Simon Scarrow - Roma Vincit!

Здесь есть возможность читать онлайн «Simon Scarrow - Roma Vincit!» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Roma Vincit!: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Roma Vincit!»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En el verano del año 43 d. C., la invasión romana de Britania se encuentra con un obstáculo inesperado: la desconcertante y salvaje manera que tienen los rudos britanos de enfrentarse a las disciplinadas tropas imperiales. La situación es desesperada, y quizá la inminente llegada del emperador Claudio para ponerse al frente de las tropas en la batalla decisiva sea el revulsivo que unos legionarios aterrados y desmoralizados necesitan.

Roma Vincit! — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Roma Vincit!», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Fuera de las tranquilizadoras paredes de turba, la noche rebosaba de una sensación de peligro inminente y Cato sintió que el cosquilleo de un escalofrío le recorría la espalda a causa de la tensión. Al mirar atrás vio el oscuro contorno de la alta empalizada que ya estaba demasiado lejos para servir de consuelo y su mano se deslizó hasta el pomo de su espada mientras avanzaba a grandes zancadas y sin hacer ruido por la crecida hierba. Unos cien pasos más adelante Cato aminoró la marcha al prever el primer alto y, en efecto, una voz surgió de la oscuridad desde muy cerca y una negra figura se alzó entre la hierba.

– ¡Alto ahí! ¡Identifíquese!

– Azules triunfadores -replicó Cato en voz baja. Utilizar su equipo de cuadrigas favorito como contraseña quizá no fuera muy original, pero era fácil de recordar.

– Pasa, amigo -respondió agriamente el centinela al tiempo que volvía a ponerse a cubierto. Seguro que era partidario del equipo rival, pensó Cato mientras seguía avanzando con sigilo. Al menos el hombre estaba alerta. Aquel puesto era el más peligroso de los turnos de vigilancia, y cualquier soldado que se quedara dormido allí estaba pidiendo que un explorador britano le cortara el cuello. Y sin duda los exploradores estaban ahí fuera. Tal vez Carataco hubiera retirado la fuerza principal de su ejército, pero el comandante britano sabía valorar un buen servicio de inteligencia y continuaba investigando las líneas romanas al amparo de la oscuridad. Durante las últimas semanas había tenido lugar más de una feroz refriega a altas horas de la noche.

Unos cien pasos más adelante, Cato empezó a buscar al próximo centinela. Se agachó, aminoró el paso y avanzó con mucho sigilo hacia el lugar donde debía encontrarse el soldado. Nadie le dio el alto y Cato levantó la mirada enseguida para comprobar que todavía se hallaba en línea con los terraplenes de su fuerte y los de Macro. Sí que lo estaba, y bastante cerca, y allí estaba la hierba pisoteada donde el centinela había permanecido en cuclillas. Pero no había rastro de él.

Cato se preguntó si debía llamarlo en voz alta. Cuando estaba a punto de hacerlo, le asaltó la terrible idea de que hubiera podido pasarle algo al centinela. ¿Y si un explorador britano lo había descubierto y lo había matado? ¿Y si el explorador todavía estaba allí cerca? Cato llevó la mano a la empuñadura de su espada y la desenvainó lentamente a la vez que crispaba el rostro ante el roce metálico de la hoja.

– No te muevas, optio -susurró una voz en un tono tan bajo que podría haberla confundido con el murmullo de la brisa al agitar la hierba de no ser porque casi no corría el aire. Al oírla, a Cato se le heló la sangre en las venas y luego sintió que la furia surgía en su interior. Aquella no era manera de dar el alto. ¿A qué demonios jugaba ese soldado?

– Por aquí, optio. Agáchate. -¿Qué es lo que ocurre? -le preguntó Cato también con un susurro.

– Tenemos compañía. Cato se agachó y, a gatas, se deslizó por la hierba en dirección a la voz del centinela. El centinela, Escaro, era uno de los reemplazos y Cato recordó que era un hombre con una buena hoja de servicios. Allí estaba, una forma oscura en cuclillas, con la jabalina sujeta de forma que no se viera. No llevaba un escudo que pudiera representarle una carga si tenía necesidad de echar a correr de vuelta al fuerte. Cato se arrastró hasta llegar a su lado.

– ¿Qué pasa? Escaro no respondió enseguida y por un momento permaneció completamente inmóvil, con la cabeza vuelta en una dirección, cuesta abajo hacia territorio enemigo. Levantó el brazo y señaló hacia las sombras de unos altos arbustos que crecían a medio camino en la pendiente.

– ¡Allí! Cato siguió la dirección de su dedo pero no vio otra cosa que quietud. Sacudió la cabeza en señal de negación.

– No veo nada. -No mires, escucha. El optio ladeó la cabeza y dirigió el oído hacia los arbustos, tratando de distinguir cualquier ruido extraño. Un único pájaro cuyo canto no reconoció repetía una y otra vez un melancólico reclamo al que un búho que andaba de caza sumó lacónicamente su suave ululato antes de quedarse bruscamente en silencio. Cato lo dejó correr. Fuera lo que fuera lo que allí hubiese, o se había marchado o lo más probable era que se tratara sencillamente de un producto de la imaginación de Escaro. Tomó nota mentalmente para asegurarse de que a partir de entonces a Escaro le asignaran únicamente servicio de guardia en la torre. En aquel preciso momento se oyó un resoplido proveniente de los arbustos. Un caballo.

– ¿Lo has oído? -Sí.

– ¿Quieres que baje a echar un vistazo?

– No. Esperaremos aquí A ver quién es.

Podría tratarse de un explorador romano que se hubiera perdido durante la patrulla y no fuera consciente de lo mucho que se había acercado a sus propias líneas. Así que esperaron, agazapados con rigidez y con los tensos sentidos aguzados por si captaban alguna otra señal del intruso. El búho volvió a ulular, esa vez más fuerte, y Cato estuvo a punto de maldecirlo cuando se oyó un alboroto debajo de ellos y una figura oscura se distanció de los matorrales: un hombre que llevaba un caballo Guió al animal cuesta arriba hasta que casi llegó a la altura de donde se encontraban Cato y Escaro, por lo que debió de pasar a unos tres metros de ellos. El jinete siguió avanzando con mucho cuidado por si el terreno tenía algún obstáculo que pudiera hacerle tropezar y llamar la atención, cosa que no quería. Las pisadas del caballo eran mucho más inconfundibles, pues seguía a su jinete con un amortiguado roce de firmes pasos, ajeno a la necesidad de que no los descubrieran. Cuando el jinete se encontraba a no más de unos seis metros, Cato le dio un suave codazo a Escaro y susurró: «Ahora».

El centinela se puso en pie de un salto, con el brazo que sostenía la jabalina alzado y retrocediendo con soltura hacia la posición de tiro al tiempo que gritaba el alto. Cato se desplazó a un lado con la espada desenfundada, dispuesto a pelear.

– ¡No se mueva e identifíquese! El jinete se echó atrás de un salto con un grito de alarma e hizo que el caballo respingara a un lado con un relincho asustado. El momento de sorpresa pasó en un instante y antes de que Cato o Escaro pudieran reaccionar, el jinete ya había subido a su montura y la espoleaba con un golpe de talones.

– ¡No dejes que se escape! -exclamó Cato. Hubo un movimiento poco claro y un escalofriante golpe sordo. el jinete lanzó un grito y por un instante se tambaleó en su silla. Entonces se dobló hacia un lado y, con la cabeza por delante, se cayó del caballo. La bestia retrocedió y casi estuvo a punto de caer de espaldas sobre su jinete antes de irse a un lado en el último momento y salir galopando cuesta abajo adentrándose en la noche. Se oyó un breve crujido en la hierba cuando Cato y Escaro echaron a correr hacia el jinete. Estaba tendido boca arriba y respiraba con dificultad, con el asta de la jabalina enterrada en su estómago. Gritó unas cuantas palabras en una lengua extraña antes de perder el conocimiento.

– ¿Quieres que lo mate, optio? -preguntó Escaro al tiempo que apoyaba el pie en el pecho de aquel hombre y le arrancaba la jabalina con un húmedo ruido de ventosa.

– No. -Cato estaba desconcertado por el lenguaje que había utilizado el individuo. No se parecía a ninguna de las lenguas celtas que él había oído-. -Échame una mano, llevémoslo a donde haya un poco de luz.

Escaro lo agarró por debajo de los hombros y Cato de los pies. Calculó las distancias relativas que había hasta su fuerte y hasta el del centurión.

– Vamos, ¡Macro querrá ver esto! el jinete era un hombre corpulento y ambos llevaron la incómoda carga con gran dificultad a lo largo de la colina y hacia el fuerte. Mientras se acercaban al portón, Cato tuvo tiempo para que el prematuro alto le produjera una gran satisfacción; sin duda los hombres de Macro estaban alerta y vigilaban con mucha atención.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Roma Vincit!»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Roma Vincit!» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Simon Scarrow - Arena
Simon Scarrow
Simon Scarrow - Son of Spartacus
Simon Scarrow
libcat.ru: книга без обложки
Simon Scarrow
Simon Scarrow - Gladiator
Simon Scarrow
Simon Scarrow - Praetorian
Simon Scarrow
Simon Scarrow - Young bloods
Simon Scarrow
Simon Scarrow - The Eagle In the Sand
Simon Scarrow
Simon Scarrow - The Eagles Prophecy
Simon Scarrow
Simon Scarrow - The Eagles Prey
Simon Scarrow
Simon Scarrow - When the Eagle hunts
Simon Scarrow
Simon Scarrow - The Eagles Conquest
Simon Scarrow
Отзывы о книге «Roma Vincit!»

Обсуждение, отзывы о книге «Roma Vincit!» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x