Anthony Trollope - El mundo en que vivimos

Здесь есть возможность читать онлайн «Anthony Trollope - El mundo en que vivimos» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El mundo en que vivimos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El mundo en que vivimos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una magistral novela contra la corrupción y la codicia. Augustus Melmotte, un banquero sin escrúpulos recién llegado a Londres, vende a sus inversores un producto sin valor y crea una burbuja que hace subir el precio de las acciones para acaparar beneficios. Esta historia, que podría pasar hoy, es la que se cuenta en esta novela de Anthony Trollope. El mundo en que vivimos está ambientada en el Londres de finales del siglo XIX y es una obra maestra, reconocida por la crítica como la mejor novela de Trollope. Su origen se encuentra en que el autor, tras regresar a Inglaterra de las colonias en 1872, se quedó horrorizado por la inmoralidad y deshonestidad que encontró en su país. Indignado, se sentó a escribir
El mundo en que vivimos, y nada escapó a la sátira de su pluma: ni los políticos, ni los banqueros, ni el mundillo literario, ni los apostadores, ni siquiera el sexo. En un mundo de sobornos, venganzas y en el que las herederas se ganan como fichas de casino, los personajes de Trollope personifican los vicios de su sociedad, que son también los de la nuestra. «Trollope no escribía para la posteridad, sino para su tiempo y momento, pero ese es precisamente el tipo de escritores a los que la posteridad prefiere.» Henry James"Su sutil descripción de las relaciones humanas y del amor, así como del esfuerzo que supone tomar decisiones, no tiene rival. Es tan gracioso, tan sensible y tan lúcido respecto a cómo la gente busca dinero, poder y reconocimiento social que debería leerlo todo el que tenga pulso." The Guardian

El mundo en que vivimos — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El mundo en que vivimos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Otros habían intentado lo mismo, y habían fracaso de la misma manera. Todos trataban a la chica como un escollo que superar, a un alto precio. Pero a medida que la vida mejoraba para los Melmotte, y que los príncipes y duquesas aparecían en sus salones gracias a otros procedimientos —costosos, sin duda, pero no ruinosos—, el casamiento inmediato de Marie se convirtió en un objetivo menos necesario, y Melmotte redujo sus ofertas. La chica también empezó a desarrollar una opinión propia. Se decía que había rechazado de plano a lord Grasslough, cuyo padre estaba en bancarrota, y que no tenía ningún ingreso propio y era feo, malvado, de mal carácter y sin la menor virtud que lo redimiera. Marie había tenido algunas experiencias desde que lord Nidderdale, con una carcajada en voz baja, le dijo que quizá la convertiría en su esposa. Ahora, de vez en cuando, la muchacha dedicaba tiempo a reflexionar sobre su propia felicidad y su estado. La gente que la rodeaba empezó a decir que sir Felix Carbury podía ser el elegido, si jugaba bien sus cartas.

Además, no todos estaban seguros de que Marie fuera realmente la hija de madame Melmotte, y por lo tanto hebrea. Se habían hecho pesquisas infructuosas acerca de la verdadera fecha de la boda de los Melmotte. En el extranjero se rumoreaba que Melmotte había conseguido dinero casándose con su primera esposa, y que no hacía mucho de eso. Y había otros que decían que Marie no era hija de Melmotte en absoluto. El misterio era agradable, casi tanto como que el dinero existía. El dispendio cotidiano no dejaba lugar a dudas: la casa, los muebles, el carruaje, los caballos, los sirvientes con librea y peluca, y los que no llevaban más que chaquetas negras y no tenían derecho a llevar pelucas. También estaban las joyas y los regalos, y todas las cosas bonitas que se pueden comprar con dinero. Celebraban dos veladas diarias, una a las dos de la tarde, y una cena a las ocho. Los comerciantes ya tenían suficientes datos como para estar tranquilos, y en los círculos económicos de la ciudad de Londres, el nombre del señor Melmotte equivalía a un tesoro, si bien su carácter no valía demasiado.

Hacia las diez de la noche, la gran casa en la parte sur de la plaza Grosvenor tenía todas las luces encendidas. La extensa galería se había convertido en un invernadero, cubierta con paneles que imitaban una enredadera, y se mantenía cálida con aire caliente y decorada con exóticos objetos de precio fabuloso. Desde la puerta se había erigido un paso cubierto, hasta la calle y me temo que había policías sobornados para apartar a los paseantes y convencerles de que dieran un rodeo. Una vez dentro, la residencia había sufrido tal revolución decorativa, que uno dudaba de en qué país se hallaba. El vestíbulo era un paraíso, la escalera el país de las hadas. Los recovecos de los pasillos, pequeñas grutas desde las que asomaban helechos y plantas. Había arcos nuevos y donde era menester, se habían derribado paredes. Las columnas se habían afianzado y recubierto, forrado o decorado. El baile tenía lugar en la planta baja y en el primer piso, y la casa parecía no tener fin. «Le ha costado sesenta mil libras», le dijo la marquesa de Auld Reekie a su viaje amiga, la condesa de Mid-Lothian. La marquesa había decidido asistir al baile a pesar del desgraciado final del romance de su hijo con la señorita Melmotte. Había tomado esa decisión al enterarse de que la duquesa de Stevenage estaría presente. «Y una cantidad tan malgastada nunca ha tenido mejor destino», dijo la condesa. «Por lo que se dice, también la ganó de mala manera», replicó la marquesa. Luego las dos nobles damas, una después de otra, dedicaron elaboradas declaraciones de admiración a madame Melmotte, la hebrea de Bohemia, que estaba en pie en el país de las hadas, para recibir a sus invitados, casi a punto de desmayarse ante la grandeza de la ocasión.

Los tres salones del primer piso, o el piso destinado a los salones, estaban preparados para acoger el baile, y allí era donde se encontraba Marie. La duquesa, no obstante, había decidido que alguien debía abrir el baile y le había encargado la tarea a su sobrino Miles Grendall, un joven caballero que ahora frecuentaba las compañías de la City. La misión del muchacho consistía en dar órdenes a la banda de música y en general, ser útil a la velada. Efectivamente, las relaciones entre los Grendall —es decir, la rama de lord Alfred— y los Melmotte se habían estrechado, y no podía ser de otra manera, pues ambas partes daba y recibía mucho fruto de esa circunstancia. Lord Alfred no tenía ni un chelín a su nombre; pero su hermano era duque, y su hermana duquesa, y durante los últimos treinta años el pobre y querido Alfred había constituido una perpetua fuente de ansiedad y preocupación. Su matrimonio no le había aportado ni un centavo, se había gastado ya su propio y moderado patrimonio, tenía tres hijos y tres hijas, y llevaba mucho tiempo viviendo de las reticentes donaciones de sus parientes nobles. Melmotte podía mantener a toda su familia, con lujos y sin apenas notarlo. ¿Y por qué no hacerlo? Hubo un tiempo en que flotaba la idea de que Miles debía pedir la mano de la heredera, pero pronto se desechó tal propuesta. Miles no poseía título ni dinero, y no era suficiente para ocupar ese puesto. En todos los aspectos, era mucho mejor que las aguas de ese río regaran a toda la familia Grendall; y por eso, Miles encaminó sus pasos a la City.

Lord Buntingford, el hijo mayor de la duquesa, abrió el baile con una cuadrilla a la que invitó a Marie. Era uno de los detalles que se había arreglado de antemano. Se podría incluso decir que formaba parte del trato. Lord Buntingford había emitido alguna que otra débil protesta, pues era un joven caballero dedicado a sus negocios, que gozaba con el orden, bastante tímido, y al que no le gustaba bailar. Pero había cedido ante la voluntad materna.

—Por supuesto que son vulgares —había dicho la duquesa—, y lo son tanto que la cosa ya no es de mal gusto, puesto que es de todo punto absurda. Ya podemos decir lo que queramos, y que no nos gusta, pero ¿qué vamos a hacer con los niños de Alfred? Miles recibirá unas quinientas libras al año, todo lo más, y se pasa la mitad del tiempo en casa. Y entre tú y yo, tienen las facturas de Alfred, y dicen que no les importa si se quedan en la caja fuerte hasta que a tu tío le apetezca pagarlas.

—Pues se quedarán allí durante un buen rato —observó lord Buntingford.

—Claro, y esperan algo a cambio; así que haz el favor de bailar una vez con la muchacha —replicó su madre.

Lord Buntingford expresó su desaprobación con un ligero gesto de incomodidad, e hizo lo que su madre le pedía.

Todo fue bastante bien. En una de las salas de la planta baja, había tres o cuatro mesas de juego, y en una de ellas se sentaron lord Alfred Grendall y el señor Melmotte, con otros dos o tres jugadores, que entraban y salían al final de cada mano. El único logro de lord Alfred era jugar al whist, y se dedicaba casi enteramente a dicha actividad. Empezaba cada día en su club a las tres de la tarde, y seguía jugando hasta las dos de la mañana, con un intervalo de un par de horas para cenar. Lo hacía durante unos diez meses al año, y durante los otros dos frecuentaba alguna población con balnearios donde también se jugaba al whist. No jugaba grandes cantidades de dinero, sino que siempre se ceñía a la apuesta media del club. Pero sí se concentraba enteramente en la tarea, y siempre superaba a sus adversarios de juego. Pero la fortuna era tan cruel con lord Alfred que ni siquiera del whist era capaz de extraer ganancias significativas. Melmotte quería obtener acceso al club de lord Alfred, los Peripatéticos. Le gustaba ser testigo de la elegancia con la que lord Alfred perdía su dinero, y la suave intimidad con la que le llamaba Alfred. A lord Alfred aún le quedaba algo de orgullo, y le hubiera gustado propinarle una buena patada. Aunque Melmotte era un hombre más corpulento que él, y también más joven, lord Alfred no hubiera tenido la menor dificultad. A pesar de su habitual pereza y su inutilidad general, aún poseía un arrebato de vigor, y a veces pensaba que le daría el puntapié a Melmotte y terminaría de una vez por todas con el asunto. Pero luego pensaba en sus pobres hijos, y las facturas que Melmotte guardaba en su caja fuerte. Y además, Melmotte perdía con regularidad, ¡y pagaba sus apuestas con tan buen humor! «Venga y tómese una copa de champán, Alfred», decía Melmotte, cuando ambos se levantaban de la mesa de juego. A lord Alfred le gustaba el champán, y seguía a su anfitrión; pero mientras lo hacía, seguía pensando que un día le daría una lección.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El mundo en que vivimos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El mundo en que vivimos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Anthony Trollope - El doctor Thorne
Anthony Trollope
Anthony Trollope - Phineas Finn
Anthony Trollope
Anthony Trollope - Phineas Redux
Anthony Trollope
Anthony Trollope - A Ride Across Palestine
Anthony Trollope
Anthony Trollope - Lady Anna
Anthony Trollope
Anthony Trollope - Rachel Ray
Anthony Trollope
Anthony Trollope - Is He Popenjoy?
Anthony Trollope
Anthony Trollope - The Landleaguers
Anthony Trollope
Anthony Trollope - The Bertrams
Anthony Trollope
Отзывы о книге «El mundo en que vivimos»

Обсуждение, отзывы о книге «El mundo en que vivimos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x