. Ojeras, manchas de nicotina entre el índice y el corazón de la mano derecha. Nada de esmalte en las uñas, nada de joyas, nada de maquillaje aparente. No era hermosa, sin duda, pero tenía algo de medieval que la acercaba a bella.

No se parecía en nada a ninguna de las prostitutas con las que me había encontrado. Tampoco se parecía a una poetisa, o al menos a la idea que yo tenía de una poetisa.

Me dijo:

– Chance me pidió que le ayudara en la medida que me fuera posible. Parece que usted está tratando de descubrir quién mató a la Reina de la Vaquería.

– ¿La Reina de la Vaquería?

– Ella era una reina de la belleza, y luego me enteré que era originaria de Wisconsin, y pensé en toda esa inocencia robusta alimentada con leche. Ella era una especie de lechera regia -esbozó una pequeña sonrisa-. Estoy dejando hablar a mi imaginación, yo no la conocía realmente.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «8 millones de maneras de morir»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «8 millones de maneras de morir» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «8 millones de maneras de morir»

Обсуждение, отзывы о книге «8 millones de maneras de morir» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x