Hacia finales del año 100 a. J.C. Saturnino empezó a conquistarse al proletariado; en aquella época había hambruna y el proletariado estaba inquieto. Hizo aprobar una ley del grano que no pudo llevar a la práctica, pues no había grano del que disponer. Cuando se celebraron las elecciones de tribunos de la plebe para el 99 a. J.C., Saturnino volvió a presentarse, con éxito. Agitadas por la hambruna y por la oratoria de Saturnino, las multitudes del Foro se volvieron un peligro suficiente para obligar a Mario y a Escauro, el príncipe del Senado, a aliarse y lograr la aprobación de un último decreto del Senado. Cuando fueron aprehendidos después de haber cortado el abastecimiento de agua del Capitolio, a Saturnino y a sus amigos se les encerró en la Cámara del Senado hasta que pudieran celebrarse los juicios y se les mató con una lluvia de tejas del tejado de la Cámara del Senado. Luego se anularon todas las leyes de Saturnino. Después siempre se dijo que Saturnino había intentado convertirse en rey de Roma. Su hija Apuleya se casó con el patricio Marco Emilio Lépido.
Para una narración más completa de la carrera de Saturnino, véase la entrada en el glosario de La corona de hierba.
seléucida . Nombre de una de las ramas dinásticas de la casa real de Siria, cuyos soberanos eran descendientes de Seleuco Nicator, uno de los compañeros de Alejandro el Grande, aunque no uno de sus generales célebres. Después de la muerte de Alejandro, Seleuco puso los cimientos de un reino que con el tiempo se extendería desde Siria y Cilicia hasta Media y Babilonia; tenía dos capitales, Antioquía y Seleucia del Tigris. Tuvo dos esposas, la macedonia Estratonice y la bactriana Apama. El último siglo a. J.C. el reino de los partos había usurpado las tierras orientales, y Roma la mayor parte de Cilicia; el reino de los seléucidas se vio reducido solamente a Siria. Luego Pompeyo convirtió Siria en provincia romana, lo que hizo que el último de los seléucidas ocupase el trono de Comagene.
Senado . En latín, senatus. Originalmente era un cuerpo formado sólo por patricios que primero contenía cien miembros y después trescientos. A causa de su antigüedad, no existía una definición clara de sus derechos, poderes y obligaciones. El carácter de miembro del Senado era vitalicio (a menos que un hombre fuera expulsado por los censores por conducta inadecuada o por empobrecimiento), lo cual predisponía a la forma oligárquica que adquirió. A lo largo de su historia sus miembros lucharon denodadamente por conservar la preeminencia en el gobierno. Hasta que Sila prohibió la entrada en el Senado a todo aquel que no hubiera sido cuestor, el nombramiento quedaba a criterio de los censores, aunque desde mediados de la época de la República en adelante la admisión en el Senado se llevaba a cabo en seguida después de ser cuestor; la lex Atinia disponía que los tribunos de la plebe entrasen automáticamente en el Senado tras ser elegidos. Esta era una selección de entrada completamente extraoficial; se suponía que un senador debía disfrutar de unos ingresos de un millón de sestercios.
Sólo los senadores podían llevar sobre la túnica el latus clavus; éste era una banda ancha de color púrpura que bajaba por el hombro derecho. Calzaban zapatos cerrados de cuero marrón y llevaban un anillo que en origen había sido de hierro, pero que después fue de oro. El auto senatorial consistía en llevar sobre la túnica la banda estrecha de los caballeros. Sólo los hombres que habían ostentado una magistratura curul llevaban una toga con orla púrpura; los senadores corrientes la llevaban blanca, lisa.
Las reuniones del Senado debían celebrarse en locales debidamente consagrados; el Senado tenía su propia curia o casa de reuniones, la Curia Hostilia, pero también era dado a reunirse en cualquier otra parte a capricho del hombre que convocase la reunión:
se suponía que dicho hombre tenía motivos fundados para escoger un lugar que no fuera la Cámara del Senado, como, por ejemplo, que necesitara reunirse en un lugar fuera del pomerium. Las ceremonias, la reunión y el banquete del día de año nuevo siempre se celebraban en el templo de Júpiter Óptimo Máximo. Las sesiones podían tener lugar solamente desde la salida del sol hasta la puesta del sol, y no podían celebrarse los días en que se reunieran las otras asambleas, aunque sí estaban permitidas en días comiciales si no se reunía ninguna de las otras asambleas.
Hasta que Sila reorganizó esto, como hizo con otras muchas cosas, la rígida jerarquía del orden en que hablaban los senadores siempre había colocado en primer lugar al príncipe del Senado y a los consulares, por delante de hombres que ya hubieran salido elegidos para un cargo pero no lo hubieran asumido aún, mientras que después de Sila los cónsules y los pretores electos hablaban por delante de dichos consulares; tanto antes como después de Sila, un patricio siempre precedía a un plebeyo de igual categoría en la jerarquía para hablar. El privilegio de hablar no se les concedía a todos los miembros de la Cámara. Los senatores pedanii (he usado la expresión de «los de los bancos de atrás» para describirlos, pues se sentaban detrás de los hombres a los que se les permitía hablar) podían votar, pero no participaban en los debates. No había restricciones de tiempo ni en lo referente al contenido del discurso, así que el obstruccionismo al hablar de cualquier cosa era algo corriente. Si un tema no tenía importancia o era evidente que todos estaban a favor, la votación podía expresarse verbalmente o a mano alzada, pero una votación formal se realizaba mediante una división de la cámara, lo cual significaba que los senadores abandonaban sus puestos y se agrupaban a ambos lados del estrado curul según el voto fuera sí o no, y entonces se les contaba. Como siempre fue un cuerpo consejero más que auténticamente legislativo, el Senado emitía sus consulta o decretos en forma de peticiones a las restantes asambleas. Si el tema era grave, tenía que haber quórum antes de votar, aunque no sabemos el número exacto que constituía dicho quórum. Ciertamente la mayoría de las reuniones no tenían mucha concurrencia, pues no había ninguna norma que dijera que un hombre nombrado senador tuviera que asistir a las reuniones, ni siquiera de modo irregular.
En algunas áreas el Senado tenía supremacía, a pesar de su falta de poder legislativo: el fiscus estaba controlado por el Senado, lo mismo que el Tesoro; los asuntos extranjeros estaban reservados para el Senado; el nombramiento de los gobernadores de las provincias, la regulación de los asuntos de las mismas y las guerras recibían solamente atención del Senado.
senatus consultum . Véase consultum.
senatus consultum de re publica defendenda . Era el decreto último del Senado, y se conoció así hasta que Cicerón abrevió el título entero llamándolo senatus consultum ultimum. Databa del año 121 a. J.C., cuando Cayo Graco recurrió a la violencia para impedir que sus leyes fueran abolidas; el decreto último quería decir que en emergencias civiles el Senado podía, aprobándolo, anular la autoridad de todos los demás cuerpos de gobierno. Este decreto último proclamaba la soberanía del Estado y establecía lo que de hecho era la ley marcial. En realidad era un modo hábil de evitar nombrar un dictador.
senatus consultum ultimum . Era el nombre que en la época de que trata este libro se daba con mayor frecuencia al senatus consultum de re publica defendenda. Ciertamente Cicerón lo empleó, y a él le atribuyo yo el origen, aunque sólo es una suposición.
sestercio . Aunque el denario era una moneda más corriente en circulación que el sestercio, los procedimientos aritméticos romanos siempre se expresaban en sestercios. En los textos latinos aparece abreviado como RS. Era una moneda pequeña de plata que pesaba menos de un gramo; el sestercio era la cuarta parte de un denario. sextilis. En origen era el sexto mes, cuando el año nuevo romano empezaba en marzo; mantuvo el nombre después de que el hecho de empezar el año en enero lo convirtiera en el octavo mes. Nosotros lo conocemos como agosto, y así lo conocieron también los romanos, pero no hasta la época de Augusto.
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