– ¿Un picado de morro?, eso es una locura, Renzo. Demasiada ten_sión en todos los puntos equivocados, las abrazaderas se romperían, las superficies no lo soportarían, las alas se caerían, el motor se pararía o explotaría…
– Si, certo, pero aparte de eso…
Kit ya estaba esbozando y garabateando. A esas alturas, Renzo se fiaba plenamente de él. Ya le había ayudado a sustituir los motores Isotta Franchini por Packards de cuatrocientos caballos de potencia, y también se le había ocurrido cómo montar dos ametralladoras Revelli más en la cola y bajo el vientre del aparato, que era un bombarde_ro triplano muy grande con cinco tripulantes, cariñosamente llamado Lucrezia, por la heredera homicida de los Borgia.
– Andiamo -dijo Renzo, que se levantó de golpe-. Te lo enseñaré.
– En ese Caproni, no -objetó Kit.
– Subiremos al SVA.
– Eso lleva una armadura triangulada…, no sé yo si…
– Macché…
Tenía razón, claro. Una vez que estuvieron en el aire, guiados por la única luz espeluznante de la punta de la Mole Antonelliana, Kit em_pezó a comprender qué estaba haciendo ahí arriba.
– No creo que podamos apuntar al Cambio, ¿verdad que no? -No era probable que siguieran allí, pero en cualquier caso parecía un blan_co razonable.
– Nada más fácil. -Renzo se ladeó hacia la Piazza Carignano-. ¡Agárrate, cowboy! -añadió apoyándose alegremente sobre el man__tómago.do mientras se lanzaban en un picado que revolvería cualquier es
Pronto iban tan rápido que algo le pasó al tiempo, y tal vez se des____________________no del Futuro, adoptando sus ecuaciones funcionales, desprovisto por una explosión de fuego de todo lo emocional o accidental…no que nunca podría contener a la joven esposa abducida de Kit, al que él nunca podría llegar para rescatarla, que era de hecho el Infierlizaron durante un breve intervalo en el Futuro, el Futuro conocido por los Futuristas Italianos, con acontecimientos sobreimpresionados y la geometría tensada irracionalmente en todas las direcciones, entre ellas un par de añadidas, mientras seguían hacia el Infierno, un Infier
Y entonces Renzo los había detenido, con una estremecedora embestida de la hélice a la cola contra la integridad del armazón, y pla_neaban sobre el río como si fuera un paseo dominical.
Kit entendió el atractivo. Cómo no. La velocidad pura. La incor_poración de la muerte a lo que de otro modo sólo sería una atracción de feria.
¡Bombardear en picado la ciudad sí que es diver!
Ver cómo se dispersan,
ver cómo corren, oírlos gritar cuando
disparamos la ametralladora, compañero,
y podemos alzarnos
cuando queramos,
y salir disparados
desde tan cerca del suelo
que casi te das en la nariz,
¡bombardeemos en picado el día entero!
– ¿Oíste anoche aquel avión? -le preguntó ella por la mañana.
– Menudo ruido, ¿verdad?, ¿cómo reaccionó tu novio? Bueno, quiero decir, cómo no reaccionó.
Ella le clavó una mirada fiera.
– Mierda, eres un cabrón.
Kit trabajó a ratos en el interesante problema de cómo sacar a un triplano gigantesco de un picado de morro, y salió con Renzo en dos o tres picchiate más, en especial en agosto de 1917, durante una huel__mas de Turín.ga de inspiración bolchevique de los trabajadores de las fábricas de ar
– Oigamos uno de esos gritos de cowboy -sugirió Renzo, y Kit accedió mientras descendían ruidosamente sobre una gran manifesta____________________zó una arriesgada mirada a Renzo, desquiciado incluso cuando estaba en reposo, y vio que ahí, acercándose a la velocidad del sonido, se metamorfoseaba en otra cosa…,un caso de posesión. En ese momento, Kit tuvo una iluminación fruto de la velocidad. Todo era político.ro, atrapados en el foco de un rayo más letal que la luz del sol. Kit lanción. Los huelguistas se dispersaron como hormigas en un hormigue
La huelga de Turín fue aplastada sin piedad, los huelguistas fue_ron asesinados, heridos, enviados al ejército, sus prórrogas anuladas. La piahiata de Renzo tal vez había sido la primera y más pura expresión en la Italia septentrional de Cierta Palabra que no existiría del todo hasta dentro de un par de años. Pero, de algún modo, como un mur_mullo precognitivo, una voz soñada, había entrado provisionalmente en el Tiempo.
– Ya viste cómo se dispersaban -dijo Renzo más tarde-. Pero no_sotros, no. Nosotros permanecimos enteros, únicos, irrompibles. Un vettore, si?
– No si no hubieras virado a tiempo. Si hubiéramos chocado…
– Oh. -Renzo rellenó el vaso-. Todo eso es para el otro mundo.
En octubre sucedió el desastre de Caporetto, del que Renzo res_ponsabilizó a los huelguistas.
– Incorporarlos a las brigadas fue el error más lamentable que pudo cometer el Ejército. Dejarles difundir sus mentiras envenenadas sobre la paz.
Había dejado de llevar ropa de civil. Ahora iba siempre de unifor_me. Las águilas parecían uno de los motivos prominentes.
Un día, unos niños los llamaron desde la calle. Dally se acercó a la ventana. Allí abajo había una hermosa mujer con un sombrero de an__dos de Venecia. Protegiéndose los ojos del sol, preguntó:tes de la Guerra que llevaba de la mano a una niña de unos cinco años, y con ellas parecía ir el capullo del hermano travieso de Kit, Reef, a quien ella había visto por última vez marchándose con malos mo
– ¿Eres Dahlia?
Estaban allí como refugiados. La mayor parte de los combates se libraban en el nordeste, de manera que habían venido al oeste, hasta Turín, donde Reef se había enterado que trabajaba su hermano por un aviador que conoció en un bar.
– ¿Domenico? Y qué coño ha andado haciendo, pensaba que a es_tas alturas estaría permanentemente boca abajo.
– Dijo que le habías ayudado una vez, algo así como que había in_tentado mear por una ventana sobre un oficial superior…
– No era la primera vez, es una especie de pasatiempo para él, no sé cómo se lo hará en tiempos de paz.
– Escucha, antes de que…
– No. -Kit se aferró a su hermano en un 'abrazo' pospuesto-. No. Quédate aquí el tiempo que necesites.
Reef había estado trabajando para el ejército italiano en un pai_saje alpino totalmente irreal, tendiendo cables aéreos conocidos como teleferiche.
– Es otra vez como el frente occidental, pero vuelto del revés: en Francia intentaron desbordarse por los flancos unos a otros hasta que no quedó sitio por el que pasar salvo el mar. Aquí los austríacos y no__seguir un terreno más alto que el otro, hasta que, cuando nos dimos cuenta, todos estaban en las cimas de estassotros hicimos lo mismo, pero en vertical, cada ejército intentó con blancas y escarpadas cumbres montañosas con los culos helados al viento, sin ningún sitio al que ir.
– Salvo al cielo -dijo Yashmeen.
Las esposas se llevaban estupendamente, se miraban sin ningún de_seo ni sospecha en particular pero aun así compulsivamente, como si hubiera algo que fuera a revelarse en cualquier instante.
– Los dos estudiasteis juntos en Alemania.
– El se dedicaba a vectores, yo a teoría de los números, apenas nos veíamos. -Las dos mujeres, que mantenían el contacto visual, empe__cidad que habría que vigilar.zaron a sonreír, en lo que Reef consideró el principio de una compli
– Pero tú eres la chica por la que él se batió en duelo.
– Casi se batió en duelo. Pero ¿qué te dijo él?
– Puede que exagerara un poco -dijo Kit.
– Y tú eres la chica que él rescató de aquel ejército de húngaros homicidas.
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