Penny Vincenzi - Reencuentro

Здесь есть возможность читать онлайн «Penny Vincenzi - Reencuentro» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Reencuentro: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Reencuentro»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una noche de 1987, alguien abandona a una niña recién nacida en el aeropuerto de Heathrow. Un año antes, tres chicas, Martha, Clio y Jocasta, se habían conocido por casualidad en un viaje y habían prometido volver a encontrarse, aunque pasará mucho tiempo antes de que cumplan la promesa. Para entonces, Kate, la niña abandonada, ya será una adolescente. Vive con una familia adoptiva que la quiere, aunque ahora Kate desea conocer a su madre biológica. Es decir, una de aquellas tres jóvenes, ahora mujeres acomodadas. Pero ¿qué la llevó a una situación tan desesperada?
La trama que desgrana este libro se sitúa allí donde confluyen entre estas cuatro vidas. Y es que Kate verá cumplido su deseo aunque, como enseñan algunas fábulas, a veces sea mejor no desear ciertas cosas…

Reencuentro — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Reencuentro», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿No te sentiste angustiada?

– No. Entonces no. Sólo sentí un gran alivio. Pensé «ya está a salvo, y se acabó», y eso fue lo que sentí. Sé que piensas que soy horrible, pero no sentí tristeza, ni esas cosas que se suponen. Más adelante, sí, pero entonces no.

– No creo que seas horrible -dijo Clio-. Sólo estoy triste por ti. Y te admiro muchísimo por ser tan valiente.

– Y entonces pensé: ahora puedo irme a casa. Aunque, claro, no podía, inmediatamente no. No me encontraba muy bien. Sangraba…, sangraba mucho. Fui al servicio y me duché, fue muy agradable, y después me senté arriba, en unos asientos, y dormí muchas horas. Me sentía bastante feliz, en realidad. Sabía que la niña estaba a salvo, y eso era lo más importante. Ya no tenía que preocuparme por ella. Y entonces empezó: sabía que tenía que quitármela de la cabeza y eso fue lo que hice.

– Y… ¿cuándo volviste a casa?

– Un par de días después, bueno cuatro, en realidad. Fui a un albergue en Hayes. Tenía el dinero justo y dormí mucho e intenté cuidarme…

– ¿Y tus padres no sospecharon nada?

– ¿Por qué tenían que sospechar? Cada día me sentía más segura. Sabía que ella estaba bien porque lo leí en los periódicos. Entonces lo enterré y lo enterré. Me esforcé mucho y lo conseguí. Y me convertí en la obsesa del control que tienes delante. Pero cuando estaba sola, en privado, de repente me acordaba de ella, me acordaba de cómo era, me acordaba de cuando la tuve en brazos, sobre todo en su cumpleaños, y eso era difícil, pero tampoco era del todo real. Era como si le hubiera pasado a otra, no a mí.

– ¿No deseabas contárselo a nadie?

– No, me daba un miedo terrible contarlo. Me aterraba intimar con nadie. Siempre he tenido pocas amigas. Con los hombres me sentía más segura. No era la clase de cosa que le contarías a un hombre.

– Supongo que sí. Oh, Martha, qué historia…

– Ya lo sé. Y después todas esas coincidencias extraordinarias que nos han juntado otra vez. Fue un día terrible, estaba corriendo y la vi en el periódico. El bebé abandonado, Bianca. Ese día me volví un poco… loca.

– ¿Y ahora?

– Ahora no lo sé -dijo Martha-. No tengo ni idea. Será el final de la vida que he llevado hasta ahora. Es un delito. Abandonar un bebé. Pueden caerte diez años en la cárcel. Y, peor que eso, soy candidata al Parlamento. Tienes que firmar un documento que dice que no hay nada en tu pasado que pueda causar problemas o vergüenza a tu partido.

– Sí -dijo Clio en voz baja-, sí, tienes razón. Martha, ¿el padre supo alguna vez algo?

– No -dijo ella enseguida-, absolutamente nada. No podía decírselo de ninguna manera. De ninguna manera. No quiero hablar de eso -dijo-. Lo siento.

– De acuerdo. Pero alguien tiene que hablar con Kate, Martha. Tiene que saberlo.

– Lo sé. Lo sé. ¿Cómo podemos hacerlo? ¿Quién va a decírselo?

– Yo creo que deberías decírselo tú -dijo Clio, con una extrema delicadeza.

Martha la miró.

– No creo que sea capaz -dijo.

Capítulo 35

– Pobrecilla, pobrecita mía.

La voz de Ed era muy cariñosa, y eso la ayudó a reunir el coraje para mirarlo a la cara. Su expresión era tierna, preocupada, no había juicio, ni asombro siquiera. Era como si acabara de decirle que había muerto una persona querida para ella. En cierto modo, Martha pensaba que era cierto: la fría, eficiente, hiperexitosa Martha había muerto, y en su lugar había una persona que nada tenía que ver con ella y muy asustada.

– Tendrás que decirme lo que debo hacer, Ed -dijo-. Por primera vez en mi vida no tengo ni idea. Ni idea.

– Lo intentaré -dijo-. Lo intentaré, te lo juro. Quiero conocer a tus amigos y hablar con ellos.

– Por supuesto. Se han portado muy bien conmigo. No me lo merezco, porque les he tratado fatal.

– Te diré lo primero que debes hacer -dijo Ed.

– ¿Qué?

– Dejar de crucificarte. No has cometido ningún crimen, moralmente no. Sabías que estaba a salvo, viste que se la llevaban, sabías que la cuidaban personas que estaban capacitadas para cuidarla. Y después de eso seguiste con tu vida. Llamarlo delito es sólo un tecnicismo.

– ¡Ed! Tienes una visión un poco sesgada. ¿Cómo crees que lo presentará la prensa? Me acusarán de bruja, de monstruo, de bruja despiadada. Eso es lo que llegará a la gente. Qué clase de mujer abandona a su bebé y no vuelve a interesarse por él. ¿Una buena y cariñosa? No lo creo.

– Creo que deberías verla -dijo Ed.

– ¿A Kate? No puedo, Ed. Cuando lo sepa, cuando se haya acostumbrado a la idea, puede, pero…

– No, a ella no. A esa mujer. A la tal Janet-como-se-lla-me. Descubrir qué piensa hacer si tu amigo no publica la noticia. Debe de ser un tipo estupendo -añadió-. Cualquier periodista ya lo habría sacado.

– Lo es. Es un encanto. Siempre me ha caído bien.

– Un encanto, ¿eh? No sé si me gusta eso.

– Oh, Ed. Nadie es tan encantador como tú.

Le miró y le sonrió con ternura.

– Te quiero -dijo simplemente-, de verdad, te quiero.

– Dios santo -exclamó Gideon-, pobrecilla, pobrecilla. Es una historia terrible, Jocasta. Hay que pensar lo que es mejor para Martha. Esta es una situación muy fea. Fea de verdad.

– Lo sé. No dejo de pensar en todas las personas a las que Martha debería decírselo, antes de que salga en la prensa amarilla.

– Nicholas no lo sacará en la prensa amarilla.

– No, él no. Pero los demás recogerán la noticia y se pondrán las botas. «La profesional despiadada que abandonó a su bebé» o «La madre sin corazón de la pequeña Bianca». No ayuda mucho que Kate se haya hecho tan famosa. Como noticia es un caramelo, no se puede negar.

– No lo niego, no. Pollock asesinará a Nick si se entera. ¿Alguien le ha preguntado a Martha si el padre lo sabe?

– No, supongo que no tiene la más remota idea de dónde está.

– O quién es.

– Creo que sí lo sabe, Gideon. Martha no es una ligona.

– Tampoco creías que abandonaría un bebé hasta hoy. Tú, más que nadie, Jocasta, sabes lo imprevisible que es la gente.

– Es verdad. Pero juraría que lo sabe. Me apostaría lo que fuera.

– No con mi dinero, por favor. Veamos, mi opinión es que debería enfrentarse a la señora Frean. Si tiene el valor necesario.

Sonó el teléfono de Jocasta. Lo miró.

– Hola, Martha, ¿cómo vas? ¿Qué? Es curioso; Gideon ha dicho lo mismo. Espera un momento… -Miró a Gideon-. Ed, el novio de Martha, dice lo mismo que tú.

– Entonces seguro que es un chico inteligente. ¿Piensa acompañarla?

– Seguramente. Martha, ¿va a ir Ed contigo?

– Dice que sí.

– Bien -dijo Jocasta-. A por ella.

– Hola, Martha, guapa. Qué alegría. Anoche quería llamarte, porque estuviste fabulosa. Absolutamente fabulosa. Felicidades.

Martha no se sorprendió demasiado. Empezaba a calar a Janet Frean.

– Muchas gracias, Janet. Oye, quería saber si podía pasar a verte.

– Hoy tengo muchas cosas que hacer y es fin de semana. ¿Qué te parece el lunes?

– Pero es que es muy urgente.

– ¿En serio? Pues tendrá que esperar. Lo siento.

– Pero, Janet, se trata…, ¿no sabes de qué se trata?

– No tengo ni idea. Pero este fin de semana no puedo verte. Ni hablar. Ni siquiera estaré en casa. Lo siento.

Martha miró a Ed.

– ¿Ahora qué hacemos?

Janet Frean colgó el teléfono y fue a buscar a su marido. Bob estaba sentado en el jardín, leyendo el Daily Telegraph.

– Bob, ¿te había dicho que el sábado por la noche estaría fuera?

– No lo sé. De todos modos, da igual, no tenemos ningún compromiso. ¿Cosas de trabajo, supongo?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Reencuentro»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Reencuentro» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Reencuentro»

Обсуждение, отзывы о книге «Reencuentro» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x