myoparo. Pequeña galera de guerra muy utilizada por los corsarios antes de que se unieran formando flotas capaces de atacar a auténticas escuadras. Se desconoce el tamaño y el aspecto del myoparo, pero debió de ser una mejora de la hemiolia (véase ese término); en el único dibujo existente no se aprecian detalles, pero parece deducirse que sólo llevaba un banco de remos que se apoyaban en la regala en vez de ir en escálamo en una tronera; el myoparo tenía un solo palo con vela.
nefas. Palabra latina con el significado de monstruosidad, sacrilegio.
Nemi, lago. Pequeño lago volcánico de los montes Albanos, junto a la Vía Apia. Estaba situado en un bosque sagrado y en su orilla se alzaba un templo a Diana, atendido por un sacerdote llamado rex Nemorensis, que era un esclavo huido que llegó al sacerdocio después de mancillar el bosque cortando una rama y matar en combate al anterior rex Nemorensis.
niseano, caballo. Véase caballo niseano.
noble (nobilis). Vocablo empleado para designar a un individuo y a sus descendientes una vez obtenido el consulado; era una aristocracia artificial inventada por los plebeyos para disminuir aún más la distinción respecto a los patricios, ya que durante la segunda época de la república accedían al consulado más plebeyos que patricios.
nombre secreto de Roma. Roma, posiblemente en su encarnación divina, tenía un nombre críptico del que era depositaria una diosa particular, Diva Angerona, cuya estatua, en el altar del templo de Volupia, tenía la boca tapada con una mordaza. En él se celebraban misteriosos ritos en el que se pronunciaba ese nombre, pero era tabú pronunciarlo en público y en él creían hasta las personas más cultivadas. Lo más probable es que ese nombre críptico fuese Amor, que es el nombre de Roma escrito al revés.
nomen, nomina. El nombre de la familia, o gentilicio, de la gens.
non pro consule, sed pro consulibus. La famosa frase de Lucio Marcio Filipo proponiendo que se diera a Pompeyo el mando en la Hispania Citerior en la guerra contra Quinto Sertorio. Es un dechado de habilidad con la que ganó el apoyo de los senadores reacios a entregar un mando proconsular a alguien que no pertenecía al Senado. La traducción aproximada sería «no como quien aspira al consulado, sino como quien actúa en nombre de los cónsules del año».
nonas. Era el segundo de los tres días referentes del mes. Los romanos determinaban las fechas hacia atrás a partir de los tres referentes, calendas, nonas, idus. Las nonas se producían el séptimo día de los meses largos (marzo, mayo, julio y octubre) y el quinto día de los otros meses; estaban consagradas a Juno.
nundínus, nundinae. Era el día de mercado cada ocho días. Se usaba más en plural que en singular; en circunstancias normales, los tribunales estaban abiertos en los nundinae pero las asambleas no.
nundinum. El intervalo entre un día de mercado y el siguiente, o semana romana de ocho días. Con excepción de las calendas, nonas e idus, los días no tenían nombre en el calendario romano y en ellos figuraban con una letra de la A a la H, siendo probablemente esa A la que indicaba el día de mercado. Cuando las calendas de enero coincidían con el día de mercado, se consideraba un año adverso, pero sucedía pocas veces debido a las intercalaciones y al hecho de que la serie de letras para los ocho días se continuaba sin interrupción entre el último día del año viejo y el primero (calendas) del año nuevo.
Olimpia. El famoso templo de Zeus no estaba junto al monte Olimpo de Tesalia, sino en el río Alfeo en la Élida del Peloponeso occidental.
Opus incertum. Una de las modalidades más antigua de construcción de los muros romanos. Se levantaban dos mampuestos toscos de piedras sin labrar y mortero y el hueco entre ambos se rellenaba con mortero compuesto de puzolana y cal mezcladas con cascajo y cantos (caementa). El opus incertum seguía siendo en tiempos de Sila el método más común para levantar muros, y es de suponer que fuese más barato que hacerlos de ladrillo.
ordo equester. Véase caballeros.
osco. La lengua hablada por los samnitas, lucanos, frentanos, pulIeses, brutii y campani de la Italia peninsular. Era un idioma indoeuropeo que tenía algo en común con el latín, pero era muy distinto. Algunos de los pueblos que hablaban osco se valían del alfabeto latino para escribir, pero la mayoría (entre ellos los samnitas) poseían un alfabeto derivado del etrusco. Lo hablaban muchos romanos, y a veces los mimos atelanos representaban su espectáculo hablando osco.
padres conscriptos. Según lo establecido por los reyes de Roma, el Senado constaba de cien patricios llamados patres, es decir, padres. Cuando se incorporaron a él plebeyos en los primeros tiempos de la república, se les denominó conscripti. Patricios y plebeyos eran patres et conscripti, y paulatinamente los dos términos se fundieron y todos pasaron a denominarse padres conscriptos.
paean. Himno de júbilo, compuesto en honor de un dios y en ocasiones en elogio a una persona.
paludismo. Enfermedad infecciosa causada por cuatro variedades del plasmodium y transmitida por la hembra de un mosquito del género Anopheles; era endémica en Italia. Los romanos sabían que se producía con distintas manifestaciones: fiebres cuartanas, tercianas y una modalidad más grave intermitente; sabían igualmente que la enfermedad era muy común en las zonas pantanosas -de ahí su aprehensión por las marismas pontinas y el lago Fucino- lo que ignoraban era que se producía por la picadura de un mosquito.
panteón. Palabra actual con la que se designa el conjunto de dioses de las religiones politeístas.
paterfamilias. El cabeza de familia con derecho a hacer su voluntad con los miembros de la misma, firmemente protegido por las leyes del Estado romano.
patricios. La primitiva aristocracia romana. Los patricios eran ciudadanos distinguidos antes de que Roma tuviera reyes, y conservaron para siempre ese título y un prestigio vedado a cualquier ciudadano plebeyo (por muchos cónsules que hubiese tenido en la familia, ennobleciéndola). No obstante, conforme fue evolucionando la república y aumentando el poder plebeyo en consonancia con su riqueza, los patricios fueron perdiendo inexorablemente privilegios y títulos. Sila, que era patricio, intentó elevar la condición de los patricios por encima de los plebeyos, pero no legisló para concederles privilegios importantes. En cualquier caso, al margen de los derechos y privilegios constitucionales, los romanos aceptaban a los patricios como personas superiores. En el último siglo del régimen republicano, las siguientes familias patricias seguían dando senadores (cuando no cónsules y pretores): los Emilios, Claudios, Cornelios, Fabios (aunque sólo a través de adopciones), Julios, Manlios, Pinarios, Postumios, Sergios, Servilios, Sulpicios y Valerios.
patronazgo. La sociedad de tiempos de la república romana estaba organizada con arreglo a un sistema de patronazgo y clientela (véase cliente). Aunque tal vez los pequeños comerciantes y los trabajadores de las capas más bajas no estaban integrados en el sistema, éste prevalecía a todos los niveles sociales y no todos los patrones eran de clase alta. El patrón se comprometía a dar protección y conceder favores a los que se declaraban clientes suyos. Los esclavos libertos pasaban a ser clientes de su antiguo amo; ninguna mujer podía asumir el patronazgo y muchos patronos eran a su vez clientes de otros más poderosos, con lo cual sus clientes lo eran en realidad del que estaba por encima de ellos. Aunque este sistema no estaba sancionado por la ley, implicaba un arraigado principio de honor y eran contados los clientes que defraudaban o engañaban al patrón. Podían transcurrir años sin que éste obtuviera ayuda o apoyo del cliente, pero llegaba un día en que le pedía un favor: voto, presión política o una gestión particular. Era costumbre que el patrón «despachase» con los clientes al amanecer de los días hábiles, mañanas que los clientes dedicaban a solicitar favores o a simplemente presentarle sus respetos u ofrecerle sus servicios. Era la ocasión para que, si el patrón era rico y generoso, obsequiara a sus clientes con regalos o dinero. Si un individuo se convertía en cliente de alguien a quien anteriormente había detestado y considerado enemigo, le servía con absoluta fidelidad, llegando incluso a dar la vida por él (César el dictador y Curión el joven).
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