Matilde Asensi - El Origen Perdido

Здесь есть возможность читать онлайн «Matilde Asensi - El Origen Perdido» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Историческая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Origen Perdido: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Origen Perdido»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una extraña enfermedad que ha dejado a su hermano en estado vegetativo lleva al hacker y empresario informático Arnau Queralt a emprender una investigación arqueológica para encontrar el remedio. De forma sorprendente, se verá inmerso en una aventura que le llevará a la historia del Imperio Inca, las ruinas de Tiwanacu y la selva amazónica, tras las huellas de una civilización perdida. El lector sigue con Arnau y sus amigos, Marc y Lola, este viaje a través del conocimiento, descubriendo algunos misterios sin resolver en la Historia de la Humanidad, las paradojas de la Teoría de la Evolución y el verdadero papel de los españoles en la conquista de América.

El Origen Perdido — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Origen Perdido», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Tuve suerte de encontrar un sitio para dejar el coche justo en una callejuela cercana a su casa, una de esas casas antiguas de dos pisos y desván con la fachada ennegrecida por la contaminación y un pequeño jardín. Marta me abrió la puerta.

– Este edificio no tiene micrófonos ni sensores ni cámaras -me advirtió con sorna nada más entrar-. Lo digo por si te sientes incómodo. Si das un grito, no hay ningún ordenador que te responda. Lo lamento.

Era una casa muy grande, con suelos de parqué, techos altos y muebles antiguos. Había libros por todas partes, hasta en los pasillos, en grandes librerías de madera que no dejaban ver las paredes. No hubiera esperado otra cosa distinta: la casa era a Marta como Marta era a la casa.

– ¿Y tampoco tienes una consola de videojuegos? Ya sabes, una Playstation o una Gameboy -le pregunté mientras entrábamos en el salón, cuyas altas ventanas daban al jardín.

– De eso sí tengo -reconoció sonriendo, dejándose caer en el sofá. Aunque el entorno era extraño, ella volvía a ser la misma Marta de Bolivia, o eso me pareció, con la diferencia de que allí iba con ropa de invierno y aquí llevaba un sencillo vestido de tirantes-. Las habitaciones están en el piso de arriba. En las de mis hijos puedes encontrar alguna si la necesitas. No te reprimas.

Me senté en un sillón frente a ella, aunque sin ponerme cómodo. Estaba nervioso, así que comencé a jugar con un mechero de plástico que encontré junto a un cenicero de piedra en el que había varias colillas.

– ¿No habías dicho que ibas a fumarte un cigarrillo? -pregunté sorprendido.

– Bueno, necesitaba nicotina para recuperar los meses perdidos.

Decidí no andarme por las ramas.

– Necesito tu ayuda, Marta. Tienes que explicarme… O sea, yo quiero trabajar con vosotros en Tiwanacu.

Ella soltó una carcajada.

– ¿Eso es lo que ocultabas cuando te preguntábamos qué querías hacer cuando te jubilaras?

– Más o menos.

– Eres un poco impreciso. Cuéntame más.

– Quiero colaborar, quiero ser parte del equipo -me estaba explicando como un libro abierto-. El problema es que no tengo ningún tipo de preparación académica. Soy empresario, un empresario de internet. ¿Cómo puedo trabajar con vosotros en una excavación, en calidad de qué? De entrada, había pensado proporcionaros a Efraín y a ti los programas informáticos y los ordenadores que necesitéis para traducir las láminas de oro de la Pirámide del Viajero. Yo mismo los escribiría o mejoraría los que te dio Joffre. Volvería a ser programador -sonreí- como cuando tenía veinte años. Pero quisiera participar de alguna otra manera, no sólo como informático.

– Bueno… -titubeó ella-, no lo sé. Tendría que pensarlo. Por supuesto, si dependiera sólo de mí no habría el menor problema. Creo que me gustaría mucho trabajar contigo. Pero las excavaciones están financiadas por el gobierno boliviano…

– Y por empresas privadas -la atajé.

– Sí, y por empresas privadas que buscan desgravar impuestos y hacerse una buena imagen, no convertirse en parte integrante de la excavación.

– Vale. Entonces, ¿qué debo hacer?

– Si sólo es esto -se burló-, entonces me decepcionas. Creí que ocultabas algún secreto interesante.

– Bueno, puede que tenga algún secreto -admití, inclinándome hacia adelante para acercarme más a ella-. O, quizá, dos. ¿Qué te parece?

– Eso está mejor -sonrió abiertamente.

– Mi primer secreto es éste: trabajaría con vosotros sólo mientras tú estuvieras en Bolivia. El tiempo que pasaras aquí en Barcelona, en la universidad, me iría a recorrer el mundo. Voy a convertirme en cazador de leyendas sobre el origen de la humanidad.

– ¡Pero eso es lo que hacen los creacionistas de los que hablaba Gertrude! -se espantó.

– No. Ellos coleccionan pruebas contra la Teoría de la Evolución. Que se encarguen de esa tarea puesto que llevan mucho tiempo haciéndolo. Yo hablaré con gente tan rara como los yatiris. Iré a África, a Asia, a Norteamérica, a Sudamérica, a Australia…

– Ahora entiendo el dibujo que te hizo el chamán de los Toromonas -dejó escapar con los ojos muy abiertos-. ¡El pájaro, naturalmente!

¿Recordaba que a ella le hizo también el mismo dibujo…? Ya veríamos.

– Buscaré por todas partes -continué yo con entusiasmo-, buscaré hasta debajo de las piedras para recoger todas las leyendas que hablen sobre la creación del mundo y de los seres humanos. Estoy convencido de que seré capaz de hacer un estudio muy serio con todo lo que encuentre y de que descubriré coincidencias muy significativas y podré establecer paralelismos interesantes. No olvides que he sido programador de código durante muchos años y que he aprendido a extraer datos a partir de fragmentos dispersos de información. Pero mi problema es que, cuando tenga todo el material, cuando vuelva a Barcelona para trabajar sobre ello, no sabré cómo hacerlo. Volvemos a lo de antes: carezco de la preparación académica. Habrá que sistematizar, ordenar, escribir… Manejo varios lenguajes de programación y puedo escribir millones de instrucciones con ellos, pero no soy capaz de redactar un pequeño ensayo histórico o científico.

Marta me miraba absolutamente sorprendida. Había llegado el momento:

– ¿Por qué no trabajas conmigo, Marta? ¿Por qué no te vienes conmigo?

Ya lo había soltado. Noté que el sudor me resbalaba por la nuca.

Su boca se abrió de par en par.

– ¿Has dicho que me vaya contigo? -balbució al fin.

– Pasaríamos todo el tiempo necesario con Efraín y Gertrude en Bolivia para llevar adelante la excavación de Lakaqullu y ocuparnos del material de la Pirámide del Viajero. Yo podría encargarme de las tareas, digamos, clandestinas -sonreí-, como sacar el cuerpo de Dose Capaca y ocultarlo en algún lugar elegido por vosotros, que conocéis la zona -hablaba sin respirar, sin hacer pausas; hablaba como mi madre-, o de eliminar de la cámara del Viajero toda referencia a la huida de los yatiris a la selva o también de cerrar el túnel de salida donde encontramos la rosquilla de piedra que se ha quedado Efraín. Quizá sería buena idea que pidieras una excedencia en la universidad, o una beca de esas que os dan para investigar. No sé, como tú lo vieras mejor. Así podríamos viajar y visitar a los dogones, los hopi, los navajos… a todos esos pueblos que conservan viejas leyendas sobre el diluvio y la creación del mundo. Medio año en Bolivia y medio año por ahí, recopilando información.

– Pero…

– Además, de este modo, también podría trabajar con Gertrude en el asunto de la cinta con las voces de los Capacas de Qalamana. He descubierto que me intriga mucho el funcionamiento del cerebro, igual que, en su momento, me intrigó el funcionamiento de los ordenadores. De nuevo, claro, carezco de las herramientas necesarias. No soy médico. Pero tampoco sabía nada cuando empecé a programar con un Spectrum y mira cómo he terminado, así que creo que puedo aprender mucho con Gertrude y, si estoy en Bolivia, trabajaremos mejor.

– Arnau…

– Otra cosa que se me ha ocurrido es que podríamos pasar el verano trabajando en Taipikala y el invierno en los otros lugares, de manera que, entre viaje y viaje, tuvieras ocasión de volver a casa para estar con tus hijos. ¿O todavía te necesitan y no puedes dejarlos solos? Porque eso cambiaría un poco los planes y…

– ¡Cállate!

Me quedé mudo de golpe.

– Escucha -dijo ella, llevándose las manos a la cabeza-, creo que estás loco. No sé si entiendo muy bien lo que quieres decir. Hablas en clave y estoy hecha un lío.

Permanecí en silencio, con los labios apretados para que viera que no pensaba decir ni una sola palabra más. En realidad, ya había hecho mi jugada. Un auténtico hacker no revela nunca sus secretos pero, cuando llega el momento de actuar, actúa con firmeza.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Origen Perdido»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Origen Perdido» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El Origen Perdido»

Обсуждение, отзывы о книге «El Origen Perdido» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x