-¿Qué dices?- Pregunto alarmado el Teniente Ansuez.
-Cuando la he mirado a los ojos..., esos ojos..., había algo en ellos. Es extraño, lo se ... pero que hay normal en mi vida desde..., desde aquello... -Dijo el Comandante sintiendo un gran peso sobre él. Respiro hondo y continuo diciendo -Este es mi nuevo despacho, ¿Dónde está tu despacho?-
-Esta al lado de este- Respondió Ansuez, y en el tono de voz, se le notaba la gran preocupación que sentía por su amigo, un amigo que era casi como un hijo para él. -Tú no puedes separarte más de 200 metros de esa cosa, y yo no me separare de ti más de 10. -Continuo Ansuez.
-¿Cómo?- Pregunto Zoe, que había escuchado estas últimas palabras. Y continúo hablando. -Le exijo que me cuente que pasa aquí, que es esa caja, quien es ese hombre de las fotos , y que...-
-Por favor, tranquilícese- dijo Ansuez.
-Pase, por favor..., y le contaré todo lo que necesite saber- Dijo Amat, abriendo totalmente la puerta del despacho.
Zoe entro, y ni se dio cuenta que habían sacado sus cosas, bueno, apenas llevaba unas horas en ese despacho. Solo tenía unas cajas llenas de libros y un portátil.
-Por favor, siéntese- dijo amablemente el Comandante Amat a la Dra. Zoe Alcalá, señalando un sofá que había al lado de la puerta.
-Yo me voy- Dijo el Teniente Ansuez, mientras salía de la habitación.
Cuando Zoe tomo asiento, el Comandante se dirigió hacia la ventana, y mirando hacia afuera comenzó a relatar "su historia". -Dra. Alcalá, lo que le voy a contar, es alto secreto, además de personal, y me gustaría que no lo comentará con el resto del equipo.- Se giró y se sentó al otro lado del sofá, y continuó -Considero, como Dr. en Arqueología que soy también, como usted, cuanto más datos tenga, más fiable será el resultado.-
-No se preocupe- dijo Zoe- Les daré solo los datos imprescindibles.-
-Entonces, le ruego, que no me interrumpa, y que me haga las preguntas al final- Dijo esto último mirándola a la cara, evitando mirarla a los ojos, cosa que era difícil, porque Zoe, era una chica muy guapa, con los ojos grandes y verdes.
El Comandante Amat, se levantó y se giró de nuevo, y mirando por la ventana comenzó su relato.
-El 3 de septiembre, viaje a la isla del Hierro, al pueblo de "La Restinga".
Tengo que reconocer que es una zona preciosa.- Se giró y se sentó, de nuevo en el sofá. Se le notaba que estaba muy nervioso. -Yo estaba de vacaciones, ...el Teniente Ansuez, viajo conmigo.
Yo iba a ver... a mi esposa- dijo esto con dolor,... y continuo hablando -Y Ansuez a unos amigos.
Mi esposa, Lucía, trabajaba como arqueóloga submarina en aquella zona y por eso fui a verla.- Y se levantó otra vez del sofá, y se fue a la ventana.
Era obvio que estaba muy nervioso, y que no era nada fácil para él, contar aquella historia.
-Esa noche, la primera noche que pasamos alli, el teniente se fue al pueblo, con sus amigos, y yo me quede en el campamento provisional que el equipo de mi esposa tenía a unos 5 kilómetros del pueblo, hacia el este.
Esa noche, cuando estábamos a solas, Lucía me enseño una pulsera... Esta pulsera- dijo mientras se remangaba y le enseñaba el tatuaje que ella ya había visto en la foto.
-¿Eres tú?- Dijo Zoe en un suspiro, casi sin aliento.
-No toques, por favor -Dijo el, retirándose rápidamente, con miedo a que le tocara y se coloco de nuevo al lado de la ventana. -De momento, el único que ha podido tocarlos, sin desintegrarse, ha sido Ansuez, perdón, el Dr. Ansuez.-
-Por favor, continua, porque... eso es un tatuaje, no es una pulsera -dijo Zoe, mientras su cabeza analizaba todo a toda velocidad.
-No son tatuajes. -Dijo contundente el Comandante Amat. -Es mi piel, que se ha pigmentado así, en esas zonas.
Medicamente, soy medio indoeuropeo y medio africano, según la zona en la que se tomen las muestras.-
La cara de Zoe parecía un poema, no daba crédito a lo que estaba oyendo y lo que estaba viendo.
Amat, se dio cuenta, y continúo hablando. -El caso, es que cuando Lucía me dio la pulsera, solo la toque... -paro de hablar y con tono cabreado, dijo -Ella la tuvo varios días, y no pasó nada, nada. La examinaron ella y sus compañeros, y pensaron que la habría perdido un turista en verano y por eso decidió regalármela... La toco todo el mundo,... - y su voz paso del cabreo a la desesperación, y casi llorando se derrumbó en el sofá.
Su voz apenas era un sollozo. -No recuerdo haberla cogido,... solo sé... que ella me la dio,... con una sonrisa... -Respiro hondo y se levantó de nuevo. Y de nuevo, miro por la ventana.
Zoe veía los cambios de sentimientos, alegría, dolor, pena, incomprensión, impotencia... y como intentaba controlarlos... Estaba tan atractivo.
-Todo se volvió negro...-Continuo el Comandante, sacando de sus pensamientos a Zoe. -Después de varias horas, me desperté... solo, en medio de un agujero, sobre una caja, que no se todavía de que material es, y a unos 100 metros de mí, en redondo, el ejército.
Recuerdo que me levante, y alguien, con un altavoz, me pregunto, que como me encontraba.
Levante el pulgar en señal de bien, aturdido y desorientado, pero físicamente bien.
Me levante y fui hacia donde me habían hablado,... y un enorme zumbido surgió detrás de mí.
La caja estaba vibrando.
Cuanto más me alejaba, más fuerte era el zumbido.
Temí que explotara, y me volví a sentar sobre ella,... y ceso el zumbido.
Estuve allí, solo, 72 horas, sin agua, ni comida.
Nadie podía pasar, porque se desintegraba en un instante.
Mucha gente intento ir a ver si estaba vivo, y desaparecieron... como si fueran polvo.
"Los tatuajes", los llamaremos así, ya habían aparecido.
A las 72 horas, estaba tumbado sobre ella, mirando el cielo azul, y comenzó a vibrar, y con un golpe seco, paro.
Desde el otro lado, todos me preguntaban qué pasaba. Yo no tenía ni idea.
Entonces,... un Ibi, un pájaro, se posó sobre la caja a mi lado,... busco mi mano, y luego miro hacia la orilla.
Le..., le pregunte al animal, si me podía ir... Y asintió con la cabeza.-
-¿Cómo?- Pregunto incrédula Zoe.
-Lo sé. Es de locos.
He investigado un poco. El Ibi es el animal con que los egipcios representaban a...-
-Thoth- Termino la frase Zoe.
-Si- dijo el, y tras un momento continuo con su relato. -Salí de allí, y los militares que intentaban tocarme los tatuajes,...pufff...polvo.
El Teniente Ansuez, él, es médico militar, es el único, que, por razones desconocidas, puede tocarme.-
-La caja y tú sois un peligro- Dijo Zoe, en un tono tan calmado, que al Comandante se le heló la sangre, hasta que comenzó a notar como la cara de Zoe, se ponía roja de ira.
Mientras, Zoe se levantaba del sofá y le decía en un tono cada vez más alto.
-¿y la habéis traído a una zona urbana? Y además una zona turística, ¿ESTÁIS LOCOS?-
-Tranquila -se apresuró el Comandante Amat en tratar de calmarla -Yo solo soy peligroso si me tocan la piel de los tatuajes. El resto no hay peligro.-
-¿Y TE PARECE POCO? -Grito Zoe -¿Y LA CAJA? NO SABÉIS NADA SOBRE ELLA.-
-Un poco si se. - Dijo el Comandante, avergonzado- No me puedo separar de ella más de 200 m. A 100 metros comienza a vibrar, a 150 metros levita y a 200 m alcanza una altura de 2 metros y realiza un sonido muy desagradable. No he probado más, por miedo.-
-¿QUE ES ESO? -Grito Zoe, que no sabia si salir corriendo o coger al guapo militar del cuello y ahogarlo.
El Comandante agacho la cabeza, avergonzado, se giró hacia la ventana, y mirando a través de esta, le dijo a Zoe, con voz totalmente militar. -Ese es su trabajo, Dra. Averígüelo antes de que destroce más vidas-.
En ese instante, Zoe se sintió culpable.
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