Dijo que llamarla una banda era falso, y que iba a usar una analogía para ilustrar lo que quería decir. Explicó que la forma luminosa del hombre es como una bola de queso blanco que tiene inyectado un grueso disco de un queso más oscuro. Me miró y se rió. Sabía que no me gustaba el queso.
Hizo un diagrama sobre un pequeño pizarrón. Dibujo una forma ovoide y la dividió en cuatro secciones longitudinales, diciendo que de inmediato borraría las líneas divisorias porque las había dibujado sólo para darme una idea de dónde se localizaba la banda en el capullo del hombre. Subrayó la línea entre la primera y la segunda sección y borró las otras líneas divisorias. Explicó que la banda era un disco de queso amarillo que había sido insertada en la bola de queso blanco.
– Ahora bien -prosiguió-, si esa bola de queso blanco fuera transparente, tendrías la réplica perfecta del capullo del hombre. El queso amarillo penetra completamente al interior de la bola de queso blanco. Es un disco que va de la superficie de un lado a la superficie del otro.
"El punto de encaje del hombre se localiza bastante arriba en la superficie del capullo, a tres cuartas partes, hacia la parte superior del capullo. Cuando el nagual presiona ese punto de intensa luminosidad, el punto se desplaza al interior del disco de queso amarillo. La conciencia acrecentada sucede al momento en que el intenso resplandor del punto de encaje enciende las emanaciones dormidas en la profundidad del disco de queso amarillo. Ver que el resplandor del punto de encaje se desplaza hacia el interior de ese disco da la sensación de que se mueve hacia la izquierda sobre la superficie del capullo.
Repitió su analogía tres o cuatro veces, pero yo no la entendía y tuvo que explicarla aún más. Dijo que la transparencia del huevo luminoso crea la impresión de un movimiento hacia la izquierda, cuando en esencia cada movimiento del punto de encaje es hacia las profundidades, hacia el centro del huevo luminoso, dentro del grosor de la banda del hombre.
Comenté que lo que decía me daba la impresión de que los videntes usan los ojos cuando ven que se mueve el punto de encaje.
– El hombre no es lo que no se puede conocer -dijo-. La luminosidad del hombre puede verse casi cono si uno usara solamente los ojos.
Explicó que definitivamente los antiguos videntes habían visto el movimiento del punto de encaje pero jamás se les ocurrió que era un movimiento en hondo; en vez de eso se guiaron por lo que veían y acuñaron la frase "movimiento hacia la izquierda", que los nuevos videntes conservaron aunque sabían que era erróneo llamarlo así.
Dijo también que, en el curso de mi actividad con él, yo había hecho desplazar a mi punto de encaje incontables veces, como estaba sucediendo en aquel preciso momento. Debido a que esos desplazamientos de mi punto de encaje fueron siempre hacia lo hondo, jamás había yo perdido mi sentido de identidad, a pesar de que estaba utilizando, emanaciones que nunca antes usé.
– Cuando el nagual da su golpe -prosiguió-, el punto acaba en cualquier lugar dentro de la banda del hombre, pero, no importa en absoluto dónde acabe, porque dondequiera que lo hace será siempre terreno virgen.
"La gran prueba que los nuevos videntes desarrollaron para sus guerreros aprendices es desandar el viaje que sus puntos de encaje llevaron a cabo bajo la influencia del nagual. A este repaso, cuando ha sido concluido, le llamaron recuperar la totalidad de uno mismo.
Prosiguió diciendo que los nuevos videntes vieron que, en el curso de nuestro crecimiento, el resplandor de la conciencia, una vez que se enfoca en la banda de emanaciones del hombre y elige algunas de ellas para acentuarlas, entra en un círculo vicioso. Mientras más acentúe ciertas emanaciones, más estable se vuelve el punto de encaje. Esto equivale a decir que nuestro comando se convierte en el comando del Águila. Por lo tanto, es un verdadero triunfo romper ese comando y mover al punto de encaje.
Don Juan dijo que también el punto de encaje es responsable de que la primera atención perciba en términos de racimos. Un ejemplo de un racimo de emanaciones que recibe énfasis al unísono es lo que percibimos como el cuerpo humano. Otro racimo, parte de nuestro ser total, nuestro capullo luminoso, jamás recibe énfasis y queda relegado al olvido porque el efecto del punto de encaje no es tan sólo el hacernos percibir racimos de emanaciones, sino también hacernos ignorarlos.
Insistí que me diera una explicación más amplia de los racimos perceptibles. Me contestó que sólo podía agregar que el punto de encaje es como un imán luminoso que irradia un resplandor que automáticamente agrupa haces de emanaciones adondequiera que se mueve dentro del capullo. Cuando estos racimos se alinean, como racimos, con las emanaciones en grande, percibimos el mundo que conocemos. El agrupamiento de emanaciones se lleva a cabo aún cuando los videntes tratan con emanaciones que nunca se usan diariamente. Cada vez que son acentuadas, las percibimos igual que percibimos los racimos de la primera atención.
– Uno de los más grandes momentos de los nuevos videntes -prosiguió-, fue cuando se encontraron que lo desconocido era tan sólo las emanaciones desechadas por la primera atención. Este descubrimiento fue la gloria de los nuevos videntes, porque virtió nueva luz sobre lo desconocido.
"La enormidad de lo desconocido es casi sin límites pero aún en esa enormidad el resplandor del punto de encaje agrupa emanaciones. Lo que no se puede conocer, por otra parte, es una eternidad donde nuestro punto de encaje no tiene manera alguna de agrupar nada.
Explicó que los nuevos videntes se dieron cuenta de que sus visiones obsesivas, aquellas que eran prácticamente imposibles de concebir, coincidían con el movimiento de sus puntos de encaje a profundas regiones en la banda del hombre.
– Esas son visiones del lado oscuro del hombre -aseguró.
– ¿Por qué lo llama usted el lado oscuro del hombre? -pregunté.
– Porque es nuestro lado sombrío y nefasto -dijo-. No es tan sólo lo desconocido, sino lo que nadie quiere conocer.
– ¿Qué pasa con las emanaciones que están dentro del capullo, pero fuera de los límites de la banda del hombre? -pregunté-. ¿Pueden percibirse?
– Sí, pero de maneras verdaderamente indescriptibles -repuso-. No son lo desconocido humano, como en el caso de las emanaciones desechadas en la banda del hombre, sino lo desconocido casi inconmensurable, donde las características humanas no figuran para nada. En realidad es un área de tan abrumadora inmensidad que los videntes más extraordinarios se verían en dificultades para describirla.
Insistí una vez más que a mí me parecía que el misterio, obviamente, radica dentro de nosotros.
– El misterio queda afuera de nosotros -dijo-. En nuestro interior sólo tenemos emanaciones que intentan romper el capullo. Y, de una manera u otra, este hecho nos aberra, ya seamos hombres comunes o guerreros. Sólo los nuevos videntes pueden superar esto. Luchan por ver . Y a través de los desplazamientos de sus puntos de encaje, llegan a darse cuenta de que el misterio es percibir. No tanto lo que percibimos, sino lo que nos hace percibir.
"Te he mencionado que los nuevos videntes creen que nuestros sentidos son capaces de captar todo. Creen esto porque ven que es la posición del punto de encaje la que dicta lo que perciben nuestros sentidos.
"Si el punto de encaje alinea otras emanaciones interiores, diferentes a las normales, los sentidos humanos perciben de maneras inconcebibles."
VIII. LA POSICIÓN DEL PUNTO DE ENCAJE
Don Juan reanudó nuevamente su explicación en su casa en el sur de México. La casa, era propiedad de todos los miembros del grupo del nagual, pero Silvio Manuel oficiaba como dueño y todos se referían abiertamente a ella como la casa de Silvio Manuel. Yo, por alguna razón me había acostumbrado a llamarla la casa de don Juan.
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