– No me lo diga. A Venus.
– Dirección equivocada. No, a Venus no. A Ceres.
El portero de Marte esperó. Fukiyarha dijo prolijamente:
– Ceres no es un planeta. Es la roca más grande en el cinturón de asteroides.
Estudiando serenamente las puntas de sus garras el portero de Marte dijo:
– Sí, es cierto. Se pusieron agresivos y… -se encogió de hombros y agregó-: Cuando nuestra fuerza expedicionaria regresaba de Júpiter, recibió una transmisión ambigua de Ceres, otro mundo de Tipo W, aunque muy inferior a Júpiter. Es posible que en la exaltación del momento el comandante marciano haya percibido equivocadamente un matiz de sarcasmo en el mensaje de tributo de Ceres. De todos modos la Guerra con Ceres terminó esa misma tarde. Después, durante varias semanas, en nuestro planeta reinó una paz llena de inquietud. Se hicieron planes para dar un golpe preventivo a la Tierra. Algunos marcianos sentían que allí había potencial agresivo. Porque… Bien. Acción en el planeta azul. Fotosíntesis. Disociación fotoquímica del sulfuro de hidrógeno, nada menos. La energía de la luz rompía los vínculos juntando el oxígeno con el hidrógeno y el carbono. Las bacterias se transformaban en cianobacterias. La rampa. ¿Dónde es el incendio? Pero entonces sucedió algo que cambió todas nuestras perspectivas. De pronto comprendimos que todo esto no significaba nada y que la acción estaba en otra parte.
”En el año 2.912.456.327 a. de C, según el calendario de ustedes, los Arqueros de Orión nos enviaron una flecha de aviso. Compactaron a Plutón. Originariamente Plutón era un gas gigante del tamaño de Urano. Y los arqueros lo aplastaron. Sin ningún cuidado por la conservación de la masa… por eso las perturbaciones que ustedes han notado en Neptuno. ¿Ustedes creían que Plutón era un planeta? ¿Pensaban que ése debía ser el aspecto de Plutón? Se podría decir que, en los Arqueros de Orión, Marte había encontrado un adversario apropiado. Un mundo de Tipo V. Con las mismas armas. Con los mismos problemas de salud mental. Una cosmonáutica ligeramente superior. La Guerra con los Arqueros de Orión, con los combatientes separados por veinte kiloparsecs, fue, como se imaginarán ustedes, un asunto bastante prolongado. El viaje de ida y vuelta llevaba 150.000 años; a la mitad de la velocidad de la luz, que podíamos lograr con nuestras máquinas exploradoras, se descubrió que los efectos relativos eran graves. Sin embargo, las grandes naves partieron. Onda tras onda. La Guerra con Los Arqueros de Orión prosiguió acaloradamente durante más de mil millones de años. ¿Quién ganó? Nosotros. Ellos, los Arqueros, continúan allí. Su planeta está allí. Durante ese trilenio la naturaleza de la guerra cambió. Ya no era una guerra nuclear ni cuántica-gravitacional. Era una guerra neurológica. Informacional. La vida continúa para los Arqueros, pero su calidad de vida se ha reducido sutilmente. La estructuramos de manera tal que creen ser simulacros en un universado computado determinista. Se cree que ése es el máximo sufrimiento al que se puede llegar en un mundo de Tipo V. El sabor de la victoria era dulce. Pero en ese entonces supimos que la guerra interplanetaria, aun a esas distancias, básicamente también era una mierda. Ah, y entre tanto, en ese interludio de mil millones de años, la vida en la Tierra fue un infierno. El oxígeno se estableció como gas atmosférico. Células con núcleos. Cada vez más infernal.
” La Guerra con los Arqueros amplió nuestros horizontes. Los astrónomos marcianos se interesaron en una cuestión con la que ustedes todavía están luchando. Me refiero a la materia oscura. La velocidad con que rotan nuestras galaxias sugiere que el 98,333 por ciento de cualquier masa galáctica es invisible y sin explicaciones. Nosotros ya pasamos por todas las evoluciones que ustedes están recorriendo, y más. ¿Qué era la materia oscura? ¿Neutrinos masivos? ¿Estrellas caídas? ¿Planetas destruidos? ¿Agujeros negros? ¿Residuos de resonancias? ¿Fluctuaciones del plasma? Entonces, en cierto modo, nosotros los hicimos estallar. Teníamos la respuesta delante de los ojos, pero había que superar un rechazo mortal a enfrentar esta verdad. No había materia oscura. Todas las galaxias habían sido activadas, alineadas. Incluida la nuestra. Muchos, muchos ciclos atrás.
”Con unanimidad instantánea se decidió que no íbamos a tolerar ese sometimiento. A pesar de los efectos contrarios. Se creía que estábamos frente a un mundo o entidad de Tipo N… tal vez de Tipo M. Ahora sé que nos enfrentábamos con un mundo Tipo Q, aunque oscuramente relacionado con un poder del orden del Tipo J. Y, a propósito: aparte del hecho desnudo de su existencia, no sabemos nada, en este horizonte particular, de los mundos Tipo A a I, incluido.
”Nuestra idea era lanzar un ataque sorpresa al corazón de la galaxia. Pensamos que nuestra pequeña pero mensurable probabilidad de éxito dependía totalmente de la sorpresa, de lo instantáneo de la acción. De nada nos ayudaría esa basura de los Arqueros. No era cuestión de avanzar tranquilamente hacia el centro, a 130.000 kilómetros por segundo… simplemente tendríamos que estar allí y atacarlos con todo lo que teníamos. Ahora. Para actuar con claridad. En sus aspiraciones tecnológicas, en la Tierra, ustedes están restringidos por ciertas negligencias, como la falta de fondos, pero también por lo poco que saben de las leyes de la Física. Punto. De modo que, adivinen: ¿cómo vamos a hacerlo?
– Con agujeros -dijo Paolo Sylvino.
– Agujeros. Aberturas evanescentes en el hiperespacio… o, más exactamente, universos paralelos con diversas curvaturas o trayectorias. Ultraespacio es la palabra que preferimos nosotros. En forma elemental la idea anda por ahí en la Tierra desde Einstein. Aunque me aventuro a sugerir que ustedes tienen que recorrer un largo camino para llegar a la forma de hacerlo. Ustedes encuentran un camino en la espuma cuántica y luego horadan un túnel en el espacio-tiempo, y lo flexibilizan con el uso de ciertos materiales… exóticos. Nosotros estamos trabajando en este problema desde hace siete millones y medio de años.
”Éste era el encuadre: sabíamos que en el núcleo había un agujero negro de aproximadamente 1,4237 millones de masas solares, y que esto estaba perfectamente verificado. Como ustedes saben, la energía contenida en el remolino central es estupenda, pero totalmente insuficiente para conducir una galaxia. La verdadera fuente de energía era otra. Y ésa era la recompensa que buscábamos. Mientras preparábamos nuestra fuerza de ataque inicial enviamos sondas de reconocimiento al núcleo galáctico a intervalos de más o menos un millón de años. Muchas misiones se perdieron. Las que volvieron traían los sensores anulados. De una u otra manera las preparaciones para el ataque insumieron 437 millones de años. Entonces hicimos nuestro juego. Adviértase que actualmente en la Tierra lo único que tenemos son organismos visibles al ojo desnudo.”
El portero de Marte se sentó, se reclinó en el respaldo de la silla y cruzó las garras detrás de la cabeza. Continuó con aire pensativo:
– Nadie pensó que esta acción fuera un… “error”, exactamente. Todos estaban perfectamente convencidos de que era algo que teníamos que hacer. Pero las consecuencias fueron un poco extremas. Después de tan larga preparación, la realización de la Fuerza de Ataque Inicial contra el Poder del Núcleo sólo duró nueve segundos.
”Nuestra flota… fue enviada de vuelta. En su totalidad. Y supimos que habíamos perdido, pero tuvimos que esperar otros 300.000 años para averiguar por qué. Fue una época de gran ansiedad. Esperábamos intrincadas represalias… día tras día, hora tras hora…
”Como unidades militares nuestras naves habían quedado neutralizadas en el primer milésimo de segundo de su aparición en el núcleo, pero sus sensores estaban intactos y habían recogido gran cantidad de información. Gran parte de ella era sumamente deprimente, desde el punto de vista marciano. El núcleo galáctico por cierto había sido investigado. El anillo circundante artificial había sido instalado, según nuestras mejores estimaciones, setecientos cincuenta mil millones de años atrás. Había una especie de fuerza externa de seguridad vigilando el Anillo. Nada más. Una fuerza de… portería. Estacionada allí por entidades que más tarde llamaríamos los Perros del Infinito. Su fuente de energía estaba más allá de la entrada del agujero negro. Usaban energía del universo muerto. Además, más allá del Anillo detectamos lo que sólo podría describir como un hangar de cometas. Nuestro equipo identificó la firma de nuestro propio Cometa Alfa entre los cometas estacionados allí.
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