– Al final sólo quería tener un título universitario porque Ted no lo tenía -le dijo a Eddie
Thomas y Timothy se enorgullecieron de su graduación. -Me estaba preparando para dedicarme a escribir cuando murieron -le informó Marion-. Aquello acabó con mis aspiraciones
– ¿Eras escritora? -le preguntó Eddie-. ¿Por qué lo dejaste?
Ella le dijo que no podía encontrar inspiración en sus pensamientos más profundos cuando en lo único que pensaba era en la muerte de los chicos; no podía permitirse imaginar libremente, porque su imaginación la llevaba de una manera inevitable a Thomas y Timothy
– Y pensar que me gustaba estar a solas con mis pensamientos… -le dijo a Eddie, y añadió que dudaba de que a Ted le hubiera gustado alguna vez estar a solas con los suyos-. Por eso sus relatos son tan cortos y para niños, por eso no hace más que dibujar
Eddie, sin darse cuenta de lo harto que estaba de las hamburguesas, devoró una copiosa cena
– ¡Ni siquiera el amor puede frenar el apetito de un chico de dieciséis años! -observó Marion
Eddie se ruborizó. No tenía que haberle dicho cuánto la quería. Seguro que a ella no le había gustado
Y entonces Marion le contó que cuando colocó para él sobre la cama la rebeca de cachemira rosa y, sobre todo, mientras elegía el sujetador y las bragas y los depositaba en sus lugares respectivos ("para el acto imaginado", como ella le dijo), se había dado cuenta de que aquél era su primer impulso creativo desde la muerte de sus hijos, y también que había sido su primer y único momento de lo que ella llamaba "diversión pura". La supuesta pureza de esa diversión era discutible, pero Eddie nunca habría puesto en tela de juicio la sinceridad de las intenciones de Marion, y sólo hería levemente sus sentimientos que lo que para él era amor, para ella no pasara de "diversión". Incluso a los dieciséis años, debería haber comprendido mejor la advertencia que ella estaba haciéndole
Cuando Marion conoció a Ted, éste le dijo que "recientemente" había abandonado los estudios en Harvard y estaba escribiendo una novela. En realidad, habían pasado cuatro años desde su salida de Harvard, y estaba siguiendo unos cursos en una escuela artística de Boston. Siempre había sabido dibujar, y en ese campo se consideraba un "autodidacta". (Los cursos en la escuela de arte no eran tan interesantes para él como las modelos.)
Durante su primer año de matrimonio, Ted trabajó para un litógrafo, una tarea que detestó de inmediato
– Ted habría detestado cualquier trabajo -comentó Marion. No le gustaba la litografía ni el grabado, y le dijo a su mujer que ni el cobre ni la piedra eran sus materiales preferidos
Ted Cole publicó su primera novela en 1937, cuando Thomas tenía un año de edad y Marion todavía no estaba embarazada de Timothy. Las críticas fueron en general favorables, y las ventas estuvieron bastante por encima de la media para ser una primera novela. Ted y Marion decidieron tener un segundo hijo. Las críticas de la segunda novela, publicada en 1939, un año después de que Timothy naciera, no fueron ni favorables ni numerosas. Del segundo libro sólo se vendieron la mitad de ejemplares que del primero. La tercera novela de Ted, que se publicó en 1941, "un año antes de que nacieras", le recordó Marion a Eddie, apenas recibió críticas, y las pocas que tuvo fueron desfavorables. Las ventas fueron tan bajas que el editor de Ted se negó a darle las cifras definitivas. Y entonces, en 1942, cuando Thomas y Timothy tenían seis y cuatro años respectivamente, apareció El ratón que se arrastra entre las paredes. La guerra retrasaría las numerosas traducciones extranjeras, pero antes de que éstas llegaran estuvo claro que Ted Cole nunca más tendría que odiar un trabajo o escribir otra novela
– Dime -preguntó Marion a Eddie-, ¿no te da escalofríos saber que tú y El ratón que se arrastra entre las paredes nacisteis el mismo año?
– Sí, es verdad -admitió el muchacho
Pero ¿por qué habían pasado por tantas ciudades universitarias? Los Cole habían vivido a lo largo y ancho de Nueva Inglaterra
Desde el punto de vista del comportamiento, la vida sexual de Ted era desordenada. Ted le había dicho a Marion que las poblaciones universitarias eran los mejores lugares para educar a los hijos, pues la calidad de las escuelas locales era por lo general elevada, mientras que las actividades culturales y los acontecimientos deportivos en el campus eran estímulos para la comunidad. Además, Marion podría continuar su formación. Y en el aspecto social, añadió Ted, las familias de los profesores serían una buena compañía. Al principio Marion no reparó en la cantidad de madres jóvenes que figuraban entre aquellas esposas de profesores
Aunque Ted evitaba cualquier cosa que se pareciera a un auténtico trabajo en la universidad (aparte de que no estaba cualificado para desempeñar ninguno), cada semestre daba una conferencia sobre el arte de escribir y dibujar para niños. A menudo esas conferencias estaban patrocinadas conjuntamente por el departamento de bellas artes y el de lengua y literatura inglesas. Ted era siempre el primero en afirmar que, en su humilde opinión, el proceso de creación de un libro infantil no era un arte, y prefería llamarlo un oficio
Pero Marion observó que el verdadero "oficio" de Ted era su descubrimiento y seducción sistemáticos de las jóvenes madres más bonitas y más desdichadas entre las esposas de los profesores. De vez en cuando, una estudiante también caía en las redes de Ted, pero las madres jóvenes constituían una presa más vulnerable
No es infrecuente que las aventuras amorosas terminen de mala manera, y como los matrimonios de las más desdichadas de aquellas esposas de profesores ya eran frágiles de por sí, no resultaba sorprendente que muchas parejas se separasen definitivamente a causa de las aventuras románticas de Ted
– Y por eso siempre estábamos cambiando de residencia -le dijo Marion a Eddie
En las poblaciones universitarias encontraban con facilidad casas en alquiler. Siempre había profesores en excedencia y la tasa de divorcios era relativamente alta. El único hogar que los Cole habitaron durante un período de tiempo considerable fue una granja en New Hampshire; iban allí para pasar las vacaciones escolares, para ir a esquiar y durante uno o dos meses en verano. La casa pertenecía desde tiempo inmemorial a la familia de Marion
Cuando los chicos murieron, Ted sugirió marcharse de Nueva Inglaterra y dejar atrás cuanto les recordaba aquella región. El extremo oriental de Long Island era principalmente un centro veraniego y un retiro finisemanal para los neoyorquinos. A Marion le aliviaría no seguir viendo a sus viejos amigos.
– Un nuevo lugar, un nuevo hijo, una nueva vida -le dijo ella a Eddie-. Por lo menos ésa era la idea
A Marion no le sorprendía que las aventuras amorosas de Ted no hubieran disminuido desde que abandonó aquellas pequeñas ciudades universitarias de Nueva Inglaterra. A decir verdad, el número de sus infidelidades había ido en aumento, aunque no conllevaban ninguna pasión apreciable. Ted era adicto a las aventuras amorosas. Marion había hecho una apuesta consigo misma: la adicción de su marido a las seducciones, ¿sería más fuerte o más débil que su adicción al alcohol? (Apostó a que podría abandonar más fácilmente el alcohol.)
Marion explicó a Eddie que, en el caso de Ted, la seducción previa siempre duraba más que la aventura. Primero hacía los retratos convencionales, normalmente de la madre con su hijo, luego la madre posaba sola y, finalmente, lo hacía desnuda. Los desnudos revelaban una progresión determinada de antemano: inocencia, recato, degradación, vergüenza
– ¡La señora Vaughn! -exclamó Eddie, interrumpiéndola, al recordar las maneras sigilosas de aquella mujer menuda
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