Isabel Allende - La Casa de los espíritus

Здесь есть возможность читать онлайн «Isabel Allende - La Casa de los espíritus» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La Casa de los espíritus: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Casa de los espíritus»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La Casa de los espíritus — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Casa de los espíritus», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

esfuerzo para interesarse otra vez en los estudios y él se volcó nuevamente a su tarea política, porque los acontecimientos estaban precipitándose y el país estaba jalonado por las luchas ideológicas. Miguel alquiló un pequeño departamento cerca de su trabajo, donde se juntaban para amarse, porque en el año que pasaron desnudos brincando por el sótano contrajeron ambos una bronquitis crónica que restaba una buena parte del encanto a su paraíso subterráneo. Alba ayudó a decorarlo, poniendo cojines caseros y afiches políticos por todos lados y hasta llegó a sugerir que podría irse a vivir con él, pero en ese punto Miguel fue inflexible.

— Se avecinan tiempos muy malos, mi amor–explicó-. No puedo tenerte conmigo, porque cuando sea necesario, entraré en la guerrilla.

— Iré contigo adonde sea–prometió ella.

— A eso no se va por amor, sino por convicción política y tú no la tienes–replicó Miguel-. No podemos darnos el lujo de aceptar aficionados.

A Alba aquello le pareció brutal y tuvieron que pasar algunos años para que pudiera comprenderlo en toda su magnitud.

El senador Trueba ya estaba en edad de retirarse, pero esa idea no le pasaba por la cabeza. Leía el periódico del día y mascullaba entre dientes. Las cosas habían cambiado mucho en esos años y sentía que los acontecimientos lo sobrepasaban, porque no pensó que iba a vivir tanto como para tener que enfrentarlos. Había nacido cuando no existía la luz eléctrica en la ciudad y le había tocado ver por televisión a un hombre paseando por la luna, pero ninguno de los sobresaltos de su larga vida lo habían preparado para enfrentar la revolución que se estaba gestando en su país, bajo sus propias barbas, y que tenía a todo el mundo convulsionado.

El único que no hablaba de lo que estaba ocurriendo, era Jaime. Para evitar las peleas con su padre había adquirido el hábito del silencio y pronto descubrió que le resultaba más cómodo no hablar. Las pocas veces que abandonaba su laconismo trapense era cuando Alba iba a visitarlo en su túnel de libros. Su sobrina legaba en camisa de dormir, con el pelo mojado después de la ducha, y se sentaba a los pies de su cama a contarle asuntos felices, porque, tal como ella decía, él era un imán para atraer los problemas ajenos y las miserias irremediables, y era necesario que alguien lo pusiera al día sobre la primavera y el amor. Sus buenas intenciones se estrellaban con la urgencia de discutir con su tío todo lo que la preocupaba. Nunca estaban de acuerdo. Compartían los mismos libros, pero a la hora de analizar lo que habían leído, tenían opiniones totalmente encontradas. Jaime se burlaba de sus ideas políticas, de sus amigos barbudos y la regañaba por haberse enamorado de un terrorista de cafetín. Era el único en la casa que conocía la existencia de Miguel.

— Dile a ese mocoso que venga un día a trabajar conmigo en el hospital, a ver si le quedan ganas de andar perdiendo el tiempo con panfletos y discursos–decía a Alba.

— Es abogado, tío, no médico–replicaba ella.

— No importa. Allá necesitamos cualquier cosa. Hasta un fontanero nos sirve.

Jaime estaba seguro que triunfarían finalmente los socialistas, después de tantos años de lucha. Lo atribuía a que el pueblo había tomado conciencia de sus necesidades y de su propia fuerza. Alba repetía las palabras de Miguel, que sólo a través de la guerra se podía vencer a la burguesía. Jaime tenía horror de cualquier forma de extremismo y sostenía que los guerrilleros sólo se justifican en las tiranías, donde no queda más remedio que batirse a tiros, pero que son una aberración en un país donde los cambios se pueden obtener por votación popular.

— Eso no ha ocurrido nunca, tío, no seas ingenuo–replicaba Alba-. jamás dejarán que ganen tus socialistas!

Ella trataba de explicar el punto de vista de Miguel: que no se podía seguir esperando el lento paso de la historia, el laborioso proceso de educar al pueblo y organizarlo, porque el mundo avanzaba a saltos y ellos se quedaban atrás, que los cambios radicales nunca se implantaban por las buenas y sin violencias. La historia lo demostraba. La discusión se prolongaba y ambos se perdían en una oratoria confusa que los dejaba agotados, acusándose mutuamente de ser más testarudos que una mula, pero al final se daban las buenas noches con un beso y quedaban ambos con la sensación de que el otro era un ser maravilloso.

Un día a la hora de la cena, Jaime anunció que ganarían los socialistas, pero como hacía veinte años que pronosticaba lo mismo, nadie le creyó.

— Si tu madre estuviera viva, diría que van a ganar los de siempre–le respondió el senador Trueba desdeñosamente.

Jaime sabía por qué lo decía. Se lo había dicho el Candidato. Hacía muchos años que eran amigos y Jaime iba a menudo a jugar ajedrez con él en la noche. Era el mismo socialista que había estado postulando a la Presidencia de la República desde hacía dieciocho años. Jaime lo había visto por primera vez a espaldas de su padre, cuando pasaba en medio de una nube de humo en los trenes del triunfo, durante las campañas electorales de su adolescencia. En aquellos tiempos el Candidato era un hombre joven y robusto, con mejillas de perro cazador, que gritaba exaltados discursos entre las pifias y la silbatina de los patrones y el silencio rabioso de los campesinos. Era la época en que los hermanos Sánchez colgaron en el cruce de los caminos al dirigente socialista y que Esteban Trueba azotó a Pedro Tercero García delante de su padre, por repetir ante los inquilinos las perturbadoras versiones bíblicas del padre José Dulce María. Su amistad con el Candidato nació por casualidad, un domingo en la noche que lo mandaron del hospital a atender una emergencia a domicilio. Llegó a la dirección indicada en una ambulancia del servicio, tocó el timbre y el Candidato en persona abrió la puerta. Jaime no tuvo dificultad en reconocerlo, porque había visto su imagen muchas veces y porque no había cambiado desde que lo viera pasar en su tren.

— Pase, doctor, lo estamos esperando–saludó el Candidato.

Lo condujo a la habitación de servicio, donde sus hijas intentaban ayudar a una mujer que parecía estar asfixiándose, tenía la cara amoratada, los ojos desorbitados y una lengua monstruosamente hinchada que le colgaba fuera de la boca.

— Comió pescado–le explicaron.

— Traigan el oxígeno que está en la ambulancia–dijo Jaime mientras preparaba una jeringa.

— Se quedó con el Candidato, los dos sentados al lado de la cama, hasta que la mujer empezó a respirar normalmente y pudo meter la lengua dentro de su boca. Hablaron del socialismo y de ajedrez y ése fue el comienzo de una buena amistad. Jaime se presentó con el apellido de su madre, que siempre usaba, sin pensar que al día siguiente los servicios de seguridad del Partido entregarían al otro la información de que era hijo del senador Trueba, su peor enemigo político. El Candidato sin embargo, nunca lo mencionó y hasta la hora final, cuando ambos se estrecharon la mano por última vez en el fragor del incendio y de las balas, Jaime se preguntaba si alguna vez tendría el valor de decirle la verdad.

Su larga experiencia en la derrota y su conocimiento del pueblo, permitieron al Candidato darse cuenta antes que nadie que en esa ocasión iba a ganar. Se lo dijo a Jaime y agregó que la consigna era no divulgarlo, para que la derecha se presentara a

las elecciones segura del triunfo, arrogante y dividida. Jaime replicó que aunque se lo dijeran a todo el mundo, nadie iba a creerlo, ni los mismos socialistas, y para probarlo se lo anunció a su padre.

Jaime siguió trabajando catorce horas diarias, incluso los domingos, sin participar en la contienda política. Estaba acobardado por el rumbo violento de aquella lucha, que estaba polarizando las fuerzas en dos extremos, dejando al centro sólo un grupo indeciso y voluble, que esperaba ver perfilarse al ganador para votar por él. No se dejó provocar por su padre, que aprovechaba todas las ocasiones en que estaban juntos para advertirlo sobre las maniobras del comunismo internacional y el caos que azotaría a la patria en el caso improbable que triunfara la izquierda. La única vez que Jaime perdió la paciencia fue cuando una mañana encontró la ciudad tapizada de afiches truculentos donde aparecía una madre barrigona y desolada, que intentaba inútilmente arrebatar su hijo a un soldado comunista que se lo llevaba a Moscú. Era la campaña del terror organizada por el senador Trueba y sus correligionarios, con ayuda de expertos extranjeros importados especialmente para ese fin. Aquello fue demasiado para Jaime. Decidió que no podía vivir bajo el mismo techo que su padre, cerró su túnel, se llevó su ropa y se fue a dormir al hospital.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Casa de los espíritus»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Casa de los espíritus» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La Casa de los espíritus»

Обсуждение, отзывы о книге «La Casa de los espíritus» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x