Toni Hill - Los Buenos Suicidas

Здесь есть возможность читать онлайн «Toni Hill - Los Buenos Suicidas» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Los Buenos Suicidas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los Buenos Suicidas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Hace poco terminó Navidad. Sumida en plena crisis económica, Barcelona es ahora una ciudad más fría y lluviosa. La desaparición de Ruth, su ex mujer, obsesiona a Héctor Salgado y quizá el caso que le acaban de asignar puede hacerle olvidar por momentos su caída en desgracia.
El director financiero de una compañía de cosméticos mata a su esposa y luego se suicida. Lo que paree un caso de violencia doméstica llevado al extremo se revela como algo mucho más complejo al hallarse indicios que lo relacionan con otra muerte. En el mundo de la empresa, las mentiras son sólo la fachada de un mal mayor.
Mientras, encerrada en casa por una prematura baja médica, Leire Castro, la pareja de investigación de Héctor, sigue la pista perdida de Ruth y no sospecha que puede destapar peligros que nadie había imaginado.

Los Buenos Suicidas — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los Buenos Suicidas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Otra vez por aquí, señorita Castro?

– Sí. -No estaba de humor para andarse con rodeos así que le puso el documento fotocopiado delante de sus narices sin casi darle tiempo a verlo-. Creo que tenemos que hablar.

La señora Martorell la condujo al mismo saloncito donde la había recibido la otra vez, pero no se molestó en fingir que era bienvenida. Sí debió de verla cansada, o alterada, porque la invitó a sentarse y Leire aceptó.

– Explíquemelo -dijo Leire. Y añadió-: Por favor.

La madre de Ruth se puso unas gafas pequeñas que llevaba colgadas al cuello de una fina cadena y echó un vistazo a la hoja de papel. Luego se quitó las gafas y centró su atención en aquella visitante inesperada. Leire se fijó de nuevo en los ojos grises de la señora Martorell, intensos a pesar de su edad.

– No sé qué quiere que le explique. Mi marido hizo una donación a ese sitio hace casi cuarenta años. Entonces era más creyente. El tiempo y la vida también curan eso.

Leire la observó, incapaz de decidir si aquella mujer era consciente de lo que ese papel podía significar. Decidió ir al grano.

– ¿Adoptaron a Ruth? -preguntó.

La señora Martorell dobló la hoja de papel y habló con una voz lenta, que quería ser fría pero no lo conseguía del todo.

– Señorita Castro…

– ¡Agente Castro, si no le importa!

– No me levante la voz. He tenido mucha paciencia con usted, pero ahora ya está rebasando los límites. Le recuerdo que investiga la desaparición de mi hija, no su nacimiento. Y dudo que, con treinta y nueve años de diferencia, exista alguna relación entre ambos hechos.

Leire iba a contestar, pero en ese momento Abel decidió entrar en la conversación y lo hizo de una forma dolorosa, casi como si protestara.

– ¿Se encuentra bien?

– Sí. -Respiró hondo-. Creo que sí. Esta vez se ha movido con más fuerza…

– ¿Por qué no se hace un favor a sí misma? Váyase a casa, tenga a su hijo. De verdad, se lo digo como madre: no hay nada más importante. Cuando nazca, el resto de cosas que ahora le parecen importantes simplemente se desdibujarán. Pensará sólo en cuidarlo, alimentarlo. Protegerlo.

– Lo sé -dijo Leire. Le temblaba la voz-. Le cuidaré, le alimentaré, le protegeré… Pero no le mentiré. No me inventaré un cuento romántico sobre su padre, ni sobre la relación que mantengo con él. Quizá no seamos la familia perfecta, pero no fingiremos serlo. Mi hijo sabrá la verdad.

– ¡La verdad! -Montserrat Martorell hizo un gesto que casi podía ser de fastidio-. Los jóvenes tienen una obsesión por ella que resulta casi ingenua. ¿Usted cree que el mundo podría funcionar a base de verdades? Le diré una cosa, agente Castro: la sinceridad es un concepto sobrevalorado en nuestros días. Y hay otros que lamentablemente han perdido su vigor, como la lealtad, la obediencia. El respeto a unas normas que llevan años funcionando mejor o peor. No, agente Castro, no es la verdad lo que sostiene el mundo. Piénselo.

– Creo que el mundo al que se refiere ya no existe -repuso Leire casi con tristeza.

– ¿No? -preguntó, con una sonrisa irónica-. Mire a su alrededor. ¿Usted cree que la gente que va por la calle, la gente normal, sabe toda la verdad? No. Hay cosas a las que las personas normales, como usted y como yo, no podemos tener acceso. Es así, siempre lo ha sido, por mucho que ahora se crean con derecho a saberlas. Si lo lleva a otra escala, más pequeña, verá que también se aplica en los hogares, en las familias… Cuando tenga a su hijo se dará cuenta de que la verdad no es importante si choca contra otros valores como la seguridad, la protección. Y lo quiera o no, tendrá que decidir por él. Para eso es su madre: para trazarle un camino seguro y evitar que sufra.

Leire empezaba a marearse de nuevo, pero las últimas palabras de aquella mujer le hicieron pensar en otra cosa.

– ¿Eso es lo que hizo con Patricia? ¿Apartarla de ese camino que tenía pensado para Ruth?

La señora Martorell le sostuvo la mirada sin pestañear.

– Sólo le dije que dejara a mi hija en paz. La estaba agobiando. Las madres siempre nos damos cuenta de esas cosas. Hablé con Ruth, la presioné un poco y al final ella me lo contó todo. Estaba tan asustada, tan confusa… No sabía cuáles eran sus sentimientos, ni sus inclinaciones. Mi deber era protegerla.

– ¿Protegerla de Patricia? -No puedo evitar una nota de sarcasmo en la voz.

– Protegerla de algo que aún no estaba preparada para asumir. Y de lo que ni siquiera era del todo consciente. -Hizo una pausa antes de añadir-: Hace falta valor para ser diferente en esta vida, señorita Castro. Mi única intención era evitar que Ruth sufriera. Así que, antes de que Patricia se fuera, tuve una charla con ella, a solas.

Leire se imaginaba a aquella mujer, imponente en la vejez; tenía que resultar impresionante como madre ofendida. Y Patricia se habría sentido traicionada, incluso avergonzada en aquellos años. Casi era capaz de verla después de enfrentarse a la señora Martorell, conduciendo sola, de vuelta a casa…

– ¿Y no se sintió mal después? -Le costaba creerlo, le resultaba imposible pensar que aquella mujer que tenía delante no tuviera el menor asomo de remordimientos-. ¿Cuando se enteró del accidente?

Montserrat Martorell se irguió y respondió con voz gélida, tajante:

– Mis sentimientos no son en absoluto cosa suya, agente Castro.

No, no lo son, pensó Leire. Casi prefería no saberlos.

– Tiene razón. No tengo derecho a preguntárselo, aunque sí a contarle algo. Quizá ya lo sabe o tal vez no, pero al menos a partir de ahora no podrá escudarse en la ignorancia.

Y Leire le habló de los bebés robados, del Hogar de la Concepción y de sor Amparo; le habló de la posibilidad de que la madre de Ruth no hubiera entregado a su hija voluntariamente, de que la hubieran engañado diciéndole que estaba muerta o que se la hubieran quitado de los brazos. De que la donación de su marido fuera un pago a cambio de una recién nacida.

La señora Martorell la escuchó con atención, sin interrumpirla. Cuando terminó su exposición, Leire estaba muy cansada y quería irse. Su piso de baldosas suicidas y desagües atascados se le antojaba de repente el mejor hogar del mundo.

– Está muy pálida -le dijo la señora Martorell-. Creo que llamaré a un taxi para que la lleve a casa. Y… créame, agente Castro, porque se lo digo por su bien y el de su hijo: deje de remover un pasado que, aunque fuera cierto, en nada nos ayudará a encontrar a Ruth. Concéntrese en el futuro. Será lo mejor para usted y para todos.

Leire habría querido contestarle que la justicia consistía en eso, pero no se vio con fuerzas para hacerlo. Se limitó a mirarla, a intentar transmitirle su incomprensión ante esa forma de ver las cosas. La mujer no pareció darse por aludida. Desengañada, Leire se levantó, cogió la hoja de papel donde constaba la donación del padre de Ruth y se fue hacia la puerta sin decir nada más. Esperaría el taxi fuera.

Anhelaba volver a su casa, encerrarse en ella y olvidarse de ese mundo que quizá no fuera cruel a propósito, pero que desde luego era profundamente inhumano.

Capítulo 37

El reloj de la mesita indicaba que eran sólo las seis de la mañana y Leire se dio media vuelta en la cama. No tenía por qué madrugar tanto. Cerró los ojos e intentó conciliar el sueño, como si fuera algo que pudiera forzarse a voluntad. Cuando por fin se rindió y desistió de seguir en la cama había pasado un cuarto de hora. Tiempo suficiente para comprender que era mejor levantarse aunque aún fuera casi de noche.

Fue de la cama al sofá, extrañamente sin hambre para desayunar, y estuvo un rato esperando algún movimiento por parte de Abel. Al fin se produjo y respiró tranquila. Se había acostumbrado a notarlo y cuando no era así la asaltaba un miedo atroz.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los Buenos Suicidas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los Buenos Suicidas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Los Buenos Suicidas»

Обсуждение, отзывы о книге «Los Buenos Suicidas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x