Día 27
Nido de avispas
Los avisos no faltaban: cuidado, la Unión Europea se arriesga a ser un nido de avispas, con lo que eso tiene de peligroso como de ridículo. Era imposible que los viejos egoísmos nacionales, la sempiterna ambición personal de los políticos, la corrupción mental (por lo menos ésa) que desde la primera hora contagia cualquier intento de organización colectiva que no se rija por principios claros de honestidad intelectual y de respeto mutuo, era imposible, repito, que este conjunto de negatividades extremas no acabasen confrontando a la Unión Europea con su más grotesca caricatura. Ha sucedido ahora con la intervención del checo Mirek Topolánek, presidente de turno de la Unión y, desconcertante paradoja, dimisionario del cargo de primer ministro de su país, que no sólo embistió contra el presidente de Estados Unidos utilizando los términos más duros, acusándolo de, con su plan, llevar a la economía por el «camino del infierno», o, en versión atenuada, «del desastre», sino que dejó claro por dónde van sus sueños y simpatías: liberalismo radical de la vieja escuela y rechazo de cualquier medida que pueda ser asimilable, aunque sea superficialmente, a un intervencionismo socialdemócrata. El señor Topolánek es, como se ve, una firme esperanza de la humanidad.Como coincidencia, el presidente del gobierno de España, Rodríguez Zapatero, se encuentra desde hace dos días bajo fuego cerrado de todo el arco de la oposición parlamentaria debido, no a la próxima retirada de las tropas españolas de Kosovo, que ésa ya estaba decidida desde hace más de un año, sino por haber faltado a las normas más elementales, no informando previamente a la OTAN ni a la administración norteamericana. En mi opinión, efectivamente, el gobierno se equivocó. Pero la cuestión que se me presenta es ésta: ¿qué piensa hacer el Parlamento Europeo para dejarle claro al señor Topolánek que, además de reaccionario, es grosero y maleducado?
Día 30
Raposa do Sol
De tarde en tarde el día amanece diferente. Que lo digan los indios de la reserva indígena de Raposa do Sol en el estado de Roraima, al norte de Brasil, a quienes el Tribunal Supremo Federal acaba de reconocer y confirmar definitivamente su derecho a la plena posesión y al uso pleno de los mil kilómetros cuadrados de superficie de la reserva. La sentencia no deja ningún margen a la duda: los no indios deben salir inmediatamente de Raposa do Sol, así como las empresas arroceras que durante años invadieron el territorio y en él se instalaron abusivamente. Ya en 2005 el presidente Lula había decidido la entrega de la reserva a los indígenas y la salida de las empresas arroceras, pero las autoridades del estado de Roraima, favorables a los arroceros, recurrieron al Tribunal Supremo por considerar inconstitucional el decreto presidencial. Cuatro años después el Supremo ha decidido la cuestión y ha puesto una piedra definitiva sobre el asunto. No todo, sin embargo, son rosas en este idílico cuadro. Al final, la lucha de clases, tan discutida en épocas relativamente recientes y que parecía haber sido condenada al cubo de la basura de la Historia, existe de verdad. Con esta visión unilateral que tenemos nosotros, los europeos, de los problemas sociales de América Latina, tendemos a ver unanimidades donde no existen ni existieron nunca. En Raposa do Sol, los indios adinerados, que también los hay, hicieron causa común con los no indios y con las empresas arroceras. La fiesta fue de los otros, de los pobres.Más abajo, en la Ciudad Maravillosa, la de la samba y del carnaval, la situación no está mejor. La idea, ahora, es rodear las favelas con un muro de cemento armado de tres metros de altura. Tuvimos el muro de Berlín, tenemos los muros de Palestina, ahora los de Río. Entretanto, el crimen organizado campea por todas partes, las complicidades verticales y horizontales penetran en los aparatos del Estado y la sociedad en general. La corrupción parece imbatible. ¿Qué hacer?
Día 31
Geometría fractal
Así como el señor Jourdain de Molière hacía prosa sin saberlo, hubo un momento en mi vida en que, sin darme cuenta del fenómeno, me encontré metido en algo tan misterioso como la geometría fractal, de la que, excusado será decirlo, ignoraba todo. Eso ocurrió allá por el año 99, cuando un geómetra español, Juan Manuel García-Ruiz, me escribió para llamarme la atención sobre un ejemplo de geometría fractal presente en mi libro Todos los nombres. Me indicaba el párrafo en cuestión, el cual reza así: «Observado desde el aire […] parece un árbol tumbado, con un tronco corto y grueso, constituido por el núcleo central de sepulturas, de donde arrancan cuatro poderosas ramas, contiguas en su nacimiento, aunque después, en bifurcaciones sucesivas, se extienden hasta perderse de vista, formando […] una frondosa copa en que la vida y la muerte se confunden». No pensé en mudar de oficio, pero todos mis amigos notaron que había una convicción nueva en mi espíritu, una especie de encuentro en el camino de Damasco.Durante aquellos días me codeé con los mejores geómetras del mundo, nada más y nada menos. A lo que ellos llegaron a costa de mucho estudio, lo alcancé yo gracias a un golpe de intuición científica, del que, hablando francamente, a pesar del tiempo pasado, todavía no me he repuesto. Diez años después, acabo de sentir la misma emoción ante un libro titulado Doñana y las marismas – Armonía Fractal del que Juan Manuel es autor, junto a su colega Héctor Garrido. Las ilustraciones son, en muchos casos, extraordinarias, los textos de una precisión científica en absoluto incompatible con la belleza de las formas y de los conceptos. Cómprenlo y regálense. Es una autoridad quien lo recomienda…
Abril de 2009
Día 1
Mahmud Darwish
El próximo día 9 de agosto se cumplirá un año de la muerte de Mahmud Darwish, el gran poeta palestino. Si fuese nuestro mundo un poco más sensible e inteligente, más atento a la grandeza casi sublime de algunas de las vidas que en él se generan, su nombre sería hoy tan conocido y admirado como lo fue, en vida, por ejemplo, el de Pablo Neruda. Enraizados en la vida, en los sufrimientos y en las inmortales esperanzas del pueblo palestino, los poemas de Darwish, de una belleza formal que frecuentemente roza la transcendencia de lo inefable en una simple palabra, son como un diario donde van siendo registrados, paso a paso, lágrima a lágrima, los desastres, aunque también las escasas, pero siempre profundas, alegrías de un pueblo de cuyo martirio, pasados sesenta años, todavía no parece que se anuncie el final. Leer a Mahmud Darwish, además de una experiencia estética que será imposible olvidar, es hacer un doloroso recorrido por las rutas de la injusticia y de la ignominia de que la tierra palestina ha sido víctima a manos de Israel, ese verdugo de quien el escritor israelí David Grossmann, en hora de sinceridad, dijo que no conocía la compasión.Hoy, en la biblioteca, he leído poemas de Mahmud Darwish para un documental que será presentado en Ramala en el aniversario de su muerte. Estoy invitado a estar allí, veremos si es posible que pueda hacer ese viaje, que ciertamente no sería grato para la policía israelí. Recordaría entonces, justo en el mismo lugar, el abrazo fraterno que nos dimos hace siete años, las palabras que intercambiamos y que nunca más pudimos renovar. A veces, la vida quita con una mano lo que nos ha dado con la otra. Así me sucedió con Mahmud Darwish.
Día 2
G20
Ante la cumbre del G20 de hoy, sólo tres preguntas:¿Qué?¿Para qué?¿Para quién?
Día 3
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