La tertulia se acabó. Tiempo tendrían de conversar, de confrontar opiniones, de comentar la guerra, la paz y de censurar la suciedad de Gerona, pese a los esfuerzos del camarada Montaraz. Por de pronto ya se habían conocido, por más que Pilar había visto ya muchas fotos de Ana María -fotos sacadas por Ezequiel- y ya tenía una idea. De Ana María le gustaron especialmente los ojos y la voz. Ana María tenía una voz mate, suave y su marcado acento catalán aumentaba todavía su encanto.
Se despidieron dándose los besos de costumbre. Mateo ayudó a Ana María a ponerse el abrigo de pieles. Y en cuanto estuvieron fuera Mateo dijo escuetamente: "Aprobado".
Pilar respiró. Sin embargo, le preguntó:
– Se puede saber por qué estabas un poco ausente? Ignacio, por supuesto, se ha dado cuenta…
Mateo se sentó en la mecedora que perteneció a don Emilio Santos.
– He recibido malas noticias. Me ha llamado por teléfono Núñez Maza… Le ha escrito una carta a Franco dimitiendo de su cargo de consejero nacional y poniendo al Régimen a parir. Y parece ser que el castigo será desterrarlo a cualquier sitio inhóspito, cuando lo que él necesitaría sería descansar y reponerse de su enfermedad.
EL PRONÓSTICO SE CUMPLIÓ. Núñez Maza, al regresar de la División Azul, escribió efectivamente una carta, muy meditada, al Caudillo, diciéndole que los muertos de la División Azul hubieran podido ser muchos menos si el mando alemán no les hubiera escamoteado la aviación. Al margen de esto, al regresar se había encontrado con una Falange rotundamente desviada de los principios de José Antonio, en los que predominaba sobre cualquier otro capítulo la redención del trabajador. España se había convertido en un país oligárquico, con una minoría que ostentaba el poder y se repartía las prebendas y una mayoría que vivía de nabos y zanahorias y empeñaba el alma en los Montes de Piedad.
Él, como camisa vieja y como ex divisionario, no podía permanecer impasible ante semejante traición. Consideraba un deber exponérselo al Caudillo de España, fuera cual fuera la decisión que éste tuviera a bien tomar. Era posible que España, maltrecha y cansada después de la guerra civil, aclamara a Su Excelencia en los viajes; pero se estaba incubando un profundo descontento, aparte de que la visión global del mundo, del meollo de la sociedad, aconsejaban el pluralismo, en contra del decálogo de las naciones del Pacto Tripartito. Los alemanes perderían la guerra -él lo vio con claridad en Rusia-, y entonces las democracias pasarían factura y lo que pudo haber sido la culminación fáustica de una gesta histórica -la guerra civil-, podría convertirse en un "Sálvese quien pueda", y que de nuevo y para siempre las de perder recaerían posiblemente sobre los menos responsables. "Sin más que añadir le presento. Excelencia, mis respetos. Luché en las filas de la Falange inicial, y volvería a hacerlo; pero yo esperaba que la doctrina de José Antonio no sería enterrada con él". Firmado: Alejandro Núñez Maza.
Según el camarada Salazar, quien había regresado ya de Rusia y que llamó por teléfono a Mateo, Franco dudó entre mandar a Núñez Maza al paredón o desterrarlo. Por fin lo desterró a Ronda, siempre teniendo en cuenta el clima, que podía serle beneficioso para su recuperación. Núñez Maza era un poco una figura mítica dentro del Movimiento y Franco no quiso fabricar otro héroe. Bastante le pesaba José Antonio, puesto que seguía vigente la tesis de que se negó a canjearle durante la guerra civil.
Salazar dio a entender a Mateo que personalmente él no estaba en absoluto de acuerdo con la postura adoptada por Núñez Maza. "Cuando me enseñó la carta discutí violentamente con él. Lo lamenté mucho. Considero que su acto es una rebelión y no comprendo qué mosca le ha picado para venir ahora con el pluralismo y la democracia. España, y él lo sabe, ha hecho ya esta prueba en distintas etapas de su historia y el desenlace ha sido siempre fatal. Cierto que hay muchas cosas que deben mejorarse, pero hay que hacerlo desde dentro, como pretendo hacerlo yo y como supongo piensas hacerlo tú en tu querida Gerona".
Mateo se quedó hondamente preocupado y no era nada extraño que el idilio entre Ignacio y Ana María le dejara indiferente. Escribió a Núñez Maza, en tono un tanto neutro, y aquel ser enfebrecido en el hospital de Riga y que había sido ejemplo para millares de falangistas le contestó largo y tendido, exponiéndole sus razones y diciéndole que de momento se dedicaría en Ronda a escribir sonetos, que es lo que le apetecía.
Mateo trató el tema con el camarada Montaraz, quien estaba tan al corriente como el camarada Salazar, el de la cachimba y la fuerza física. El camarada Montaraz fue tajante. "Yo también considero que la actitud de Núñez Maza es una rebelión y creo que el Caudillo, en su decisión, ha sido benévolo…" Dijo esto y enseñó sus dos dientes de oro.
Mateo se sobresaltó.
– Tú qué hubieras hecho?
– Juicio sumarísimo y al paredón.
* * *
El año 1943 se presentó cargado de noticias. El doctor Chaos y Moncho se entusiasmaron porque el doctor Waksman, norteamericano de origen ruso, consiguió aislar la neomicina y la estreptomicina. También se estrenó el NO-DO, noticiario. "El mundo entero al alcance de los españoles", en sustitución de los noticiarios alemanes UFA y de los italianos LUCE. En un principio, se daban sobre todo imágenes victoriosas de la campaña del Este, y cuando aparecía el Caudillo mucha gente, sobre todo en los pueblos, se ponía en pie y levantaba el brazo. El doctor Andújar dijo por radio, en su emisión "Pildoras para pensar", que se daban un cien por cien más de criminales entre los solteros que entre los casados, lo que movió a reflexión a Ángel, el hijo del gobernador. Por su parte la Voz de Alerta, en su columna "Ventana al mundo" que publicaba en Amanecer, escribió que España fue el primer país que conoció el platino, y de ahí el diminutivo de plata. Plinio hacía mención del "pomo blanco" que se recogía y fundía en las minas y lavadores de España y Lusitania.
Al compás de estas noticias, llegó a Gerona el hermano de Alfonso Estrada, Sebastián, quien, en efecto, había decidido dejar de navegar y quedarse en tierra. Su último viaje había sido con el buque Montserrat, cruzando el Atlántico ida y vuelta, pero había conocido mucho mundo y estaba muy al día en cuestión de las toneladas que habían hundido los submarinos del Eje y los de los aliados. Dejó los barcos porque se había cansado de dar vueltas y porque quería desarrollarse intelectualmente. También porque uno de los capitanes que tuvo le dio a leer un librito pequeño, titulado Camino, de monseñor Escrivá de Balaguer, en el que leyó una serie de máximas que le causaron gran impresión. Dicho capitán, que era de tierra adentro, de Barbastro, lo mismo que el autor del libro, se reía de éste y de sus elucubraciones. Pero Sebastián Estrada, que, al igual que su hermano, era hombre de fe, encontró en Camino, pese a sus evidentes contradicciones y lugares comunes, algo que le sedujo: la virilidad.
Era un libro viril, y a Sebastián ello le iba como anillo al dedo. Jamás encajó el muchacho en las Congregaciones Marianas. De estatura mediana, fornido, musculado, se había tatuado en un brazo una pequeña sirena. Había pecado mucho contra el sexto mandamiento y ahora esta flaqueza le causaba estorbo, sobre todo porque había contraído varias enfermedades venéreas. Tenía la vista sanísima, gracias a sus estancias en el mar. Caminaba balanceándose un poco, como algunos marinos. Poco hablador, contestaba casi con monosílabos. Tocaba la guitarra. Cejas pobladas y mentón prominente, que le conferían un aire autoritario que respondía a la verdad. La palabra América tenía sentido para él -al igual que para Julio y para David y Olga-, por los muchos viajes que había hecho con la Compañía Trasatlántica. Le asustaba pensar que en Gerona encontraría en este sentido una población aldeana, que no vería más allá de sus narices. El telegrama que le envió su hermano, Alfonso, acabó de decidirle y el 6 de enero, coincidiendo con la festividad de los Reyes Magos, llamó a la puerta de su casa dándole a Alfonso un abrazo interminable.
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