Amin Maalouf - Samarcanda
Здесь есть возможность читать онлайн «Amin Maalouf - Samarcanda» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Историческая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Samarcanda
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Samarcanda: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Samarcanda»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Samarcanda — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Samarcanda», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
– Puedes ocultarme tus escritos, no tus lágrimas. Quiero verlas, tocarlas, mezclarlas con las mías, quiero conservar sus huellas sobre mis mejillas, quiero conservar su sabor salado sobre mi lengua.
Se diría que intentan desgarrarse, ahogarse, aniquilarse. Sus manos enloquecen, sus ropas se esparcen. Incomparable noche de amor la de dos cuerpos incendiados por lágrimas ardientes. El fuego se propaga, los envuelve, se enrosca a ellos, los embriaga, los abrasa, los fusiona piel contra piel hasta el límite del placer. Sobre la mesa, un reloj de arena fluye gota a gota, el fuego amaina, vacila, se apaga, una sonrisa jadeante permanece rezagada. Durante largo rato se respiran. Omar murmura, a ella o al destino que acaban de desafiar:
– Nuestro enfrentamiento no ha hecho más que empezar.
Yahán lo abraza con los ojos cerrados:
– No me dejes dormir hasta el alba…
Al día siguiente, dos nuevas líneas en el manuscrito. La caligrafía es débil, vacilante y torturada:
¡Qué solo estabas, Jayyám, junto a tu amada!
Ahora que se ha ido, podrás refugiarte en ella.
XI
Qaxan, oasis de casas bajas en la ruta de la seda en el lindero del desierto de Sal. Allí las caravanas se acurrucan y recobran el aliento antes de bordear Karkas Kuh, el siniestro monte de los Buitres, guarida de bandoleros que asolan las inmediaciones de Ispahán.
Qaxan, construida con arcilla y barro. El visitante busca en vano alguna pared vistosa, alguna fachada decorada. Sin embargo, es allí donde se hacen los más prestigiosos vidriados que van a embellecer de verde y oro las mil mezquitas, palacios o medersas desde Samarcanda a Bagdad. En todo el Oriente musulmán, la cerámica se llama simplemente qaxi o qaxani , un poco como la porcelana lleva el nombre de China, tanto en persa como en inglés.
Fuera de la ciudad, un caravasar a la sombra de las palmeras. Una muralla rectangular, unas garitas de vigilancia, un patio exterior para las bestias y las mercancías y un patio interior bordeado de pequeñas habitaciones.
Omar desearía alquilar una, pero el posadero se excusa desolado: no hay ninguna libre para la noche, acaban de llegar unos ricos mercaderes de Ispahán, con hijos y criados. Para verificar sus palabras no hace falta consultar ningún registro. El lugar es un hervidero de empleados gritones y de venerables monturas. A pesar del invierno que empieza, Omar habría dormido bajo las estrellas, pero los escorpiones de Qaxan son apenas menos famosos que su cerámica.
– ¿De verdad no queda ni un rincón para extender mi estera hasta el alba?
El encargado se rasca la cabeza. Está oscuro, no puede negar alojamiento a un musulmán.
– Tengo una pequeña habitación de esquina ocupada por un estudiante. Pídele que te haga un sitio.
Se dirigen hacia allí, la puerta está cerrada. El posadero la entreabre sin llamar, una vela titila, un libro se cierra apresuradamente.
– Este noble viajero partió de Samarcanda hace ya tres largos meses. He pensado que podría compartir tu habitación.
Si el joven se siente contrariado evita manifestarlo y se muestra cortés, aunque no solícito.
Jayyám entra, saluda y declara una prudente identidad:
– Omar de Nisapur.
Un breve pero intenso fulgor de interés en los ojos de su compañero, quien a su vez se presenta:
– Hassan, hijo de Alí Sabbah, nativo de Qom, estudiante en Rayy, en camino hacia Ispahán.
Esta enumeración detallada incomoda a Jayyám. Es una invitación a decir más sobre sí mismo, su actividad, el objeto de su viaje. No comprende la razón y desconfía del procedimiento. Por lo tanto, guarda silencio y sin prisa se sienta apoyándose contra la pared y mira con insistencia a ese hombrecillo de tez oscura, tan endeble y demacrado y de rasgos tan angulosos. Su barba de siete días, su turbante negro apretado y sus ojos desorbitados le desconciertan.
El estudiante le acosa con la sonrisa:
– Cuando uno se llama Omar es imprudente aventurarse en las proximidades de Qaxan.
Jayyám finge la mayor de las sorpresas. Sin embargo, ha comprendido bien la alusión. Su nombre es el del segundo sucesor del Profeta, el califa Omar, odiado por los chiíes, ya que fue un tenaz rival de su padre fundador, Alí. Aunque por ahora la población de Persia es en su gran mayoría sunní, existen ya algunos islotes de chiísmo, principalmente en las ciudades oasis de Qom y de Qaxan, donde se perpetúan extrañas tradiciones. Todos los años se celebra con un carnaval burlesco el aniversario del califa Omar. Con este fin, las mujeres se pintan, preparan golosinas y pistachos tostados y los niños se apostan en las terrazas y vierten trombas de agua sobre los transeúntes gritando alegremente: «¡Dios maldiga a Omar!» Fabrican un muñeco con la efigie del califa llevando en la mano un rosario de cagarrutas ensartadas y lo pasean por algunos barrios cantando: «¡Por ser tu nombre Omar, tienes tu sitio en el infierno, tú, el jefe de los malvados, tú, el infame usurpador!» Los zapateros de Qom y de Qaxan se acostumbraron a escribir «Omar» en las suelas que fabrican, los muleros ponen ese nombre a sus bestias, complaciéndose en pronunciarlo en cada tunda de palos, y los cazadores, cuando no les queda más que una flecha, murmuran al dispararla: «¡Ésta para el corazón de Oman»
Hassan evoca esas prácticas con vagas palabras, evitando entrar crudamente en los detalles, pero Omar lo mira sin simpatía y deja caer en un tono hastiado y definitivo:
– No cambiaré de ruta a causa de mi nombre y no cambiaré mi nombre a causa de mi ruta.
Se produce un largo y frío silencio, los ojos se huyen. Omar se descalza y se tiende para tratar de conciliar el sueño. Es Hassan quien habla de nuevo:
– Quizá te haya ofendido recordándote esas costumbres, pero sólo quería que fueras prudente cuando mencionaras tu nombre en este lugar. No te equivoques sobre mis intenciones. Desde luego durante mi infancia en Qom participé en esas actividades, pero desde la adolescencia las miré con otros ojos y comprendí que semejantes excesos no son dignos de un hombre culto, ni se atienen a las enseñanzas del Profeta. Y para decirlo todo, cuando te extasías, en Samarcanda o en otra parte, ante una mezquita admirablemente recubierta de ladrillos vidriados por los artesanos chiíes de Qaxan y el predicador de esa misma mezquita lanza invectivas e imprecaciones desde lo alto de su púlpito contra «los malditos herejes sectarios de Alí», tampoco eso se atiene a las enseñanzas del Profeta.
Omar se incorpora ligeramente.
– Estas son palabras de un hombre sensato.
– Puedo ser sensato como puedo ser loco. Puedo ser amable o execrable. Pero ¿cómo mostrarse con aquel que viene a compartir tu habitación si ni siquiera se digna presentarse?
– Ha bastado con que te diga mi nombre para que me asaltes con palabras desagradables, ¿qué no me habrías dicho si te hubiera dado a conocer mi identidad completa?
– Quizá no te habría dicho nada de todo eso. Se puede detestar a Omar el califa y no sentir más que estima y admiración por Omar el geómetra, Omar el algebrista, Omar el astrónomo o incluso Omar el filósofo.
Jayyám se incorpora. Hassan triunfa:
– ¿Crees que sólo se identifica a las personas por su nombre? Se las reconoce por su mirada, por su forma de andar, su aspecto y el tono que emplean. Desde que entraste supe que eras un hombre sabio que acostumbra a recibir honores y al mismo tiempo los desprecia, un hombre que llega sin tener que preguntar su camino. Desde que pronunciaste el comienzo de tu nombre lo comprendí: mis oídos sólo conocen a un Omar de Nisapur.
– Si has intentado impresionarme, tengo que admitir que lo has conseguido. ¿Quién eres?
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Samarcanda»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Samarcanda» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Samarcanda» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.