• Пожаловаться

Donna Leon: El peor remedio

Здесь есть возможность читать онлайн «Donna Leon: El peor remedio» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Детектив / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Donna Leon El peor remedio

El peor remedio: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El peor remedio»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Un inesperado acto de vandalismo acaba de cometerse en el frío amanecer veneciano. Una mujer impecablemente vestida ha destrozado el escaparate de una agencia de viajes como protesta ante la explotación del turismo sexual en países asiáticos… Cuando acude, el comisario Brunetti comprueba que el violento manifestante detenido en la escena del crimen no es otro que su esposa, Paola Brunetti. La crisis familiar que desencadena semejante situación somete a Brunetti a una presión extrema también en su trabajo: los jefes exigen resultados inmediatos en el esclarecimiento de un audaz robo y una muerte en extrañas circunstancias que apuntan directamente a la Mafia. El encontronazo de su vida profesional y su vida privada, ambas en la picota, y esa inexplicable conspiración por la que Paola lo ha arriesgado todo, adoptando el peor remedio posible, le conducen a una dramática encrucijada, al encontrarse ante la historia de una mujer que pasa a la acción y del entramado mundo de la explotación humana y sexual…

Donna Leon: другие книги автора


Кто написал El peor remedio? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

El peor remedio — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El peor remedio», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Brunetti tomó otro brioche, sorprendido de tener tanta hambre a esta hora: normalmente, el desayuno era una comida por la que sentía poca simpatía. Mientras esperaban nuevos sonidos del fondo del apartamento, marido y mujer se dedicaron al café y los brioches.

Brunetti ya terminaba cuando se abrió otra puerta. Instantes después, Chiara recorrió el pasillo tambaleándose y entró en la cocina, frotándose los ojos con una mano, como para ayudarles en la complicada tarea de abrirse. Sin decir nada, cruzó la cocina descalza y se sentó en las rodillas de Brunetti. Le pasó un brazo alrededor del cuello y le puso la cabeza en el hombro.

Brunetti la abrazó y le dio un beso en el pelo.

– ¿Así vestida piensas ir hoy a la escuela? -le preguntó en tono coloquial, contemplando la muestra del pijama-. Muy bonito, seguro que a tus compañeros les encanta el estilo. Globitos. Un gusto exquisito. Hasta diría que muy chic. Serás la envidia de la clase.

Paola bajó la mirada y volvió a concentrar la atención en su revista.

Chiara se revolvió y luego se incorporó ligeramente para mirarse el pijama. Antes de que pudiera decir algo, entró Raffi, que se inclinó para dar un beso a su madre y fue al fogón a servirse de la cafetera de seis tazas y del cacharro de la leche. Volvió a la mesa, se sentó y dijo:

– Espero que no te moleste que haya usado tu gilette, papá.

– ¿Para qué? -preguntó Chiara-. ¿Para cortarte las uñas? Porque en la cara no te crece nada que necesite una gilette. -Dicho esto, la niña se alejó del alcance de Raffi arrimándose a Brunetti, que la reconvino con un apretón a través de la gruesa franela del pijama.

Raffi se inclinó hacia su hermana por encima de la mesa, pero no tenía muchas ganas de pelea y su mano no pasó de los brioches. Tomó uno, mojó la punta en el café con leche y le dio un enorme mordisco.

– ¿Y eso? ¿Hoy tenemos brioches? -preguntó. En vista de que nadie contestaba, miró a Brunetti-: ¿Has salido?

Brunetti asintió, se desasió de Chiara, apartándola suavemente y se puso en pie.

– ¿También has traído los periódicos? -preguntó Raffi por el lado de otro bocado de brioche.

– No -dijo Brunetti yendo hacia la puerta.

– ¿Y eso?

– Se me olvidó -mintió Brunetti a su primogénito, salió al vestíbulo, se puso el abrigo y abandonó el apartamento.

En la calle, se dirigió hacia Rialto por el itinerario que seguía para ir a la questura desde hacía décadas. La mayoría de las mañanas, encontraba por el camino algún detalle divertido: un titular más absurdo de lo normal en uno de los diarios nacionales, otra falta de ortografía en las camisetas colgadas en los tenderetes del mercado o alguna esperada fruta o verdura de temporada que ya estaba a la venta. Pero esta mañana, mientras cruzaba el mercado, el puente y la primera de las estrechas calles que lo conducirían a su despacho, fue poco lo que vio y nada que le llamara la atención.

Durante casi todo el camino estuvo pensando en Ruberti y Bellini, preguntándose si su lealtad personal hacia un superior que los había tratado con cierta medida de humanidad sería motivo suficiente para que traicionaran su juramento de lealtad al Estado. Supuso que sí, pero al darse cuenta de lo cerca que estaba esta tesitura de la escala de valores que habían inspirado la conducta de Paola, ahuyentó el pensamiento y se puso a considerar la inminente prueba del día: la novena de las «convocations du personnel» que su superior inmediato, el vicequestore Giuseppe Patta, había instituido en la questura después del cursillo que había seguido en las oficinas centrales de la Interpol en Lyon.

Allí, en Lyon, Patta se había sometido a la influencia de los elementos característicos de las diversas naciones que constituían la Europa unida: champaña y trufas de Francia, jamón de Dinamarca, cerveza inglesa y viejo brandy español, al tiempo que probaba los distintos estilos de gestión que ofrecían los burócratas de las naciones allí representadas. Al término del cursillo, había regresado a Italia con las maletas llenas de salmón ahumado y mantequilla irlandesa y la cabeza repleta de ideas nuevas y progresistas sobre la manera de tratar a los que estaban a sus órdenes. La primera de tales ideas -y la única que hasta el momento había sido revelada a los miembros de la questura - fue la semanal «convocation du personnel», una reunión interminable en la que se exponían a todo el personal cuestiones de una trivialidad apabullante, que eran debatidas, analizadas y, finalmente, descartadas por todos los presentes.

Cuando empezaron las reuniones, hacía ya dos meses, Brunetti se había sumado a la opinión general de que no durarían más de una o dos semanas; pero ya llevaban ocho, y nada permitía presagiar un pronto final de las convocatorias. Después de la segunda, Brunetti empezó a llevarse el diario, pero tuvo que dejar de hacerlo porque el teniente Scarpa, el ayudante personal de Patta, había preguntado repetidamente si tan poco interesaba a Brunetti lo que pasaba en la ciudad que se dedicaba a leer el periódico durante la reunión. Después probó de llevar un libro, pero no encontraba ninguno que fuera lo bastante pequeño como para poder esconderlo entre las manos.

La salvación, como en tantas otras ocasiones durante los últimos años, le llegó de la signorina Elettra. La mañana de la quinta reunión, se presentó en el despacho de Brunetti diez minutos antes de la hora fijada y le pidió diez mil liras, sin más explicaciones.

Él le dio las diez mil liras y ella, a cambio, le entregó veinte monedas de quinientas liras con el centro dorado. En respuesta a su mirada de interrogación, ella le dio una tarjeta, poco mayor que un estuche de CD.

Él miró la tarjeta y vio que estaba dividida en veinticinco cuadrados del mismo tamaño, cada uno de los cuales contenía una palabra o una frase impresa en letra muy pequeña. Tuvo que acercarse la tarjeta a los ojos para leer algunas de ellas: «maximizar», «priorizar», «fuente externa», «coordinación», «coyuntural», «temática», y toda la retahíla de palabras sonoras y huecas que infestaban el idioma desde hacía varios años.

– ¿Qué es esto? -preguntó.

– Un bingo -fue la escueta respuesta de la signorina Elettra. Y a continuación explicó-: Mi madre jugaba. Lo único que hay que hacer es esperar a que alguien utilice una de las palabras de tu tarjeta, ya que todas son diferentes, y tapar la palabra con una moneda. El primero que consigue cubrir cinco palabras en línea gana.

– ¿Qué gana?

– La puesta de los demás jugadores.

– ¿Qué jugadores?

– Ya lo verá -fue todo lo que ella tuvo tiempo de decir antes de que los llamaran a la reunión.

Desde aquel día, las reuniones habían sido tolerables, por lo menos, para los que disponían de las tarjetas. Aquel primer día sólo eran Brunetti, la signorina Elettra y uno de los otros comisarios, una mujer que acababa de volver de un permiso de maternidad. Posteriormente, las tarjetas habían ido apareciendo en el regazo o dentro del bloc de un creciente número de personas, y cada semana Brunetti estaba más interesado en descubrir quién tenía la tarjeta que en ganar la partida. Y cada semana las palabras cambiaban, generalmente, siguiendo la tónica de las preferencias idiomáticas de Patta: unas veces reflejaban los coqueteos del vicequestore con lo políticamente correcto y el «multiculturalismo» -una nueva aparición- y otras, su reciente afición a utilizar expresiones en lenguas que desconocía, como «voodoo economics», «pyramid scheme» y «wirts-chaftlicher Aufschwung».

Brunetti llegó a la questura treinta minutos antes de la hora fijada para la reunión. Ni Ruberti ni Bellini estaban ya de guardia, y fue otro agente quien le entregó el registro de las incidencias de la noche que él le pidió. Lo hojeó con aparente indiferencia: un robo en Dorsoduro, en el piso de una familia que estaba de vacaciones; una riña en un bar de Santa Marita entre marineros de un carguero ruso y dos tripulantes de un crucero griego. Tres de ellos habían sido llevados al Pronto Soccorso del hospital Giustinian, uno con fractura de brazo; no se habían formulado denuncias, ya que ambos barcos debían zarpar aquella tarde. La luna del escaparate de una agencia de viajes de campo Manin había sido rota de una pedrada; no había testigos ni se había detenido a nadie. Y la máquina expendedora de preservativos instalada delante de una farmacia de Cannaregio había sido forzada, probablemente, con un destornillador y, según cálculo del dueño de la farmacia, se habían llevado diecisiete mil liras. Y dieciséis paquetes de preservativos.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El peor remedio»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El peor remedio» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Отзывы о книге «El peor remedio»

Обсуждение, отзывы о книге «El peor remedio» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.