Array Array - Atlas de geografía humana
Здесь есть возможность читать онлайн «Array Array - Atlas de geografía humana» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на русском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Atlas de geografía humana
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Atlas de geografía humana: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Atlas de geografía humana»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Atlas de geografía humana — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Atlas de geografía humana», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
—Ya, pero… ¿Y yo qué hago?
—Pues nada, de momento nada, esperarme. Mañana, lo primero que hago al llegar a la oficina es pasarme por Contabilidad, a preguntar, tú tranquilo.., Y si hace falta, hablo con Fran y que monte un pollo. Tampoco sería la primera vez.
—No, eso es verdad.
Si me atreví a ir más allá, fue porque estaba tan convencida de que confiaba en mí como de que mi discurso todavía no había logrado serenarle del todo.
—Y otra cosa, Foro. Si necesitas dinero adelantado para el alquiler, o… para lo que sea, dímelo. Yo te lo dejo encantada.
—Ni hablar, ni hablar, ni hablar, ni hablar—mi oferta había aportado una garantía suficiente para que el viejo pájaro mojado que piaba en mi oído un par de segundos antes se hubiera disuelto ya en beneficio del vehemente, cortés y alcoholizado caballero al que estaba acostumbrada—. Eso ni me lo vuelvas a decir, que me enfado.
—¿Cómo que no? —insistí, de todas formas, porque me daba mucha rabia saber que en emergencias como aquélla no le quedaba más remedio que tirar de los ahorros que juntaba milagrosamente para pagar la carrera de su hijo, y porque mis palabras, además, eran sinceras—. De verdad, tío, que no me importa, van a ser unos días solamente. Estos hijos de puta retienen los pagos porque deben tener el dinero invertido a plazo por semanas, o a lo mejor hasta por días, vete tú a saber…
—¡Que no! —él también insistió, fingiendo un teatral acceso de rudeza antes de instalarse en una
concupiscencia zumbona que me advirtió que por fin había logrado convencerle—. Nunca he consentido que las mujeres me mantengan a cambio de nada. Si necesitaras algo, ya sería otra cosa… Podríamos estudiarlo.
—¡Pues sí —reí, y él me acompañó en la otra punta de la línea—, era lo que me faltaba, a mí, reconocer que necesito otra cosa! ¡Estás hecho un viejo verde…! Bueno, ven a verme mañana, como a las once, ¿vale? Y otra cosa. ¿Estás bien?
—No estoy demasiado mal. ¿Y tú?
—Yo también podría estar peor.
Y sin embargo, cuando colgué el teléfono ya me había indignado a fondo. De todas las catástrofes inevitablemente aparejadas a la edad que mi madre disfrutaba prediciendo para mí cuando yo era apenas una adolescente, ésta es la única que no se ha cumplido en el plazo previsto. Me he inflado de hacer tonterías con mi vida, me he arrepentido de no haber estudiado en la universidad, he llorado amargamente por desperdiciar mi juventud al lado de un hombre equivocado, debería haber conocido a otros chicos antes de ennoviarme con el primero que se me cruzó, nada me consuela por haberme casado tres semanas después de conquistar la mayoría de edad, el peor error de cuantos podía cometer fue largarme a vivir al extranjero de recién casada, jamás debería haber tenido un hijo tan joven, eso sí, toda eso sí, lo admito, lo reconozco, lo padezco, pero, a cambio, aún me sigo indignando con una facilidad asombrosa, me paso media vida indignada, y lo celebro, porque no dispongo de ningún otro indicio para sospechar que mi vida, yo misma, quizás también otras cosas en este mundo, tenemos arreglo. El día que por fin deje de indignarme, me habré muerto o habré empezado a estar de acuerdo con lo que soy, es decir, seré feliz. Sólo la milagrosa perspectiva de la segunda hipótesis compensa el riesgo incalculablemente atroz de la primera.
Nadie que esté acostumbrado a vivir sin hacer números, a ofrecerse a pagar rondas de cerveza sin tener que pensarlo dos veces, a dejar que los días pasen apaciblemente en pos del último de cada mes, en la inconmovible certeza de que esa fecha coincidirá con el ingreso de una nueva, flamante, rotunda nómina en su cuenta corriente del banco, puede imaginar siquiera la secreta angustia que hace envejecer deprisa a los colaboradores. Nadie que no haya sentido que sus piernas se aflojan a cada paso mientras avanza por un pasillo siempre largo y de repente brevísimo, para percibir después que la saliva ha abandonado repentinamente su boca, y carraspear de rabia al divisar una ventanilla de marcos metálicos antes de saludar, con una cortesía forzada más propia de las súplicas, a cualquier empleadillo con cara de mala leche —siempre están de mala leche, como si quisieran aparentar que el dinero que pagan es suyo, bien instalados en el más puro, abyecto grado de la gusanidad—, puede siquiera sospechar lo humillante que resulta tener que reclamar, con un mes, o dos, o tres meses de retraso, un dinero viejo y casi siempre gastado de antemano, que ya ni siquiera hace ilusión cobrar. Yo, en cambio, he tenido que afrontar ese viaje tantas veces antes de ganarme a pulso, como casi todo el mundo en esta profesión, un contrato de obra en condiciones aceptables, que no puedo perdonar la brutal desmemoria de quienes, en mi misma situación, son incapaces de mover un dedo para que sus colaboradores cobren a tiempo. Rosa, que también sabe lo que significa vivir a cuenta de facturas atrasadas, se mostró en cambio dispuesta a colaborar conmigo desde el primer momento. En mi departamento, los fotógrafos que trabajan por su cuenta cobran antes que los archivos independientes, y éstos, antes que los que pertenecen a editoriales de la competencia. O eso es lo que intentamos, por lo menos. Y si me indigné tanto después de tranquilizar a Foro, fue porque estaba segura de que la cadena no se había roto en Fran.
Doña Francisca Antúnez, un nombre temible, inmediato a la cúspide en el gigantesco organigrama que preside el vestíbulo, es una mujer bastante particular, como deben de serlo, supongo, todas las personas que habitan en la exacta intersección de media docena de contradicciones perpetuas. La conozco desde hace muchos años y apenas conozco algo de ella, pero siempre he sospechado que sería mucho más feliz si le hubiera tocado vivir una vida distinta, cualquier otra vida que sería más fácil siendo más difícil, más cómoda siendo más dura, más
afortunada siéndolo muchísimo menos que la que le ha tocado vivir en realidad. Sin embargo, no me extrañaría tropezarme con alguien que opinara exactamente !o contrario, porque el saldo de cualquier batalla de resultado eternamente incierto consiste siempre en esa precisa dosis de ambigüedad que define a Fran —como está obligado a llamarla todo el mundo, botones, secretarias y porteros incluidos— por dentro y por fuera, más que cualquier otro rasgo.
Desgarbada más que alta, huesuda más que delgada, nadie que haya dispuesto de tantas oportunidades para parecerse a una garza logra evocar tan certeramente la silueta de una cigüeña patosa. Siempre parapetada tras el precio de una ropa excelente y excelentemente escogida —en la que sin embargo parece buscar refugio, más que esa complaciente seguridad que fabrica a una mujer elegante—, su rostro anguloso, de rasgos duros, casi masculinos, se derrumba a veces sin aparentarlo. Entonces sus ojos, unos ojos en cambio muy bonitos y muy dulces, se agrandan durante un instante, contagiándose de la líquida indecisión que esmalta los ojos de los niños que están a punto de echarse a llorar, pero Fran no llora nunca. A cambio, sus labios se tensan mientras multiplican sus órdenes, más tajantes, más inapelables, más molestas de lo habitual. Hay gente, escasa pero sincera, que la encuentra atractiva. Son más los que dicen que es fea, aun reconociendo que ese adjetivo no le cuadra exactamente, pero estoy segura de que la mayoría de las personas que la conocen serían incapaces de clasificarla en una categoría convencional, y no sólo en lo que respecta a su aspecto. Nunca he trabajado para nadie que estuviera tan empeñado en mandar tanto y que, al mismo tiempo, pareciera tan incómodo en la tarea de mandar. Nunca un empresario de izquierdas se ha dejado tanto el alma en seguir siendo a la vez empresario y de izquierdas, sufriendo como ella sufre en el trance de ser fiel a un proyecto tan exótico, y a la vez, a su familia y a su marido, abogado laboralista —fundador y propietario de un despacho donde trabajan por lo menos veinte abogados laboralistas más—, listísimo, rojísimo y riquísimo, que resolvió todos sus conflictos de un plumazo hace un montón de años dejando de tratar, en primer lugar, a la familia de su mujer, con la única excepción de su suegro, que tampoco se habla con sus hijos varones. Cuando Fran menciona el nombre de su marido, baja la voz, como si tuviera miedo de desgastarlo. Su amor por él, después de tantos años, me parece tan monstruosamente prodigioso, tan prodigiosamente envidiable, que me basta para perdonarle casi cualquier cosa, incluso en los días peores. Sus hermanos ya son otro tema.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Atlas de geografía humana»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Atlas de geografía humana» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Atlas de geografía humana» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.