Portada
Álvaro Acevedo Tarazona
Universidad Industrial de Santander
Facultad de Ciencias Humanas
Escuela de Historia
Bucaramanga, 2017
Página legal
1968. Historia de un acontecimiento.
Utopía y revolución en la universidad colombiana.
Álvaro Acevedo Tarazona
Profesor, Universidad Industrial de Santander
© Universidad Industrial de Santander
Reservados todos los derechos
ISBN: 978-958-8956-97-8
Primera edición: junio 2017
Diseño, diagramación e impresión
División de Publicaciones UIS
Carrera 27 calle 9, ciudad universitaria
Bucaramanga, Colombia
Tel. 6344000, ext. 1602
ediciones@uis.edu.co
Prohibida la reproducción parcial o total de esta obra,
por cualquier medio, sin autorización escrita de la UIS.
Impreso en Colombia
Dedicatoria
A mi padre, José Rubén Acevedo Gómez
Agradecimientos
Un agradecimiento a todas las personas que hicieron posible este libro y en especial a la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, por abrirme sus puertas para realizar en su alma máter mi estancia posdoctoral en Ciencias de la Educación. Extiendo igualmente mi más sentida gratitud a colegas y estudiantes de España, México, Cuba, Guatemala, El Salvador, Venezuela, Perú, Brasil, Argentina y Chile, con quienes logré intercambiar experiencias investigativas sobre la historia de la universidad y de los movimientos sociales, durante cortas estancias en sus respectivos países o en múltiples y distintos eventos académicos en Colombia.
Agradezco a la Universidad Industrial de Santander su esfuerzo en la publicación final de este libro; sin el interés de las instituciones educativas por dar a conocer la historia, vano sería el esfuerzo de nuestra parte.
Un especial agradecimiento también a Yenny Marcela Albarracín, Jorge Luis Cárdenas Naranjo, Gimena Gutiérrez Martínez, Gabriel David Samacá Alonso y Carlos Iván Villamizar Palacios; sin su colaboración no hubiese sido posible llevar a buen puerto esta edición.
Epígrafe
“Si el presente es de lucha, el futuro es nuestro”.
A las generaciones futuras [fragmento]
III
Vosotros, los que emergéis de la marea
en la que nosotros nos hundimos
pensad
–cuando habléis de nuestras debilidades–
en los sombríos tiempos a los cuales escapasteis.
Nosotros deambulamos
–a menudo cambiando más de país que de zapatos–
a través de las guerras de clase
desesperados
cuando no había sino injusticia y ninguna protesta.
Desde entonces sabemos con certeza:
también el odio contra la bajeza
desfigura los rasgos.
También la cólera contra la injusticia
enronquece la voz. Ay, nosotros
que quisimos preparar el campo para la amistad
no pudimos ser amistosos.
Pero vosotros, cuando hayáis llegado tan lejos
que el hombre sea una ayuda para los hombres
pensad en nosotros con indulgencia.
Bertolt Brecht
Papá, cuéntame otra vez
Papá, cuéntame otra vez ese cuento tan bonito
de gendarmes y fascistas, y estudiantes con flequillo,
y dulce guerrilla urbana en pantalones de campana,
y canciones de los Rolling, y niñas en minifalda.
Papá, cuéntame otra vez todo lo que os divertisteis
estropeando la vejez a oxidados dictadores,
y cómo cantaste Al Vent y ocupasteis La Sorbona
en aquel Mayo francés en los días de vino y rosas.
Papá, cuéntame otra vez esa historia tan bonita
de aquel guerrillero loco que mataron en Bolivia,
y cuyo fusil ya nadie se atrevió a tomar de nuevo,
y cómo desde aquel día todo parece más feo.
Papá, cuéntame otra vez que tras tanta barricada
y tras tanto puño en alto y tanta sangre derramada,
al final de la partida no pudisteis hacer nada,
y bajo los adoquines no había arena de playa.
Fue muy dura la derrota: todo lo que se soñaba
se pudrió en los rincones, se cubrió de telarañas,
y ya nadie canta Al Vent, ya no hay locos, ya no hay parias,
pero tiene que llover, aún sigue sucia la plaza.
Queda lejos aquel mayo, queda lejos Saint Denis,
qué lejos queda Jean Paul Sartre, muy lejos aquel París,
sin embargo, a veces pienso que al final todo dio igual:
las ostias siguen cayendo sobre quien habla de más.
Y siguen los mismos muertos podridos de crueldad.
Ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam.
Ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam.
Ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam.
Ismael Serrano
Introducción
Como nunca antes en la historia de la cultura, en los años sesenta el mundo asiste a una revolución de hábitos, consumos e ideas sobre el devenir de las sociedades. En un número apreciable de Estados nacionales estallan movimientos sociales y estudiantiles, protestas, discursos, arengas y repertorios de inconformidad social y política. Universidades, librerías, calles, teatros, cafés son el centro de esta revolución, donde se discute sobre la utopía libertaria, la justicia, la igualdad y tantas otras concepciones sobre la marcha de las sociedades. Por otro lado, libros, revistas, periódicos, folletos y una variopinta producción de impresos universitarios circulan como prácticas habituales de consumo en la cultura intelectual y libresca de la época.
La confrontación de ideologías y el análisis de los problemas sociales son puestos en común por una generación que quiere cambiar el mundo y el estado de las cosas, por lo menos en las intenciones y discursos. El malestar generalizado es visible en universidades de grandes y pequeñas urbes; movilizaciones y protestas se toman las calles de las más importantes capitales del mundo. 1968 es el año de la cresta de esta ola; una válvula de escape para la juventud rebelde y una forma de rechazo a todo tipo de autoritarismo. “Prohibido prohibir” es una de las consignas que más se escucha; movimientos culturales como el de los hippies cambian las formas de vestir, de escuchar música, de comportarse y de consumir drogas y alucinógenos. La libertad sexual rechaza los valores tradicionales, las mujeres salen a las calles en minifalda, los jóvenes rompen cánones y arengan a la multitud contra el orden imperante.
1968 es el año del movimiento revolucionario francés, a juicio de historiadores y sociólogos contemporáneos, el más visible y mejor estudiado hasta el momento, pero no el único de esta onda expansiva. Tal vez no todos los jóvenes en el mundo que protestan o que simpatizan con las manifestaciones saben con exactitud por qué o contra quién dirigen su malestar, lo cierto es que quieren cambiar el modo de vida, la situación de sus pesadas existencias1. Hay simultaneidad de acontecimientos en naciones de Europa, Asia y América: crece la inconformidad política contra la Unión Soviética y otros países de la denominada Cortina de Hierro; el asesinato de Martin Luther King el 4 de abril de 1968 en la ciudad de Memphis sobrecoge a la sociedad norteamericana, pero no mueren las proclamas por la igualdad de derechos para los afroamericanos; la masacre en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968 –tan solo a diez días de los XIX Juegos Olímpicos, bautizados como ‘la olimpiada de la paz’– estremece a la sociedad mexicana; el levantamiento obrero, apoyado por estudiantes, en 1969 en Córdoba, conocido como el Cordobazo, paraliza la ciudad y pone en jaque a la dictadura de Juan Carlos Onganía; la invasión a Vietnam desata voces y más voces de rechazo mientras prosigue la confrontación de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
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