La noche cae silenciosa.
Él recorre las calles con sus luces,
me dibuja en el viento sin prisa,
¡me encuentra en los girasoles!
¡Tenemos una promesa!
Ser felices sin desvelos,
que nuestro amor prevalezca
por siempre en todos los cielos.
Mi chico solitario…
Nuestro querer quedó en el campanario.
Desde hace varios soles te buscaba;
entre el canto del gorrión te abrazaba
con las estrellas mi alma ya danzaba,
para quedar en ti siempre enamorada.
En un cielo infinito me conquistaste;
con huestes de pétalos me enamoraste;
de mis ojos la tristeza borraste,
¡y con tu bondad el dolor quitaste!
¿Cuántas vidas aun nos quedan
para consagrarnos en una misma alma?
Somos entes que al cielo su plegaria dan,
parando todo para amarnos en calma.
Una noche de invierno llegaste a mi vida,
¡Aun sin verte, te reconocí enseguida!
¡Yo estaba tan frágil, tan dolida!
¡Hoy soy feliz, plena con mi alma erguida!
Eres mi universo, del cual siempre
yo te pediré un verso.
Él es el escritor de la medianoche.
El humo del cigarrillo lo acompaña;
piensa en el pelo de ella con su broche;
sabe que en su vida ya no es una extraña.
Él, que en sus novelas escribía un idilio,
con desenlaces trágicos o apasionantes,
hoy su corazón suspira en un gran lío:
¡la quiere para él y no solo en instantes!
Ha visto su mirar, este lo hizo suspirar,
escuchado su voz y el sonido de su risa.
Apenas la conoce y no la deja de mirar
al cielo, la quiere ir a buscar a toda prisa.
Al escritor le dieron una nueva musa;
le quiere componer versos en su vientre.
¡La quiere descalza, libre o sin blusa!
¡No descansará hasta que la encuentre!
Escritor de madrugada
escribe ya versos a su niña enamorada.
Con la nota de mis labios rojos
yo te amaré libre y sin cerrojos;
con mis ojos color de avellana
te miraré cada mañana.
Ya el cielo sabe de nosotros
y vislumbra nuestros rostros.
Con cada luna enamorada
este querer hace una alborada.
Una o diez fronteras nos separan,
los luceros del cielo nos amparan
nada importa cuando dos se aman
ya los girasoles nos proclaman.
Eres mi sonrisa de cada amanecer
con frases me haces estremecer
mi fuerza en mis días sin luna
eres mi mirada en la laguna.
Eres quien me encontró entre prosas
yo entre colores y rosas.
LA CHICA DE LOS GIRASOLES
Ella colectaba versos con girasoles
al sonido del canto de los caracoles.
Caminaba descalza entre las hojas,
estos eran testigos de sus congojas.
A veces tenía días tristes
y preguntaba al cielo ¿por qué te fuiste?
Con ternura las flores la abrazaban
y alrededor de ella con amor danzaban.
Cada día adornaba su pelo con un girasol;
maquillaba su rostro con reflejos del sol,
esperando siempre el día que el regresaría
para abrazarla y volver a besarla.
Esta chica vive en su propio resplandor;
jamás se queja y da gracias al creador.
Espera ese vals entre los sembradíos,
de ese que prometió nunca decirle adiós.
La chica de los girasoles,
colecta versos con caracoles.
Me pregunto si el polvo de estrellas,
son amores que esperan juntarse,
por el cielo formando centellas,
para jamás volver a separarse.
Porque cuando veo una estrella fugaz,
me imagino que está llena de deseos.
Mi mente trabaja rápida y audaz,
y mis versos exclamo a los cielos.
Mi cielo hermoso, mágico firmamento,
tu manto cada noche abriga mi cama,
deseando y esperando el momento
para oír tu voz que mi ser aclama
¿Cuántos cielos veremos pasar?
¿Cuántas estrellas habrá que contar
para que Dios se apiade de este sollozar
y termine con este triste lamentar?
Estrella fugaz, ve por mi amado.
Dile que ya son muchas noches
las que me ha abandonado
y solo puedo llorar en derroches.
Yo iré caminando a tu lado,
junto a ti me sentiré melosa.
Este será un sueño anhelado.
¡Seré tú princesa hermosa!
De pronto pararé sin razón;
te miraré y te daré te beso.
Tus ojos brillarán de emoción,
serás como un niño travieso.
La noche caerá silenciosa;
mi sonrisa alumbrará el sendero;
la luna se engalanará preciosa
con esplendor brillará cual lucero.
No quiero que esta magia culmine,
caminaré despacio y pensativa.
Le pido a Dios que me ilumine,
quiero estar a tu lado cautiva.
Nuestro amor es del firmamento,
desde tiempos inmemoriales.
Tú serás mi precioso escudero,
y yo tu dulce lamento.
El cielo nos tendrá que unir,
como agua del cielo al manantial.
Nuestro querer siempre ha de fluir
¡como suave brisa celestial.
Anoche volviste a mi vida,
llegaste a abrir cada herida
y solo bastó una simple nota
para sentir mi alma rota.
Yo luché con mis propios infiernos
para intentar ya jamás vernos.
Te encargaste de borrar cada sonrisa,
de limitar mi vuelo con la brisa.
¿Por qué me buscas en tus desvaríos?
Ahora soy manantial y no simples ríos.
Sin proponértelo, me hiciste más fuerte,
más libre. Hoy yo te deseo suerte.
Recordarás el perfume de mi pelo
o las frases cuando te decía «mi cielo»
Tú no sabes cuánto a Dios imploré,
porque tú fueses leal y por ti oré.
Te conocía tanto, cada frase escrita,
y sé muy bien que hoy tu alma grita,
exclama y busca encontrar su verdad,
cuando conmigo profesabas lealtad.
Anoche llegaste a buscarme. Fue tarde,
alguien llegó para amarme.
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