Yashmeen creía que el secreto del vestido de Snazzbury radicaba en el forro, en la precisa, cómo se diría, microscópica y delicada estruc____________________recían británicos de fiesta, muy ocupados en zamparse su provisión de bocadillos de embutido, buccinos y pasteles de cerdo.tropolitano, apretujadas con otros treinta o cuarenta pasajeros, que pasorbido hasta tal extremo que sólo con un respingo desconcertado, comparable al despertarse del sueño, se encontró a sí misma y a sus amigas en la cima de la enorme Noria de Earl's Court, a cien metros de altura sobre Londres, en una cabina del tamaño de un autobús mecribía lo que se hacía sobre el telar… Esos pensamientos la habían abda, cada una de cuyas entradas correspondía a un coeficiente que desdad en cuanto a la forma en que se urdían los hilos, la cual variaba punto por punto sobre la superficie dada, como una matriz extenditura de la sarga, que, tras su inspección, parecía distar de la uniformi
– No nos movemos -murmuró Faun al cabo de un rato.
– Tarda veinte minutos en dar una vuelta completa -comentó Yash_meen-, para que cada cabina disfrute de una pausa arriba del todo.
– Sí, pero la nuestra ya lleva cinco minutos arriba, como poco…
– Una vez se quedó parado durante cuatro horas -afirmó una per__ble fortuna, fueron presurosos al primer magistrado que encontraron e hicieron la proeza de invertir el dinero en acciones del ferrocarril chino del Turkestán, y no volvieron la vista atrás.sona de aspecto nítidamente suburbano-. Por las molestias, mi tío y mi tía, que entonces eran novios, recibieron un billete de cinco fibras, igual que en la canción…, y así, al reunir entre ambos una considera
– ¿Te apetece un poco de anguila en gelatina? -preguntó uno de los ociosos haciendo oscilar en el aire una porción del preciado bo_cado, muy cerca de la cara de Noellyn.
– Me parece que no -dijo ella, y estuvo a punto de añadir: «¿Estás loco o qué?», pero recordó dónde estaban y lo que tardarían en vol_ver a tierra firme.
– Mira, ¡allí está West Ham!
– ¡Y ahí Park, y Upton Lañe!
– ¡Hay unos chicos vestidos de azul y burdeos!
– ¡Le están dando patadas a algo!
En el mundo, desde la Exposición de Chicago de 1893, se había puesto de moda la rotación vertical a gran escala. El ciclo, conjeturó Yashmeen, podía sólo parecer reversible, pues una vez arriba y de re_greso abajo, uno cambiaba «para siempre». ¿No? Entonces derivó sus pensamientos a cuestiones de aritmética modular y su relación con el problema de Riemann, y finalmente al inicio de un sistema para jugar a la ruleta que algún día la haría rodearse de dueños de hotel y sommeliers y otros tipos de liminalidad lupina, y convertirse en el asombro y la desesperación de los administradores de los casinos de todo el Continente.
El grupo que se había reunido en la estación de Liverpool Street para despedirla incluía a Cyprian, Lorelei, Noellyn y Faun, además de muchos jóvenes locamente enamorados, a ninguno de los cuales na_die parecía conocer, y el entrometido y nocivo Profesor Renfrew, que le regaló un ramo de hortensias. Hubo telegramas, incluido uno de Hardy, caprichoso hasta el punto de resultar ilegible, aunque cuando se quedó a solas se lo guardó en lugar seguro, entre su equipaje. Las hortensias las tiró por la ventana.
Tomaría la combinación tren-barco de las 8.40, que llegaba a Parkeston Quay, en Harwich, a eso de las 10.10, y desde ahí cruzaría en vapor el negro y turbulento Mar del Norte, despertándose a cada es__do el barco llegase al Hoek van Holland.tampido de una ola, interceptando en anónimas charlas oníricas los sueños fragmentarios de otros, perdiendo los suyos, olvidándose de todo en las primeras, frías e implacables estribaciones del alba, cuan
– Vaya, Cyprian, ¡pareces que estás un poco verde!
– Por no mencionar esas manchas.
– Me parece que voy a palparlo para ver si está maduro -dijo, y Cyprian añadió varios chistes vegetales más, lo que proporcionó a Lo__ca, tenía que abatirse el silencio en algún momento.relei, Noellyn y Faun una útil distracción de su propia tristeza, que de otra manera, podía suponerse, se habría vuelto insoportable. Pero en toda partida, como si se obedeciera una inflexible tradición dinámi
Cyprian esperó la terrible certidumbre intestinal de que no volve____________________dad de que nada de «eso» -fuera lo que fuese- había acabado todavía.dió que una perversa variedad del Destino, ya conocida por él, que no prometía nada sino que más bien lo retenía todo, le ofrecía la seguribridge, pero no sufrió tal ataque de tristeza, y al momento comprennas, por así decirlo; esperó aquella noche y el día siguiente (mientras el tren de Yashmeen cruzaba canales, pasaba ante laderas de boscosas colinas y por el manicomio de Osnabrück, y después ella cambiaba de tren en Hannover para dirigirse a Gotinga), y luego otra noche y otro día más, esperó mucho tiempo desde que ella se marchara de Camlómetros, con cuadrillas de criados escurriendo fregonas y más fregote para que le diera tiempo a volver a sus habitaciones y entregarse allí a las lágrimas, y eso se prolongaría indefinidamente, no se sabe si para siempre, aburriendo a todo el mundo en un radio de varios kiría a verla. Él resistiría entonces la afligida recaída, al menos lo bastan
El alto casco negro se alzaba sobre ellos como un monumento a los peligros del mar, sin ninguna relación visible con las oleadas de alegría que se agitaban abajo. Taxis vacíos se alineaban en forma__titud se despidiera deseando bon voyage y fuera volviendo las caras, una a una, de nuevo tierra adentro, dispuestas a adentrarse en el día del que habían extraído aquella breve hora.ción de cuatro y hasta de cinco al fondo del muelle. Los conductores, con sus sombreros altos, negros y brillantes, esperaban a que la mul
– Sólo salgo un momento a la calle, Kate, estoy de vuelta antes de que te des cuenta.
– Lo último es que tu viejo amigo R. Wilshire Vibe fue tan ama_ble de proponerme una audición, yo acudí y acaban de llamarme para una segunda prueba, de manera que quizá…
– ¡No lo digas! ¡Qué noticia más espantosa!
Katie se ruborizó un poco.
– Vaya, el viejo R.W. no es tan malo al fin y al cabo…
– Katie McDivott. Es asombroso lo que les está pasando a nuestros jóvenes, ¿no te parece? -Pero la sirena del barco soltó un bramido que calaba hasta los huesos e interrumpió todas las charlas previas a la sa_lida en el muelle.
Katie se quedó hasta que el buque de pasajeros reculó, viró y em____________________mirativas en su dirección.nó las horas pasadas entre las gigantescas boyas tripuladas, los barcos oficiales, los puestos de inspección a mitad del río. Sus padres, como todos los demás, habían zarpado de Cobb, pero ella había nacido más tarde, y nunca había estado en el mar. Si ellos habían navegado hacia el futuro, hacia alguna forma incognoscible de vida en el más allá, ¿qué era este viaje de Dally en el otro sentido? ¿Una especie de liberación de la muerte y del juicio para volver a la infancia? Dio vueltas a la sombrilla con gesto reflexivo. Un par de taxistas lanzaron miradas adpezó a perderse de vista por las complicaciones del puerto. Se imagi
Hasta que Erlys y Dally no estuvieron en alta mar, ninguna de ellas le habló ni escuchó a la otra, como si la inmensidad inhumana que las rodeaba les concediera por fin el permiso para hacerlo. Camina____________________bles de las antenas cantaban…ros con bandejas cargadas… Las chimeneas se alzaban al viento, los caban despacio por la cubierta de paseo, cogidas del brazo, saludando con la cabeza de vez en cuando a otras pasajeras cuyos sombreros con penachos se agitaban bajo la brisa del océano, evitando a los camare
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