Se dio cuenta el día que tuvo que tocar una momia, casi se muere de asco, vomitando, con mareos...
Aquel echo, fue una prueba de fuego para ambas, por que así descartaban a los buenos investigadores de campo, de los buenos investigadores de biblioteca.
Zoe pasó la prueba con orgullo, y ambas recordaban aquel día con sentimientos diferentes... casi igual que con lo que sentían por Pelayo, el novio de Zoe.
Ambas chicas llevaban un año trabajando en un equipo arqueológico de España. Estaban destinadas en la ciudad de Alicante.
Ese día, era especial, por que, por fin les daban un proyecto serio, un trabajo de verdad, como decía Katia. Y Zoe, era jefa de equipo. Era el 3 de Septiembre.
Las dos chicas formaban equipo, junto con otras cuatro personas.
Irma Castro y Raúl Padilla eran informáticos.
Irma era la encargada de todo lo referente al ordenador, programas fotos... todo aquello que les facilitara el trabajo.
Y Raúl tenía que llevar el control sobre los gastos de proyecto y toda la parte administrativa del proyecto. Era un enlace entre el museo y el equipo.
Abigail Pacheco se movía en silla de ruedas, por un problema degenerativo, pero era un cerebrín, inteligente y lista, y con un gran corazón.
Ella era la ayudante de Katia y la de mayor edad del equipo.
Roque Quesada, era el más joven de todos. Era el ayudante de Zoe, quien lideraba el equipo, junto a Katia, que asumió el segundo puesto del equipo.
El proyecto consistía en catalogar correctamente un mapa y mucha documentación que habían descubierto enterrado, en una reforma del castillo de Santa Bárbara.
Era su primer proyecto como jefa de equipo, y ya conocía al resto del equipo de otros proyectos.
Apenas llevaban un mes analizando el misterioso documento, cuando llego la Directora del Centro, e informo a Zoe, de que no podían continuar con ese proyecto, porque, el Ejército de España los reclamaba para un asunto "Clasificado".
Debían de recoger todas sus pertenencias y desplazarse a otro laboratorio, en las afueras de la ciudad, lo antes posible.
Como estaban trabajando en un laboratorio en el que apenas podían moverse los seis, tardaron un par de horas en recogerlo todo e ir al nuevo laboratorio.
El equipo estaba encantado, les falto hacer una fiesta cuando aterrizaron en el nuevo laboratorio.
Dejaron sus cosas y se fueron a comer. Después buscarían donde colocarlas.
Cuando volvieron, felices, se separaron por la enorme habitación, para elegir su lugar de trabajo.
-Aquí podemos hacer carreras de sillas de ruedas- Dijo Irma mientras cogía la silla de Abigail y salía corriendo con ella. Abigail se reía, estaba feliz.
Mientras estaban decidiendo donde colocar sus cosas, las puertas dobles, de la entrada al laboratorio, se abrieron de repente, con gran estruendo.
Entraron dos militares, armados hasta los dientes.
Todos se quedaron mudos, y como en un acto instintivo, se agruparon alrededor de Zoe y Katia.
Katia, agarro a Zoe del brazo.
-Tranquilos- dijo tranquilamente Zoe, al sentir el desconcierto en su equipo, mientras, soltaba la mano de Katia y se dirigía hacia la puerta.
Apenas había dado dos pasos, cuando entro una gran caja de madera por la puerta.
Todos se quedaron atónitos por el tamaño.
-Dra. Alcalá- salió una voz potente, por detrás de la enorme caja, que dejo helados a los asistentes a aquella extraña escena.
Por detrás de la caja, salió un hombre alto, fornido, moreno de piel y de pelo, vestido de militar de alto rango.
Esa imagen dejo helada a Zoe. No se podía creer lo que estaba viendo.
Su cuerpo temblaba y se quedó sin palabras. ¡¡¡Era Dyehuty!!! Thoth.
Katia noto que algo le pasaba a su amiga y se fue a su lado, cogiéndola de nuevo del brazo.
-¿Dra. Zoe Alcalá?- Le pregunto el militar acercándose a ella.
Inconscientemente, Zoe movió la cabeza en signo afirmativo, mientras, no podía salir de su asombro.
El hombre de sus sueños, el que se despedía de su amor eterno, era real, y estaba allí,... frente a ella.
-Dra. Alcalá, soy el Comandante de la Fuerzas Aéreas Amat, seré su enlace con el Gobierno en este proyecto - Siguió diciendo el, sin importarle que ella lo mirara totalmente alucinada.
El Comandante levanto un sobre que llevaba en la mano, y Zoe lo cogió en un acto reflejo.
Él, entonces, se dirigió hacia el resto del equipo.
-Como ya les habrán informado, esto es un asunto de "Alto Secreto", nadie, absolutamente nadie, debe conocer en que trabajan. No permitiré filtraciones de ningún tipo.
Tengo carta blanca para hacer "lo necesario", para que este asunto siga siendo "clasificado"
No es una simple amenaza.
Han muerto 200 personas hasta que hemos llegado hasta ustedes, y les puedo asegurar, que 6 más no serían un obstáculo. -Se hizo un silencio sepulcral en la sala.
Se volvió hacia Zoe, que lo miraba, ahora con miedo, y que no se había dado cuenta que Irma, también estaba a su lado.
-Yo encontré...- continúo el militar, mientras señalaba la caja. Respiro hondo, muy hondo..., como si un gran dolor se le acabara de remover y prosiguió, con voz menos autoritaria. -Yo encontré esto,... y estoy condenado a ser su guardián por el resto de mi vida. A sí que... acostúmbrense a verme por aquí- dijo ya en su tono autoritario. -¿Alguna pregunta?- Dijo
-Comandante, yo tengo una- Dijo Raúl, como si no le afectara el tono autoritario del Comandante.
El Comandante Amat asintió con la cabeza, para que prosiguiera.
-¿Nosotros para quien trabajamos?, ¿Para el Museo? ¿Para el Ejército? ¿Para usted?- Raúl estaba acostumbrado a que le hablaran en ese tono, y el Comandante no ejercía ningún miedo en el.
El Comandante se quedó mirándolo como si fuera un insolente y le pregunto -¿Acaso importa?-
-Sí, sí importa- Contesto Raúl sin importarle el tono intimidador en el que le hablo el Comandante.
-Soy el encargado de controlar los gastos y debo saber, en que partidas debo meter los gastos, y sobre todo, a quien tengo que solicitar el material necesario para que este equipo realice bien su trabajo.-
Era cierto, El Comandante, se dio cuenta de que lo que aquel hombre le decía, era cierto.
-CABO- Grito de repente, asustando a Raúl que dio un paso hacia atrás.
Un hombre joven, de apenas unos 30 años, apareció por la puerta.
-Sr.....- Dijo Amat señalando a Raúl, a lo que este contesto
-Raúl Padilla.-
-Cabo, acompañe al Sr. Padilla, con el Capitán, tienen que hablar de "números".- le dijo el Comandante al Cabo.
-Por favor, Sígame- Dijo educadamente el Cabo.
-¿Alguna pregunta más?- Dijo mientras miraba uno a uno a los ojos.
-No, no, no... - movían uno a uno la cabeza, hasta que llego a Zoe y por primera vez, la miro a los ojos.
Algo se estremeció en su interior.
Hacía mucho que nadie lo intimidaba de esa manera, y en ese momento, se acordó de que estaba tratando con civiles y los acababa de tratar como a militares.
Retiro la vista de Zoe y se dirigió hacia la puerta. Se sentía culpable, se volvió, y dijo con una voz menos autoritaria. -Ruego me disculpen, últimamente me han pasado cosas... muchas cosas, y he olvidado completamente que ustedes son civiles y no están acostumbrados al trato militar.
No nos queda más remedio, a todos, el tener que buscar el punto para trabajar en armonía.-
Se giró, acelero el paso y salió de la sala.
-Zoe, Zoe, ¿¿qué es esto??- Susurro Irma, que permanecía a su lado, mientras le cogía el sobre que el Comandante le había dado.
-Zoe,- dijo Katia con voz miedosa.
-Dyehuty- Consiguió articular Zoe, dejando a todos helados, de nuevo.
-¿Que estás diciendo, Zoe?, vuelve en ti, ¡¡Zoe!!- Dijo Katia, que estaba muy asustada.
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