José Saramago - El Último Cuaderno

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ES TIEMPO DE VOLVER
AL COMPROMISO:
EL ESCRITOR TIENE QUE DECIR
QUIÉN ES Y QUÉ PIENSA
No es éste un libro triste, no es un libro tronante, es, simplemente, una despedida. Por eso, José Saramago, pese a estar atento a la anécdota del día o al suceso terrible, pese a usar el humor y la ironía y emplearse a fondo en la compasión, rescata textos dormidos que son actuales y nos los deja como regalos inesperados, no como un testamento, simplemente ofrendas íntimas que desvelan pasiones y sueños. Nos acerca al mundo de Kafka, o a la inevitable tristeza de Charlot, o nos describe la soberbia aventura de coronar la cima de la Montaña Blanca, en Lanzarote. Éste es un libro de vida, un tesoro, un Saramago que nos habla al oído para decirnos que el problema no es la justicia, sino los jueces que la administran en el mundo. No habrá más cuadernos, esa mirada oblicua para ver el revés de las cosas, la frontal, sin bajar nunca la cabeza ante el poder, sí para besar, la ironía, la curiosidad, la sabiduría de quien no habiendo nacido para contar sigue contando, y con qué actualidad ahora que ya no está y tanta falta nos sigue haciendo. Así son las despedidas de los hombres que saben que han nacido de la tierra y que a la tierra vuelven, pero abrazados a ella, con esa especie de inmortalidad que ofrece el suelo del que nos levantamos cada día, con nuevas experiencias incorporadas. Las de quienes son suelo y tierra, nuestro sustento, tal vez nuestra alma.
PILAR DEL RÍO

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UMBERTO ECO

Marzo de 2009

Día 23

Funes & Funes

Hace años, bastantes ya, en un viaje que de Canadá nos llevó a Cuba, hicimos parada en Costa Rica y El Salvador. De esta última visita quiero hablar hoy. Como siempre sucede cuando voy viajando por ahí, di algunas entrevistas, la más importante de ellas a Mauricio Funes, ahora presidente electo de El Salvador. No lo conocía de antes. Tuve la grata sorpresa de encontrar, no a un periodista más o menos al servicio del poder, encargado de convencer al recién llegado escritor de las virtudes de un régimen basado en la más feroz represión, responsable directo, desde el gobierno a las fuerzas militares, de los abusos, arbitrariedades y crímenes cometidos por el Estado y por las poderosas familias de terratenientes, señores absolutos de la economía del país, sino a un interlocutor culto e informado de todo cuanto había sido el largo martirio sufrido por el pueblo, y también la problemática posibilidad de un cambio que todavía no parecía vislumbrarse en el horizonte social y político de la sociedad salvadoreña. No volvimos a vernos, aunque Pilar ha mantenido, desde entonces, y en momentos personales y políticos muy duros para ellos, una correspondencia frecuente con Vanda Pignato, la esposa de Mauricio, que, a partir de ahora, seguramente se intensificará.El otro Funes que aparece en el título es el de Borges, aquel hombre dotado de una memoria que lo absorbía todo, todo lo registraba, hechos, imágenes, lecturas, sensaciones, la luz de un amanecer, una onda de agua en la superficie de un lago. No le pido tanto al presidente electo de El Salvador, sólo que no olvide ninguna de las palabras que pronunció la noche de su triunfo ante los miles de hombres y mujeres que habían visto nacer finalmente la esperanza. No los desilusione, señor presidente, la historia política de América del Sur transpira decepciones y frustraciones de pueblos enteros cansados de mentiras y engaños, es hora, es urgente cambiar todo esto. Para Daniel Ortega, ya basta con uno.

Día 24

¡Que viene el lobo!

La historia, por lo general contada por el abuelo de la familia, era inevitable en las veladas pueblerinas, no como simple divertimento para los inocentes infantes, sino como pieza fundamental de un buen sistema educativo, precursor, de alguna forma, del juramento con que los testigos se comprometen, o comprometían, a decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. La duda que aquí expreso resulta simplemente del hecho de no ser asiduo de tribunales, mi curiosidad sobre las diversas manifestaciones de la naturaleza humana no me ha incitado nunca a meter la nariz en la vida ajena, incluso tratándose del mayor criminal del siglo. Maneras. Pues bien, lo que la historia del abuelo contaba era que un joven pastor de ovejas, tal vez para entretener sus solitarias horas en el campo, decidió un día gritar que venía el lobo, que venía el lobo, de tal modo que la gente de la aldea, armada de cayados, cachiporras y algún trabuco de la penúltima guerra, salió en tromba para defender las ovejas y, de camino, al zagal que las guardaba. Al final no había lobo, había huido con los gritos, dijo el mozo. No era verdad, pero, como mentira, parecía bastante convincente. Satisfecho con el resultado de la mistificación, nuestro pastor decidió repetir la gracia y, una vez más, la aldea acudió en masa. Nada, del lobo ni rastro. A la tercera vez, sin embargo, nadie movió un pie de su casa, estaba visto que el zagal mentía con cuantos dientes tenía en la boca, que grite, ya se cansará. El lobo se llevó las ovejas que quiso, mientras el mozo, encaramado en un árbol, contemplaba impotente el desastre. Aunque el tema de hoy no sea ése, viene al pelo recordar las veces que muchos de nosotros también gritamos que viene el lobo. Fueron muchos más los que negaban que el lobo viniese, pero por fin vino y traía una palabra en el collar: crisis.Vamos a ver qué pasa después de la reciente noticia de que son muchos, muchísimos, los portugueses que han decidido aprender español. Temo, no obstante, que los patrioteros de costumbre comiencen a gritar por ahí que viene el lobo. De acuerdo que algo viene, y es la necesidad de aproximación de los pueblos de la península, este de aquí y los otros de allá. La Historia, cuando quiere, empuja mucho.

Día 25

El mañana y el milenio

Hace unos días leí un artículo de Nicolás Ridoux, autor de Menos es más. Introducción a la filosofía del decrecimiento, y recordé que hace ya unos buenos años, en vísperas de la entrada del milenio en que ya estamos instalados, participé en unas jornadas en Oviedo donde a algunos escritores se nos solicitaba que trazáramos objetivos para el milenio. A mí siempre me pareció que hablar del milenio era demasiado ambicioso, así que propuse hablar del día siguiente. Me acuerdo que hice propuestas concretas y que una de ellas era la que ahora enuncia Ridoux en su Menos es más. Por eso he buscado en el disco duro del ordenador, y recupero parte de lo que escribí hace años y que hoy parece tener más actualidad que entonces.En cuanto a las visiones de futuro, creo que sería preferible que comenzáramos preocupándonos del día de mañana, cuando se supone que todavía estaremos casi todos vivos. Verdaderamente, si en el remoto año de 999, en cualquier lugar de Europa, los pocos sabios y los muchos teólogos que entonces existían se hubiesen puesto a tratar de adivinar cómo sería el mundo pasados mil años, me da que se habrían equivocado en todo. En algo pienso que más o menos acertarían: en que no habría diferencias fundamentales entre el confuso humano de hoy, que no sabe y no quiere preguntar hacia dónde lo llevan, y el amedrentado ser que, en aquellos días, creía que estaba próximo el fin del mundo. Por lo demás, seguramente será mucho mayor el número de diferencias entre las personas que hoy somos y las que nos sucederán, no de aquí a mil años, sino a cien. Dicho con otras palabras: tal vez tengamos más que ver con los que vivieron hace un milenio que con esos otros que de aquí a un siglo habitarán el planeta… Es ahora cuando el mundo se acaba, está en el ocaso lo que hace mil años apenas amanecía.Pues bien, mientras se acaba y no se acaba el mundo, mientras se pone y no se pone el sol, ¿por qué no nos dedicamos a pensar un poco en el día de mañana, ese en que casi todos todavía estaremos felizmente vivos? En vez de unas cuantas propuestas gratuitas sobre y para uso del tercer milenio, que luego, probablemente, el tiempo se encargará de reducir a cisco, ¿por qué no nos decidimos a poner en pie unas cuantas ideas simples y unos cuantos proyectos al alcance de cualquier comprensión? Estos, por ejemplo, en caso de no encontrar nada mejor: a) desarrollar desde la retaguardia, es decir, aproximar hasta las primeras líneas de bienestar a las crecientes masas de personas que fueron dejadas atrás por los modelos de desarrollo en uso; b) suscitar un sentido nuevo de los deberes humanos, haciéndolo paralelo al ejercicio pleno de sus derechos; c) vivir como supervivientes, porque los bienes, las riquezas y los productos del planeta no son inagotables; d) resolver la contradicción entre la afirmación de que estamos cada vez más cerca unos de otros y la evidencia de que nos encontramos cada vez más alejados; e) reducir la diferencia, que aumenta cada día, entre los que saben mucho y los que saben poco.Creo que de las respuestas que demos a cuestiones como éstas dependerá nuestro mañana y nuestro pasado mañana. Y dependerá el próximo siglo. Y el milenio todo.A propósito: ¿y si volviéramos a la Filosofía?

Día 26

Cuestión de color

Diálogo de un anuncio de automóviles en televisión. Al lado del padre, que conduce, la hija, de unos seis o siete años, pregunta: «Papá, ¿sabías que Irene, mi compañera de clase, es negra?». Responde el padre: «Sí, claro…». Y la hija: «Pues yo no…». Si estas tres palabras no son propiamente un puñetazo en la boca del estómago, son sin duda otra cosa: un mazazo en la mente. Se diría que el breve diálogo no es más que el fruto del talento creador de un publicitario con genio, pero, aquí al lado, mi sobrina Julia, que no tiene más que cinco años, preguntada sobre si en Tías, lugar donde vivimos, había negras, respondió que no sabía. Y Julia es china…Se dice que la verdad sale espontáneamente de la boca de los niños; sin embargo, ante los ejemplos dados, no parece que ése sea el caso, puesto que Irene es realmente negra y negras no faltan tampoco en Tías. La cuestión es que, al revés de lo que generalmente se cree, por mucho que se intente convencernos de lo contrario, las verdades únicas no existen: las verdades son múltiples, sólo la mentira es global. Las dos niñas no veían negras, veían personas, personas como ellas mismas se ven a sí mismas, luego la verdad que les salió de la boca fue simplemente otra.El señor Sarkozy no piensa así. Ahora ha tenido la idea de mandar que se realice un censo étnico destinado a «radiografiar» (la expresión es suya) la sociedad francesa, es decir, saber quiénes son y dónde están los emigrantes, supuestamente para retirarlos de la invisibilidad y comprobar si las políticas contra la discriminación son eficaces. Según una opinión muy difundida, el camino hacia el infierno está empedrado de buenas intenciones. Por ahí creo que irá Francia si la iniciativa prospera. No es nada difícil imaginar (los ejemplos abundan en el pasado) que el censo pueda llegar a convertirse en un instrumento perverso, origen de nuevas y más sofisticadas discriminaciones. Estoy pensando seriamente pedirles a los padres de Julia que la lleven a París para aconsejar al señor Sarkozy…

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