La Misión Capuchina
Los colonos
El despojo territorial
La lucha por la tierra
La Liga Indígena de la Sierra Nevada de Santa Marta
La División de Asuntos Indígenas del Ministerio de Gobierno
Hacia el reconocimiento del resguardo
El territorio como lugar sagrado
Otras dimensiones del despojo
Dimensión política
Dimensión económica
Dimensión cultural
La división de la comunidad
Las estrategias en los repertorios
Las transformaciones en los repertorios
Los aliados
El lenguaje legalista
Ley 89 de 1890
Ley 60 de 1916
Las continuidades en los repertorios
El lenguaje legitimador
Nosotros y ellos
Conclusiones
Anexos
Anexo I. “Los indígenas de La Goajira”, 1916
Anexo II. “Misión de los indios arhuacos. Hablando con el cacique Villafaña”, 1916
Anexo III. Memorial de los campesinos indígenas de la Sierra Nevada, 1931
Anexo IV. “Las tribus de la Nevada son explotadas por los misioneros y por las autoridades”, 1933
Condenados a trabajo forzado
El despojo
La complicidad de las autoridades
Antes eran más felices
La organización civil
La autoridad religiosa
El sistema teogónico
El régimen comunal
El castigo
Anexo V. Carta de la comunidad de Karua (Karwa), 1959
Anexo VI. Memorial comunidad indígena, 1959
Anexo VII. Solicitudes de la delegación indígena, 1962
Anexo VIII. Memorial de los delegados de las tribus indígenas de la Sierra Nevada, 1963
Anexo IX. Memorial reunión Donachuí, 1960
Anexo X. Carta Liga Indígena de la Sierra Nevada, sección Las Cuevas, 1970
Bibliografía
Fuentes primarias
Archivos
Publicaciones periódicas
Libros y publicaciones
Fuentes secundarias
Agradecimientos
Me gustaría agradecer a todos los profesores de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario que aportaron a mi aprendizaje y a mi crecimiento como persona. De manera especial, quiero darle las gracias a Adriana Alzate, Franz Hensel y Sven Schuster, a quienes debo gran parte de lo que sé sobre el oficio del historiador y quienes me han inspirado en lo académico y lo personal a lo largo de estos años.
A Bastien Bosa, gracias por llevarme a la Sierra, por darme la oportunidad de trabajar a su lado, por acompañarme en este proceso con tanta comprensión y entrega; pero, más que nada, gracias por enseñarme a ser reflexiva con mi trabajo y decirme que está bien tener dudas, que hay cosas que no tienen solución y que no me hace menos reconocer que no tengo todas las respuestas. A las integrantes del semillero de investigación Colecciones Interculturales les agradezco sus lecturas y comentarios, lo cuales enriquecieron profundamente esta investigación.
A las amigas y amigos con los que me he cruzado en este camino y que me acompañaron en los días buenos, en los no tan buenos y a través de tantos cambios, gracias a ellas y ellos por sus consejos, su apoyo, su cariño, por recordarme que Roma no se construyó en un día, por todas las risas, todas las lecciones y todos los momentos que ahora se han convertido en recuerdos que espero no olvidar.
A mi familia, en especial a mi hermana y a mi tía, les agradezco por sus cuidados, su apoyo incondicional y por todo su amor. Finalmente, me gustaría dedicar este trabajo a mi mamá, quien es la persona a la que más admiro y a la que le doy gracias por siempre creer en mí, por estar ahí, por la entrega a su familia, por su cariño, sus cuidados, por todos los sacrificios que ha hecho y por ser el ejemplo de fortaleza, determinación y valentía que me impulsa día a día para seguir adelante.
Introducción
Al pensar en las luchas indígenas en Colombia, las primeras ideas que vienen a la mente suelen estar relacionadas con las mingas; estas son entendidas como una serie de marchas y protestas, usualmente acompañadas del cese de actividades productivas o paros en las regiones donde se dan este tipo de manifestaciones. Dicha estrategia de lucha es característica, aunque no exclusiva, de los pueblos indígenas del suroccidente del país, y quizá sean las que mayor cubrimiento mediático han tenido. Sin embargo, en Colombia los grupos indígenas a lo largo de su historia han empleado múltiples estrategias para hacer frente a la afectación de sus comunidades y territorios, y no necesariamente incluyen manifestaciones públicas o la toma de vías de hecho.
Desde la academia, el estudio de las luchas indígenas en Latinoamérica se ha centrado en el problema de la devolución de tierras en el contexto del “despertar indígena” de la década de los ochenta. Dicha línea de estudio se enfoca en las formas de organización que los pueblos nativos han logrado establecer para reivindicar sus derechos ante los Estados, privilegiando así la investigación sobre los movimientos indígenas en el siglo XX.1 En Colombia, desde la historiografía, se ha prestado particular atención a la resistencia indígena en el periodo colonial e independentista, pero desde el periodo republicano las luchas indígenas se han trabajado como parte de los movimientos sociales, en los que también están incluidas las luchas campesinas y obreras.2
En el campo de los movimientos sociales, las luchas indígenas en Colombia se han estudiado a partir del análisis de las modalidades de protesta y las vías de hecho,3 lo que deja por fuera otras estrategias de resistencia, como lo son el uso de vías políticas y jurídicas. Lo anterior constituye un vacío historiográfico en los estudios de las luchas indígenas, porque se han omitido otras estrategias y a los pueblos que las acogen. Recientemente, y desde variadas disciplinas como la antropología y la ciencia política, se ha estudiado el uso de estrategias políticas y jurídicas en varios pueblos indígenas, dando cuenta de la centralidad que estas tienen en diversos procesos de reivindicación.4 En la disciplina histórica, el cuestionamiento por las diversas estrategias de lucha ha permitido que los historiadores indaguen sobre las formas de comunicación entre los pueblos indígenas y el Estado.5
Esta comunicación, entendida de otra forma como interlocución, ha sido para ciertos pueblos una de las principales vías de lucha contra el destierro y la dominación. El anterior es el caso de los indígenas arhuacos, habitantes de la vertiente occidental y suroriental de la Sierra Nevada de Santa Marta, quienes durante gran parte del siglo XX se enfrentaron a los abusos perpetrados por colonos y misioneros capuchinos. Estos abusos se pueden inscribir dentro del concepto de despojo, el cual es visto de una manera amplia, donde no solo se tiene en cuenta el aspecto territorial, sino también el político, el económico y el cultural.6 En este sentido, las incursiones de colonos y misioneros en la Sierra Nevada generaron varios tipos de despojo en el pueblo arhuaco. Ante esto, algunos indígenas, como estrategia de lucha contra los abusos, iniciaron una interlocución con autoridades regionales y nacionales para denunciar el despojo y reclamar la intervención del Estado colombiano en defensa de sus derechos.
Es importante recalcar que los grupos indígenas desarrollaron la interlocución con autoridades como estrategia de lucha desde la época colonial. Ya para el siglo XVI se encuentran registros de nobles indígenas de distintos pueblos a lo largo de América que escribieron quejas y peticiones dirigidas a la Corona. Ejemplo de esto es el caso de Diego de Torres, un indígena muisca, cacique de la región de Turmequé, quien en dicha época inició una batalla legal para recuperar sus tierras. En sus correspondencias, De Torres hacía un uso correcto del castellano y apelaba a la legislación indígena para comunicar apropiadamente sus peticiones ante las autoridades españolas.7 De acuerdo con Joanne Rappaport y Tom Cummins, la escritura y presentación de reclamos y solicitudes a la Corona por parte de indígenas era una actividad común en la América española;8 no obstante, ante el poco conocimiento existente sobre el pueblo arhuaco antes del siglo XIX, no ha sido posible el rastreo y la identificación de este tipo de quejas y peticiones antes del siglo XX.
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