Así ganaría tiempo.
Podría bajar las escaleras con paso firme, salir por la puerta principal hasta la calle, intentando dar la impresión de que sé a dónde voy, y ver hasta dónde puedo llegar. El rojo es un color muy visible.
Podría ir a la habitación de Nick, encima del garaje, como he hecho hasta ahora. Podría preguntarme si él me dejaría entrar o no, si me daría refugio. Ahora que es realmente necesario.
Pienso en todo esto distraídamente. Cada una de las posibilidades parece tan importante como el resto. Ninguna parece preferible a otra. La fatiga se apodera de mí, de mi cuerpo, mis piernas y mis ojos. Esto es lo que ocurre al final. La fe no es más que palabra bordada.
Miro el atardecer y me imagino que estamos en invierno. La nieve cae suavemente, fácilmente, cubriéndolo todo de suaves cristales, la niebla que cubre la luna antes de que llueva, desdibujando los contornos, borrando los colores. Dicen que la muerte por congelación es indolora. Te recuestas sobre la nieve como un ángel hecho por unos niños y te duermes.
Siento su presencia detrás de mí, la de mi antepasada, mi doble, que aparece suspendida en el aire, debajo de la araña, con su traje de estrellas y plumas como un pájaro detenido en mitad del vuelo, una mujer convertida en ángel, esperando ser hallada. Esta vez por mí. ¿Cómo pude creer que me encontraba sola? Siempre fuimos dos. Acaba de una vez, me dice. Estoy cansada de este melodrama, estoy cansada de guardar silencio. No hay nadie a quien puedas proteger, tu vida no tiene valor para nadie. Quiero que esto se termine.
Mientras me levanto, oigo la furgoneta negra. La oigo antes de verla; surge de su propio sonido mezclada con el crepúsculo, como una solidificación, un coágulo de la noche. Gira en el camino de entrada y se detiene. Apenas distingo el ojo blanco y las dos alas. La pintura debe de ser fosforescente. Dos hombres se desprenden de ella como de un molde, suben los escalones de la entrada, tocan el timbre. Oigo el sonido del timbre, ding-dong, como el fantasma de una vendedora de cosméticos.
Ahora viene lo peor.
He estado perdiendo el tiempo. Tendría que haberme ocupado cuando aún tenía la posibilidad de hacerlo. Tendría que haber robado un cuchillo de la cocina, buscado el modo de conseguir las tijeras del costurero. También estaban las tijeras del jardín, las agujas de tejer. El mundo está lleno de armas, si uno las busca. Tendría que haber prestado atención.
Pero ahora es demasiado tarde para pensar en eso, sus pisadas ya suenan en la alfombra rosa ceniciento de la escalera; los pasos mudos y pesados retumban en mi frente; estoy de espaldas a la ventana.
Espero ver a un desconocido, pero es Nick quien abre la puerta de golpe y enciende la luz. No comprendo, a menos que sea uno de ellos. Siempre existió esa posibilidad. Nick, el Ojo secreto. Los trabajos sucios los hacen las personas sucias.
Eres una mierda, pienso. Abro la boca para decirlo, pero él se acerca a mí y me susurra:
– Todo está bien. Es Mayday. Vete con ellos -me llama por mi verdadero nombre. ¿Por qué esto iba a significar algo?
– ¿E1Ios? -le pregunto. Veo a los dos hombres que están detrás de él; la luz del pasillo convierte sus cabezas en calaveras-. Debes de estar loco -mi sospecha queda suspendida en el aire, un ángel oscuro me envía una advertencia. Casi puedo verlo. ¿Por qué él no sabría lo de Mayday? Todos los Ojos deben de saberlo; la han exprimido, estrujado y escurrido de demasiados cuerpos, de demasiadas bocas.
– Confía en mí -insiste; aunque eso nunca fue un talismán, no representa ninguna garantía.
Pero me aferro a esta oferta. Es todo lo que me queda.
Me escoltan para bajar la escalera, uno delante y uno detrás. Avanzamos a ritmo pausado; las luces están encendidas. A pesar del miedo, todo me resulta normal. Desde donde estoy puedo ver el reloj No es ninguna hora en especial.
Nick ya no está con nosotros. Debe de haber bajado por la escalera de atrás, para que no lo vieran
Serena Joy está en el pasillo, debajo del espejo, observándonos con mirada incrédula. Detrás de ella, junto a la puerta abierta de la sala, está el Comandante. Tiene el pelo muy gris. Parece preocupado e impotente, pero empieza a apartarse de mí, a distanciarse. Al margen de lo que significara para él, hemos llegado a un punto en el que también represento un fracaso. Sin duda han discutido por mí; sin duda ella se las ha hecho pasar moradas. Yo aún las estoy pasando moradas, no puedo sentir pena por el. Moira tiene razón, soy una mojigata.
– ¿Qué ha hecho? -pregunta Serena Joy. Entonces no fue ella quien los llamó. No sé lo que me reservaba, pero se trataba de algo más privado.
– No podemos decirlo, señora -dice el que va delante de mí-. Lo siento.
– Quiero ver la autorización -dice el Comandante-. ¿Tenéis autorización legal?
Ahora podría empezar a gritar, agarrarme a la barandilla, renunciar a toda dignidad. Podría detenerlos, al menos un momento. Si son los auténticos, se quedarán, de lo contrario echarán a correr. Y me dejarán aquí.
– No la necesitamos, señor, pero todo está en orden -dice el mismo hombre-. Violación de secretos de estado.
El Comandante se lleva una mano a la cabeza. ¿Qué he estado diciendo, y a quién, y cuál de sus enemigos lo ha descubierto? Probablemente ahora su seguridad estará en peligro. Estoy más arriba que él, mirándolo; y se está encogiendo. Entre ellos ya ha habido purgas, y habrá algunas más. Serena Joy empalidece.
– Zorra -me insulta-. Después de todo lo que hizo por ti.
Cora y Rita llegan corriendo desde la cocina. Cora está deshecha en llanto. Yo era su esperanza, y la he defraudado. Nunca tendrá niños.
La furgoneta espera en el camino de entrada, con las puertas dobles abiertas. Los dos hombres -ahora uno a cada costado- me cogen de los brazos y me ayudan a subir. No tengo manera de saber si éste es mi fin o un nuevo comienzo: me he entregado a unos extraños porque es inevitable.
Subo y penetro en la oscuridad del interior; o en la luz.
NOTAS HISTÓRICAS SOBRE
EL CUENTO DE LA CRIADA
Transcripción parcial de las actas del Duodécimo Simposio de Estudios Gileadianos, celebrado como parte del Congreso de la Asociación Histórica Internacional que tuvo lugar en la Uni versidad de Denay, Nunavit, el 25 de junio de 2191.
Presidente: Profesora Maryann Crescent Moon (Maryann Luna Creciente) del Departamento de Antropología Caucasiana de la Universidad de Denay, Nunav it.
Orador inaugural: Profesor James Darcy Pieixoto, Director de los Archivos- del Siglo Veinte y Veintiuno, de la Universidad de Cambridge, Inglaterra.
CRESCENT MOON:
Estoy encantada de darles la bienvenida a todos, y satisfecha al comprobar que muchos de ustedes asisten al discurso sin duda fascinante y provechoso del Profesor Pieixoto. Los miembros de la Asociación Gileadiana de Investigación consideramos que este período merece un estudio más exhaustivo, en la medida en que fue responsable de la modificación del mapa del mundo, sobre todo en este hemisferio.
Pero antes de pasar a ello, quisiera hacer algunos anuncios. La expedición de pesca saldrá mañana, como estaba programado, y para aquellos que no hayan traído un adecuado equipo para la lluvia y repelente de insectos, les informo que pueden conseguirlos con cargo a su cuenta en la recepción. La Marcha de la Naturaleza y el Desfile al Aire Libre de Trajes de época han sido postergados para pasado mañana ya que nuestro infalible Profesor Johnny Running Dog (Johnny Perro Corredor) nos ha anunciado que para entonces se producirá un cambio del tiempo.
Permítanme recordarles el resto de las actividades patrocinadas por la Asociación Gileadiana de Investigación y que ustedes pueden realizar durante este congreso como parte de la programación de este Duodécimo Simposio. Mañana por la tarde, el Profesor Gopal Chatterjee, del Departamento de Filosofía Occidental de la Universidad de Baroda de la India, disertará sobre «Los elementos Krishna y Kali en la Religión Estatal del Período Primitivo de Gilead», y el jueves por la mañana intervendrá la Profesora Sieglinda Van Buren, del Departamento de Historia Militar de la Universidad de San Antonio, República de Texas. La Profesora Van Buren ofrecerá lo que, sin duda, será una fascinante conferencia ilustrada sobre «La Táctica de Varsovia: la Política de Cerco del Núcleo Urbano en las Guerras Civiles Gileadianas». Estoy segura de que todos querremos asistir.
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