Mario Llosa - Elogio De La Madrastra

Здесь есть возможность читать онлайн «Mario Llosa - Elogio De La Madrastra» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Elogio De La Madrastra: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Elogio De La Madrastra»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Con la sabiduría del meticuloso observador que es y gracias a la seductora ceremonia del bien contar, Vargas Llosa nos induce sin paliativos a dejarnos prender en la red sutil de perversidad que, poco a poco, va enredando y ensombreciendo las extraordinarias armonía y felicidad que unen en la plena satisfacción de sus deseos a la sensual doña Lucrecia, la madrastra, a don Rigoberto, el padre, solitario practicante de rituales higiénicos y fantaseador amante de su amada esposa, y a inquietante Fonchito, el hijo, cuya angelical presencia y anhelante mirada parecen corromperlo todo. La reflexión múltiple sobre la felicidad, sus oscuras motivaciones y los paradójicos entresijos del poder putrefactor de la inocencia, que subyace en cada una de sus páginas, sostiene una narración que cumple con las exigencias del género sin por ello deslucir la rica filigrana poética de la escritura.

Elogio De La Madrastra — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Elogio De La Madrastra», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Ahora tienes que decírmelo, porque ya me abriste el apetito -repuso doña Lucrecia, mientras mordía una tostada y tomaba un sorbo de té puro-. ¿Qué ha pasado?

– Me da vergüenza, señora.

Doña Lucrecia la observó, divertida. Era joven y, bajo el mandil azul del uniforme, las formas de su cuerpecillo se insinuaban frescas y elásticas. ¿Qué cara pondría cuando su marido le hacía el amor? Estaba casada con el portero de un restaurante, un negro alto y fornido como un atleta que venía a dejarla todas las mañanas. Doña Lucrecia le había aconsejado que no se complicara la vida con hijos siendo tan joven y la había llevado personalmente a su médico para que le recetara la píldora.

– ¿Otra pelea entre la cocinera y Saturnino?

– Es algo del niño Alfonso, más bien -Justiniana bajó la voz como si el chiquillo pudiera oírla desde su lejano colegio y fingió confundirse más de lo que estaba-. Es que anoche lo pesqué… Pero, no se lo vaya usted a decir, señora. Si Fonchito sabe que se lo he contado, me mata.

A doña Lucrecia la entretenían esos dengues y aspavientos con que Justiniana alhajaba siempre lo que decía.

– ¿Dónde lo pescaste? ¿Haciendo qué cosa?

– Espiándola, señora.

Un instinto advirtió a doña Lucrecia lo que iba a oír y se puso en guardia. Justiniana señalaba el techo del cuarto de baño y ahora sí parecía confundida de verdad.

– Hubiera podido caerse al jardín y hasta matarse -susurró, moviendo los ojos en las órbitas-. Por eso se lo cuento, señora… Cuando lo reñí, me dijo que no era la primera vez. Se ha subido al techo muchas veces. A espiarla.

– ¿Qué dices?

– Lo que has oído -contestó el niño, desafiante, casi heroico-. Y lo seguiré haciendo aunque me resbale y me mate, para que lo sepas.

– Pero, te has vuelto loco, Fonchito. Eso está muy mal, eso no se hace, pues. Qué diría don Rigoberto si supiera que espías a tu madrastra cuando se baña. Se enojaría, te daría una paliza. Y, además, puedes matarte, fíjate qué alto está.

– No me importa -respondió el niño, con una resolución relampagueante en los ojos. Pero instantáneamente se apaciguó y, encogiéndose de hombros, añadió muy humilde-. Aunque mi papá me pegue, Justita. ¿Me vas a acusar, entonces?

– No le diré nada si me prometes no subir aquí nunca más.

– Eso no te lo puedo prometer, Justita -exclamó el niño, apenado-. Yo no prometo lo que no voy a cumplir.

– ¿No estás inventando todo eso con la imaginación tropical que tienes? -balbuceó doña Lucrecia. ¿Debía reírse, enojarse?

– Dudé mucho antes de animarme a contárselo, señora. Porque a Fonchito, que es tan bueno, yo lo quiero tanto. Pero es que subiéndose a ese techo se puede matar, se lo juro.

Doña Lucrecia trataba en vano de imaginárselo allá arriba, agazapado como una fierecilla, acechándola.

– Pero, pero, no me lo acabo de creer. Tan formalito, tan educado. No lo veo haciendo una cosa así.

– Es que Fonchito se ha enamorado de usted, señora -suspiró la muchacha, tapándose la boca y sonriendo-. No me diga que no se dio cuenta, porque no me lo creo.

– Qué adefesios dices, Justiniana.

– ¿Acaso para el amor hay edades, señora? Algunos comienzan a enamorarse a la edad de Fonchito. Y él que es tan vivo para todo, además. Si usted hubiera oído lo que me dijo, se quedaba con la boca abierta. Como me quedé yo, pues.

– ¿Qué estás inventando ahora, zonza?

– Lo que oyes, Justita. Cuando se quita la bata y se mete en la tina llena de espuma, no te puedo decir lo que siento. Es tan, tan linda… Se me salen las lágrimas, igualito que cuando comulgo. Me parece estar viendo una película, te digo. Me parece algo que no te lo puedo explicar. Será por eso que lloro ¿no?

Doña Lucrecia optó por echarse a reír. La mucama tomó confianza y sonrió también, con cara cómplice.

– Sólo te creo la décima parte de lo que me cuentas -dijo, por fin, levantándose-. Pero, aun así, algo hay que hacer con este niño. Cortar esos juegos por lo sano y cuanto antes.

– No se lo vaya a decir al señor -le rogó Justiniana, asustada-. Se enojaría mucho y tal vez le pegaría. Fonchito ni siquiera se da cuenta que hace mal. Palabra que no se da. Él es como un angelito, no diferencia lo bueno de lo malo.

– No se lo puedo contar a Rigoberto, claro que no -asintió doña Lucrecia, reflexionando en voz alta-. Pero hay que poner punto final a esta tontería. No sé cómo, pero de inmediato.

Se sentía aprensiva e incómoda, irritada contra el niño, contra la mucama y contra sí misma. ¿Qué debía hacer? ¿Hablar con Fonchito y reprenderlo? ¿Amenazarlo con decírselo todo a Rigoberto? ¿Cuál sería su reacción? ¿Sentirse herido, traicionado? ¿Mudaría violentamente en odio el amor que ahora le tenía?

Jabonándose, se acarició los pechos fuertes y grandes, de pezones erectos, y la cintura todavía grácil de la que salían, como las dos mitades de una fruta, las amplias curvas de las caderas, y los muslos, las nalgas y las axilas depiladas y el cuello alto y mórbido adornado con un solitario lunar. «No envejeceré nunca», rezó, como cada mañana, al bañarse. «Aunque tenga que vender mi alma o lo que sea. No seré nunca fea ni desdichada. Moriré bella y feliz.» Don Rigoberto la había convencido de que, diciéndolas, repitiéndolas y creyéndolas, estas cosas se volvían verdad. «Magia simpatética, mi amor.» Lucrecia sonrió: su marido sería un tanto excéntrico, pero, la verdad, una no se aburría con un hombre así.

Todo el resto del día, mientras daba instrucciones al servicio, iba de compras, visitaba a una amiga, almorzaba, hacía y recibía llamadas, se preguntaba qué hacer con el niño. Si lo delataba a Rigoberto, se convertiría en su enemigo y, entonces, la vieja premonición del infierno doméstico se haría realidad. Tal vez lo más sensato era olvidar la revelación de Justiniana y, adoptando una actitud distante, ir paulatinamente socavando esas fantasías que, sin duda sólo a medias consciente de que lo eran, había forjado el niño con ella. Sí, eso era lo prudente: callar y, poco a poco, distanciarlo.

Esa tarde, cuando Alfonsito, al volver del colegio, se acercó a besarla, le apartó al instante la mejilla y se enfrascó en la revista que hojeaba, sin preguntarle por sus clases ni si tenía tareas para mañana. De soslayo, vió que su carita se compungía hasta el puchero. Pero no se conmovió y esa noche lo dejó comer solo, sin bajar a acompañarlo como otras veces (ella cenaba rara vez). Rigoberto la llamó un poco más tarde, de Trujillo. Todas sus gestiones habían ido bien y la extrañaba mucho. Esta noche la echaría de menos todavía más, en su triste cuartito del Hotel de Turistas. ¿Ninguna novedad en la casa? No, ninguna. Cuídate mucho, mi amor. Doña Lucrecia escuchó un poco de música, sola en su habitación, y cuando el niño vino a darle las buenas noches se las devolvió fríamente. Poco después, indicó a Justiniana que le preparara el baño de espuma que tomaba siempre antes de acostarse.

Mientras la muchacha hacía correr el agua de la bañera y ella se desvestía, el malestar que la había perseguido todo el día compareció de nuevo, acrecentado. ¿Había hecho bien tratando a Fonchito de ese modo? A pesar de ella misma, le apenaba recordar su carita decepcionada y sorprendida. Pero ¿no era ésa la única manera de acabar con una niñería que podía tornarse peligrosa?

Estaba semiadormecida en la bañera, con el agua hasta el cuello, removiendo de tanto en tanto con una mano o con un pie las volutas de jabón, cuando Justiniana llamó a la puerta: ¿podía entrar, señora? La vió acercarse, con la toalla en una mano y su bata en la otra. Tenía una expresión muy alarmada. Inmediatamente supo lo que la muchacha le iba a susurrar: «Fonchito está ahí arriba, señora». Asintió y con gesto imperioso ordenó a Justiniana que se fuera.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Elogio De La Madrastra»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Elogio De La Madrastra» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Elogio De La Madrastra»

Обсуждение, отзывы о книге «Elogio De La Madrastra» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x