La violencia genera un largo e interminable camino de víctimas y victimarios tal como hoy la realidad lo muestra diariamente. Es necesario interrumpir este circuito del maltrato; intentar minimizar significativamente la cantidad de hombres violentos; a los fines de evitar su continuidad y la multiplicación de generación en generación; puesto que cada vez habrá más gente violenta y será imprescindible dictar cada vez más leyes para controlarla, lo que seguramente producirá efectos contrarios. Cada vez serán más las heridas que hay que curar, es un itinerario ascendente e interminable. No efectuar cambios dentro de la organización familiar es potenciar los daños, es dar vía libre al crecimiento de la violencia. El que sufre, cuando llegue a la edad de compartir con sus propios hermanos pequeños, comenzará a desarrollar actitudes de violencia dentro del mismo conjunto familiar, luego saldrá hacia afuera cuando llegue la edad escolar, aquí de a poco se irá potenciando hasta arribar a la edad adulta, donde tomara represalias que la sociedad tendrá que soportar. Además puede dirigir el maltrato contra sí mismo, cuando bebe alcohol y fuma en exceso, cuando se droga, cuando se propina autogolpes, también de un sinnúmero de formas de autolesionarse. El camino es cada vez más difícil para encontrar una salida y con el tiempo se irá naturalizando o podría llegar al suicidio o al asesinato de gente inocente. El pedido de la familia para que se controle, no haga daño, no será ninguna solución, dado que el momento para educar y no generar estas situaciones negativas era otro, era en el momento de la infancia, ahí es donde no se realizó la conducción que el niño necesitaba; ahora es más complicado, el adolescente o adulto ya no escucha a sus criadores, escucha otras voces como son la de sus amigos o la de quienes los pueden manejar, sea para conducirlo por el sendero del bien o por el sendero del mal. Lo que se tiene que tratar es el problema que originó o dio nacimiento al hombre violento.
Poder expresar el dolor que siente la víctima no es muy sencillo, puesto que no existen los términos para definirlo. El castigo severo a un niño indefenso produce llagas en el alma, ya no heridas físicas, no es posible explicarlas porque no hay en la lengua palabras para nombrar esa pena, esa humillación; una mujer castigada y con todo su ser trillado a golpes no puede decir nada, su persona ha sido reducida a la nada, por eso a las víctimas la única explicación que les queda es el guardar silencio, silencio sepulcral. La falta de respeto, la omisión, la ofensa, la humillación, el atropello, generan en el ser humano una impotencia que produce daños profundos al cerebro, las heridas recibidas no cicatrizan nunca, se traducen en falta de comprensión, una inteligencia limitada, ver una realidad muy distorsionada, son atraídos por la soledad, el silencio, la sumisión. Ya adulto, un niño maltratado, a la edad de lograr su propio sustento con su trabajo, es probable que se encuentre poco capacitado y se vea limitado a tomar lo que el destino le ofrezca y lo condicione. Las decisiones que toma le generan grandes dudas y quizás tome el camino que menos lo favorezca; sus pensamientos son muy rápidos, lo mismo que sus elecciones, que probablemente lo lleven a cometer más errores. De esta manera irá ingresando en un mundo rústico para convertirse en un ser violento.
Muchas de las enfermedades y heridas que la sociedad posee derivan como consecuencia de hombres violentos; primero se trataba de perjuicios mentales que, al persistir los malos tratos, se transforman en daño físico. Uno de los errores que se cometen es por omisión. Es no hacerse cargo de la familia que han generado, dejarla a la deriva, abandonarla, partir en busca de soluciones fuera del hogar; muchos de estos abandonos son por el regreso a la casa paterna o materna, donde se encontraban más cómodos y tranquilos. Esto es no tener las cosas claras, encontrarse en un estado de confusión muy alto. Iniciar una familia para luego abandonarla; hay mujeres que tienen varios hijos de diferentes padres, todos medio hermanos; hay hombres que no tienen noción de la cantidad de hijos que han generado y muchos hacen vida de solteros, nunca se hacen responsables de sus actos. También hoy en todas partes se dan estas situaciones en donde hay chicos que seguramente nunca sabrán cuántos hermanos tienen o si son hijos únicos. Su historia familiar es muy corta y los vínculos se disipan. Cuando en realidad el hombre tiene la necesidad de conocer sus antepasados, saber su historia personal para poder evolucionar positivamente.
Llevar a las poblaciones a vivir en situaciones de extrema miseria es parte de la violencia invisible. Aquí es donde por omisión, especulación, o avaricia los grandes y pequeños empresarios ejecutan a la gente al no pagar los salarios suficientes para que los trabajadores y su familia puedan salir de las carencias de alimentación, vestimenta, vivienda; a pesar de las ayudas que reciben del Estado. También la clase dirigente, los políticos, los intelectuales, los economistas son responsables de esta violencia, por ocupar espacios para los cuales no están capacitados o estar mirando hacia otro lado y no generar las condiciones para una vida que dignifique al ser humano. Generar cada día más gente carenciada es una burla y una ofensa a la dignidad de las personas.
Ser negligentes es un atentado a toda la población, dado que genera situaciones negativas, por no ser efectivos en su actividad, ser displicentes, estar en un lugar en donde tienen un jefe o bajo la sombra de un familiar oculta su falta de méritos; ocupar espacios para los cuales no están bien capacitados; no poner sus conocimientos al servicio de quienes lo necesiten; no estar dispuestos a trabajar en bien de la comunidad; también la no participación de gente formada y capacitada que decide no actuar y se encuentra ocupando el cargo solo para percibir sus honorarios. Este tipo de violencia se ve especialmente en las oficinas o empleos públicos.
Muchos hombres diariamente viajan por nuestro país, de norte a sur y de este a oeste en búsqueda de trabajo, porque en sus lugares de origen las políticas aplicadas no generaron las condiciones necesarias para que ellos puedan desarrollar sus habilidades y formar allí su familia e instalarse definitivamente en su tierra; en su mayoría son jóvenes que no tienen posibilidades de ingresar en el sistema del trabajo; se ven en la obligación de buscar otros horizontes a pesar del desarraigo que esto genera; sin duda es otro aspecto de la violencia. Muchos de estos jóvenes abandonaron la enseñanza secundaria, al no tener perspectivas de futuro y los que han tenido la posibilidad de culminar su formación media también migran porque no existen espacios para el desarrollo de su especialización o esa especialización se transformó, ya caducó como consecuencia del avance y modernización tecnológicos, por lo que queda una gran población sin trabajo ni posibilidad de actualizarse. En ese camino van dejando familias a medio formar e hijos, y es posible, en algunos casos, que ni ellos sepan que son padres.
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