• Пожаловаться

Mario Llosa: El Pez En El Agua

Здесь есть возможность читать онлайн «Mario Llosa: El Pez En El Agua» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Современная проза / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Mario Llosa El Pez En El Agua

El Pez En El Agua: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Pez En El Agua»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El pez en el agua contiene, en capítulos alternos, las memorias de dos etapas decisivas de la vida de Mario Vargas Llosa: la comprendida entre fines de 1946, época de su infancia en que se le comunicó que su padre no había muerto, sino que estaba separado de su madre, y le fue presentado, y 1958, año en que el joven escritor abandonó el Perú para instalarse en Europa, por su parte, y por otra la campaña presidencial peruana que, tras la derrota electoral en la segunda vuelta ante Fujimori, concluye el 13 de junio de 1990 con otro viaje a Europa, que debe dar inicio, como antaño, a otra etapa de la vida del autor en la que la literatura pase nuevamente `a ocupar el lugar central`. La extrema convicción y generosidad del comportamiento personal aquí descrito y su firme y vehemente convicción y energía expresiva convierte a El pez en el agua no sólo en un testimonio apasionante e ineludible sino también en uno de los principales libros de toda la obra de Mario Vargas Llosa.

Mario Llosa: другие книги автора


Кто написал El Pez En El Agua? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

El Pez En El Agua — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Pez En El Agua», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Ése fue probablemente el caso de mi padre. Más íntima y decisiva que su mal carácter o que sus celos, estropeó su vida con mi madre la sensación, que nunca lo abandonó, de que ella venía de un mundo de apellidos que sonaban -esas familias arequipeñas que se preciaban de sus abolengos españoles, de sus buenas maneras, de su hablar castizo-, es decir, de un mundo superior al de su familia, empobrecida y desbaratada por la política.

Mi abuelo paterno, Marcelino Vargas, había nacido en Chancay y aprendido el oficio de radiooperador, que enseñaría a mi padre en las breves pausas de su agitada existencia. Pero la pasión de su vida fue la política. Entró a Lima por la puerta de Cocharcas con las montoneras de Piérola, el 17 de marzo de 1885, cuando era un mozalbete. Y fue después fiel seguidor del caudillo liberal Augusto Durán, en cuyas peripecias políticas lo acompañó, por lo que vivió a salto de mata, pasando de prefecto de Huánuco a deportado en Ecuador y preso y prófugo en muchas ocasiones. Esta sobresaltada vida obligó a mi abuela Zenobia Maldonado -una mujer a la que las fotos muestran con expresión implacable y de quien mi padre decía conmovido que no vacilaba en azotarlos hasta la sangre a él y a sus hermanos cuando se portaban mal- a hacer toda clase de milagros para dar de comer a sus cinco hijos, a los que prácticamente crió y educó ella sola (tuvo ocho, pero tres murieron a poco de nacer).

Debieron vivir muy pobremente, pues mi padre estudió en un colegio nacional -el Guadalupe-, que abandonó a los trece años para contribuir al mantenimiento de la familia. Trabajó como aprendiz, en la zapatería de un italiano, y luego, gracias a los rudimentos de radiotelegrafía que le enseñó don Marcelino, en el correo, como radio-operador. En 1925 murió mi abuela Zenobia y ese mismo año mi padre estaba en Pisco, de telegrafista. Un día compró a medias con un amigo un boleto de la lotería de Lima que salió premiado con el premio mayor: ¡cien mil soles! Con los cincuenta mil que le tocaron, una fortuna para la época, se fue a Buenos Aires (que, en la opulenta Argentina de los años veinte, era para América Latina lo que París para Europa), donde llevó una vida disipada en la que su dinero se agotó rápidamente. Con las sobras, tuvo la prudencia de perfeccionar sus estudios de radiotelefonía, en la Trans Radio, donde sacó un diploma profesional. Un año después ganó un concurso como segundo operador de la marina mercante argentina, en la que permaneció cinco años, viajando por todos los mares del mundo. (De esta época era una fotografía de él, muy apuesto, en uniforme azul marino, que adornó mi velador toda mi infancia cochabambina y que, al parecer, yo besaba al meterme a la cama, dando las buenas noches a «mi papacito que está en el cielo».)

Regresó al Perú hacia 1932 o 1933, contratado por la Panagra como operador de vuelo. En esos avioncitos pioneros estuvo volando más de un año por los inexplorados cielos peruanos hasta que, en 1934, fue destinado al aeropuerto de Tacna, donde se produjo aquel encuentro de marzo de 1934 gracias al cual vine al mundo.

Esa existencia transeúnte y diversa no liberó a mi padre de los tortuosos rencores y complejos de que está hecha la psicología de los peruanos. De algún modo y por alguna complicada razón, la familia de mi madre llegó a representar para él lo que nunca tuvo o lo que su familia perdió -la estabilidad de un hogar burgués, el firme tramado de relaciones con otras familias semejantes, el referente de una tradición y un cierto distintivo social- y, como consecuencia, concibió hacia esa familia una animadversión que emergía con cualquier pretexto y se volcaba en improperios contra los Llosa en sus ataques de rabia. En verdad, estos sentimientos tenían muy poco sustento ya en aquella época -mediados de los años treinta-, pues la familia Llosa, que había sido, desde que llegó a Arequipa el primero de la estirpe -el maese de campo don Juan de la Llosa y Llaguno-, acomodada y con ínfulas aristocráticas, había venido decayendo hasta ser, en la generación de mi abuelo, una familia arequipeña de clase media de modestos recursos. Eso sí, bien relacionada y firmemente establecida en el mundillo de la sociedad. Era esto último, probablemente, lo que ese ser desenraizado, sin familia y sin pasado, que era mi padre, nunca pudo perdonarle a mi mamá. Mi abuelo Marcelino, luego de la muerte de doña Zenobia, había culminado su peripecia aventurera con algo que llenaba de vergüenza a mi progenitor: yéndose a vivir con una india de trenza y pollera a un pueblecito de los Andes centrales, donde terminó su existencia, nonagenario y cargado de hijos, como jefe de estación del Ferrocarril Central. Ni siquiera los Llosa provocaban invectivas semejantes a las que le inspiraba don Marcelino, las raras veces que se refería a él. Su nombre era tabú en la casa, así como todo lo que se vinculaba a su persona. (Y, sin duda por ello, yo alenté siempre una secreta simpatía por el abuelo paterno que nunca conocí.)

Mi madre quedó embarazada, esperándome, a poco de casarse. Esos primeros meses de embarazo los pasó sola en Lima, con la compañía eventual de su cuñada Orieli. Las peleas domésticas se sucedían y la vida para mi madre era muy difícil, pese a lo cual su apasionado amor a mi padre no disminuyó. Un día, desde Arequipa, la abuelita Carmen anunció que vendría a estar al lado de mi madre durante el parto. Mi padre había sido encargado de ir a La Paz a abrir la oficina de Panagra. Como la cosa más natural del mundo dijo a su mujer: «Anda tú a tener el bebe a Arequipa, más bien.» Y arregló todo de tal manera que mi madre no pudo sospechar lo que tramaba. Aquella mañana de noviembre de 1935, se despidió como un marido cariñoso de su esposa embarazada de cinco meses.

Nunca más la llamó ni le escribió ni dio señales de vida, hasta diez años después, es decir, hasta muy poco antes de esa tarde en que, en el malecón Eguiguren de Piura, mi mamá me revelaba que el padre al que yo hasta entonces había creído en el cielo, estaba aún en esta tierra, vivo y coleando.

– ¿No me estás mintiendo, mamá?

– ¿Crees que te voy a mentir en una cosa así?

– ¿De veras está vivo?

– Sí.

– ¿Lo voy a ver? ¿Lo voy a conocer? ¿Dónde está, pues?

– Aquí, en Piura. Lo vas a conocer ahora mismo.

Cuando ya pudimos hablar de eso, muchos años después de aquella tarde y muchos años después de que mi padre hubiera muerto, a mi madre todavía le temblaba la voz y se le llenaban los ojos de lágrimas, recordando la desazón de aquellos días, en Arequipa, cuando, ante el total enmudecimiento de su marido -no llamadas por teléfono, no telegramas, no cartas, ningún mensaje indicando sus señas en Bolivia-, comenzó a sospechar que había sido abandonada y que, dado su famoso carácter, sin duda nunca lo volvería a ver ni a saber de él. «Lo peor de todo», dice, «fueron las habladurías. Lo que la gente inventó, los chismes, las mentiras, los rumores. ¡Tenía tanta vergüenza! No me atrevía a salir de la casa. Cuando alguien venía a visitar a los papas, me encerraba en mi cuarto y echaba la llave». Menos mal que el abuelito Pedro, la abuela Carmen, la Mamaé y todos sus hermanos se habían portado tan bien. Acariñándola, protegiéndola y haciéndole sentir que, aunque había perdido a su marido, siempre tendría un hogar y una familia.

En el segundo piso de la casa del bulevar Parra, donde vivían los abuelos, nací en la madrugada del 28 de marzo de 1936, después de largo y doloroso alumbramiento. El abuelo envió un telegrama a mi padre, a través de la Panagra, anunciándole mi venida al mundo. No respondió, ni tampoco una carta que mi madre le escribió contándole que me habían bautizado con el nombre de Mario. Como ignoraban si no contestaba porque no quería hacerlo o porque no le llegaban los mensajes, mis abuelos pidieron a un pariente que vivía en Lima, el doctor Manuel Bustamante de la Fuente, que lo buscara en la Panagra. Éste fue a hablar con él al aeropuerto, donde mi padre había retornado luego de unos meses en Bolivia. Su reacción fue exigir el divorcio. Mi madre consintió y aquél se hizo, por mutuo disenso, a través de abogados, sin que los ex cónyuges tuvieran que verse las caras.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Pez En El Agua»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Pez En El Agua» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Отзывы о книге «El Pez En El Agua»

Обсуждение, отзывы о книге «El Pez En El Agua» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.