Álvaro Pombo - La Fortuna de Matilda Turpin

Здесь есть возможность читать онлайн «Álvaro Pombo - La Fortuna de Matilda Turpin» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La Fortuna de Matilda Turpin: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Fortuna de Matilda Turpin»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Premio Planeta de Novela 2006
Una elegante casa en un acantilado del norte de España, en un lugar figurado, Lobreña, es el paisaje inicial y final de este relato. Ésta es la historia de Matilda Turpin: una mujer acomodada que, después de trece años de matrimonio feliz con un catedrático de Filosofía y tres hijos, emprende un espectacular despegue profesional en el mundo de las altas finanzas. Esta valiente opción, en este siglo de mujeres, tendrá un coste. Dos proyectos profesionales y vitales distintos, y un proyecto matrimonial común. ¿Fue todo un gran error? ¿Cuándo se descubre en la vida que nos hemos equivocado? ¿Al final o al principio?.

La Fortuna de Matilda Turpin — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Fortuna de Matilda Turpin», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Tío, podrías echarnos una mano! -ha soltado José Luis la otra tarde, una tarde tediosa de sirimiri, sin saber qué hacer con los niños.

Fernando, una vez más, ha sonreído guasón y ha permanecido sentado sin hacer nada. A partir de esa tarde, se ha formado el bando anti-Fernandito, incoado desde un principio por su actitud guasona y ahora capitaneado por Andrea y José Luis. Esto añade movilidad trivial a la casa. Hay unas agitaciones subacuáticas en la superficie de la rutina cotidiana, antes y después de los desayunos, o durante la mañana, o antes y después de los almuerzos, o a lo largo de la tarde, consistentes en que los dos matrimonios observan a Fernandito a distancia y cuchichean.

Andrea encendió la llama de la hostilidad grupal comentando la incomprensibilidad de la presencia de su hermano Fernando en casa, en el Asubio.

– ¡No te fastidia que me pregunte que si vamos a quedarnos mucho! Y yo le dije: Y tú qué.

– Yo, francamente te lo digo, Andrea. Comprenderás que tu hermano es tu hermano… -ha intervenido José Luis con su celeridad de hombre alto no muy agraciado: ocupa un interesante puesto de interventor en el Gran Banco. Se viste muy a la manera de la City de Londres, con camisas de rayas y traje diplomático los días de diario y ostentosamente de sport en el campo, un aire de club de caza y pesca con botas Track and Field-… Un hermano es un hermano, pero, Andrea, yo a tu hermano Fernando no le veo. Es siempre the odd man out, le encanta serlo. ¡Vaya, que me revienta un poco!

Y Andrea, secundada por Jacobo, ha defendido a Fernandito sin gran convicción. Al defenderle, han surcado su memoria como milanos las imágenes de otro tiempo: el tiempo infantil y juvenil de los veranos del Asubio y las playas del norte: Lobreña, Oyambre, San Pedro del Mar…, la lluvia, los caminos embarrados, los domingos luminosos, los cielos malteados del atardecer, las dulces acuarelas, los cuentos infantiles que Antonio Vega les leía a los tres, las partidas de cinquillo y de brisca y de parchís en los cuartos de arriba o en la cocina de Boni y de Balbi… Y todo esto tiene tan agudamente la cualidad del haber-sido, del haberse-tenido, del haberse-ido y de no ser ya, salvo como briznas del aire de la memoria, que su misma indefensión y pobreza, sin querer, la conmueven, y ha frenado el primer pronto de la agresión a Fernandito que ya iniciaba, vigorosamente, José Luis y que ella misma, a su vez, había iniciado. Se había sentido herida por la pregunta de Fernandito y había respondido como la mujer casada que es, con hijos, con responsabilidades, que tiene que enfrentarse a un chico ambiguo, que, en opinión de Andrea, ha cambiado mucho en estos años hasta volverse irreconocible. Y ya en esa primera ocasión, ha observado de reojo la reacción de Jacobito, el hermano mayor, que Fernandito adoraba. Y se ha sorprendido Andrea al descubrir en el rostro de su hermano una rigidez censoria, acartonada, que nunca antes había observado, como si su constante ascenso en el banco madrileño le hubiera inmunizado contra las tonterías del hermano travieso y avispado que, en aquellos remotísimos tiempos del Asubio, el padre ensimismado, el Juan Campos de entonces, elogiaba sin reservas y comparaba admirado a la picardía y agresividad intelectual de Matilda, la madre, crónicamente ausente. Todo esto ha tenido lugar en un abrir y cerrar de ojos. Los dos hermanos pertenecen, una vez casados, cada uno de los dos, a su pareja, y las dos parejas forman un cuatrimotor que enuncia implícita o explícitamente lo que debe o no debe hacerse, lo que debe ser-se o no serse. Y también, de paso, lo que el pasado fue y no fue, considerado ahora ya desde el presente futurizador de las dos nuevas familias, las nuevas amistades madrileñas y… esto también: la no muy recatada crítica al comportamiento testamentario de Matilda y a la reacción post-mortem del padre. Porque es un hecho que Angélica y José Luis, cada cual por su parte, en apartes con su pareja correspondiente, y, con creciente frecuencia cada vez que se reúnen los cuatro a charlar, tienen enfilado el mundo social del Asubio con un gesto emotivo que combina, inverosímilmente, lo avinagrado y lo dulce, en una sola palabra que emerge siempre que se reúnen los cuatro: discutible. Todo lo que sucede en el Asubio es, por definición, discutible. ¡Pero, por supuesto que lo es! ¿Quién se atrevería a negarlo? Lo que ocurre es que esta -por lo demás sólo formal- noción de lo discutible (toda cosa espacio-temporal se da por lados, todo asunto humano presenta facetas, puede ser examinado desde distintos puntos de vista, y es por tanto discutible) sería inocente si sólo se empleara en su sentido más abstracto: aplicada aquí por José Luis y Angélica al Asubio y sus ocupantes habituales tiene una connotación negativa, prohibitiva: como si se dijera: es discutible, no es de fiar, no es del todo de buena ley, es malo o maligno en el fondo.

Se ha acabado ya el puente de Difuntos. Hay que volver a Madrid. No hay que volver a Madrid. ¿Hay que volver a Madrid? La cosa no está clara. Hay un ir y venir entre volver y no volver, una desazón, cómica en parte, logística en parte, un impasse, una aporía doméstica. ¿Quiénes no van a volver? ¿Y quiénes hay en condiciones de volver o no volver? Obvio es quienes no volverán y no se moverán. Ni Juan Campos ni Antonio Vega ni Emilia van a moverse de su sitio. El puente de Difuntos ha sido una simple lata que cada uno de los tres ha padecido o disfrutado a su manera. No se sabe si Emilia ha registrado la incomodidad que dimana de la presencia de niños en la casa y ocho comensales fijos a las horas de las comidas. Su delgada figura supervisora ha permanecido idéntica, impasible, ausente. Juan Campos se ha mostrado amable y distraído o ensimismado a lo largo de todo el puente. No ha conversado largamente con nadie, no ha rehuido a nadie, nadie se le ha acercado en exceso, ni siquiera sus dos hijos mayores. Su yerno y su nuera le han observado desde lejos, censorios y en blanco como impersonales visitas que desaparecerán felices, sin dejar rastro. Antonio Vega se ha sentido cómodo con los niños. Ha chapurreado con Andreíta y jugado con Jacobito a los guerreros medievales y a Spiderman, siendo a ratos Octopus Antonio, Octopus a ratos Jacobito, cambiando alegremente de papel la tarde lluviosa. Y ellos dos raptando a título de pieles rojas a Babi, para revenderla en un mercado negro de bebés blancos. Antonio Vega ha agradecido la compañía de los niños. Y Fernandito, ¿qué? ¿Va a regresar Fernandito a Madrid? El final del puente es un final sin Fernandito. Así que el cuatrimotor se reúne en los dormitorios con un aire de junta de propietarios, a decidir qué es qué. Y sobre todo a decidir quién se queda y quién se va. Porque ocurre que de la experiencia cuádruple de las dos parejas ha emergido, como un clavel reventón, una conclusión semicómica: alguien tiene que quedarse a echar un ojo, a controlar un poco, a ver qué pasa, porque están los cuatro en esto unánimes: algo va a pasar y tiene que pasar por fuerza. La disgregación de la familia, la desarticulación de España, el puto caos que acontecerá si todos se van y no se queda nadie a controlar lo incontrolable, a evaluar daños y perjuicios, a tabular los pros y contras de una situación que nadie, ninguno de los cuatro, aprueba o comprende. Pero la verdad es -dicho sea en honor del cuatripartito- que la situación misma no sólo resulta difícil de comprender o de aprobar, sino incluso de determinar en punto a su existencia. ¿Hay una situación potencialmente explosiva en el Asubio? La verdad es que todo el puente de Difuntos ha estado presidido por una excelente sincronización doméstica gracias a Emilia, con el auxilio complementario de Antonio Vega a las horas de lluvia para entretener a los niños. La única incógnita de la situación es Fernandito, que ha desaparecido justo al acabarse el largo puente. Casi cualquiera, en vista de lo ocurrido, que no es nada, hubiera decidido que no es nada y que los cuatro pueden regresar a Madrid tranquilamente. Y aquí es donde Angélica cobra una importancia y una significación inusitadas. En opinión de Angélica, hay una peligrosa escisión en el Asubio entre lo que Bradley, el viejo neohegeliano inglés, llamaba Realidad y apariencia.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Fortuna de Matilda Turpin»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Fortuna de Matilda Turpin» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La Fortuna de Matilda Turpin»

Обсуждение, отзывы о книге «La Fortuna de Matilda Turpin» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x