Él y el camarada Montaraz estaban más que nunca al frente de Amanecer y de la emisora de radio. Pero resultó que las consignas que llegaban de Madrid eran contradictorias. Por un lado, los NO-DO habían cambiado su imagen. Hitler iba desapareciendo de ellos y empezaba a aparecer Churchill con la V de la victoria. Asimismo, el delegado nacional de Prensa, Juan Aparicio, había llamado por teléfono a Mateo diciéndole que destacara en primera página de Amanecer las victorias norteamericanas en el Pacífico, especialmente la toma de Saipan, donde habían muerto todos los japoneses y los pocos que sobrevivieron se habían hecho el harakiri. Contrastando con todo ello, y puesto que las Fiestas de la Vendimia de Cádiz habían sido ofrecidas a Inglaterra, le ordenaba a Mateo que "no destacara dicha oferta y, sobre todo, que se abstuviera de citar a Shakespeare o a algún otro personaje inglés".
Ángel se puso de parte de su madre, María Fernanda. "Digas lo que digas, papá, la cosa está al borde de la hecatombe y no sé lo que va a ocurrir. Ya sabéis que no tengo la menor confianza en el pueblo español y que yo no quería regresar del exilio. Aquí estamos, expuestos a cualquier cosa. Claro que don Juan, en efecto, con su autoridad moral en Inglaterra podría ser la solución".
Su padre se ponía furioso y entonces Ángel, con su clásica sangre fría dejaba que se desahogase y luego se iba al estudio-ático que tenía cerca de la Dehesa, teñida de oro por el otoño, o telefoneaba a Adela diciéndole: "Puedo pasar un momento o hay moros en la costa?". Casi nunca había moros, de forma que el muchacho aceleraba el paso como anteriormente lo había hecho Ignacio.
Por fortuna, ocurrió algo que supuso una inyección salvadora para los camaradas Montaraz y Mateo: concentración de 3 500 ex combatientes en Guadalajara y de otras tantas militantes de la Sección Femenina en El Escorial. Los dos primeros partieron como flechas al lugar indicado -Marta y sus acompañantes se marcharon por su cuenta-, conduciendo Miguel Rosselló, quien había llegado a la conclusión, y así lo había declarado, que la forma de los nuevos coches norteamericanos superaba en belleza a la Venus de Milo y a la Victoria de Samotracia.
En Guadalajara, al encontrarse juntos, cantando los mismos himnos, los 3 500 ex combatientes -Mateo calculó que llegaban a los 4000-, una oleada de optimismo les invadió a todos y por unas horas abandonaron sus dudas y desencantos. "Por qué nos hemos quedado en tres mil quinientos o en cuatro mil? -se quejaba el gobernador-. Deberíamos ser cien mil, o doscientos mil! Eso hubiera sido una auténtica demostración de fuerza". "Para qué? -comentaba Mateo-. Todo el mundo sabe que cada uno de nosotros representa a veinticinco o a cincuenta".
Arrese, secretario general de la Falange, pronunció un discurso en el que habló de la perennidad de la Falange, preparada como siempre para lo que pudiera ocurrir. Pero el amo de la concentración fue el ministro de Trabajo, camarada Girón. "Desde mi puesto de mando os doy mi palabra de que no nos desviaremos un ápice de la ruta que nos hemos trazado. Estamos en la vanguardia del mundo en cuanto a las conquistas de los productores y esto es sólo el comienzo. Junto con Portugal, seremos el ejemplo para los demás países, que al término de la guerra nos querrán imitar".
Girón era un gigante. Causaba, en efecto, una tremenda impresión de vigor y robustez. Gracias al camarada Montaraz, Mateo pudo saludarle un momento y al estrecharle la mano sintió como si una savia renovadora actuara sobre sus circuitos de energía, como los llamaba Moncho.
– Y la guerra?
– Confianza! Todavía no se ha dicho la última palabra… Y si al final nos resulta adversa, nosotros continuaremos en nuestro puesto, fieles al Caudillo y en lo alto las estrellas.
Aquél era el lenguaje que Mateo echaba de menos.
– Qué debernos hacer -preguntó Mateo-, en nuestras respectivas áreas de actividad?
– En vuestra rica Gerona, que os prometo que visitaré, distraer a la gente y darle noticias agradables… La gente no quiere discursos, sino pequeñas alegrías. Y no hacerse mala sangre con las murmuraciones y los chistes alusivos. Ahora mismo, con esa canción de La casita de papel se alude a las Viviendas Protegidas.
Pues bien. Que canten, que canten! Las casitas, que no son de papel, seguirán en pie.
No dio tiempo para más. A Girón lo 'reclamaba todo el mundo. Se dieron un abrazo y el camarada Montaraz y Mateo se quedaron unos minutos extasiados viendo aquel mar de camisas azules. Ciertamente, era un mar. Con muchos ex divisionarios y muchos mutilados. Había acudido por cuenta propia el delegado de Sindicatos, Jesús Revilla, con su ojo de cristal. Nadie se dio cuenta. Faltaban piernas y brazos. Nadie se daba cuenta. Cada pieza era completa en sí misma. Las cámaras de cine filmaban aquello. Seguro que sacarían una copia para el NO-DO… y otra copia para Roose velt. Para que Roosevelt viera la verdad de España y en lo alto las estrellas.
Antes del regreso se enteraron de que se iba a constituir la Guardia de Franco. Un cuerpo de élite, formado por los más leales. La selección sería difícil. Una guardia pretoriana que, llegado el caso, defendería a aquel que, una vez más, se aprestaba a salvar a España de la saña de sus enemigos.
* * *
Llegados a Gerona, los camaradas Montaraz y Mateo abrazaron a sus mujeres. "No podéis imaginaros! Ha sido colosal!". Mateo hizo revelar una fotografía en la que se le veía abrazado a Girón. La enmarcó y la puso debajo del pájaro disecado.
Luego, manos a la obra. Pocos discursos, pequeñas alegrías y buenas noticias. Buenas noticias? Había muchas. El Atlético de Bilbao se había proclamado campeón de la Copa del Generalísimo, lo que alegró mucho a Carmen Elgazu. En Arganda del Rey se inauguró una emisora gigante, con potencia para ser oída incluso desde Rusia. En Torrelavega, puesta en marcha de una gran fábrica de fibras textiles, que produciría diez mil kilos diarios de fibra artificial. Un doctor escasamente conocido, llamado Cabrera Díaz, había donado al Instituto Nacional de Entomología su colección de medio millón de insectos himenópteros, "única en el mundo". Se había constituido la Federación Colombófila Española. En el café Nacional, Grote comentó: "A lo mejor con las palomas podemos mandar los puntos de Falange a los frentes de combate". Saltó al mercado una nueva marca de cigarrillos, Tritón, seudorrubios, que hizo las delicias de los fumadores no habituados al hierbajo-picadura servido por la Tabacalera. Por si fuera poco, Franco declaró que se estaba intensificando el cultivo del tabaco en toda España con el propósito de conseguir la total autarquía en este ramo. Etcétera. Por desgracia, en Córdoba no pudieron gozar en exceso de tales noticias porque habían alcanzado los 66 grados al sol y los 46 a la sombra.
En los cines habían llegado las primeras películas en color!: Agfacolor. Los títulos eran sabrosos: Las cuatro plumas, las películas exóticas de Sabú y las de dibujos animados de Walt Disney: el pato Dónala, el perro Pinto, Dumbo, el ratón Mickey, Bam bi, etc. Eloy descubrió que en el mundo existía algo más que el fútbol: el cine en color, los dibujos animados. Félix Reyes le diseñó y pintó unas cuantas travesuras del ratón Mickey y Eloy los clavó con chinchetas en su cuarto, en la pared, al lado de una Virgen de Begoña, iluminada y fosforescente, que le había regalado Carmen Elgazu. Eloy se aficionó también a ciertos tebeos. Casi tanto como la gente mayor, como, por ejemplo, los productores de los hermanos Costa, los funcionarios, los jubilados, que tomaban el sol y reencontraban su niñez. A Eloy le gustaba mucho Flechas y Pelayos, dirigido patrióticamente por fray Justo Pérez de Urbel.
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