Boris Vian - Las Hormigas

Здесь есть возможность читать онлайн «Boris Vian - Las Hormigas» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Las Hormigas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Las Hormigas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Cuando llega el otoño las hormigas cautivan nuevamente mi atención y mi intelecto. Estos días se fundarán nuevos hormigueros, tras una cópula exquisita en las alturas de un vuelo nupcial entre reinas y machos alados que caerán muertos y triunfantes al suelo. Las calles o campos, recipientes de este sacrificio evolutivo, ofrecerán sus cavidades subterráneas para que este insecto social pueda seguir actuando impostergablemente como un supraorganismo de conciencia colectiva. Es un momento para el tránsito. Y para celebrarlo, como todos los años releo gustoso La vida social de las hormigas de Wilhelm Goetsch y me arrojo a una literatura que incluya al género formicidae.
De esta manera, entre librería y librería se me apareció Boris Vian como un coloso entre los libros de bolsillo portando mi título deseado. Once relatos encabezados por el más sullivaniano, Las hormigas. Todos fueron escritos entre 1944 y 1947, tras la Gran Guerra, por uno de los autores más polifacéticos de la literatura, escritor, poeta, músico de jazz, ingeniero y traductor, que se codeó con la crème de la crème del jazz como Duke Ellington, Miles Davis o Charlie Parker, y con el proteccionismo existencialista de Jean Paul Sartre y Albert Camus. Me quedan en activo los efectos de Escupiré sobre vuestra tumba y sus Escritos pornográficos. Su literatura es desgarradora, aunque tal vez con esta obra se aleja un tanto del estilo detallista que usaba con el pseudónimo de Vernon Sullivan. Anoto aquí la temática de cada uno, pero destaco sobre todo, Las hormigas y Blues por un gato negro. Tienen fuerza.
Las hormigas. Entramos en la Gran Guerra. Los soldados muertos son tratados como trozos de carne molestos. Estallan las bombas, todo se llena de granadas y metralla. Avanza a cubierto por detrás de los tanques mientras escucha el desagradable ruido de los cadáveres que son chafados. Su cuaderno de notas quedará inmortalizado.
Discípulos aplicados. Dos psicópatas son instruidos en la Escuela de Polis y ellos juegan al «corta-furcias-en-rodajas».
El viaje a Khonostrov. Entramos en el departamento de un vagón de tren. Hay cinco personas muy dicharacheras, excepto una: Saturne Lamiel. Y eso le va a costar caro.
El cangrejo. Jacques Théjardin. Toca el flautín agreste en una orquesta de música de cámara y un día expuesto a una perniciosa corriente enferma de peste de cangrejos. Su estado le lleva a la desesperación y al surrealismo.
El fontanero. Una profesión muy peculiar, teniendo en cuenta que en un cuarto de baño siempre hay trabajo para un fontanero.
El camino desierto. Fidèle estudia para ser marmolista funerario. Lleva una vida metódica y tiene un amor, Noémi, con la que desea casarse en breve si todo sale bien.
Los peces muertos. Aquí se ocupa de esos crueles patrones que tratan como despojos a sus empleados.
Blues por un gato negro. Peter Gna y su hermana salen del cine y en las calles se encuentran a un gato y un gallo peleándose y soltándose improperios. En la pelea el gato negro termina cayendo a una alcantarilla y se monta todo un rescate en la calle para salvar al gato sarcástico y mordaz.
La neblina. André, un pensionista, sale del asilo completamente curado para regresar de nuevo a su casa y a su barrio con sus vecinos. La neblina de la ciudad, los sonidos de la Defensa Antiaerea y la crispación de la guerra dificultan una vida sencilla.
El ganso azul. Faetón Sol va a ciento veinte por la carretera y se detiene para recoger a Anaïs, un cuerpo prometedor, que saca el pulgar de autoestopista. Dentro del coche lleva al mayor, un perro y dos maletas. Ella se sube. Los hechos irán descubriendo la verdad.
El extra. En los Estudios Cinestropicio necesitan siempre actores y ellos esperan y esperan hasta que les toca su turno para demostrar que lo suyo no es una profesión vocacional.

Las Hormigas — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Las Hormigas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Sería mejor buscar la tapa de la alcantarilla y desempotrarla -sugirió la hermana de Peter Gna.

Tradujo al americano su proposición.

– Oh! Yeah! -dijo éste.

Y al instante se puso a buscar la tapa. Cuando la encontró, pasó la mano por la abertura rectangular, tiró, resbaló, soltó presa y se escoñó contra el muro de la casa más cercana.

– Ocúpense de él -ordenó Peter Gna a dos mujeres de la multitud.

Estas levantaron al americano y se lo llevaron a su casa para cerciorarse del contenido de los bolsillos de su marinera. Encontraron, en concreto, una pastillita de jabón Lux y una gran tableta de chocolate relleno O'Henry. A cambio, él les pasó una buena blenorragia que debía a una encantadora rubia a la que había encontrado dos días antes en Pigalle.

El hombre del palo se golpeó la cabeza con la palma de la mano y dijo:

– ¡Eurekato! -y volvió a subir a su casa.

– Se está burlando de mí -dijo el gato-. Escuchen ahí arriba: si no se dan un poco más de prisa, me las piro. Ya encontraré una salida.

– ¿Y si se pone a llover? -dijo la hermana de Peter Gna-. Te ahogarías.

– No lloverá -afirmó el gato.

– Bueno, pero te encontrarás con ratas.

– Me da igual.

– Está bien, lárgate -dijo Peter Gna-. Pero considera que las hay que son más grandes que tú. Y son repugnantes. ¡Ah! ¡Y no te mees sobre mi chaquetón!

– Si son tan asquerosas -dijo el gato-, la cosa cambia. En cualquier caso, la verdad es que apestan. Venga, ahora sin bromas, dejen de pisar huevos ahí arriba. Y usted no se preocupe por su chaquetón. No lo pierdo de vista.

Se estaba acobardando a oídos oídas. El hombre volvió a aparecer. Llevaba, atada al extremo de una larga cuerda, una bolsa de la compra.

– ¡Maravilloso! -dijo Peter Gna-. Con toda seguridad se podrá agarrar a eso.

– ¿De qué se trata? -preguntó el gato.

– Ahí lo tienes -dijo Peter Gna lanzándoselo.

– ¡Ah, esto está mejor! -aprobó el gato-. No empiece a tirar todavía. Voy a coger el chaquetón.

Segundos más tarde la bolsa reaparecía. El gato se había instalado cómodamente en su interior.

– ¡Por fin! -exclamó nada más salir de la bolsa-. En cuanto al chaquetón, arrégleselas. Busque un anzuelo o cualquier otra cosa. Pesaba demasiado.

– ¡Pedazo de estiércol! -gruñó Peter Gna.

Un clamor de satisfacción acogió al gato a su salida de la bolsa. Se lo pasaron de mano en mano.

– ¡Qué gato tan bonito! ¡Pobrecillo! Está lleno de lodo…

Olía horriblemente mal.

– Límpienle con esto -dijo la puta alargando su fular de seda azul lavanda.

– Se va a estropear -dijo la hermana de Peter Gna.

– ¡Oh, no importa! -dijo la puta en un arranque de generosidad-. No es mío.

El gato repartía apretones de mano a su alrededor, y la multitud empezaba a dispersarse.

– ¿Qué pasa? -dijo el gato viendo que todo el mundo se iba-. ¿Ahora que he salido ya no resulto interesante…? A ver, ¿dónde está el gallo?

– No te pongas chulo -dijo Peter Gna-. Vente a tomar un trago y no pienses más en el gallo.

Permanecían alrededor del gato el hombre de las zapatillas, Peter Gna, su hermana, la puta y los dos americanos.

– Sí, vamos todos juntos a echar un trago -dijo la puta-. A la salud del gato.

– No es desagradable la moza -dijo éste-. ¡Pero qué pinta tiene…! Bueno, en el fondo, de buena gana me acostaba con ella esta noche.

– Tranquilidad -dijo la hermana de Peter Gna.

La puta sacudió a sus dos acompañantes.

– ¡Venid! ¡Beber…! ¡Coñac! -enunció con gran esfuerzo.

– Yeah!… Cognac! -respondieron los dos hombres espabilándose al mismo tiempo.

Peter Gna marchaba en cabeza llevando al gato, y los demás le seguían. Había un cafetín todavía abierto en la calle Richer.

– ¡Siete coñacs! -pidió la puta-. La ronda es mía.

– ¡Linda y simpática sacaperras! -dijo el gato con admiración-, ¡Un poco de valeriana en el mío, camarero!

El camarero les sirvió, y todos brindaron alegremente.

– Este pobre gato ha debido acatarrarse -dijo la puta-. ¿Y si le diéramos un Viandox?

Al oír tal cosa, el gato estuvo a punto de ahogarse, y escupió coñac en todas direcciones.

– ¿Por quién me toma? -preguntó a Peter Gna-. ¿Soy un gato, sí o no?

A la luz de los tubos de vapor de mercurio del techo, podía verse ahora el tipo de gato que era: un terrible gato gordo, con los ojos amarillos y bigotes a lo Guillermo II. Sus orejas llenas de mordiscos probaban su total virilidad, y una gran cicatriz blanca, desprovista de pelos, coquetamente explotada mediante una orla violeta, le atravesaba el lomo.

– What's that? -preguntó un americano, poniendo el dedo en el lugar-. ¿Herido, señor?

– Yep! -respondió el gato-. F.F.I…

Pronunció «Ef. Ef. Ai», como debe ser.

– Fine -dijo el otro americano estrechándole vigorosamente la mano-. What about another drink?

– Okey doke! -dijo el gato-. Got a butt?

El americano le alcanzó su cajetilla de cigarrillos, sin mostrar rencor por el horrible acento inglés del gato, que creía serle agradable sacando a relucir su argot yanqui. El gato cogió la toba más larga y la prendió con el encendedor de Gna. Los demás tiraron también de cigarrillo.

– Cuéntanos lo de tu herida -dijo la puta.

Peter Gna acababa de encontrar un anzuelo en su vaso, y al instante salió a la repesca del chaquetón.

El gato se sonrojó y bajó la cabeza.

– No me gusta hablar de mí mismo -dijo-. Que me pongan otro coñac.

– Te va a sentar mal -dijo la hermana de Peter Gna.

– ¡Qué va! -protestó el gato-. Tengo las tripas blindadas. Verdadero mondongo de gato. Y, además, después de esa alcantarilla… ¡Aggg! ¡Cómo olía a ratas…!

Se atizó de un trago el coñac.

– ¡Leñe…! ¡Qué tragaderas! -dijo el hombre de las zapatillas con tono admirativo.

– El próximo, en un vaso de naranjada -especificó el gato.

El segundo americano se separó del grupo y se sentó en el alzapié del café. Puso la cabeza entre las manos y comenzó a vomitar sobre sus propios pies.

– Ocurrió -dijo el gato- en abril del 44. Venía yo de Lyon, donde había conectado con el gato de Leon Plouc, que también estaba en la Resistencia. Un gato de altura, por otra parte, que después fue detenido por la Gestapo gatuna y deportado a Buchenkateze.

– ¡Espantoso! -dijo la puta.

– No me siento inquieto por él -dijo el gato-. Se las arreglará… Una vez que nos separamos, regresé a París y, en el tren, tuve la desgracia de encontrar a cierta gata… ¡La zorra…! ¡La cochina…!

– Deberías cuidar tu vocabulario -dijo severamente la hermana de Peter Gna.

– ¡Perdón! -dijo el gato. Y se atizó un gran trago de coñac.

Sus ojos se encendieron como dos bombillas y su mostacho se erizó.

– Tuvimos que pasar una noche en el tren -dijo, estirándose con complacencia-. ¡Dios mío! ¡Cómo movía los riñones! ¡Hip…! -concluyó, pues le dio hipo.

– ¿Y qué? -preguntó la puta.

– Que eso es todo -dijo el gato con falsa modestia.

– Pero ¿y la herida? -preguntó la hermana de Peter Gna.

– El dueño de la gata tenía los zapatos claveteados -dijo el gato-, y aunque me apuntó al pompis, falló el objetivo. ¡Hip…!

– ¿Eso es todo? -preguntó la puta decepcionada.

– ¿Qué? Le hubiera gustado que me reventara, ¿eh? -sonrió el gato con sarcasmo-, ¡Vaya puta mentalidad tiene usted…! A propósito, ¿no va nunca por el Pax-Vobiscum?

Se trataba de un hotel del barrio. Para decirlo todo, de un hotel de paso.

– Sí -respondió sin disimulos la puta.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Las Hormigas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Las Hormigas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Las Hormigas»

Обсуждение, отзывы о книге «Las Hormigas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x