Marc Levy - Siete Días Para Una Eternidad

Здесь есть возможность читать онлайн «Marc Levy - Siete Días Para Una Eternidad» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Siete Días Para Una Eternidad: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Siete Días Para Una Eternidad»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Por primera vez, Dios y el diablo están de acuerdo. Cansados de sus eternas disputas y deseosos de determinar de una vez por todas quién de los dos debe reinar en el mundo, deciden entablar una última batalla. Las reglas son las siguientes: cada uno de ellos enviará a la Tierra un emisario que contará con siete días para decantar el destino de la humanidad hacia el Bien o el Mal. Dios y Lucifer establecen que el enfrentamiento se producirá en la ciudad de San Francisco y eligen a sus mediadores. Dios escoge a Zofia, una joven competente, con el encanto de un ángel. Lucifer se decide por Lucas, un hombre atractivo sin ningún tipo de escrúpulos. La tarde de su primer día en la Tierra, los destinos de Zofia y Lucas se cruzan, pero para consternación de Dios y el diablo, el encuentro, lejos de provocar un altercado, toma unos derroteros insospechados.
Marc Levy nos ofrece una irresistible comedia romántica protagonizada por dos seres procedentes de mundos dispares que nunca deberían haberse encontrado, pero irremediablemente predestinados a hacerlo.

Siete Días Para Una Eternidad — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Siete Días Para Una Eternidad», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Acto seguido subió al primer piso. Reina la miró mientras subía la escalera; cuando desapareció de su vista, murmuró:

– ¡Te lo había dicho!

Mathilde dejó el periódico y miró a su amiga.

– ¿Has pasado un buen día?

– ¿Y tú? -contestó Zofia, dejando el bolso al pie del perchero.

– ¡Vaya respuesta! Claro que, viéndote la cara, la pregunta sobraba.

– Estoy cansada, Mathilde.

– Ven a sentarte en mi cama.

Zofia obedeció. Cuando se dejó caer sobre el colchón, Mathilde gimió.

– Lo siento -dijo Zofia, levantándose-. Y a ti ¿qué tal te ha ido el día?

– Ha sido apasionante -respondió Mathilde haciendo una mueca-. He abierto la nevera y he soltado un buen improperio, ya conoces mi sentido del humor…, eso ha hecho que un tomate se partiera de risa, y después me he lavado la cabeza con un champú al perejil.

– ¿Te ha dolido mucho hoy?

– Sólo durante la clase de aerobic. Puedes sentarte, pero con cuidado.

Mathilde miró por la ventana e inmediatamente añadió:

– ¡No, quédate de pie!

– ¿Por qué? -preguntó Zofia, intrigada.

– Porque vas a volver a levantarte enseguida -respondió Mathilde sin dejar de mirar hacia la calle.

– ¿Qué pasa?

– No puedo creer que te traiga otro -dijo Mathilde riendo.

Zofia dio un paso atrás con cara de sorpresa.

– ¿Está abajo?

– Es una monada. ¡Ojalá tuviera un hermano gemelo para mí! Te espera sentado en el capó del coche con flores. ¡Vamos, baja! -dijo Mathilde, ya sola en la habitación.

Zofia estaba en la calle. Lucas se puso de pie y le tendió un nenúfar rojo que sobresalía orgullosamente de un tiesto de barro.

– Sigo sin saber cuáles son tus flores preferidas, pero por lo menos ésta te incita a hablarme.

Zofia lo miró sin decir nada. Lucas avanzó hacia ella.

– Déjame por lo menos que te dé una explicación.

– ¿Una explicación de qué? -repuso ella-. No hay nada que explicar.

Le dio la espalda y entró en casa, se detuvo en medio del recibidor para dar media vuelta, salió de nuevo a la calle, se acercó a él sin pronunciar una sola palabra, se apoderó del nenúfar y volvió a entrar en casa. La puerta se cerró tras ella. Reina le cortó el paso y confiscó la flor acuática.

– Yo me ocupo de ella, y a ti, te doy tres minutos para subir a arreglarte. Coquetea y hazte la tiquismiquis, es muy femenino, pero no olvides que lo contrario de todo es nada. Y nada no es gran cosa… ¡Venga, rápido!

Zofia intentó replicar, pero Reina puso los brazos en jarras y dijo en un tono autoritario:

– ¡No hay «peros» que valgan!

Al entrar en sus habitaciones, Zofia fue directamente al ropero.

– No sé por qué, pero en cuanto lo he visto, he presentido que esta noche compartiría una cena ligera a solas con Reina -dijo Mathilde, admirando a Lucas a través de la ventana.

– ¡Ya está bien! -repuso Zofia, exasperada.

– Ya lo creo que está bien, ¡pero que muy bien!

– No me pinches, Mathilde, no es un buen momento.

Zofia descolgó la gabardina del perchero y se dirigió hacia la puerta sin despedirse de su amiga, que dijo en tono categórico:

– Las historias de amor siempre acaban arreglándose… salvo en mi caso.

– Para de una vez, ¿quieres? No tienes ni idea de lo que estás diciendo -repuso Zofia.

– Si hubieras conocido a mi ex, te habrías hecho una idea de lo que es el infierno. Vamos, vete y pásatelo bien.

Reina había puesto el nenúfar en una mesita. Lo miró atentamente y murmuró:

– ¡En fin!

Echando una mirada a su reflejo en el espejo de encima de la chimenea, se arregló apresuradamente los cabellos plateados y se dirigió sin hacer ruido a la entrada. Asomó la cabeza por la puerta y le dijo en voz baja a Lucas, que caminaba arriba y abajo por la acera:

– Ya sale.

Al oír los pasos de Zofia, se apresuró a entrar en sus habitaciones.

Zofia se acercó al coche malva en el que Lucas estaba apoyado.

– ¿Para qué has venido? ¿Qué quieres?

– Una segunda oportunidad.

– Nunca se tiene una segunda oportunidad para causar una primera impresión buena.

– Me encantaría demostrarte esta noche que eso es falso.

– ¿Por qué?

– Porque sí.

– Es una respuesta poco satisfactoria.

– Porque esta tarde he vuelto a Sausalito -dijo Lucas.

Zofia lo miró. Era la primera vez que percibía en él cierta fragilidad.

– Yo no quería que cayera la noche -prosiguió-. No, es más complicado. «No querer» siempre ha formado parte de mí; lo que resultaba extraño hace un rato era sentir lo contrario. ¡Por una vez he querido!

– ¿Has querido qué?

– Verte, oírte, hablar contigo.

– ¿Y qué más? ¿Que encuentre una razón para creerte?

– Deja que te lleve a cenar. No rechaces mi invitación.

– No tengo hambre -dijo ella, bajando los ojos.

– Nunca has tenido hambre. No soy sólo yo quien no lo ha dicho todo… -Lucas abrió la portezuela del coche y sonrió-. Sé quién eres.

Zofia lo miró fijamente y subió al coche.

Mathilde soltó la cortina, que se deslizó lentamente sobre el cristal. En el mismo momento, un visillo cubrió una ventana de la planta baja.

El coche desapareció al final de la calle desierta. Circulaban sin decir nada bajo una fina lluvia otoñal. Lucas conducía despacio; Zofia miraba hacia fuera, buscando en el cielo respuestas a las preguntas que se hacía.

– ¿Desde cuándo lo sabes? -preguntó.

– Desde hace unos días -respondió Lucas, incómodo, frotándose la barbilla.

– ¡Maravilloso! ¡Y durante todo este tiempo no has dicho nada!

– Tú tampoco has dicho nada.

– ¡Yo no sé mentir!

– Y yo no estoy programado para decir la verdad.

– Entonces, ¿cómo quieres que no piense que todo es un montaje, que has estado manipulándome desde el principio?

– Porque eso sería subestimarse. Además, podría ser a la inversa, todos los contrarios existen. La situación actual parece darme la razón.

– ¿Qué situación?

– Este bienestar desbordante y extraño. Tú y yo en este coche sin saber adonde ir.

– ¿Qué quieres hacer? -preguntó Zofia, con la mirada ausente vuelta hacia los peatones que caminaban por las aceras húmedas.

– No sé, ni idea. Estar a tu lado.

– ¡Para ya!

Lucas frenó en seco y el coche se deslizó sobre el asfalto mojado para acabar su carrera al pie de un semáforo.

– Te he echado de menos toda la noche y todo el día. He ido hasta Sausalito para pasear porque te añoraba, pero allí también te echaba de menos. Te añoraba y era una sensación agradable.

– Desconoces el significado de esas palabras.

– Sólo conocía su antónimo.

– ¡Deja de hacerme la corte!

El semáforo se puso en ámbar y después en verde, después otra vez en ámbar y después en rojo. Los limpiaparabrisas apartaban el agua imponiendo su ritmo al silencio.

– Yo no te hago la corte -dijo Lucas.

– Yo no he dicho que me la hicieras -repuso Zofia, moviendo vehementemente la cabeza-, he dicho que me la hacías. ¡Es distinto!

– ¿Y puedo continuar? -preguntó Lucas.

– Están haciéndonos señas con los faros.

– ¡Que esperen! ¡Está rojo!

– Sí, por tercera vez.

– No entiendo qué me pasa, claro que ya no entiendo nada, pero sé que me siento bien junto a ti y que esas palabras tampoco forman parte de mi vocabulario.

– Es un poco pronto para decir ese tipo de cosas.

– ¿Es que encima hay momentos para decir la verdad?

– ¡Sí, los hay!

– Pues entonces necesito urgentemente ayuda. Ser sincero es más complicado aún de lo que pensaba.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Siete Días Para Una Eternidad»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Siete Días Para Una Eternidad» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Siete Días Para Una Eternidad»

Обсуждение, отзывы о книге «Siete Días Para Una Eternidad» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x