Jesús A. Ávila García - Guerras A-D
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Un sueño compartido entre seis amigos es el primero en una serie de eventos en los que dejarán sus vidas cotidianas y serán transportados a Primon, un mundo donde deberán entrenar y aprender a usar sus nuevos poderes, para convertirse en los guardianes de las esferas de luz, que de caer en manos enemigas podría resultar en la destrucción de todos los mundos existentes.
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Miró hacia donde estaba Agztran y pudo sentir la desesperación de su amigo como si fuera suya. Con esto solo logró aumentar el sentimiento de impotencia en su interior. Los ángeles los llevaron por la cintura y dijeron el pequeño discurso que los jóvenes ya conocían y tenían casi memorizado. Jessav intentó varias veces agitar los brazos o hablar, pero era inútil. Se sentía como parte de una película que no podía cambiar.
A lo lejos se oyó el grito de Lormin preguntando que a dónde los llevaban. Seguramente la joven había intentado no gritar. Jessav miró a Agztran. Los movimientos que había hecho la primera vez en el sueño se repetían. Estaba seguro que después de mirar a un lado desviaría la mirada al ángel que estaba cargando a su amigo. Podía aprovechar para inspeccionarlo. Como movido por un hilo invisible desvió su vista hacia el ángel que sostenía a Agztran. Sus alas también daban la impresión de estar lastimadas. Notó además que hacía un gesto cada vez que aleteaba, como si sintiera dolor. Las palabras de los ángeles eran las mismas, pero su tono de voz y su velocidad era diferente. No parecía que fuera una reproducción exacta de las veces anteriores. «¿Por qué nosotros no podemos cambiar nuestras acciones y ellos sí se ven diferentes?». No podía hacer otra cosa que esperar a que el sueño terminara. En esta ocasión, más que un sueño le había parecido una pesadilla.
7
Jessav abrió los ojos. Estaba recostado en su cama y tenía frío. Aunque la ansiedad había pasado le quedaba una sensación incómoda en el pecho. Miró al reloj junto a su cama. Marcaba las dos de la mañana. Tenía ganas de levantarse y caminar, pero se sentía agotado. Al día siguiente había clases. Permaneció mirando al techo reflexionando.
Desde pequeño siempre había querido ser distinto a los demás. Los héroes de las caricaturas, tan respetados y queridos por los niños, eran diferentes a la gente común. Tenían poderes y otras habilidades que al pequeño Jessav le hubiera fascinado tener. Esa era una de las razones por las que siempre soñaba despierto caminando hacia el colegio. Ahora a él le estaba pasando algo extraordinario. Un evento que no le ocurre a la gente normal. «¿Por qué a nosotros y no a alguien más?». Con esa pregunta rondando por la cabeza cerró los ojos y durmió profundamente, sin sueños.
8
Homian tomó su reloj de mano. «Las dos de la mañana». Se sentó sobre la cama a pensar. Lo hacía muy a menudo. Podría pasarse horas pensando en cosas que le sucedieron de niño, lo que pasó el día anterior, en alguna pelea con sus padres, en Adifer, en las clases. Analizaba cada situación desde todos los puntos de vista posibles.
Se sentía frustrado debido al sueño que recién tuvo. No consiguió hacer nada distinto a la primera vez. La impotencia lo llenaba de enojo. Respirando profundamente se tranquilizó. No valía la pena sentirse mal por un sueño que nadie sabe qué significa. Se recostó y apartó todo pensamiento de su cabeza. La imagen de Adifer apareció en su mente. La mantuvo ahí hasta que se quedó dormido.
9
Aunque no tenía un reloj a la vista, Adifer sabía que era de madrugada. Sus acciones en el sueño se habían repetido igual que la primera vez. Solo intentó cambiar sus acciones un par de veces y al no conseguirlo se dejó llevar por los acontecimientos. Así logró disminuir el sentimiento de angustia que le ocasionaban los intentos fallidos. Al día siguiente, cuando todos sus amigos discutieran lo que ocurrió, ella intentaría calmarlos. Los comportamientos humanos siempre le habían llamado la atención. Sabía que sus amigos necesitarían de apoyo. Aunque no lo expresó estando con ellos, sentía mucha curiosidad por saber qué significaba aquel sueño repetitivo y compartido. Cerró los ojos tratando de alejar los sentimientos de curiosidad que no la dejarían descansar.
10
Lormin se despertó con un grito ahogado. Tenía los ojos húmedos. Se sentó rápidamente y colocó las manos frente a sus ojos. Las observó mientras movía cada uno de sus dedos por separado. Sentía que en cualquier momento su cuerpo no le respondería como le sucedió en el sueño. Había estado llena de desesperación y angustia. Intentó una y otra vez moverse, pero le era imposible. Su corazón aún latía con fuerza. Fue bajando el ritmo de su respiración hasta que logró tranquilizarse. Tuvieron el mismo sueño y no lo pudieron cambiar. ¿Qué significaba eso? Lormin deseaba que alguno de sus amigos la pudiera confortar en ese momento. Mañana discutirían lo que ocurrió y no lograrían obtener respuestas. No sabía a quién acudir y eso la inquietaba. Se recostó de nuevo y observando sus manos se quedó dormida.
11
Omjand vio la hora y escribió el sueño ahora que lo tenía fresco en la memoria. Una vez terminado, fue a su escritorio y sacó una hoja de papel en blanco y un lápiz. Comenzó a dibujar. Los trazos le llegaban con facilidad como si su mano tuviera una mente propia. No le importaba la hora. Podía dormir poco y no sentirse tan cansado al día siguiente. Era una de las ventajas de padecer insomnio, que aprovechaba leyendo, escribiendo o dibujando. Poco a poco el dibujo a lápiz fue tomando forma. Mostraba la plaza en la que se encontraba durante el sueño, junto con un bosquejo de sus amigos. La mayoría de los dibujos de Omjand eran a lápiz, y casi nunca los compartía con otros. Era una manera de expresar sus sentimientos sin tener que demostrarlos físicamente. Le parecían obras de arte privadas y personales. Lo veía como llevar un diario que solo él podía interpretar. Terminó el dibujo y lo miró largo rato. Después lo colocó bajo su almohada y se acostó. Tardó en callar sus pensamientos y finalmente se durmió.
12
Agztran abrió los ojos y vio la hora en el reloj de pared. Eran las dos de la mañana. Se levantó de la cama y dio un golpe a su almohada. Sintió ganas de salir a correr para calmarse, pero era demasiado tarde y no quería despertar a su familia. Además, debía levantarse en algunas horas. Más tarde, si al despertar seguía alterado, iría a correr antes de asistir a la primera clase del día. Le costaba admitirlo, pero estaba asustado. No le gustaba mostrarse asustado o vulnerable frente a otros. Sentía que algo, sin saber si bueno o malo, se avecinaba. Siempre había tenido cierto instinto para saber lo que pasaría en algunas situaciones donde no había suficiente información. Se volvió a recostar en su cama. Apretó los puños y los relajó lentamente. Suspiró y después de unos segundos se quedó dormido.
13
Después de terminar el periodo escolar todos los amigos en el sueño compartido se reunieron para conversar.
—Yo tampoco pude hacer nada —dijo Lormin en un tono molesto.
—El sueño ya estaba programado para que fuera así. Como una grabación que no se puede modificar —comentó Homian.
Adifer estaba en silencio intentando deducir qué significaba el sueño. ¿Sería acaso una prueba? ¿Alguien estaba jugando con ellos? De ser así, ¿quién sería? Se sintió un poco paranoica. Era como si el sueño los tuviera esclavizados. Hizo un esfuerzo por recordar detalles para ver si se les había escapado algo que pudiera darles un poco de luz en el asunto. En el sueño se encontraba en la cima de una montaña. Había muchas plantas y le pareció un paisaje hermoso y que no había visto antes. A lo lejos vio algo que se acercaba por el aire. Parecía una nube con alas con una mujer encima. Cuando el extraño vehículo estuvo lo suficientemente cerca, observó que los ojos de la mujer eran azul celeste. Le parecieron muy llamativos. Deseó por un instante tener los ojos de ese color poco común y no castaño obscuro. La nube se detuvo frente a ella y la mujer le indicó que subiera. Así lo hizo y la llevó sobre el campo verde que se veía desde la montaña. Subían cada vez más alto. El paisaje, aunque hermoso, estaba desolado y no había señales de animales o de más personas. Llegaron a una plaza. La misma que había visto en los sueños anteriores. Homian la esperaba ahí junto a un objeto esférico envuelto en fuego. Los ojos de su novio tenían un color rojizo que resaltaba su mirada profunda. También combinaba bien con sus labios gruesos. Le pareció que ese debería ser el color natural de sus ojos. Minutos después llegó Lormin, en un disco amarillo que parecía tener luz propia. Después arribaba Omjand dentro de una burbuja con un ligero tono azul marino. El sueño terminaba después de que la mujer comenzara su discurso y la llamara prii Adifer. Sin embargo, hubo algo extraño las últimas veces. La cara de la mujer reflejaba angustia y su voz temblaba de una manera casi imperceptible. Parecía preocupada por algo.
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