Pasiones al acecho
Pasiones al acecho
© de los textos: Lola Hasley
© de esta edición: Editorial Tequisté, 2020
Coordinación editorial: M. Fernanda Karageorgiu
Corrección: María Belén Lacentra
Diseño gráfico y editorial: Alejandro Arrojo
1º edición: mayo de 2020
Producción editorial: Tequisté
contacto@txtediciones.com.ar
www.tequiste.com
ISBN: 978-987-4935-31-1
Se ha hecho el depósito que marca la ley 11.723
No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su tratamiento informático, ni su distribución o transmisión de forma alguna, ya sea electrónica, mecánica, digital, por fotocopia u otros medios, sin el permiso previo por escrito de su autor o el titular de los derechos.
LIBRO DE EDICIÓN ARGENTINA
Lola Hasley
Pasiones al acecho / Lola Hasley. - 1a ed . - Pilar : Tequisté. TXT, 2020.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-4935-31-1
1. Narrativa Argentina. 2. Novelas Románticas. 3. Literatura Erótica. I. Título.
CDD A863
Quiero agradecer
a mi ex marido, quien me dio mi familia, lo más sagrado de mi vida. Gran compañero de cada paso de nuestros pequeños y, de manera distinta, con nuestros encuentros y desencuentros, siempre apoyando mis ideas y proyectos. ¡Este se lo debo a él!
A mis hijos, el gran destello de luz que me regaló la vida.
A mis padres, quienes me inculcaron el ansia de explorar y conocer el mundo, con valores y fortaleza.
A mis hermanos, Mechi y Marce, por siempre estar conmigo.
A mis amigas, fieles compañeras en este arduo camino de vida, las primeras lectoras de mis historias en cada momento.
A Marisel, gran persona, con quien siempre compartí la pasión y amor por la lectura.
Buenos Aires, marzo del 2004
—¡Yo sabía que esto iba a pasar! Nunca te creí, ¡no podías estar casándote a esta edad! —me dijo Maia que tan bien me conocía.
—Tenés que conocer el mundo, no podés anclarte con alguien así, te hubieses estancado para el resto de la vida… —añadió Nati, siempre tan real.
—¡Celebremos, chicas! ¡Ya me saqué la venda de los ojos!
Todas eran teorías de mis amigas, pero ninguna podía imaginarse la verdad. El por qué había dado marcha atrás sobre mis planes de casarme a los diecinueve años. Necesitaba correr, guardarme, esconderme en un lugar seguro. No sabía si algún día lo podría superar. Pero allí estaba, con ellas, festejando, al fin, mi valiente decisión.
La música, el alcohol, la gente… de a poco me fui mezclando con la multitud nuevamente en esa bella noche de marzo, disfrutando, soñando… Fui al baño, me mojé la cara, hacía demasiado calor. La Luz se cortó de repente.
Mi sexto sentido se puso en alerta, intentando no entrar en pánico... no podía ser ÉL. Había quedado todo muy claro…
Y lo sentí, ese olor desagradable, la respiración atrás de mi cabeza… Silencio absoluto alrededor. Yo creía haberle ganado, pero aquí estaba, sin saber cómo escapar. Tenía que ser más astuta de lo imaginado.
Con la mejor de mis sonrisas, me di vuelta, como si nada hubiese pasado. Me abrazó. Mi cuerpo paralizado tenía ganas de vomitar, se me estaban nublando las ideas. Pero logré meter la mano en mi cartera y sacar mi gas. En un segundo quedó tendido en el piso, y yo corrí lo más rápido que pude…
Londres, junio del 2015
Por fin lo estoy consiguiendo. Tantos años de entrega y aquí estoy. Necesito que se me dé, ¡por favor! Mi cabeza no para de pensar. Hace 11 años que dejé Argentina para perseguir algo que no tenía muy en claro, pero ahora, a punto de lograr mi contrato, estoy segura de que todo valió la pena.
Recuerdo el día en el que estaba subiéndome al avión, con rumbo desconocido a esta hermosa ciudad. No sabía mucho inglés, pero me las arreglaría. Mis amigas lloraban en el aeropuerto de Ezeiza, reclamándome que me habían recuperado tras mi tortuosa relación con ÉL, para volver a perderme al poco tiempo. Nadie entendía esta decisión, pero yo sabía que me tenía que ir. Y que nadie podía saber a dónde.
Llegué al aeropuerto de Heathrow muy entusiasmada, con ganas de vivir una vida completamente mía. Necesitaba deshacerme de mi pasado. No sabía a qué me dedicaría ni cómo viviría, pero no me importaba. Sabía que iba a ser feliz, que este era mi destino. Tomé un taxi, con mi única valija, hacia mi nuevo departamento, prestado por la única persona que sabía en dónde me hallaba. Mi única conexión con mi pasado. Mi padrastro.
En ese taxi, me empapé de la historia de la ciudad. No podía creer la cantidad de monumentos que se observaban. Hice mentalmente una nota de lo que me gustaría recorrer en mis primeros días allí. Siempre fui amante de la historia. Allí tendría mucho para ver.
Mi departamento estaba bastante bien ubicado, sobre Picadilly St. Para ser una niña de diecinueve años, sola en su nuevo mundo, no me podía quejar. Era muy amplio y limpio. Y tenía seis meses para usarlo mientras conseguía mi lugar permanente. Pero la verdad es que no sabía por dónde empezar.
Lo primero que hice fue desempacar mis cosas, no había llevado casi nada en verdad. Pocas cosas, no quería que me recordara nada a mi vida en Argentina. Así que me fui con lo básico hasta poder ganar algo de dinero para volver a equiparme. Un par de fotos de mis amigas y de mi familia, a quienes extrañaría mucho. No sabía cuándo iba a volver a verlos, todos pensaban que me quedaría por el continente. Era una mentira necesaria, no había otra opción.
Cuando terminé, decidí salir a dar una vuelta. Tenía mi block de anotaciones, de las recomendaciones de Marce, quien tan bien conocía esa ciudad. Si bien ya no seguía casado con mi mamá, para mí siempre sería una persona muy importante. Siempre nos acompañó desde su lugar, siempre le he tenido un gran cariño. Era la única persona a la que podía confiarle mis planes, que no haría preguntas y me ayudaría en lo posible.
Como me había dicho, me dirigí a la portería. Allí estaba John, el portero. ¡Qué prolijidad que tenía!, uno en nuestro país está tan mal acostumbrado. Allí todo es impecable, la gente es educada… pero, fría. En ese momento prefería toda la vida la confianza de un argentino. Aunque después de meses de vivir allí, comprendí que esa frialdad es una fachada. En el fondo, todos terminan abriendo sus preciosos corazones.
—Buenos días, John, mi nombre es Lucía. Estoy viviendo en el departamento del señor Marcelo quien me pidió que, en cuanto me acomode, venga a verlo… Tal vez usted pueda ayudarme a acomodarme por acá.
—Buenos días, señorita. El señor me ha informado que se alojaría aquí por seis meses, espero que sea de su gusto.
—¡Muchísimas gracias! Me gustaría mucho dar un paseo, ¿podría indicarme lugares para conocer?
—Por aquí hay mucho, no sé qué lugares son de su agrado.
—Me gustaría mucho recorrer los puntos más importantes. Tal vez usted pueda indicarme cómo llegar.
—Debería ver la abadía de Westminster, el cambio de guardia en el Buckingham palace , the Windsor Castle , la Torre de Londres , the Hampton Palace … hay muchas cosas interesantes por aquí.
—Me encantaría que me indicara cómo llegar. Sé que puedo tomarme el Bus Tour , pero preferiría hacerlo como si fuera de aquí, no como una turista.
—Venga, señorita, yo le indicaré cómo llegar a todos lados…
Y así comencé mis paseos por allí. Lo primero que hice fue ir a la Abadía de Westminster . Situada a pocos pasos del Támesis . Recuerdo que el día que llegué, no podía creer lo que mis ojos veían. Era una belleza difícil de igualar. Reyes, reinas, aristócratas, poetas, héroes, villanos, tantas personas formando parte de la fascinante historia de esta iglesia. Y allí estaba yo, parada, con mis ojos empapándose de años de historia. Cada paseo que hacía, más me gustaba mi nuevo lugar.
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