“Deje que me disculpe de nuevo por llegar tarde, profesor Hosta,” dijo, intentando no sonar demasiado pelota. Con solo una clase, había tenido la clara impresión de que Hosta despreciaba a los que se humillaban excesivamente. Parecía preferir la curiosidad, incluso aunque rayara en la grosería, a la deferencia.
“No suenas demasiado arrepentida, señorita…” indicó, levantando el ceño.
“Hunt, Jessie Hunt. Y la verdad es que no lo estoy,” admitió, decidiendo en ese momento que iba a tener más suerte con este tipo si era directa. “Solo imaginé que sería mejor ser educada para obtener una respuesta a mi pregunta de verdad.”
“Que es…?” le preguntó, con el ceño elevado y aspecto de sorpresa intrigada.
Ahora tenía su atención.
“Noté que dijo que DSH-Metro no acepta pacientes con un historial de violencia.”
“Eso es correcto,” dijo él. “Es su normativa. Básicamente, estaba citando su página web.”
“Pero profesor, los dos sabemos que eso no es del todo exacto. El hospital de Norwalk tiene una pequeña sección acordonada para tratar a pacientes que han cometido algunos crímenes horriblemente violentos, entre ellos asesinatos en serie, violación, y una variedad de transgresiones a menores.”
Él le miró fijamente durante largo rato antes de responder.
“Según el Departamento de Hospitales del Estado, es en DSH-Atascadero en San Luis Obispo donde se tratan esos casos,” le replicó con cara de póker. “Metro trata con criminales no violentos, así que no estoy seguro de a qué te refieres.”
“Por supuesto que lo está,” dijo Jessie con más confianza de la que se esperaba.
“Se llama la División No-Rehabilitadora, o DNR en breve. Claro que ese solo es el vocablo aburrido que utilizan para consumo público. A nivel interno y dentro de los círculos de justicia criminal, a DNR se la conoce como la unidad de ‘alto-riesgo’ en DSH-Metro, que casualmente noté que es el término que utilizó para describirla en clase.”
Hosta no contestó. En vez de eso, la estudió herméticamente durante unos cuantos segundos antes de permitir que su cara esbozara una sonrisa. Era la primera vez que Jessie le había visto algo parecido a una sonrisa.
“Camina conmigo,” le dijo, haciéndole un gesto para que saliera del aula. “Te llevas el premio especial, señorita Hunt. Han pasado tres semestres desde que algún alumno captara mis pequeños trucos verbales. Todo el mundo se siente tan decepcionado por las normas comunitarias que nadie se pregunta de qué se trata la referencia al ‘alto-riesgo’. Pero está claro que tú ya estabas familiarizada con el DNR antes de entrar a mi clase. ¿Qué es lo que sabes acerca de ello?”
“Bueno,” comenzó con cuidado, “realicé los primeros semestres de mis estudios en USC y el DNR es algo así como un secreto a voces por allí, por eso de que está tan cerca.”
“Señorita Hunt, estás encubriendo algo. No es un secreto a voces. Hasta en las filas de las fuerzas de seguridad y de la comunidad psiquiátrica, es un secreto guardado a cal y canto. Me arriesgo a decir que hay menos de doscientas personas en la región que sean conscientes de su existencia. Menos de la mitad de ellas conoce la naturaleza integral de las instalaciones. Y, aun así, de alguna manera, tú lo sabes. Haz el favor de explicarte. Y en esta ocasión, deja de lado la discreta timidez.”
Ahora le tocaba a Jessie decidir si iba a ser sincera.
Has llegado hasta aquí. Quizá no sea mala idea dar el último paso.
“Hice mi tesis sobre ello,” le dijo. “Casi consigo que me expulsen del programa.”
Hosta dejó de caminar y pareció brevemente estupefacto antes de recuperar la compostura.
“¿Así que fuiste tú?” le preguntó, sonando impresionado mientras empezaban a descender por el pasillo. “Esa tesis es legendaria entre los que la han leído. Si recuerdo bien, el título era algo así como ‘El Impacto de la Encarcelación No-Rehabilitadora en los Criminales Dementes.’ Pero nadie podía averiguar quién era el autor de verdad. Después de todo, no hay registro oficial de nadie que se llame ‘Julia Nona.’”
“Tengo que admitir que me sentía bastante orgullosa de ese nombre, pero utilizar un nombre falso no fue en absoluto mi decisión,” admitió Jessie.
“¿Qué quieres decir?” preguntó Hosta, claramente intrigado.
Jessie se preguntaba si estaría bordeando los límites de lo que tenía permitido desvelar. Entonces recordó la razón por la que le asignaron a trabajar con Hosta en un principio y decidió que no había razón para ser tímida.
“Mi asesor de la facultad entregó la tesis al decano,” explicó Jessie. “Enseguida trajo a varios agentes de la ley y a unos médicos que no puedo mencionar por ningún otro nombre que el delicioso término de ‘El Panel.’ Me interrogaron durante nueve horas seguidas antes de decidir que estaba escribiendo un artículo académico y que no era una reportera trabajando en secreto o algo peor.”
“Eso suena emocionante,” dijo Hosta. Parecía decirlo en serio.
“Suena así, pero en aquel momento, terrorífico resultaba una palabra más apropiada. Después de un tiempo, decidieron no arrestarme. Después de todo, eran ellos quienes tenían una cárcel psiquiátrica secreta sin registrar, y no yo. La universidad decidió que no había hecho nada técnicamente equivocado y no me expulsó, aunque todo lo referente a la tesis fue catalogado como confidencial. El departamento decidió que mi interrogatorio con las autoridades podía servir como defensa de mi tesis. Y firmé varios documentos donde prometía no hablar del asunto con nadie, incluido mi marido, o me enfrentaría a un posible juicio, aunque nunca dijeron en base a qué delito.”
“Entonces, ¿cómo es posible, señorita Hunt, que estemos teniendo esta conversación?”
“Me concedieron… llamémosle un permiso especial. Me permitieron seguir adelante con mis estudios y establecieron una condición específica. Pero para completarla, mi nuevo asesor de la facultad tendría que enterarse al menos superficialmente de lo que había escrito. Los que mandan miraron las facultades de todas las universidades en Orange County y determinaron que solo usted cumplía con sus requisitos. La universidad tiene un programa de Máster en Psicología Criminal, dirigido por usted. Usted tiene relación con DNR y ha realizado trabajo de campo allí. Hasta lo tiene como una opción de prácticas que ha establecido allí en los pocos casos en que un alumno expresa interés y parece prometedor. Usted es mi única opción en cincuenta millas a la redonda.”
“Supongo que debería sentirme halagado. ¿Y si declino ser tu asesor de facultad?” le preguntó.
“Debería haber recibido una visita de alguien que representa al Panel para abordar todo este tema—y el hecho de que le resultaría muy conveniente, etc. Me sorprende que no lo hayan hecho. Por lo general, son bastante minuciosos.”
Hosta se quedó pensativo un segundo.
“Hace poco recibí varios emails y un mensaje de voz de alguien llamado doctor Ranier,” dijo. “Pero el nombre no me resultaba familiar, así que los ignoré.”
“Le recomiendo que devuelva el mensaje, profesor,” sugirió Jessie. “Es posible que se trate de un seudónimo, quizá para alguien a quien ya conoce.”
“Lo haré. En cualquier caso, ¿entiendo que no voy a tener que pasar por las habituales trabas burocráticas para que te autoricen a hacer tus prácticas en DNR?”
“Hacerlas allí fue la condición específica que mencioné con anterioridad. Es la razón por la que me mostré de acuerdo en firmar su NDA sin problemas,” le dijo Jessie, incapaz de evitar que su voz sonara excitada. “Llevo casi dos años esperando esto.”
Читать дальше