– ¿Quiere que intente renacer como una verdura?
– Nada en la doctrina pitagórica lo prohibe.
– Es un gran consuelo, Gran Cohén.
– Sólo quiero decir que se ande con cuidado. Aunque ambos pue__do dado.dan ser todo lo carnales que quiera, su lealtad no es para con el mun
– Vaya, ¿la carne pero no el mundo? Qué curioso. ¿Cómo puede ser? Suena un poco como las matemáticas, aunque quizás algo más práctico, diría.
– Ah, a propósito, ha llegado esto para usted.
Le entregó un paquete que parecía haber sufrido un iracundo tra_tamiento en la oficina de correos. Ella desanudó un trozo de cuerda, desgarró la envoltura de papel que ya estaba rota y descubrió un tomo en folio de encuadernación barata, con una cromolitografía a cuatricomía en la cubierta de una joven en el tipo de pose provocativa que se veía en las postales enviadas desde la costa, con el dedo ante sus gruesos y brillantes labios.
– «Vestido Silencioso de Snazzbury» -leyó Yashmeen en voz alta-, «Funciona siguiendo el principio de la interferencia de ondas, soni_do que anula sonido, al ser el acto de caminar básicamente un fe_nómeno periódico y el "frufrú" típico de un vestido una complicación fácilmente computable a la frecuencia ambulatoria subyacente… Se des__bury, en la Universidad de Oxford, que cada atavío individual podía cubrió hace muy poco en el laboratorio científico del Doctor Snazz ajinarse a sí mismo mediante ciertos ajustes estructurales en su fabri_cación…»
– Se materializó en el refectorio -dijo el Cohén encogiéndose de hombros- o lo hicieron aparecer bruscamente como si se hubiera ma__ta por todas partes.terializado. Obra de Renfrew. Lleva la marca de la burla rancia inscri
– Tiene una nota: «Toda chica debe tener uno. Nunca se sabe cuán_do se necesitará. Se ha organizado su visita. Traiga a sus encantadoras amigas». Una dirección, una fecha y una hora.-Le pasó el trozo de papel.
– Podría ser peligroso.
Pero a Yashmeen le interesaba el problema en general.
– Damos por supuesto que el dispositivo silencioso sólo tiene sen____________________mente pantalones y blusa?tar una mujer el frufrú de su vestido? ¿Por qué no ponerse simpletido puertas adentro, pero ¿es para el sigilo, la meditación, un medio para un fin, un fin en sí mismo?, ¿bajo qué circunstancias querría evi
– Cuando se vea obligada a presentar una apariencia razonable_mente femenina en público -conjeturó el Gran Cohén-, mientras en privado cumple alguna misión clandestina.
– Espionaje.
– El debe saber que usted nos contará todo.
– ¿Lo haré?
– Señorita Halfcourt, ¿está intentando coquetear conmigo? Desis__rá usted. Mi consejo es que vaya para probar el artilugio y echar un vistazo. Luego cuente lo que quiera.ta. Los Gran Cohens están hechos a prueba de coqueteos. Es parte del Juramento. Reconozco que siento curiosidad, como sin duda la senti
En realidad, fue algo más siniestro que eso. Aquellos cuyo trabajo consistía en seguir la pista de cualquier invención reciente que pudie____________________tos de tropas en los Balcanes hasta el precio de los diamantes en Bélgica.tensificado en los últimos días, con la debida alarma, lo cual dio lugar a prolíficos informes en los que se incluía de todo: desde los movimienra utilizarse como arma, por remoto que fuera su potencial, y encontrar su relación, si la hubiera, con los acontecimientos políticos y militares en Europa, observaron el tráfico de Vestidos Silenciosos, que se había in
– Sí, es precioso de verdad. Me llevaré cien.
Pausa.
– Eso requiere una suma por adelantado. Ustedes, caballeros, son…, es decir…-Su mirada se quedó clavada en el enorme fajo de billetes que el emisario extrajo de un maletín de cuero oscuro con el mem_brete del Sello pertinente.
– ¿Le parece bien?
Y cuando los personajes casi habían abandonado ya el recinto:
– Un centenar de mujeres moviéndose, ¿todas en silencio? ¿Du_rante cuánto tiempo? Permítame expresar cierto escepticismo. Rayas verdes, blancas y malvas, espero.
– No, no son sufragistas. Ellas quieren crespón negro y forro de tela italiana. No tenemos ni idea; en este asunto sólo somos inter_mediarios.
Sin embargo, sus voces se estremecieron ligeramente con ginecofobia, o miedo a las mujeres, a las mujeres silenciosas en esos vestidos negros absolutamente silenciosos, avanzando por pasillos que parecían perderse hasta el infinito tras ellas; tal vez miedo también a los propios pasillos, en los que no resonaba eco alguno, sobre todo en ciertas con____________________tino ocultaban? Y, más inquietante todavía, ¿con cuánto apoyo oficial contaban?nía, sin el consuelo de las palabras, sus manos libres de sombrillas o abanicos, de lámparas o armas… ¿Debería uno esperar, retirarse, darse la vuelta presa del pánico y echar a correr? ¿Qué propósito clandesdiciones de poca luz…, sin el menor fragmento de música en la leja
Yashmeen, Lorelei, Noellyn y Faun, ausentes por un día en Lon____________________ban a las entradas del metro de París, rezaba:gaba tras doblar una esquina eternamente a la sombra de los edificios más altos que lo rodeaban. El rótulo, con letras modernas que recordacadas en un taller ubicado en un lúgubre edificio industrial, puede que más cerca de Charing Cross Road que de Regent Street, al que se lledres con las pruebas de Snazzbury como excusa, habían sido convo l'arimeaux et queurlis, tailleurs pour dames.
– Estos son los modelos básicos… ¿Mademoiselles? Si son tan amables.
Bajando por una rampa helicoidal, cuya geometría concreta resul____________________ración, sin sombrero, sin colorete, el cabello recogido y prendido con alfileres, tan ceñido a la cabeza que podrían haber pasado por chicos ambiguos, de ojos gro, tan silenciosamente que incluso podía oírse su cautelosa respitaba difícil de discernir en la ladina estructura de sombras de la que parecía formar parte, se deslizaba una fila de jóvenes vestidas de neenormes y enigmáticos, labios fijos en lo que nues_tras señoritas universitarias reconocerían como crueles sonrisas, en las que no faltaba su matiz erótico.
– Pues a mí -murmuró Lorelei estremeciéndose un poco- me gusta ésa.
– ¿La ropa o la chica? -preguntó Noellyn.
– Pues a mí no me parece gran cosa ni la una ni la otra -dijo Faun olisqueando.
– Oh, Faun, eres demasiado crítica. Y esa otra, la que viene justo detrás, te ha estado lanzando miradas incendiarias todo el rato, ¿no te has fijado?
Sí, y más tarde, en los probadores, resultó que aquellas altivas mani____________________bulos a tomar las medidas más íntimas. Las quejas fueron inútiles.ciosas, que se abalanzaron calladamente sobre ellas con cintas métricas y extraños calibradores de gran tamaño y empezaron sin más preámtablecimiento. Yashmeen, Faun, Noellyn y Lorelei, en corsés, medias y ropa interior, se encontraron a merced del cuerpo de Vestidoras Silenquíes cumplían también las funciones de ayudante de vestuario en el es
– Discúlpeme, le aseguro que conozco mis medidas, y ciertamen_te mis caderas no son tan enormes como la cifra que ha anotado ahí, aunque sea en centímetros…
– Oh, por favor, qué falta hace medir el interior de mis extremi_dades cuando seguramente bastaría con el exterior… Y ahora me está haciendo cosquillas, bueno, no exactamente cosquillas sino más bien un…, umm…
Pero sus torturadoras siguieron adelante con silenciosa resolución, intercambiando miradas intencionadas entre ellas y de vez en cuando buscando las de las chicas, lo que a menudo provocaba rubores y des__destino- le hubiera resultado difícil determinar el nivel de inocencia en la sala.concierto, aunque a un observador accidental -o, digamos, a uno clan
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