Ruth Rendell - Carretera De Odios
Здесь есть возможность читать онлайн «Ruth Rendell - Carretera De Odios» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Carretera De Odios
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Carretera De Odios: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Carretera De Odios»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Carretera De Odios — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Carretera De Odios», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Ann Murray, electricista y la mayor de las hermanas, explicó a Nicky que les había alegrado mucho conseguir aquel trabajo, que habían cazado la oportunidad al vuelo, de hecho. Pese a que la recesión había tocado a su fin, no les había resultado fácil convencer a los habitantes de la zona que las mujeres son contratistas igual de eficaces que los hombres, que todas ellas estaban debidamente cualificadas y que sus presupuestos eran muy ajustados. Los Holgate, una familia de Paddocks, una antigua granja situada en la carretera de Cambery Ashes, cerca de Tancred, las habían llamado porque Gillian Holgate también ejercía una profesión reservada por lo general a los hombres. Era mecánica de automóviles.
La obra había consistido en convertir la despensa de una casita situada junto a la casa principal en un cuarto de baño. La casita, compuesta de una habitación en la planta superior y otra en la planta baja, junto a la cocina, pasaría a ser el hogar de la hija de los Holgate. A. y J. Murray habían iniciado las obras el 10 de junio y las habían terminado el día 15. Maureen Sheridan se había encargado de la fontanería y la electricidad, mientras que Ann Murray había realizado la decoración. Era el momento y el lugar adecuado, o al menos, eso parecía.
Wexford fue allí acompañado de Nicky y Damon Slesar. Bajó del coche delante de la verja de la granja y contempló el valle que se extendía a sus pies. Costaba precisar si desde aquel punto se divisaban o no las obras de la nueva carretera. Entre la granja y el río, que fluía a mucha distancia, se alzaba el bosque de Tancred, por lo que el ruido del tráfico quedaría amortiguado. Cabía la posibilidad de que, una vez construida la carretera, desde la granja se viera un tramo, un triángulo doble de carretera por entre los árboles oscuros y las colinas verdes.
Slesar abrió la puerta, y el coche enfiló un sendero largo y recto de macadán, no de grava. La fachada de la casa principal era de piedrecillas rojas, y el tejado, bastante bajo, era de tejas también rojas. Sobre la superficie dura de color gris oscuro, dos gatos yacían en un rectángulo bañado por el sol, uno dormido y el otro de espaldas, con los ojos verdes abiertos, agitando con gracilidad las patas. Uno de ellos era siamés y el otro, atigrado.
Junto a la casa principal se veía una casita a la que estaban dando una mano de pintura. Encaramada a una escalera baja, una mujer aplicaba con un rodillo pintura de color crema a la pared enyesada.
Wexford y Nicky bajaron del coche, y la mujer, de unos cuarenta años, alta, delgada y enfundada en un mono manchado de pintura, se acercó a ellos con cierta timidez.
– ¿Señora Holgate?
La mujer asintió.
– Somos policías -anunció Slesar.
– ¿Qué ocurre? -preguntó la mujer con un sobresalto.
– Nada, nada, señora Holgate, nada preocupante.
A esas alturas, Wexford estaba casi seguro de que así era, pese a la presencia de los gatos. La casita era demasiado pequeña para tener el sótano que había descrito Dora. Incluso a aquella distancia se veía que el edificio no medía ni siete por cinco metros. Pero tenía que echar un vistazo. ¿Podían echar un vistazo?
Un poco recobrada del sobresalto inicial, Gillian Holgate dijo que le gustaría saber de qué se trataba. Nicky explicó que tenían entendido que una de las habitaciones de la casita había sido transformada en cuarto de baño tres meses antes.
– Teníamos permiso de obras -aseguró la señora Holgate-. Todo estaba en regla.
A Wexford le pareció bastante gracioso que la mujer lo tomara por un inspector urbanístico. La señora Holgate no les pidió más explicaciones y los condujo al interior del edificio que estaba pintando. Era evidente que alguien vivía allí, si bien su morador no estaba en aquel momento. La habitación de la planta baja estaba amueblada de un modo caótico, pero cómodo, y la estancia medía a lo sumo tres por cuatro.
Wexford se había inquietado al oír que el cuarto de baño instalado por las hermanas Murray contenía una ducha, pues Dora había insistido en que el lugar que había visto sólo tenía un retrete y un lavabo. Por supuesto, cabía la posibilidad de que hubieran retirado o tapiado la ducha antes de encerrar a los rehenes… Era posible, aunque no demasiado probable.
De inmediato se dieron cuenta de que habían llegado a otro callejón sin salida. El cuarto de baño que les mostró la señora Holgate era grande, de paredes embaldosadas y plato de ducha grande. La ventana era de vidrio deslustrado y tenía una cortina. En el salón había un ventanal de dimensiones generosas con vistas al bosque de Tancred.
– Seguro que esto tiene que ver con los rehenes -aventuró la señora Holgate-. Con el Secuestro de Kingsmarkham.
Los policías no confirmaron ni negaron su suposición. Wexford se limitó a asentir enigmáticamente y al salir de nuevo al sol de la tarde estuvo a punto de chocar con una joven que había salido corriendo de la casa principal.
– ¿Es usted el inspector jefe Wexford? -preguntó casi sin resuello.
– Sí.
– Tiene una llamada.
– ¿Yo? ¿Está segura?
Pero si llevaba el móvil. Y además, ¿quién sabía que estaba allí? Nadie.
Siguió a la joven al interior de la casa. El teléfono estaba descolgado sobre la mesilla del recibidor.
– Wexford -dijo.
– Aquí Planeta Sagrado.
– Ryan Barker -constató Wexford.
– No hemos tenido noticias suyas. No ha seguido nuestras instrucciones. Si en las noticias de la noche no anuncian la revisión completa del plan de la carretera de circunvalación, la señora Struther morirá.
Alguien le había escrito aquella perorata. Leía las palabras muy nervioso, con voz estridente.
Wexford maldijo para sus adentros a aquel puñado de desgraciados que no dudaban en explotar de aquel modo a un niño.
– ¿A qué noticias te refieres, Ryan?
– Un momento, por favor.
Wexford lo oyó hablar con otra persona.
– Las de las siete. En caso contrario, la señora Struther morirá, y esta noche les enviaremos el cadáver a Kingsmarkham.
– Espera, Ryan. No te muevas. ¿Estás en el Brigadier?
No obtuvo respuesta, sólo un leve jadeo.
– Lo que pides es imposible y lo sabes -prosiguió Wexford.
– Tendrá que hacerlo posible -insistió Ryan Barker con voz cada vez más fría y distante -. Dígaselo a la prensa y también al gobierno. Dígales que la señora Struther morirá. Estamos dispuestos a matarla. Somos Planeta Sagrado, y nuestra misión es salvar el mundo -añadió con voz forzada, a todas luces acuciado por sus compañeros.
25
Después de llamar al jefe de policía para transmitirle el último mensaje de Planeta Sagrado, Wexford salió de la casa de los Holgate, subió al coche, cruzó la verja de entrada y se apeó de nuevo para contemplar el valle a través de los prismáticos.
En algún lugar, en una casa, una casa grande, una de las casas semiocultas entre colinas y bosques… Había centenares. Y si no la encontraban en las horas siguientes, una mujer moriría. La segunda mujer, en este caso un asesinato deliberado. Y ocurriría porque el gobierno no anunciaría la anulación de la construcción de la carretera bajo ningún concepto, bajo ninguna circunstancia, por graves que fueran las amenazas. Por ello, la tragedia acaecería a menos que Wexford localizara en cuestión de pocas horas la casa en que estaban encerrados los rehenes.
– Ni una palabra a los medios de comunicación -instruyó Montague Ryder cuando Wexford entró en su despacho de la jefatura-. Debemos guardar el secreto mientras podamos.
La expresión «mientras podamos» sonaba siniestra. De hecho, significaba «hasta que aparezca el cadáver de Kitty Struther».
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Carretera De Odios»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Carretera De Odios» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Carretera De Odios» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.