• Пожаловаться

Boris Vian: La espuma de los días

Здесь есть возможность читать онлайн «Boris Vian: La espuma de los días» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Современная проза / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Boris Vian La espuma de los días

La espuma de los días: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La espuma de los días»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

A medio camino entre la fantasía surreal y la novela, La espuma de los días es un relato brillante y cargado de imaginación que narra dos historias de amor paralelas y el final de los sueños y la inocencia. Envueltos en las nubes irreales de su amor, los protagonistas dan la espalda al mundo real, que no obstante, no tardará en llegar a buscarles. Y las consecuencias de la exposición a la frialdad de la realidad sobre su amor no tardarán en salir a la luz. Repleta de fantasía y humor, página tras página La espuma de los días es una novela amena y profunda al tiempo, cargada de connotaciones que trascienden a su, en principio, ingenua pulsión. Está escrita con la brillantez de la fantasía y la inspiración, de manera efectiva y divertida. Así que no veo razón para no leerla.

Boris Vian: другие книги автора


Кто написал La espuma de los días? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

La espuma de los días — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La espuma de los días», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать
Boris Vian La espuma de los días Prefacio En la vida lo esencial es - фото 1

Boris Vian

La espuma de los días

Prefacio

En la vida, lo esencial es formular juicios a priori sobre todas las cosas. En efecto, parece ser que las masas están equivocadas y que los individuos tienen siempre razón. Es menester guardarse de deducir de esto normas de conducta: no tienen por qué ser formuladas para ser observadas. En realidad, sólo existen dos cosas importantes: el amor, en todas sus formas, con mujeres hermosas, y la música de Nueva Orleans o de Duke Ellington. Todo lo demás debería desaparecer porque lo demás es feo, y toda la fuerza de las páginas de demostración que siguen procede del hecho de que la historia es enteramente verdadera, ya que me la he inventado yo de cabo a rabo. Su realización material propiamente dicha consiste, en esencia, en una proyección de la realidad, en una atmósfera oblicua y recalentada, sobre un plano de referencia irregularmente ondulado y que presenta una distorsión.

Como puede verse, es un procedimiento confesable donde los haya.

Nueva Orleans, 10 de marzo de 1946

1

Colin estaba terminando de asearse. Al salir del baño, se había envuelto en una amplia toalla de rizo, dejando sólo al descubierto las piernas y el torso. Cogió el pulverizador del estante de cristal y roció sus cabellos claros con fluida y perfumada esencia. El peine de ámbar dividió la sedosa masa en largas estrías rubias, de un leve matiz anaranjado, semejantes a los surcos que hubiera podido trazar con el tenedor en la mermelada de albaricoque alguien que jugara a ser labrador. Colin dejó el peine y, armándose del cortaúñas, recortó en bisel los extremos de sus párpados mates para impregnar de misterio su mirada. Tenía que hacerlo a menudo porque le volvían a crecer con rapidez. Encendió la lamparita del espejo de aumento y se acercó para cerciorarse del estado de su cutis. Algunas espinillas brotaban junto a las aletas de la nariz. Viéndose tan feas en el espejo de aumento, se ocultaron con presteza bajo la piel y, satisfecho, Colin apagó la lámpara. Se quitó la toalla que le ceñía la cintura y se pasó una puntita entre los dedos de los pies para absorber los últimos restos de humedad. En el espejo, se podía ver a quién se parecía: al rubio que representaba el papel de Slim en la película Hollywood Canteen. Tenía la cabeza redonda, las orejas pequeñas, la nariz recta, la tez dorada. Sonreía a menudo con una sonrisa de niño pequeño, lo que, por fuerza, había acabado por hacerle un hoyito en la barbilla. Era bastante alto, delgado, de piernas largas, y muy simpático. El nombre de Colin le iba bastante bien. Hablaba con dulzura a las muchachas y alegremente a los muchachos. Casi siempre estaba de buen humor; el resto del tiempo, dormía.

Dejó vaciarse la bañera practicando un agujero en el fondo. El suelo del cuarto de baño, de baldosas de gres cerámico color amarillo claro, hacía una suave pendiente que orientaba el agua hacia un orificio situado exactamente sobre la mesa de despacho del inquilino que habitaba el piso de abajo. Éste, hacía poco tiempo, y sin advertir a Colin, había cambiado la mesa de sitio. Ahora, el agua caía sobre la despensa.

Deslizó los pies en unas sandalias de piel de murciélago y se puso un elegante atuendo de estar en casa: pantalón de pana del color verde del agua muy profunda y chaqueta de calamaco color avellana. Puso la toalla a secar en la percha, colocó la alfombrilla de baño en el borde de la bañera y la roció de sal gorda para eliminar toda el agua que tuviera. La alfombra comenzó a babear, formando racimos de burbujitas jabonosas.

Salió del cuarto de baño y se dirigió a la cocina a fin de inspeccionar los últimos preparativos para la cena; Chick, que vivía muy cerca, iba a ir a cenar, como hacía todos los lunes por la noche. No era más que sábado, pero Colin tenía ganas de verlo y de hacerle saborear el menú preparado con serena alegría por Nicolás, su nuevo cocinero. Chick, soltero como él, tenía también su misma edad, veintitrés años, y gustos literarios afines, pero menos dinero. Colin poseía una fortuna suficiente para vivir bien sin trabajar para nadie. En cambio, Chick tenía que acudir todas las semanas al ministerio para ver a su tío y pedirle dinero prestado, porque su profesión de ingeniero no le daba para vivir al nivel de los obreros que mandaba y resultaba difícil dar órdenes a personas mejor vestidas y mejor nutridas que uno. Colin le ayudaba cuanto podía, invitándole a cenar siempre que venía a mano, pero el orgullo de Chick le obligaba a andar con tacto y no demostrar, con favores demasiado frecuentes, que creía que le estaba ayudando.

El pasillo de la cocina, acristalado a ambos lados, era claro y un sol brillaba por cada uno de ellos, porque a Colin le gustaba mucho la luz. Casi por doquier había grifos de latón lustrados con esmero. Los jugueteos de los soles sobre los grifos producían efectos maravillosos. A los ratones de la cocina les gustaba bailar al son del ruido que hacían los rayos de sol al rebotar en los grifos, y corrían tras las burbujitas que aquéllos hacían al pulverizarse contra el suelo, como si fueran chorritos de mercurio amarillo. Colin acarició de paso a un ratón; era gris y menudo, tenía unos bigotes negros muy largos, y estaba asombrosamente lustroso. El cocinero les daba muy bien de comer, sin dejarles engordar demasiado. Los ratones no hacían ruido durante el día y sólo jugaban en el pasillo.

Colin empujó la puerta pintada de esmalte de la cocina. El cocinero, Nicolás, vigilaba su cuadro de mandos. Estaba sentado delante de un tablero también pintado de esmalte color amarillo claro, donde estaban colocados los cuadrantes correspondientes a los diversos aparatos culinarios que se alineaban a lo largo de las paredes. La aguja del horno eléctrico, graduado para el pavo asado, oscilaba entre «casi» y «a punto». Se acercaba el momento de retirarlo. Nicolás pulsó un botón verde que accionaba el palpador sensible.

Éste penetró sin encontrar resistencia, y en ese mismo momento la aguja marcó «a punto». Con rápido ademán, Nicolás cortó la corriente del horno y puso en marcha el calientaplatos.

– ¿Estará bueno? -preguntó Colin.

– El señor puede estar seguro -afirmó Nicolás-. El pavo estaba perfectamente calibrado.

– ¿Qué nos ha preparado de entrada?

– Dios mío -dijo Nicolás-, por una vez no he innovado nada. Me he limitado a plagiar a Gouffé.

– ¡Podría haber escogido peor maestro! -observó Colin-. Y ¿qué parte de su obra va a usted a reproducir?

– Está en la página 638 de su Libro de cocina. Voy a leerle al señor el pasaje a que me refiero.

Colin se sentó en un taburete de asiento acolchado con caucho alveolado revestido de seda parafinada a tono con el color de las paredes, y Nicolás se expresó en los siguientes términos:

– «Se hace pasta de hojaldre como para una entrada. Se prepara una anguila de buen tamaño, que se cortará en rodajas de tres centímetros. Éstas se ponen en una cacerola con vino blanco, sal, pimienta, cebolla en rodajas, una ramita de perejil, tomillo, laurel y una puntita de ajo.» La puntita no he podido amarla como me habría gustado -continuó Nicolás-, la piedra está muy gastada.

– Haré que la cambien -dijo Colin.

Nicolás prosiguió:

– «Una vez cocida, la anguila se retira de la cacerola y se pone en una saltera. El caldo se pasa por la estameña, se le añade salsa española y se reduce hasta que la salsa se adhiera a la cuchara. Se pasa por el tamiz, se recubre con ella la anguila y se le da un hervor durante dos minutos. Se coloca la anguila dentro del hojaldre. Éste se rodea de un collar de champiñones vueltos hacia dentro y se le pone un ramito de lechas de carpa en el centro. Por último, se baña con la salsa que haya quedado.»

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La espuma de los días»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La espuma de los días» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Carlos Fuentes: Instinto De Inez
Instinto De Inez
Carlos Fuentes
Alicia Bartlett: Días de amor y engaños
Días de amor y engaños
Alicia Bartlett
Fernando Schwartz: El Desencuentro
El Desencuentro
Fernando Schwartz
Christie Ridgway: Amor a ciegas
Amor a ciegas
Christie Ridgway
Melissa P.: Tu Aliento
Tu Aliento
Melissa P.
Отзывы о книге «La espuma de los días»

Обсуждение, отзывы о книге «La espuma de los días» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.