Mario Llosa - El Paraíso en la otra esquina

Здесь есть возможность читать онлайн «Mario Llosa - El Paraíso en la otra esquina» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Paraíso en la otra esquina: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Paraíso en la otra esquina»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En esta novela de Vargas Llosa se nos invita a compartir los destinos y las historias. Y son historias en todo el sentido de la palabra, puesto que la obra está basada en hechos reales y refleja sabidurías muy interesantes del autor, por ejemplo, en los temas de política decimonónica, rastreando en las utopías de izquierda que embebieron a pensadores de aquellos tiempos, allí donde el novelista puede consagrarse a su conocida y reconocida labor de crítico político.
En la trama tenemos dos personajes que fueron importantes en su tiempo y aún más después, ya ritualizados por el culto ineludible. Flora Tristán busca la felicidad o el bienestar de los demás, de la sociedad, lo considera como su misión. Pero, en la obra de Vargas, no se advierte demasiado que ello sea en bien mismo de aquella feminista y revolucionaria francesa y de origen hispano-peruano por línea paterna, quizá con deliberación, no se nos expone con suficiente explicitud, pues, que dicha misión le pueda otorgar la felicidad a ella misma que, ya en las alturas de su vida en que nos sitúa la narración, descree, sobretodo, de la relación íntima heterosexual. Es su apostolado, su peregrinación de paria. En cambio, el nieto de la revolucionaria- más egótico, más hedonista, acaso más estético-, el destacado pintor francés (después catalogado como postimpresionista) Paul Gauguin, que pasaría su infancia en Lima, rodeado de su familia americana, busca la felicidad `El Paraíso En La Otra Esquina `, de los juegos infantiles, en las musas artísticas. El acotamiento histórico-novelístico es, si se quiere, breve, pero está muy bien descrito y se nota un contacto incluso material con los aspectos de la trama (se difundió, vale decirlo, hace meses, una foto del autor junto a la lejana tumba de Gauguin).
El pintor, en su relativamente breve pero intenso -como toda su vida, según la historia y según la novela historiada- retiro polinesio, Flora Tristán, en su gira por diversas ciudades francesas, en el año de su muerte. Ambos, sin embargo, quizá para recordar más amplitudes de sus historias, también para basar mejor el relato, recuerdan cosas de su pasado. Gauguin a Van Gogh y su abandono de las finanzas por el arte, Flora, Florita, Andaluza, como le espeta el autor peruano en la novela, sus agrias peripecias con la causa de la revolución y de la mujer, pero, más hondamente, con el sexo, con el distanciamiento del contacto corporal, excepto en una amante sáfica y polaca que parece inspirar más afecto que libido, y finalmente su acercamiento lento pero seguro a las causas utópicas de las que luego será tan afectuosa como crítica.
Vargas Llosa se muestra muy eficaz cercando la historia en los dos tiempos precisos: Gauguin buscando lo paradisíaco-algo que la historia, al menos la artística, desvela como la efectiva búsqueda de su ser -y Flora Tristán cumpliendo su misión, su ascesis, su afecto, hasta la misma muerte. Sin embargo, el escritor no nos deja en ayunas en cuanto al rico pasado más lejano de ambos, y nos introduce en ellos-siempre con interesantes minucias que parecen de historiador o cronólogo- como una añeja fotografía que aparece repentinamente en la cadencia narrativa. La novela suele tener una sonoridad tropical y exótica conveniente a los dos personajes, que la llevaban en la sangre e incluso en la crianza. Gauguin muere en las Marquesas, rodeado de la exuberante vegetación que acatan los Mares del Sur. Flora, la abuela del pintor, recuerda, bajo peruana pluma, su peruano exilio en Arequipa, este alejamiento, esta periferia narrativa, une a las sangres y a las vidas de las dos personas, de los dos personajes, y del escritor tanto americano como europeo que ahora es Mario Vargas Llosa.

El Paraíso en la otra esquina — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Paraíso en la otra esquina», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Mareado, dolorido, con vómitos, recordaba como un mal sueño el regreso a Pont-Aven en un coche de caballos que en cada hueco o barquinazo lo hacía aullar. Para adormecerlo, le alcanzaban traguitos de un aguardiente amargo, que le raspaba la garganta.

Guardó cama dos meses, en un cuartito de techo bajísimo y ventanas pigmeas de la pensión Gloanec, convertida en enfermería. El médico lo descorazonó: con la tibia rota era impensable que regresara a París, o, incluso, intentara ponerse de pie. Sólo el reposo absoluto permitiría que el hueso volviera a su sitio y soldara; de todos modos, quedaría cojo y en adelante debería usar bastón. De esas ocho semanas inmovilizado en una cama, recordarías el resto de tu vida los dolores, Paul. Mejor dicho, un solo dolor, ciego, intenso, animal, que te empapaba de sudor o te hacía tiritar, sollozar y blasfemar enloquecido, sintiendo que perdías la razón. Calmantes y analgésicos no servían de nada. Sólo el alcohol, que bebías en esos meses casi sin parar, te atontaba y sumía en breves intervalos de calma. Pero, pronto, ni siquiera el alcohol apaciguaba ese tormento que te hacía implorar al médico -venía una vez por semana-: «¡Córteme la pierna, doctor!». Cualquier cosa, con tal de poner fin al suplicio infernal. El médico se decidió a prescribirte el láudano. El opio te adormecía; en el atontamiento vago, en esos lentos remolinos de paz, te olvidabas de tu tobillo y de Pont-Aven, del incidente de Concarneau y de todo. Sólo quedaba en la mente un pensamiento fijo: «Es un aviso. Parte cuanto antes. Vuelve a la Polinesia y no regreses a Europa nunca más, Koke».

Luego de un tiempo incalculable, después de una noche en la que, por fin, durmió sin pesadillas, una mañana se despertó, lúcido. El irlandés O'Conor montaba guardia junto a su cama. ¿Qué era de Annah? Tenía la impresión de no haberla visto hacía muchos días.

– Se fue a París -le dijo el irlandés-. Estaba muy triste. No podía seguir aquí, desde que los vecinos envenenaron a Taoa.

Eso era, al menos, lo que la Javanesa suponía. Que los vecinos de Pont-Aven, que odiaban a Taoa tanto como a ella, le habían preparado a la manita ese menjunje con plátanos que le produjo una indigestión que la mató. En vez de enterrarla, Annah evisceró al animalito con sus propias manos, entre sollozos, y se llevó los restos consigo, a París. Paul recordó a Titi Pechitos cuando, harta del aburrimiento de Mataiea, lo dejó para regresar a las noches agitadas de Papeete. ¿Volverías a ver a la traviesa Javanesa? Seguro que no.

Cuando pudo levantarse -en efecto, cojeaba, y le era indispensable el bastón-, antes de regresar a París, tuvo que asistir a unas diligencias policiales sobre la pelea de Concarneau. No se hacía ilusiones con los jueces, coterráneos de los agresores y probablemente tan hostiles como ellos a los bohemios perturbadores de su tranquilidad. Los jueces, por supuesto, absolvieron a todos los pescadores, con una sentencia que era una burla al sentido común, y le dieron como reparación una suma simbólica, que no cubría ni la décima parte de los gastos de su cura. Partir, partir cuanto antes. De Bretaña, de Francia, de Europa. Este mundo se había vuelto tu enemigo. Si no te dabas prisa, acabaría contigo, Koke.

La última semana en Pont-Aven, reaprendiendo a caminar -había perdido doce kilos-, llegó a visitarlo, desde París, un joven poeta y escritor, Alfred Jarry. Lo llamaba «maestro» y lo hacía reír con sus disparates inteligentes. Había visto sus cuadros donde Durand- Ruel y en casas de coleccionistas, y le demostraba desbordante admiración. Había escrito varios poemas sobre sus cuadros, que le leyó. El muchacho lo escuchaba despotricar contra el arte francés y europeo, con beata devoción. A él y a los otros discípulos de Pont-Aven, que lo despidieron en la estación, los invitó a seguido a Oceanía. Formarían, juntos, ese Estudio de los Trópicos con el que soñaba el Holandés Loco allá en Arles. Trabajando a la intemperie, viviendo como paganos, revolucionarían el arte, inyectándole la fuerza y la audacia que había perdido. Todos juraron que sí. Lo acompañarían, partirían con él a Tahití. Pero, en el tren, rumbo a París, adivinó que no cumplirían su palabra ellos tampoco, como no la habían cumplido, antes, sus antiguos compañeros Charles Laval y Émile Bernard. A este simpático grupo de Pont-Aven tampoco volverías a vedo, Paul.

En París, todo fue de mal en peor. Parecía imposible que las cosas se agravaran aún más después de esos meses de convalecencia en Bretaña. En los medios artísticos reinaban el recelo y la incertidumbre, por la despreciable política. Desde el asesinato, por un anarquista, del presidente Sadi Carnot, el clima represivo, las delaciones y persecuciones llevaron a exiliarse a muchos de sus conocidos y amigos (o ex amigos) simpatizantes de los anarquistas, como Camille Pissarro, u opositores al gobierno, como Octave Mirbeau. Había pánico en los medios artísticos. ¿ Te traería problemas ser nieto de Flora Tristán, una revolucionaria y anarquista? La policía era tan estúpida que tal vez te tenía fichado como subversivo, por razones hereditarias.

Su ingreso al taller de la rue Vercingétorix, número 6, le deparó una soberbia sorpresa. No contenta con mandarse mudar dejándolo medio muerto allá en Bretaña, Annah, ese diablillo con faldas, había saqueado el estudio, llevándose muebles, alfombras, cortinas, los adornos y las ropas, objetos y prendas que seguramente había ya subastado en el Mercado de las Pulgas y en las covachas de los usureros de París. Pero -¡suprema humillación, Paul!- no se llevó un solo cuadro, ni un dibujo, ni un cuaderno de apuntes. Los dejó como trastos inservibles, en esa estancia ahora totalmente vacía. Luego de una explosión de cólera con maldiciones, Paul se echó a reír. No sentías la menor animadversión hacia esa magnífica salvaje. Ella sí que lo era, Paul. Una salvajita de verdad, hasta el tuétano, de cuerpo y alma. Tenías bastante que aprender todavía, para estar a su altura.

Los últimos meses en París, preparando su regreso definitivo a Polinesia, echó de menos a ese ventarrón que se hacía pasar por javanesa, y era acaso malasia, india, quién sabe qué. Para consolarse de su ausencia, allí había quedado su retrato desnuda, al que, contemplado en estado de trance por Judith, la hija de los Molard, se dedicó a retocar, hasta sentir que lo había terminado.

– ¿Te ves ahí, Judith, al fondo, asomando en ese muro rosa, como una doble de Annah, en blanco y rubio?

Por más que abría mucho los ojos y escudriñaba largo rato la tela, Judith no alcanzaba a distinguir esa silueta, detrás de la de Annah, que le señalaba Paul. Pero, no mentías. Los contornos de la chiquilla, que, para calmar a Ida, su madre, habías borrado con trementina y raspado con espátula, no habían desaparecido totalmente. Asomaban, de manera brevísima, como una aparición furtiva, mágica, a ciertas horas del día, con borrosa luz, cargando el cuadro de secreta ambigüedad, de misterioso trasfondo. Pintó el título, sobre la cabeza de Annah, en torno a unas frutas ingrávidas, en tahitiano: Aita tamari vahine Judith te parari.

– ¿Qué quiere decir? -preguntó la chiquilla.

– «La mujer-niña Judith, aún sin desflorar» -tradujo Paul-. Ya ves, aunque a primera vista sea un retrato de Annah, la verdadera heroína de este cuadro eres tú.

Tumbado en el viejo colchón que los Molard le prestaron para que no durmiera en el suelo, muchas veces se dijo que esta tela sería el único buen recuerdo de su venida a París, tan inútil, tan perjudicial. Había terminado con los preparativos para el retorno a Tahití, pero tuvo que aplazar el viaje porque -«bien vengas mal si vienes solo», solía decir su madre, en Lima, cuando vivían de la caridad de la familia Tristán- las piernas se le llenaron de eczemas. El escozor lo atormentaba y las manchas se convirtieron en una placa de llagas purulentas. Debió internarse, tres semanas, en el pabellón de infecciosos de La Salpetriere. Dos médicos te confirmaron lo que ya sabías, aunque nunca aceptaste esa realidad. La enfermedad impronunciable, otra vez. Hacía sus repliegues, te daba vacaciones de seis, ocho meses, pero seguía, soterrada, su trabajo mortífero, emponzoñándote la sangre. Ahora se manifestaba en tus piernas, despellejándolas, erupcionándolas de cráteres sanguinolentos. Después, subiría a tu pecho, a tus brazos, alcanzaría tus ojos y quedarías en tinieblas. Entonces tu vida habría acabado, aunque siguieras vivo, Paul. La maldita tampoco se detendría allí. Continuaría hasta penetrar en tu cerebro, privarte de lucidez y de memoria, desquiciándote, antes de volverte un desecho despreciable, al que la gente escupe, del que todos se apartan. Te volverías un perro sarnoso, Paul. Para combatir la depresión, bebía, a escondidas, el alcohol que le llevaban Daniel, el caballero, y Schuff, el generoso, en termos de café o botellas de refrescos.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Paraíso en la otra esquina»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Paraíso en la otra esquina» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El Paraíso en la otra esquina»

Обсуждение, отзывы о книге «El Paraíso en la otra esquina» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x