Cada esposo cristiano necesita tener una mente celestial (Colosenses 3:1-3; Mateo 6:33). Anhelaremos más el cielo si aceptamos plenamente el hecho de que esta vida no es el cielo, y nunca lo será. Si vivimos con el cielo en nuestras vistas, agradaremos a Dios y seremos menos dados a cansarnos en las dificultades de la vida (Hebreos 11:8-10; 12:1-3). Recodar que veremos a Jesús cara a cara un día puede también tener un efecto muy purificador para nuestras vidas (1 Juan 3:2-3). Deberíamos esforzarnos por mantener una perspectiva eterna y colocar toda nuestra esperanza y nuestro futuro con Cristo.
Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado.
1 Pedro 1:13
Debemos renovar nuestras mentes porque nuestras acciones fluyen de nuestros motivos, pensamientos, y creencias. Este hecho puede ser ilustrado algo como así:
Está Confiado
Hemos visto las opiniones falsas del hombre que necesitamos rechazar, quien el hombre es de acuerdo a Dios, y cuáles son las verdaderas necesidades del hombre. También hemos visto para qué fue creado el hombre y las provisiones de Dios para obtener esto. A menos que Bob y Ralph cambien su forma de pensar acerca de sí mismos, no hay esperanza para ellos de ser los esposos que Dios quiere que ellos sean. Tú, por otro lado, tienes gran esperanza si te agarras de estas verdades fundamentales acerca de quien tú eres. Lo más importante, ellas te permitirán relacionarte con Dios apropiadamente.
No puedo garantizar que si te dedicas a Dios y Su voluntad, tu esposa responderá en la misma manera. De hecho, para algunos, las cosas puede que se pongan peores si te conviertes más en el hombre que deberías ser. Pero, basado en la Palabra de Dios, si tienes fe salvadora en Cristo, yo puedo garantizar que el mismo Dios que murió por tus pecados y se levantó otra vez nunca te dejará o te abandonará, no importa cuales sean las circunstancias (Hebreos 13:5-6). Puedo asegurarte que tú puedes (por gracia) caminar con Dios y ser Su tipo de hombre (Colosenses 1:9-12). Y, puedo decirte con certeza que si eres un creyente, un día verás a Cristo cara a cara (Apocalipsis 22:4). Es, al en enfocarse en estas tres seguridades, que encontrarás gozo en tu peregrinaje hacia el cielo.
Capítulo CuatroEL ENTENDIMIENTO DE UN ESPOSO DE LAS RELACIONES
¡No temas, oh hombre de Dios! ¡La Palabra de Dios no pretende (ni tampoco yo) enviarte a una búsqueda cuestionable para ponerte en contacto con tu llamado lado femenino! Por otro lado, tampoco puedo irme tan lejos como para decir, “Estás bien—yo estoy bien.” Yo sí creo que nuestra sociedad y la iglesia están en gran dificultad en lo que se refiere a nuestras relaciones. Dado el corazón del hombre, el estado de nuestra sociedad, y la falta de influencias en la crianza de uno, esta situación no es sorpresa. En muchos casos, hay simplemente una falta de entendimiento fundamental acerca de las relaciones.
El diccionario Webster define una relación como, “el estado o carácter de estar relacionado o interrelacionado.” Este es un entendimiento básico de la palabra. En un sentido más amplio tenemos algún tipo de relación con alguien o algo. Nuestro propósito es definir la perspectiva de Dios de una relación personal . Estamos hablando de una interconexión con las personas hacia quienes tenemos compromiso o responsabilidad, tales como Dios, la familia, cónyuge, amigo, líder espiritual, hermano o hermana en Cristo, jefe, compañero de trabajo, etc. Obviamente, todas estas relaciones no han de ser iguales en grado, pero si deben tener los elementos claves de una relación bíblica.
La pregunta que me gustaría contestar en este capítulo es “¿Qué piensa Dios acerca de nuestras relaciones?” Recuerda, es nuestra meta ser el esposo ejemplar que Dios nos ha llamado a ser, al imitar en nuestras vidas el ejemplo de Cristo. Para cumplir esta meta debemos verle a través de su Palabra. Pero primero, tomemos un vistazo más cercano a muchas de las relaciones de hoy.
La Escena Actual de la Relación
Muchas personas parecen interesados principalmente en tres cosas: hacer sus cosas, llevar a cabo sus metas personales, y proteger su espacio personal. A veces estamos tan ocupados con cosas que no involucran a otros, que no existe tiempo, y eventualmente falta interés, para las relaciones. Algunos se han retirado de la idea de relacionarse porque han sido malinterpretados o “quemados.” Otros están renuentes a ir en pos de relaciones simplemente porque el relacionarse bien requiere esfuerzo. Nuestra carne (naturaleza pecaminosa) es un enemigo del esfuerzo que es necesario para mantener relaciones. Si la “Iglesia” continúa siguiendo nuestra sociedad al hacerse más y más amantes y servidores de sí mismos, la búsqueda de relaciones bíblicas se saldrá más y más del camino.
Frecuentemente la queja principal de una esposa acerca de su matrimonio es, “No tenemos ninguna relación.” A cambio, una respuesta común del esposo es, “¿Cuál es el problema? Pienso que tenemos una excelente—o por lo menos una buena—relación.” Esta respuesta es a veces (por lo menos en parte) debido a la deficiencia relacional del esposo. Pon esta deficiencia junto con las esperanzas idealistas de algunas esposas (la idea equivocada de que los hombres deben ser justamente como las mujeres en la forma como se relacionan), y la presencia de asuntos sin resolver en la relación, y tendrás un proyecto detallado para un desastre marital.
También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.
2 Timoteo 3:1-5
¡Las cualidades en estos versículos no se dirigen a buenas relaciones! Ambos géneros están envueltos en estos pecados, pero no podemos ignorar el hecho de que parece haber un número creciente de hombres que tienen poco interés o conocimiento cuando de relaciones se trata.
Cualquier pastor que esté involucrado con su gente podría testificar que más y más individuos están surgiendo en la iglesia con problemas de relaciones en áreas tales como esposo/esposa, padre/hijo, empleador/ empleado, y amigo/amigo. Además, algunos esposos se han excusado a sí mismos de la responsabilidad dada por Dios con engaños tales como, ”No debe conllevar tanto esfuerzo el estar juntos.” O, “Mi esposa debería estar encantada de que soy su fiel proveedor y protector. ¿Porqué esto no la satisface?” O, ”Realmente no necesito las relaciones porque simplemente no soy una persona necesitada.” ¿Son las relaciones solo para personas necesitadas? Nada puede estar más lejos de la verdad.
Un Libro de Relaciones
Afortunadamente, en lugar de dejarnos valernos por nosotros mismos, Dios en Su Palabra nos ha dado un manual para las relaciones. Debemos buscar Su guía en lo concerniente a nuestras relaciones. Ningún otro libro puede tan rápidamente decirnos lo que Dios quiere para nuestras relaciones.
El primer paso para relacionarnos de una forma que honre a Dios es aceptar completamente la verdad de que nuestras relaciones son extremadamente importantes para Dios. Una vez que un esposo ha venido a una fe salvadora, se dará cuenta de que la Biblia es un libro de relaciones. Primero se dirige continuamente a nuestra relación vertical más importante con Dios y luego a nuestras relaciones horizontales con los demás. Cristo mismo resumió la ley completa en dos categorías relacionales en Mateo 22:37-40:
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