adivinación:cualquier práctica usada para discernir la voluntad de los seres divinos o para predecir el futuro.
oráculo:la persona, generalmente femenina, capaz de recibir mensajes de los dioses, como respuesta a solicitudes particulares, incluso preguntas acerca del futuro; el término también se usa para el lugar donde se dan esos mensajes, y para el mensaje en sí.
Había una aceptación común, entre la mayoría de la gente del mundo romano, de que lo que podríamos considerar acontecimientos sobrenaturales podrían ocurrir y ocurrían: lo que nosotros consideramos imposible, ellos lo consideraban extraordinario. Los milagros con frecuencia se atribuían a personas que parecían tener un vínculo especialmente estrecho con el reino espiritual; a la persona que se creía que tenía ese vínculo la llamaban theios anēr («hombre divino»). Ejemplos de esos «hombres divinos» serían Honi, el Dibujante de Círculos (un maestro judío del siglo I a. e. c.) y Apolonio de Tyana (un filósofo griego el siglo I e. c.). A Jesús, que vivió en medio de las vidas de estas dos personas, sin duda los romanos, que habían escuchado las historias de milagros que se reportan en el Nuevo Testamento, lo habrían considerado un theios anēr . Interesantemente, en tanto que era más probable que a las mujeres se les considerara oráculos que podían predecir el futuro, la mayoría de los hacedores de milagros eran hombres.
En el horizonte: El gnosticismo
Uno de los acontecimientos más significativos para el cristianismo del siglo II fue el surgimiento del gnosticismo, el movimiento religioso o perspectiva que atrajo a muchos cristianos y llegó a ser el azote de muchos líderes eclesiásticos prominentes, que buscaban defender la fe ortodoxa de lo que ellos llamaban la «herejía gnóstica». Es difícil definir el gnosticismo porque, como fenómeno religioso e ideológico, tomó varias formas y tuvo muchas expresiones distintas (por ejemplo, piense en lo difícil que sería definir exactamente lo que se quiere decir con la religión o filosofía de la «nueva era» hoy día). El gnosticismo también demostró una capacidad extraordinaria para la integración con religiones y filosofías distintas: había judíos gnósticos, cristianos gnósticos y paganos gnósticos. Sin embargo, en última instancia, el matrimonio del gnosticismo con el cristianismo demostró ser especialmente efectivo, y a lo largo de los siglos II, III y IV, las versiones gnósticas del cristianismo constituyeron las alternativas principales para lo que generalmente consideramos cristianismo «convencional». Había cientos de iglesias cristianas gnósticas, completas con su propio clero, obispos, liturgias y todos los demás accesorios de cualquier sistema religioso organizado. Los gnósticos también escribían sus propios evangelios, que contaban historias de Jesús de maneras que reflejaban sus intereses particulares y luego les ponían una fecha anterior a los libros, atribuyéndoselos a los discípulos de Jesús o a conocidos cercanos. En Egipto se descubrió una biblioteca de escritos gnósticos, en Nag Hammadi en 1945, y la disponibilidad de esa literatura ha realzado grandemente nuestra comprensión de la diversidad cristiana.
herejía:falsa enseñanza, o enseñanza que no se conforma a los estándares de una comunidad religiosa.
Todas las expresiones diversas del pensamiento gnóstico se derivan de una actitud realmente dualista, que considera el «espíritu» como fundamentalmente bueno y la «materia» como fundamentalmente mala. De esa manera, el mundo físico en general y los cuerpos humanos individuales en particular, se entiende que son prisiones materiales en las que las almas o espíritus divinos han estado atrapados. La forma más predominante de gnosticismo conocida para nosotros sostenía que el mundo fue creado por un dios malo, o por lo menos inferior, conocido como el demiurgo. Los seres humanos son básicamente espíritus eternos, que fueron capturados por el demiurgo y ahora están confinados en cuerpos de carne, en un mundo de materia. Los cristianos gnósticos creían que Cristo había venido como un redentor espiritual (disfrazado como ser humano) a impartir conocimiento secreto (griego, gnōsis ). Este conocimiento permite que los iluminados sean liberados de su existencia material y que se den cuenta de su verdadera identidad como seres espirituales. Las implicaciones de semejante sistema de fe para la vida en este mundo variaban drásticamente. Muchos gnósticos (probablemente la mayoría) sostenían que la liberación de la carne implicaba la renuncia a los placeres corporales y a los intereses materiales: estimulaban la virginidad, el celibato, el ayuno, las dietas estrictas y otros aspectos de un estilo de vida asceta y austero, que les permitiría llegar a ser más espirituales. Pero otros gnósticos llegaron a la conclusión opuesta: participaban libremente en toda forma de excesos libertinos debido a que ya que el espíritu es todo lo que importa, lo que uno hace con la carne es completamente irrelevante.
dualismo:la tendencia de separar los fenómenos en categorías notablemente opuestas, con poco espacio para algo en medio (p. ej., considerarlo todo ya sea como «bueno» o «malo»).
asceta:estricto o severo religiosamente, especialmente en cuanto a la abnegación o renuncia de los placeres mundanos.
Tenemos que hacer énfasis en que el gnosticismo parece ser un acontecimiento de los siglos II, III y IV; no hay prueba de que el movimiento como tal tuviera alguna adherencia en la época en la que se reporta que ocurrieron los eventos en el Nuevo Testamento, ni cuando se estaban escribiendo los libros del Nuevo Testamento. No obstante, los eruditos históricos no piensan que un movimiento como este simplemente haya aparecido totalmente formado a mediados del siglo II; la suposición es que, las ideas y tendencias que definirían posteriormente al gnosticismo tuvieron que haber estado presentes antes. De esa manera, ha llegado a ser común para los eruditos del Nuevo Testamento hablar de un «protognosticismo» casi invisible y mayormente no identificado, como parte del ambiente que constituyó el mundo del Nuevo Testamento. El apóstol Pablo escribe de la distinción entre «lo que es de la carne» y «lo que es del espíritu» (Ro. 8:4-13; Gá. 5:16-26; 6:8). El Evangelio de Juan y las cartas juaninas resaltan que Jesús no era solamente un ser espiritual, sino más bien un hombre con cuerpo de carne real (Jn. 1:14; 1 Jn. 4:2). Los textos como estos (hay muchos más) parecen indicar que el gnosticismo estaba «en el horizonte»: la gente ya pensaba en las clases de cosas que el gnosticismo buscaría tratar, a veces de maneras que eran compatibles con los documentos del Nuevo Testamento, y otras veces de maneras que eran radicalmente distintas a esos escritos.
Sistemas sociales y valores culturales
Entender el mundo del Nuevo Testamento también implica llegar a conocer la mentalidad de la gente para quienes se escribieron estos documentos originalmente. En los años recientes, la erudición del Nuevo Testamento ha llegado a ponerle más atención a identificar los códigos sociales no escritos de ese mundo, asuntos que pueden haber sido tan penetrantes que simplemente podrían haberse dado por sentados. Algunos de estos temas se discutirán con más detalles en los capítulos siguientes. No obstante, unos cuantos merecen mencionarse aquí.
El Imperio romano se caracterizó por una desigualdad económica grotesca. No había nada comparado a lo que nosotros llamaríamos «clase media»; mayormente, la gente era sumamente rica (como el tres por ciento de la población) o sumamente pobre (como el noventa por ciento). La mayoría de los que pertenecían al segundo grupo vivían en o cerca del nivel de subsistencia, y ganaban precisamente lo suficiente para sobrevivir, con poca esperanza de ahorrar algo que les permitiera mejorar su condición o que los protegiera de la miseria. Las más afortunadas de estas personas empobrecidas por lo menos podían aprender un oficio (como aparentemente fue el caso de Jesús, sus discípulos y el apóstol Pablo), pero para mucha gente de las áreas rurales, «subsistencia» significaba vivir de la tierra, por lo que la vida estaba sujeta a las vicisitudes de la agricultura. De esa manera, para los menos afortunados, los mendigos, las viudas, los huérfanos, los presos, los jornaleros no calificados, la sobrevivencia en sí frecuentemente pudo haber estado en duda. Los cálculos modernos sugieren que, alrededor del veintiocho por ciento de la población del Imperio romano durante el tiempo del Nuevo Testamento vivía por debajo del nivel de subsistencia, lo que significa que esa gente no sabía de un día a otro si sería capaz de obtener las cosas necesarias para vivir.
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