Doris Lessing - Canta La Hierba

Здесь есть возможность читать онлайн «Doris Lessing - Canta La Hierba» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Canta La Hierba: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Canta La Hierba»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Un asesinato es el punto de arranque de esta novela publicada en 1950, la primera de Doris Lessing, autora galardonada con el premio Príncipe de Asturias de las letras. Situada en la Suráfrica segregacionista, Canta la hierba describe la historia de una mujer blanca en el seno de uña sociedad dividida por el color de la piel y en la que imperan la injusticia y la desesperación. Mary Turner, hija de unos pobres granjeros y nacida en África, se convierte en una joven urbana, trabajadora e independiente, hasta el día en que sorprende los cotilleos de sus amigas y decide que debe casarse para silenciarlos. Tras un periodo de angustiosa espera, conoce a un granjero que se enamora perdidamente de ella. Sin embargo, el matrimonio, la rutina de una granja aislada, las convenciones de la comunidad blanca y la relación con los nativos cambiarán su vida hasta límites insospechados.

Canta La Hierba — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Canta La Hierba», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Una vez relajada la tensión de escuchar cómo trabajaba, salió a mirar el cielo. No había una sola nube, era una bóveda baja de un azul sonoro, matizado por el color amarillento del humo que notaba en el aire. De la arenilla pálida que se extendía frente a la casa reverberaban oleadas de luz y aquí y allá crecían relucientes arbustos de poinsetias, que estallaban en franjas irregulares de un rojo vivo. Miró hacia los árboles, de un color marrón sucio, y hacia las hectáreas de hierba brillante y ondulada que se prolongaban hasta las colinas, difusas e indistintas. Los fuegos del veld ardían desde hacía semanas en muchos kilómetros a la redonda y podía notar el sabor del humo en la lengua. A veces caía sobre su piel un minúsculo fragmento de hierba carbonizada, dejando una mancha negra y grasienta. Columnas de humo se elevaban en la distancia, densos remolinos azulados que flotaban inmóviles, formando una complicada arquitectura en el aire estancado.

La semana anterior un incendio había asolado parte de su granja, destruyendo dos establos de vacas y hectáreas de pasto. Por donde el fuego había pasado, sólo quedaban extensiones de tierra ennegrecida, pero aún humeaban algunos troncos caídos, enviando tenues rizos de humo gris sobre el paisaje calcinado. Desvió la vista porque no quería pensar en el dinero perdido y vio frente a ella, en la curva del camino, nubes de polvo rojizo. Era fácil seguir el curso de aquella carretera porque los árboles que la bordeaban eran de color granate, como si estuvieran cubiertos de langostas. Contempló los surtidores de polvo, que parecían causados por un escarabajo que escarbara entre los árboles, y pensó: «¡Si es un coche!» Pocos minutos después comprendió que se dirigía hacia su casa y sintió pánico. ¡Visitas! Pero Dick ya le había advertido que iría gente a verla. Corrió a la parte trasera para decir al boy que preparase el té, pero no estaba allí. Eran las cuatro; recordó que media hora antes le había dicho que podía irse. Corrió, saltando sobre las ramas y trozos de corteza que rodeaban el montón de leña y, liberando el oxidado cerrojo de madera de la horcadura del árbol, golpeó el disco del arado. Diez resonantes golpes significaban que el boy era necesario en la casa. Entonces entró en la cocina. El fuego estaba apagado y era difícil de encender; y no había nada para acompañar el té. Como Dick no iba nunca a aquella hora, no se molestaba en hacer pasteles. Abrió un paquete de galletas y se miró el vestido. ¡No podían verla con aquellos harapos! Pero era demasiado tarde; el coche ya subía colina arriba. Salió corriendo a la parte delantera, retorciéndose las manos. Por su modo de comportarse, habríase dicho que vivía aislada desde hacía años y había perdido el hábito de la vida social, cuando en realidad era una mujer que durante muchísimo tiempo no había estado sola ni un minuto. Vio detenerse el coche y apearse de él a dos personas. El hombre era bajo, corpulento, muy rubio, y ella una mujer morena y maciza de rostro agradable. Les esperó, sonriendo con timidez en respuesta a sus semblantes cordiales. Y entonces, ¡con qué alivio vio el coche de Dick asomando por la cuesta! Le bendijo por aquella consideración de acudir en su ayuda en la primera visita. Había visto el reguero de polvo sobre los árboles y venido con la máxima celeridad posible.

El hombre y la mujer le estrecharon la mano y la saludaron. Pero fue Dick quien les invitó a entrar. Los cuatro se sentaron en la diminuta habitación, que parecía más pequeña que nunca. Dick y Charlie Slatter hablaban en un lado y ella y la señora Slatter en el otro. La señora Slatter era una mujer bondadosa que se compadecía de Mary por haberse casado con un inútil como Dick. Había oído decir que era una chica de la ciudad y sabía por experiencia propia lo difícil y solitaria que era aquella vida, aunque ella ya hacía tiempo que había pasado la fase de aclimatación. Ahora tenía una casa grande, tres hijos en la universidad y una existencia cómoda. Pero recordaba muy bien los sufrimientos y humillaciones de la pobreza. Miraba a Mary con auténtica ternura, evocando su propio pasado, y estaba dispuesta a ser su amiga. Pero Mary se mostraba rígida por el resentimiento, porque había sorprendido a la señora Slatter escudriñando la habitación, fijándose en los almohadones, el nuevo encalado y las cortinas.

– Qué bonito le ha quedado todo -dijo con espontánea admiración, sabiendo lo que significaba aprovechar sacos de harina teñidos para hacer cortinas y latas de gasolina pintadas para que sirvieran de alacenas. Pero Mary no supo interpretarla y fue incapaz de ablandarse. No tenía intención de hablar de su casa con la señora Slatter, que la trataba con condescendencia. Al cabo de unos momentos la señora Slatter miró con atención el rostro ruborizado de la muchacha y, con voz cambiada, formal y distante, empezó a hablar de otras cosas. Entonces el boy llevó el té y Mary volvió a avergonzarse de las tazas y la bandeja de hojalata. Trató de encontrar un tema que no tuviera relación con la granja. ¿Películas? Repasó los centenares que había visto durante los últimos años y no pudo recordar más que dos o tres títulos. Las películas que antes se le antojaban tan importantes, eran ahora un poco irreales; y de todos modos, la señora Slatter sólo iba al cine dos o tres veces al año, cuando estaba en la ciudad en una de sus raras visitas para ir de compras. ¿Las tiendas de la ciudad? No, aquello era también una cuestión de dinero y ella llevaba una bata de algodón de la que se sentía avergonzada. Miró a Dick para recabar su ayuda, pero éste sé hallaba enfrascado en su conversación con Charlie, discutiendo sobre cosechas, precios y -sobre todo- la mano de obra nativa. Siempre que se reúnen dos o tres granjeros, es obligado que sólo conversen sobre los inconvenientes y deficiencias de los nativos. Hablan de sus peones con una persistente irritación en la voz; puede gustarles algún nativo individual, pero como género, los aborrecen. Los aborrecen hasta la neurosis. Nunca dejan de lamentarse de la desgracia de tener que tratar con nativos siempre indiferentes a los intereses del hombre blanco, que sólo trabajan para entretener su ocio. No tienen idea de la dignidad del trabajo ni les interesa mejorar sus condiciones de vida por medio del esfuerzo.

Mary escuchaba, extrañada, aquella conversación masculina. Era la primera vez que oía hablar a dos hombres del cultivo de la tierra y se dio cuenta de que Dick lo hacía con avidez y se sintió un poco mezquina por saber tan poco acerca del tema y no poder aliviarle hablando con él de la granja. Se volvió hacia la señora Slatter, que guardaba silencio, ofendida porque Mary no aceptaba su simpatía y su ayuda. Por fin la visita llegó a su término, para desgracia de Dick y gran alivio de Mary. Los Turner salieron a despedirles y siguieron con la mirada al coche grande y lujoso mientras bajaba la colina y se adentraba entre los árboles levantando nubes de polvo rojo.

– Me alegro de que vinieran -dijo Dick-. Esto debe ser muy solitario para ti.

– No me siento sola -respondió Mary, fiel a la verdad. La soledad era, según ella, una necesidad de estar acompañada. Pero no sabía que también puede ser un imperceptible calambre del espíritu por falta de compañía.

– Sin embargo, te conviene hablar de temas femeninos de vez en cuando -observó Dick con torpe jocosidad.

Ella le miró, sorprendida; aquel tono era nuevo. Le vio con la mirada fija en el coche de Slatter y era una mirada nostálgica. No echaba de menos a Charlie, que no le resultaba simpático, sino la conversación, la charla masculina que le daba seguridad en sí mismo en sus relaciones con Mary. Se sentía como si le hubieran administrado una inyección de energía; tal había sido el efecto causado en él por aquella hora pasada en la pequeña habitación, los dos hombres en un lado, hablando de sus negocios, y las dos mujeres en el otro, hablando probablemente de vestidos y criados. Porque no había oído una sola palabra de lo que habían dicho la señora Slatter y Mary ni se había fijado en la tensión existente entre las dos.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Canta La Hierba»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Canta La Hierba» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Canta La Hierba»

Обсуждение, отзывы о книге «Canta La Hierba» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x