Eduardo Mendoza - La aventura del tocador de señoras

Здесь есть возможность читать онлайн «Eduardo Mendoza - La aventura del tocador de señoras» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La aventura del tocador de señoras: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La aventura del tocador de señoras»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Desternillante novela del genial Eduardo Mendoza en la que, una vez más, elegirá la comedia negra, género en el que a mi parecer mejor se desenvuelve, para narrar las peripecias de su personaje?fetiche? protagonista de otras obras conocidas suyas, así, como si de una?Señorita Marple? para Agatha Christie, o de un?Sherlock Holmes? para Arthur Conan Doyle se tratara, nuestro desgraciado y estrambótico protagonista se verá involucrado, de manera casual como siempre, en un caso tan surrealista que el lector no podrá de dejar reprimir una sonrisa, e incluso, una carcajada desde el comienzo mismo de la trama.
Recuerda al argumento de una película de Almodóvar o de Berlanga donde se van a suceder situaciones absurdas y personajes estrafalarios, salpicados por diálogos verdaderamente brillantes y llenos de sentido del humor, y que no va a dejar lugar a que se instale un tono más serio: las descripciones de ambientes, personajes y acciones están tan bien?hilados? que hace que la trama transcurra con fluidez y gran dinamismo:?engancha? de tal manera que uno no puede dejar de leer en ningún momento.
Nuestro?antihéroe?, con una vida repleta de dificultades en todos los aspectos, e internado, por causas desconocidas -incluso para él- en un psiquiátrico, aprovechará su inesperada puesta en libertad para intentar reintegrarse en la sociedad y convertirse en un hombre de provecho. Para ello, abrirá una peluquería,?El Tocador De Señoras?, y llevará una vida de lo más normal hasta que se vea involucrado, de la noche a la mañana, en un caso que, de ser un simple?trabajo? bien remunerado, de robo de documentos, se tornará en un seria y complicada trama de fraudes, extorsiones, enredos amorosos, hijos ilegítimos, e incluso, asesinatos.
Es de destacar la resignación con la que este hombre asume todos los reveses e impedimentos que se le ponen por delante y que hacen que cada vez se vea metido hasta el?cuello? en el caso, convirtiéndose en un?detective improvisado?, muy a su pesar. Desfilarán por este esperpento personajes tan dispares como un misterioso chófer de color, dos señoritas con un mismo nombre, un falso tullido, un alcalde atolondrado, una vecina prostituta… nadie es lo que parece y la verdad sale rápidamente. Este juego de identidades le imprime aún más el carácter de irrealidad y de sorna que caracteriza a esta obra: humor negro, porque Mendoza se ríe de todo, de la gente y de la vida, ora con respeto, ora con algo de crueldad, pero en general, se lo va a tomar todo a guasa.
Lo que al principio pueda recordar más a una novela policíaca o de intriga, se vuelve rápidamente en una continua sucesión de equívocos y enredos que, aunque parezca mentira, acaba resolviéndose con coherencia y gran maestría. La resolución del final podrá recordar también a los ya citados maestros del suspense en el que los sospechosos, reunidos en torno al?acusador?, aportarán todos coartadas de peso, por lo que no quedará claro hasta la última línea, quién es el culpable.

La aventura del tocador de señoras — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La aventura del tocador de señoras», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Mamá es este pimpollo nonagenario y vesánico? -pregunté.

– De Viriato, mamá -aclaró Cándida-, y de mí, mamá política. Viriato es mi media naranja. Te encantará Viriato: en la medida de lo posible es más joven que yo, atractivo, despierto e inteligente, y de muy apacible y liberal disposición.

– ¿Y tú crees que a él también le encantaré yo?

– Estoy convencida de ello. ¿A que sí, mamá?

Por suerte la cacatúa se había dormido o muerto en el ínterin volcada sobre el paragüero, y no pudo responder a esta capciosa pregunta.

– Oye, Cándida -dije-, me parece que deberías empezarme a contar esta historia desde el principio. Antes, sin embargo, y previéndola larga, te agradecería que me dieras algo de comer. Debo advertirte, a fuer de sincero y por si no lo has notado, que mi situación dista de ser próspera. Pero no temas nada: una vez saciados mi apetito y mi curiosidad, o incluso sólo lo primero, me iré por donde he venido. En modo alguno mi presencia enturbiará tu bienestar conyugal.

– No digas tonterías -replicó mi hermana-. El negocio familiar va viento en popa, gozamos de una posición acomodada y precisamente estamos necesitados de gente joven, ambiciosa y emprendedora para aumentar nuestra capacidad de expansión empresarial. Los tiempos han cambiado, hombre. Éstos no son los años setenta, que tú conocías, ni los ochenta, que pasaste encerrado. Estamos a mediados de los noventa. A las puertas de no sé qué siglo. Quédate con nosotros y tendrás trabajo, un buen sueldo y un brillante porvenir.

Y mientras decía esto abrió un cajón del secreter y sacó de él un trozo de queso y de otro cajón un mendrugo de pan no demasiado duro, que de inmediato fueron víctimas de mi avidez. Y como mientras yo comía Cándida seguía hablando, me perdí buena parte de su relato, aunque no lo sustancial, que decía así:

– Hace poco más de un año Viriato había ido pegando en las paredes y farolas un anuncio que decía: se busca esposa en este barrio, no importa edad, presencia, inteligencia ni posición social, raza, creencia o ideología. Yo respondí diciendo que si de verdad no daba importancia a la figura, al cerebro ni al dinero, yo era la persona que buscaba, pues carecía de las tres cosas, y que si quería verme, me podía venir a recoger de madrugada, a la clausura del curro, en el desmonte que hay detrás del cementerio viejo, sección de ofertas. Y al día siguiente vino y nos casamos.

Interrumpí la ingestión y me quedé mirando a Cándida fijamente a la espera de que prosiguiera, pero ella se limitó a cerrar los ojos, sonreír y exclamar:

– Y eso es todo.

Comprendiendo que formular la pregunta que cruzaba por mi mente en aquel momento habría sido cruel, decidí callar y aguardar a que los acontecimientos le dieran cumplida respuesta.

– ¿Y dónde está ahora Viriato? -me limité a preguntar.

– Trabajando, como es natural -dijo Cándida-. Pero no tardará en venir. Siempre come en casa, en compañía de los suyos. Así ahorra y sigue una dieta equilibrada. Él se ocupa de la compra, cocina y lava los platos. Y a la hora de cenar, lo mismo.

– Y después de cenar, ¿no sale un rato a estirar las piernas?

– ¿Las suyas? No. Viriato es muy hogareño. Después de cenar vemos la televisión si hay algún programa cultural. Si no, jugamos al Monopoly. Pero he aquí que suena el timbre, mamá abre la puerta y ya los pasos varoniles de mi Viriato resuenan en el recibidor. En breves segundos tendréis ocasión de conoceros.

*

Viriato frisaba la cincuentena, era bajo, rechoncho, escaso de pelo, corto de remos, levemente corcovado, y debía de haber sido bizco cuando aún disponía de los dos ojos. Por lo demás, era un hombre de aspecto saludable, no mal parecido, en apariencia bonachón y predispuesto a reír sus propios chistes. Aprehendió mi presencia y condición sin sorpresa ni enfado, reiteró el ofrecimiento que me había hecho Cándida, y no eludió la cuestión que con mucha sagacidad leyó en mis ojos.

– Acompáñame a la cocina y hablaremos mientras preparo el rancho -dijo. Y cuando estuvimos a solas, añadió-: Sin duda te estarás preguntando por qué un individuo como yo, tan parecido a Kevin Costner, se ha casado con una broma de la naturaleza como Cándida. Todo tiene una explicación. Desde muy pequeño deseé llevar una vida retirada, consagrada a la meditación y la filosofía, pero el hecho de haber desaparecido mi padre a los pocos minutos de haberme concebido, llevándose de paso los exiguos ahorros de mi madre, los apuros económicos a que este suceso dio lugar y otros infortunios que no vienen al caso, dieron al traste con mis planes. Durante un tiempo pensé ingresar en un convento, pero me lo impidió no tanto el ser yo un maricón de tomo y lomo como el no poder abandonar a su suerte a mi anciana madre, a la cual aqueja la desgracia, por lo demás muy común, de haber sido anciana desde la más tierna infancia. En vista de lo cual, me dediqué al negocio que actualmente nos proporciona el sustento y en los ratos libres, a mi verdadera vocación. De este modo cumplo con mi deber y ya llevo escritos nueve tomos de un tractatus que en algún momento, si tú quieres, te leeré, con las consiguientes apostillas.

– Nada me haría más feliz -contesté-, pero ibas a contarme lo de Cándida.

– Ah, sí, Cándida -exclamó como si aquel nombre le recordara algo-. Pues resulta que mi madre, en previsión de las afecciones propias de sus años, insistía en que me casara. Ya sabes cómo pueden ser las madres de persistentes y cuántos recursos emocionales son capaces de movilizar en estos casos. Dos veces prendió fuego al piso, una vez se tiró por el hueco de la escalera y por último, habiéndole fallado estos conatos, se fue al zoo y se arrojó a la jaula de los leones, donde aún estaría si éstos no hubieran llamado la atención de su guardián con grandes rugidos y aspavientos. En vista de lo cual, opté por dar gusto a mi madre. Después de considerar varias ofertas interesantes, di con Cándida y me convencí de haber encontrado lo que buscaba. No me equivoqué: a mi madre le cayó en gracia Cándida y Cándida parece congeniar con mi madre. Yo, como buen filósofo, me adapté pronto y sin problemas a la nueva situación. Cándida es servicial y muy sufrida, no se inmiscuye en mis asuntos, saca a pasear a mi madre por la azotea cuando hace bueno, no incurre en gastos suntuarios y limpia casi tanto como ensucia. Sé que un día las mataré a las dos a hachazos, pero entre tanto vivimos bien.

Nada podía yo agregar a estas sensatas palabras y como por otra parte Viriato mientras hablaba había ido preparando unos macarrones con picadillo que no habrían desmerecido en la mesa de un sátrapa, con un enérgico abrazo sellé nuestra amistad y como miembro viril de la familia di mi bendición a aquel venturoso enlace.

Concluida la comida, regada con un delicioso Cabernet Sauvignon de fabricación casera y amenizada por la mamá de Viriato (cuyo nombre no me fue posible deducir de la conversación, pues todos se dirigían a ella con los cariñosos epítetos de «bruja» y «sapo»), la cual, con el don natural de muchas personas ancianas para lo interesante y lo festivo, nos refirió una selección de sus mejores diarreas, me propuso Viriato acompañarle al trabajo, ya que mi hermana le había dicho que yo buscaba empleo remunerado y él, a su vez, andaba necesitado de alguien con quien compartir sus responsabilidades. A la espera de que mis ganancias me permitieran adquirir un guardarropa en consonancia, me prestaron un viejo chándal amarillo con el cual, y salvo cuando la incompatibilidad de su talla con la mía redundaba en fugaces revelaciones, pude pasar casi inadvertido entre mis conciudadanos.

*

El negocio de mi cuñado estaba situado a corta distancia de su domicilio, en una calle no muy ancha ni muy larga ni muy limpia, pero abundante en establecimientos abiertos al público (una calle comercial), y consistía en una peluquería provista de los aparatos necesarios, aunque no los más modernos y sofisticados, así como de un reducido stock de productos cosméticos en diferentes etapas de descomposición. Sobre el dintel, por la parte de fuera, campaba un rótulo en el que, pese a faltarle un porcentaje alto de letras, se podía leer:

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La aventura del tocador de señoras»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La aventura del tocador de señoras» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La aventura del tocador de señoras»

Обсуждение, отзывы о книге «La aventura del tocador de señoras» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x