–¡Bendito sea el poderoso Dios que tanto bien me ha hecho! Su misericordia no tiene límite.
–¿Qué dice vuestra merced? ―preguntó la sobrina―. ¿Qué misericordia es esa?
–La misericordia de Dios ―respondió don Quijote― es que yo ya tengo juicio, libre y claro, sin las sombras oscuras de la ignorancia en que caí por leer tantos libros de caballerías. Ya conozco sus disparates y sólo me duele no tener tiempo para leer otros libros que sean luz del alma. Yo me siento, sobrina, a punto de morir y no quisiera dejar fama de loco, que, puesto que lo he sido, no quiero confirmar esta verdad en mi muerte.
Llegaron entonces el cura, el bachiller Sansón y el barbero Nicolás. Apenas los vio don Quijote les dijo:
–Alegraos, buenos señores, porque yo ya no soy don Quijote de la Mancha, sino Alonso Quijano, llamado por mis costumbres el Bueno. Soy enemigo de Amadís de Gaula y de todos los demás caballeros andantes; me son odiosas todas las historias de la caballería andante y quisiera no haberlas leído nunca.
Todos creyeron que se trataba de otra nueva locura, por lo cual dijo Sansón:
–¿Ahora, señor don Quijote, que sabemos que está desencantada Dulcinea sale vuestra merced con esto? ¿Ahora que estamos a punto de ser pastores para pasar la vida cantando, quiere hacerse monje? Calle y déjese de cuentos.
–Yo, señores ―dijo don Quijote―, siento que me voy muriendo a toda prisa. Déjense de burlas y tráiganme un confesor que me confiese y un escribano [210] escribano – писарь
para hacer testamento.
Se quedaron solos el cura y don Quijote y, acabada la confesión, salió el cura diciendo:
–Verdaderamente se muere y verdaderamente está cuerdo Alonso Quijano el Bueno.
Estas noticias provocaron el llanto del ama, de la sobrina y de Sancho Panza, porque don Quijote antes y después fue siempre un hombre tranquilo y de agradable trato, por lo que era bien querido por todos cuantos lo conocían. Entró el escribano para hacer el testamento y dijo don Quijote:
–Es mi voluntad que a mi escudero Sancho Panza se le pague lo que le debo con los dineros que tiene míos y, si algo sobra, sea también para él. Y si estando loco le ayudé a conseguir el gobierno de la ínsula, ahora que estoy cuerdo le daría un reino, si pudiera; porque su sencillez y fidelidad lo merecen.
Y volviéndose a Sancho le dijo:
–Perdóname, amigo, por haberte dado ocasión de parecer loco como yo, haciéndote caer en el error en que yo había caído creyendo que hubo y hay caballeros andantes.
–¡Ay! ―respondió Sancho llorando―. No se muera vuestra merced y viva muchos años, que la mayor locura que puede hacer un hombre es dejarse morir. No sea perezoso, levántese y vámonos al campo vestidos de pastores, como hemos acordado. Quizá encontremos detrás de algún arbusto a la señora Dulcinea desencantada. Si se muere de pesar por haber sido vencido, écheme a mí la culpa, diga que yo ensillé mal a Rocinante y por eso se cayó. Además, el que hoy es vencido puede ser mañana vencedor.
–Así es ―dijo Sansón―, y el buen Sancho dice la verdad.
–Señores ―dijo don Quijote―, yo fui loco y ya soy cuerdo; fui don Quijote de la Mancha y soy ahora, como he dicho, Alonso Quijano el Bueno. Pero volvamos al testamento; dejo toda mi hacienda a Antonia Quijana, mi sobrina aquí presente, y le mando que pague a mi ama el salario que le debo por el tiempo que me ha servido, más veinte ducados para su vestido. Digo también que, si mi sobrina quisiera casarse, lo haga con un hombre que no sepa qué son los libros de caballerías; si no es así, perderá la hacienda, que se dedicará a obras piadosas. Suplico al señor cura y al señor Sansón Carrasco que, si llegan a conocer al autor de la historia que anda por ahí llamada Segunda parte de las hazañas de don Quijote de la Mancha , le pidan perdón por la ocasión que le he dado para escribir tantos y tan grandes disparates como en ella escribe.
Con esto terminó el testamento. Don Quijote sintió un desmayo y se tumbó en la cama todo lo largo que era. Estuvo así de débil tres días y después de recibir los últimos sacramentos, entre los sollozos de los que le acompañaban, murió.
El escribano dijo que nunca había leído en ningún libro de caballerías que algún caballero andante hubiera muerto en su cama tan tranquilamente y tan cristiano como don Quijote.
El cura pidió al escribano que diera testimonio de la muerte de Alonso Quijano el Bueno, llamado Don Quijote de la Mancha, para quitar la ocasión de que un autor distinto de Cide Hamete Benengeli lo resucitara falsamente e hiciera inacabables historias de sus hazañas.
adj – имя прилагательное
com – имя существительное общего рода
f – имя существительное женского рода
m – имя существительное мужского рода
vi – непереходный глагол
vr – возвратный глагол
vt – переходный глагол
acero m ― сталь
acobardarse vr ― страшиться, пугаться
ajeno adj ― чужой, чуждый
alcornoque m ― пробковый дуб
ansioso adj ― тревожный, беспокойный
antorcha f ― факел
arbusto m ― куст
arrimarse vr ― приближаться, подходить
arrojarse vr ― бросаться, ринуться
arruinarse vr ― разрушиться
asno m ― осёл
áspero adj ― суровый
astucia f ― хитрость, лукавство
avellana f ― лесной орех
azotar vt ― бить, хлестать
bellota f ― жёлудь
berenjena f ― баклажан
bobo adj ― глупый
bordar vt ― вышивать
bostezar vi ― зевать
bronce m ― бронза
buey m ― бык
bulto m ― фигура, силуэт
cacería f ― охота
cana f ― седой волос
canalla f ― подлец, мерзавец
capilla f ― часовня
cascada f ― водопад
castaño m ― каштан
cebada f ― ячмень
ceder vt ― уступить
codicia f ― алчность, жадность
cohete m ― ракета
cólera f ― гнев
concha f ― панцирь
constelación f ― созвездие
consuelo m ― утешение, успокоение
corral m ― двор, загон
corteza f ― кора
coz m ― лягание, удар копытом
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