John Updike - Terrorista

Здесь есть возможность читать онлайн «John Updike - Terrorista» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Terrorista: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Terrorista»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Ahmad ha nacido en New Prospect, una ciudad industrial venida a menos del área de Nueva York. Es hijo de una norteamericana de origen irlandés y de un estudiante egipcio que desapareció de sus vidas cuando tenía tres años. A los once, con el beneplácito de su madre, se convirtió al Islam y, siguiendo las enseñanzas de su rigorista imam, el Sheij Rashid, lo fue asumiendo como identidad y escudo frente a la sociedad decadente, materialista y hedonista que le rodeaba.
Ahora, a los dieciocho, acuciado por los agobios y angustias sexuales y morales propios de un adolescente despierto, Ahmad se debate entre su conciencia religiosa, los consejos de Jack Levy el desencantado asesor escolar que ha sabido reconocer sus cualidades humanas e inteligencia, y las insinuaciones cada vez más explícitas de implicación en actos terroristas de Rashid. Hasta que se encuentra al volante de una furgoneta cargada de explosivos camino de volar por los aires uno de los túneles de acceso a la Gran Manzana.
Con una obra literaria impecable a sus espaldas, Updike asume el riesgo de abordar un tema tan delicado como la sociedad estadounidense inmediatamente posterior al 11 de Septiembre. Y lo hace desde el filo más escarpado del abismo: con su habitual mezcla de crueldad y empatía hacia sus personajes, se mete en la piel del «otro», de un adolescente árabe-americano que parece destinado a convertirse en un «mártir» inmisericorde, a cometer un acto espeluznante con la beatífica confianza del que se cree merecedor de un paraíso de huríes y miel.

Terrorista — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Terrorista», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Sí, puedes reducir con la palanca que hay en el volante. Pero en esta parte de Jersey no hay tantos desniveles. No es que estemos en Virginia Occidental.

Charlie conoce los estados, es un hombre de mundo. Rodea la cabina y con un salto ágil, estirando los brazos como un mono, se sube al asiento del copiloto. Para Ahmad es como si alguien se hubiera metido en la cama con él. Charlie saca una cajetilla de cigarrillos medio roja del bolsillo de la camisa -de un tejido áspero y duro, parecido a la tela vaquera pero de color verde militar en vez de azul- y le da un diestro toquecito para que varios pitillos de filtro marrón asomen un par de centímetros. Le pregunta:

– ¿Para templar los nervios?

– Gracias, señor, pero no. No fumo.

– ¿De verdad? Sabia elección. Vivirás eternamente, campeón. Y déjate de señor, ni me trates de usted. Con «Charlie» basta. Bueno, vamos a ver cómo conduces este trasto.

– ¿Ahora mismo?

Charlie da un bufido, propiciando una detonación de humo en un extremo del ángulo de visión de Ahmad.

– No, la semana que viene. ¿Para qué has venido? No estés tan nervioso. Está chupado. Hay retrasados que lo hacen cada día, créeme. Esto no es ingeniería aeronáutica.

Son las ocho y media de la mañana. Demasiado temprano, siente Ahmad, para iniciarse. Pero si el Profeta confió su cuerpo al temible caballo Buraq , Ahmad puede también ascender al alto asiento negro, rajado, manchado y partido por los ocupantes anteriores, y conducir esta altísima caja naranja sobre ruedas. El motor, cuando la llave lo hace arrancar, ruge en un tono muy bajo, como si el combustible fuera una sustancia más espesa y grumosa que la gasolina.

– ¿Es diésel? -pregunta Ahmad.

Con un farfullo, a Charlie se le escapa más humo, que sigue brotando de lo más hondo de sus pulmones.

– ¿Estás de broma, chaval? ¿Alguna vez has conducido un diesel? Lo deja todo apestado y el motor tarda una eternidad en calentarse. Es imposible arrancar y pisar a fondo. A ver, debes tener en cuenta que no hay retrovisor sobre el salpicadero. Que no te entre el pánico si, mientras aún te estás acostumbrando, echas una mirada y no lo ves. Utiliza los retrovisores laterales. Otra cosa, recuerda que aquí todo tarda más: cuesta más rato frenar y aún más reanudar la marcha. Los semáforos no están para ganar carreras. Vaya, ni lo intentes. Es como una viejecita: no le pidas demasiado pero tampoco la subestimes. Aparta la vista por un momento de la carretera y te aseguro que puede matar. Bueno, no te asusto más. Vamos, dale. Espera: asegúrate de que pones marcha atrás. Hemos chocado más de una vez con la plataforma. El mismo conductor del que te he hablado antes. ¿Sabes lo que he aprendido con los años? No existe nada, por estúpido que parezca, que nadie no haya hecho alguna vez. Marcha atrás, tres maniobras y fuera. Estarás en la Calle Trece, luego sales a Reagan. No puedes girar a la izquierda. Hay una mediana de cemento pero, como te he dicho, hay cosas que por estúpidas que parezcan siempre hay alguien que las ha hecho, así que te aviso.

Charlie aún está hablando cuando Ahmad saca el camión lentamente hacia atrás, traza un semicírculo perfecto y, ya con la marcha correcta, abandona el solar. Descubre que, a esta altura del suelo, va flotando por encima de los techos de los coches. Cuando llega al cruce con el bulevar toma la curva demasiado cerrada, de modo que sube las ruedas traseras a la acera, pero apenas lo nota. Se siente transportado a otra escala, a otro plano. Charlie, atareado en apagar el cigarrillo en el cenicero del salpicadero, no dice nada de la sacudida.

Tras unas cuantas manzanas, los ojos de Ahmad se habitúan a saltar del retrovisor de la izquierda, el que tiene mayor ángulo de visión, al de la derecha. El reflejo naranja que entrevé del rótulo con ribetes brillantes de ambos lados del vehículo ya ha dejado de alarmarlo y se convierte en una parte más de sí mismo, como los hombros y los brazos que entran en su visión periférica cuando va andando por la calle. En sueños, desde la niñez, a veces volaba por pasillos, descendía casi a ras de tierra por las aceras, y a veces despertaba con una erección o, aún más vergonzoso, con una mancha húmeda en la entrepierna del pijama. En vano consultó el Corán para recibir consejos sexuales. Hablaba de la impureza, pero sólo en referencia a las mujeres: la menstruación y el amamantamiento de los bebés. En la segunda sura halló estas misteriosas palabras: «Vuestras mujeres son campo labrado para vosotros. ¡Id, pues, a vuestro campo como queráis, pero antes haced algo por el bien de vuestras almas! ¡Temed a Dios y sabed que Le encontraréis!». En la aleya previa, leyó que las mujeres son un mal. «¡Manteneos, pues, apartados de las mujeres durante la menstruación y no os acerquéis a ellas hasta que se hayan purificado! Y cuando se hayan purificado, id a ellas como Dios os ha ordenado. Dios ama a quienes se arrepienten. Y ama a quienes se purifican.» Ahmad se siente puro en el camión, desligado de las bajezas del mundo, de sus calles repletas de excrementos de perro y de trozos de plástico y papel barridos por el viento; se siente limpio y libre, haciendo volar como una cometa la caja naranja que aparece detrás, en los retrovisores.

– No adelantes si estás en la derecha -lo reprende de golpe Charlie, con voz aguda de alarma. Ahmad aminora, no se había dado cuenta de que estaba rebasando a los coches que tenía a su izquierda, en el carril de al lado de la mediana, compuesta de una ristra de pilones de seguridad, firmes, sucios, los postes de Jersey, como los llaman en este estado.

– ¿Por qué se llaman así? -inquiere-. ¿Qué nombre les han puesto en Maryland?

– No cambies de tema, campeón. Cuando llevas un camión no puedes estar ahí sentado y soñar despierto. En tus manos están la vida y la muerte, por no hablar de las reparaciones, que subirán las primas del seguro si haces el tonto. Nada de comer perritos calientes ni hacer el gilipollas con el teléfono móvil, como si esto fuera un coche. Eres más grande, por lo tanto tienes que ser mejor.

– ¿En serio? -Ahmad intenta pinchar al tipo, mayor que él, su hermano libanes americano, para que deje de estar serio-. Pero ¿no deberían apartarse los coches?

Charlie no se da cuenta de que Ahmad está de broma. Mantiene la vista fija en la carretera, a través del parabrisas, y dice:

– No seas idiota, chaval. ¿Cómo van a apartarse? Es como con los animales. ¿Verdad que no metes en el mismo saco a las ratas y los conejos que a los leones y los elefantes? ¿Verdad que no se puede comparar a Irak con Estados Unidos? Si eres más grande, más vale que seas mejor.

Esta nota política le suena a Ahmad extraña, ligeramente desafinada. Pero está de parte de Charlie, y sumisamente se deja llevar.

– Dios mío -dice Jack Levy-. De esto iba la vida. Ya lo había olvidado, y no esperaba que me lo volvieran a recordar.

Con esta cautela, en estas circunstancias, sin nombrarla, rinde cierto homenaje a su esposa, quien hace mucho tiempo tuvo su oportunidad de enseñarle de qué trataba la vida. Teresa Mulloy, que yace desnuda junto a él, está de acuerdo:

– Así es -pero entonces añade, guardándose las espaldas-: pero no dura mucho. -Su cara, con su forma redonda y sus ojos ligeramente saltones, está tan sonrojada que las pecas quedan camufladas, marrón claro sobre rosa.

– ¿Acaso hay algo que dure? -pregunta Jack.

En realidad, no es que ella pretendiera que él coincidiese con su salida un tanto brusca. Su rosácea soflama se intensifica hasta el color que viene después de un amago de rechazo, de la confrontación con lo indefensa que está en esta aventura sin porvenir, de lo que sucede tras otro novio casado. Él nunca dejará a su gorda Beth, y tampoco pretende que lo haga. Es veintitrés años mayor, y lo que ella necesita es un hombre que le dure para el resto de la vida.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Terrorista»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Terrorista» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


John Updike - Rabbit Redux
John Updike
John Updike - Rabbit, Run
John Updike
John Updike - Rabbit Remembered
John Updike
John Updike - El Centauro
John Updike
John Updike - S
John Updike
John Updike - The Centaurus
John Updike
John Updike - Rabbit Is Rich
John Updike
John Updike - Rabbit At Rest
John Updike
libcat.ru: книга без обложки
John Updike
Отзывы о книге «Terrorista»

Обсуждение, отзывы о книге «Terrorista» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x