2. EDUCANDO MI TALENTO
En cuanto una persona identifica y/o descubre su talento se hacen necesarias la educación y la práctica. Uno de los problemas de que adolece la comunidad hispana es la costumbre de desarrollar los talentos empíricamente; este es un paradigma que hay que cambiar. Si alguien descubre su vocación por la música debe educarse formalmente y buscar la mejor escuela para que pueda trascender; de igual manera debe hacerse con todas las disciplinas. En verdad, el hecho de que una persona posea un talento no garantiza nada; necesita educarlo y practicarlo hasta perfeccionarlo; es así como el talento generará los recursos para vivir. ¿En qué le ayudará al player educar su talento?
Al inicio de esta clase se estableció que la primera acepción del término talento es inteligencia. José Antonio Marina, filósofo y pedagogo español, asegura que para educar el talento es necesario la participación de la escuela, los maestros, la familia del player y para desarrollar el talento se distinguen tres áreas, a saber: la inteligencia generadora, la inteligencia ejecutiva y los criterios de evaluación. La inteligencia generadora la aprenderá a través de un currículo que despertará en el player sentimientos animosos y alegres, imágenes expresivas, ocurrencias divertidas en cuanto a su talento, es decir, que las aptitudes que las personas posean deben desarrollarse en un ambiente adecuado. Luego, la inteligencia ejecutiva es donde todo lo que se ha aprendido debe realizarse en un proyecto de vida donde se puedan ejecutar todas las ideas y sueños que tengan que ver con el talento que la persona ha descubierto. Es obvio que allí se conjuga la ayuda directa del mentor, el alma mater del player y el contexto de su familia. En los criterios de evaluación es donde se examina, vigila y controla si la generación del talento se está llevando a cabo o si es necesario orientar o reorientar el talento.
Un ejemplo interesante de cómo se debe educar el talento es la historia de Ana Sofía Gómez. Una joven guatemalteca a la que, de niña, le gustaba mucho la gimnasia. La madre de Sofía, al notar el gusto de su hija por el deporte, la inscribió en un curso de esa disciplina y, paulatinamente, la niña fue mostrando su gran talento y personalidad, logrando clasificarse para los Juegos Olímpicos en el año 2012. Por todos sus logros, en Guatemala le llamaron “la niña maravilla”. Esta joven atleta ganó medallas de oro, plata y bronce en los Juegos Panamericanos, Centroamericanos y Bolivarianos. Fue declarada como una atleta de clase mundial en el año 2013. Cabe puntualizar que esta joven jamás hubiese llegado a ser una atleta de alto rendimiento si su madre no la hubiese inscrito en una escuela especializada; además, tuvo mentores que le ayudaron en su crecimiento profesional. En el ejemplo de Ana Sofía se distingue el concurso de las tres áreas que menciona José Antonio Marina: inteligencia generadora, ejecutiva y criterios de evaluación. Ana Sofía se siente satisfecha por lo logrado, ha dado gran honra a su familia y a su país.
3. CONECTANDO MI TALENTO CON EL PROPÓSITO DE MI VIDA
Tristemente, muchas personas desperdician sus talentos y se dedican a actividades que no les satisfacen, que no les dan felicidad y la frustración se hace evidente. ¿Conoce personas que se lamentan porque no lucharon por sus sueños? O tal vez es usted quien no se considera talentoso. Si ese fuera el caso, la frase del extinto ex-presidente de los Estados Unidos Benjamín Franklin es muy atinada: “No escondas tus talentos, ellos fueron creados para ser usados, ¿para qué servirá poner un reloj de sol en la sombra?”. Esta frase indica claramente que las personas podríamos tener la tendencia de esconder las habilidades que Dios nos dio y dedicarnos a desarrollar un proyecto de vida que no es acorde con los talentos que poseemos.
Esta lección trata con la necesidad de conectar ambos: el talento con el propósito de vida. La pregunta es ¿cómo puede hacerse? Para empezar, hay que tener claro que sin un propósito de vida una persona no tendrá ninguna motivación, ni objetivos ni metas. ¿Cuál es su propósito en la vida? ¿Qué quiere lograr? ¿Dónde se ve cuando sea un adulto maduro? Esas preguntas deben ser contestadas para luego orientar los talentos para el cumplimiento del propósito.
Para conectar su talento con el propósito de vida se necesita tener claras ambas cosas: por un lado, descubrir el talento y, por otro lado, tener definido el proyecto de vida. ¿Lo sabe? Bien, empecemos por allí. Le aseguro que usted puede lograr todo lo que se proponga con la ayuda de Dios y confiando en las habilidades que él ha depositado en usted. Como dice la frase de José Santos Chocano: “El ave canta, aunque la rama cruja, porque sabe lo que son sus alas”. ¿Cómo puede generar confianza en usted mismo? La educación de su talento es generadora de confianza en sí mismo, porque educarse le empodera, le da seguridad.
Al descubrir su talento y tener claro lo que quiere, entonces sabrá que podrá lograr lo que se propone porque se está preparando, es decir, se está educando para lograr las metas. El propósito de la vida consiste en entender quién soy y para qué estoy capacitado; de esa manera, se estampa la marca personal que le permitirá competir contra usted mismo al más alto nivel. Algunas personas se sienten estancadas y creen que no están yendo a ninguna parte, pero es aquí donde, nuevamente, hay que repasar los objetivos y ver qué está haciendo para superar los desafíos; es necesario buscar dónde está el tropiezo y seguir adelante. Jamás olvide que sus talentos deben estar al servicio de sus objetivos, lo que usted mejor hace debe servirle para alcanzar el propósito de su vida.
Un ejemplo perfecto de cómo conectar el talento con el propósito de vida, lo tenemos en otro ex-presidente de los Estados Unidos, Abraham Lincoln. Leer su historia parece un hilván de tragedia más que de éxito. Es muy interesante conocer su biografía. De Lincoln se puede decir que quien se conoce a sí mismo y sabe dónde quiere llegar, no importa cuánto le cueste, siempre estará dispuesto a luchar por conjugar sus capacidades con sus sueños. Lincoln siempre estuvo dispuesto y determinado a triunfar, sabía lo que quería, pero su camino a la presidencia no fue nada fácil. Lincoln trabajó desde los siete años de edad, pero al cumplir los nueve años, su madre falleció, ¡qué difícil situación! Todos sabemos lo necesaria que es la figura de ambos padres en la vida de cualquier persona. Al llegar a su juventud temprana, se inició en los negocios y no pareció tener éxito. Incursionó en la política, pero en su primera candidatura a la legislatura de su Estado no lo eligieron sus electores. Por situaciones que se desconocen, no le fue posible entrar en la Facultad de Derecho. Luego, al tener demasiadas responsabilidades financieras y no poder cumplir con ellas se declaró en bancarrota y pasó pagando deudas 17 largos años. A los 25 años, una vez más, fue candidato a la legislatura y, de nuevo, volvió a perder.
Imagine cuántas situaciones difíciles pasó Lincoln a sus 25 años, ¿no cree que fue suficiente como para no continuar luchando por una oportunidad en la política? Pues bien, hay más tragedias que se unen a su larga lista de fracasos y dolor. Cuando estaba cercano a contraer nupcias, su novia falleció; este evento le destrozó el alma y tuvo una crisis nerviosa tal que pasó seis meses en cama. Al levantarse de la cama, continuó con su activismo político y a los 29 años fue candidato para ser representante del Estado, pero, tristemente para él, volvió a perder las elecciones. No se dio por vencido y lo intentó de nuevo siendo candidato al Congreso a los 34 y 39 años y, como siempre, sus electores le dijeron que no. Tampoco fue aceptado como alto funcionario de su Estado. A los 45 años tampoco fue votado para ser senador, a los 47 años, una vez más, fue derrotado en las elecciones del partido republicano para ser candidato a la vicepresidencia del país. A los 49 años fue derrotado nuevamente en las elecciones para el Senado y a los 51 años Abraham Lincoln fue electo como el 16º presidente de los Estados Unidos de América. Cuando finalmente llegó a un cargo público, tuvo la oportunidad de ser el más alto funcionario del país.
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